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lunes, 28 de marzo de 2011

Fundarán en Gualeguaychú un Observatorio Antiimperialista

Un grupo de estudiosos de la región lanzará un original Observatorio Antiimperialista que tendrá como sede la ciudad de Gualeguaychú y llevara el nombre del pensador Manuel Ugarte.

El nuevo emprendimiento cultural “Observatorio Antiimperialista Manuel Ugarte”, en homenaje al pensador argentino que fue un puntal en el estudio, la comprensión y la denuncia del imperialismo, recibirá informaciones sobre decisiones de gobiernos, empresas y corporaciones de países poderosos del mundo que puedan perturbar a los pueblos de países dependientes, en particular los sudamericanos.
“Va a funcionar primero como una base de datos, como un registro de informaciones de decisiones imperialistas de países, grupos financieros, multinacionales, sectores de poder, y como un monitoreo de acciones antiimperialistas de países y organizaciones sociales”, explicó el dirigente social gualeguaychuense Julio Majul, que coordinará el Observatorio.
“Las presiones del capital financiero, de los gobiernos, o de los estados colonialistas sobre los pueblos de Nuestra América, o latinoamericanos, son temas principales para nuestro Observatorio”, indicó Majul y recordó que ya tiene un correo donde los interesados pueden empezar a enviar informaciones de interés:observatorioj@fibertel.com.ar.
Luego explicó que el Observatorio es una iniciativa del centro Junta Americana por los Pueblos Libres, que desarrolla estudios sobre Nuestra América y llama a reflexionar por una nueva independencia de los pueblos.
El monitoreo se ocupará, entre otros temas, de la actitud imperialista de los británicos en el Atlántico Sur, y la Junta Americana ha propuesto debatir la incorporación de Malvinas al emblema nacional bajo la consigna: “Mientras la Bandera Argentina no pueda estar en las Malvinas, las Malvinas estarán en la Bandera Argentina”.

Para estar en alerta
En una Declaración Independentista que los miembros de la JAPL debatieron durante cuatro meses y publicaron en enero pasado, dedicaron un párrafo a la propuesta de crear  observatorios: “Desarrollar  en pueblos de Nuestra América observatorios antiimperialistas permanentes y ágiles para estar en alerta ante las maniobras imperialistas y colonialistas en sus más variadas formas cambiantes, sutiles o no, financieras, políticas, comerciales, ‘culturales’, militares, sociales, industrialistas; a largo, mediano o corto plazo, para que sirvan de alerta y permitan a los pueblos desarrollar sus repelentes y antídotos contra la penetración imperialista. Y que esos observatorios antiimperialistas informen a los pueblos sobre los riesgos a que son sometidos por el imperialismo en todos los órdenes, incluso con sus inversiones en armamentos de destrucción masiva y en sus negocios con la fabricación y exportación de armas, lo que quita a las potencias toda autoridad”, dice la Declaración publicada por distintos medios.

La figura de Ugarte
“Lo peor del imperialismo inglés así como del norteamericano no consiste en que se llevan lo más valioso de las riquezas del país, sino en que arrasan los valores morales, estableciendo una prima a la inferioridad y al renunciamiento de los hombres", escribió Manuel Ugarte.
El estudioso Fortunato Calderón Correa publicó en la agencia AIM de Paraná un perfil de Ugarte que explica en alguna medida la elección de su nombre para identificar la base de datos que tendrá sede en Gualeguaychú.
“En 1904, enviado por el Partido Socialista al congreso de la Segunda Internacional en Amsterdam, advirtió cómo ‘socialistas’ europeos burocratizados defendían el colonialismo de sus países en el resto del mundo con el argumento de que favorecía el ‘desarrollo’ de las regiones colonizadas… ‘El Peligro Yanqui’, ante la constatación, nueva entonces para él, de que los Estados Unidos se habían quedado con la mitad de México, y ‘La Defensa Latina’ ante la certeza de que la codicia de territorio y todas las demás codicias caerían sobre nuestro continente como sobre Cuba, fueron sus primeros escritos después de ‘Paisajes Parisienses’, donde describe su vida en París, sus dulces amores con chicas francesas, pero también el entusiasmo que le despertó Jean Jaurés”, apunta Calderón.
“Argentino casi desconocido y una de las personalidades más claras y notables de nuestro país, dedicó su vida a advertir sobre la necesidad de unión de los pueblos de Nuestra América y la sintetizó en su proyecto de los Estados Unidos del Sur, nunca concretado, nunca olvidado, siempre posible”, subraya el autor.
“La prensa oficial, que era poco más que la prensa de los ganaderos y los frigoríficos, lo recibió como un traidor tras conocer copia de sus intervenciones en el congreso de la segunda internacional: ‘Ha presentado a la Argentina como país atrasado en el cual la vida del trabajador es penosa por falta de libertad y protección del estado. La actitud de Ugarte no puede ser más antipatriótica’. La interpretación de Ugarte en tiempos de las vacas gordas no se aceptaba en el país de los abogados de compañías inglesas y de estancieros”.
“En otro congreso de la Segunda Internacional al que asistió luego, en Stuttgart, el delegado holandés Henri Van Kol, dijo: ‘En circunstancias determinadas, la política colonial puede ser obra de civilización’. Las ‘circunstancias’ aludidas estaban dadas, los países de Europa se preparaban para la primera guerra mundial con socialistas en las trincheras ideológicas porque por más obreros que fueran no querían quedar afuera del reparto del mundo que vendría”.
“Como consecuencia –añade Calderón-, Ugarte propuso sus tesis sobre el patriotismo: claramente diferente si se trata de un país imperialista o de un país oprimido por el imperio, como ocurría con los países de Nuestra América.  Para Ugarte el socialismo en Nuestra América debía tener un carácter nacional que opusiera resistencia al imperialismo anglosajón”.

Demasiada carga
Dice el estudioso Norberto Galassso: “Hubo un joven de esa generación que mantuvo enhiestos, hasta el fin de su vida, los viejos ideales: fue Manuel Ugarte. Lo hizo al precio de la fama, condenándose al silenciamiento, convirtiéndose en un ‘maldito’. Su historia es significativa porque alcanzó celebridad fuera del país, mientras era negado en la Argentina. Amigo de Rubén Darío, de Amado Nervo, de Miguel de Unamuno y de los principales poetas y novelistas latinoamericanos y europeos de su época, Ugarte publicó casi cuarenta libros e integró el comité de redacción de ‘Monde’ junto a Máximo Gorki, Upton Sinclair, Alberto Einstein, Henry Barbusse y el citado Unamuno. En el campo político, predicó la unión latinoamericana y condenó el expansionismo yanqui… Ugarte siempre recordaba que en su juventud, para impresionar a una joven a la cual quería seducir, le dijo: Dedicaré mi vida a luchar contra el expansionismo norteamericano, por la unidad de los pueblos latinoamericanos y por la instauración del socialismo-. Ella, que no entendía demasiado, fue, sin embargo, profética: -Me parece demasiada carga para andar por la vida...”
“Tuvo razón la muchacha. Pero él batalló incansablemente y probablemente haya sido el único de aquellos jóvenes audaces del 900, que mantuvo sus banderas en alto hasta el final, un final de hombre pobre, marginado, silenciado, en el cual existen serios indicios de que el telón de su vida fue bajado voluntariamente recurriendo a las emanaciones de gas del departamento que alquilaba en Niza, junto al mar”.

Un intelectual rodeado de silencio
El paseo que realizó Manuel Ugarte por países de Nuestra América no tuvo desperdicios, principalmente por la antipatía que generaban sus discursos en los gobiernos del régimen.
Sería largo enumerar aquella odisea, pero veamos qué nos dice Calderón Correa: “al término de la gira, Ugarte viajó a Montevideo, donde rindió homenaje a Artigas en momentos en que nadie discutía la versión ‘sacromitrista’ de la historia, por la que Artigas era un bárbaro montonero, anarquista y ladrón de ganado. Y no solo en la Argentina sino también en el Uruguay”
“En 1910, hace un siglo, y casi un siglo después de sus hazañas, Artigas estaba estigmatizado como ‘bárbaro’ y los proyectos de Bolívar convertidos en objeto de estudio de eruditos que adoctrinaban contra el nacionalismo americano si pretendía enfrentar a los imperios. Ambos podían considerarse ‘muertos’ ya que solo la ideología imperial se hacía ver con numerosas variantes. La historia de Sudamérica había sido reemplazada por la de 20 republiquetas que cada una por sí eran incomprensibles. En la Argentina, Rivadavia era el ‘padre de la Patria’, aunque ya San Martín le disputaba la gloria”.

Los muertos resucitaron
“Ugarte estaba condenado al silencio, su voz era campana de palo, su prédica ‘carecía de seriedad científica y rigor sociológico’ como dijo luego Zum Felde. En vida no vio publicado en la Argentina ninguno de sus libros.
Pero los muertos resucitaron. Se puso en marcha la revolución mexicana, cayó Porfirio Díaz, Emiliano Zapata no prestó atención a los libros oficiales impresos en Europa y la vieja conciencia nacional americana volvió por lo que es suyo. Ugarte fue un adelantado. Su generación volvió a escuchar una tradición que venía de Dorrego, de Mariano Moreno y de las montoneras pero también se abrió, para tratar de enfrentar los peligros que acechan a Sudamérica a las corrientes que llegaron con los inmigrantes, como el anarquismo y el socialismo”.
“De todos los intelectuales de su generación, solo Ugarte dio respuesta plena a los interrogantes que los movilizaron y solo él se mantuvo leal a sus convicciones hasta su muerte. Por eso su destino fue también diferente: el silencio total rodeó su vida y su obra durante décadas”.
Manuel Ugarte murió en Niza el 2 de diciembre de 1951. Sus restos fueron repatriados en 1954 y descansan en Buenos Aires.

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