JUNTA ABYA YALA POR LOS PUEBLOS LIBRES
Para que aflore la Independencia
deben morir los grupos concentrados
Nadie es más que nadie.
Que los más
infelices
sean los más
privilegiados.
La Junta Abyayala
por los Pueblos Libres denuncia el papel reaccionario del Estado argentino,
porque ignora o subestima las nuevas formas de dominación, saqueo,
contaminación, acumulación y sometimiento, o promueve esas cadenas como socio
del gran capital parasitario.
El Estado no sirve
a la Independencia sino a la colonia, y mientras debamos padecerlo tenemos que
saber, para transformarlo, que favorece a las clases altas asociadas a los
grupos concentrados.
En la Argentina
llegamos a una opción de fierro: o los
grupos concentrados, o la vida. La incompatibilidad es manifiesta.
Al recordar en este
año 2016 el Bicentenario de la Declaración de la Independencia en Tucumán, la
Junta Abyayala sostiene que para defender la Independencia hoy se impone erradicar sin contemplaciones a todos los
grupos concentrados parasitarios de la economía y la “cultura”, que buscan
anestesiarnos y disgregarnos para asegurarse el predominio.
Debemos cuidarnos
de los grandes grupos enviciados en la acumulación, con desprecio por la vida y
el trabajo, y de los que controlan los precios. Al capital no se le habla al
corazón, que no tiene: se le exige.
Hay que tender al exterminio del hipermercadismo y de la
concentración del comercio en cadenas capaces de distorsionar los precios,
chuparse los beneficios y burlarse de los trabajadores y las pymes, como lo
hacen.
En la misma línea, y
en vísperas de un aniversario del celebrado Reglamento de Tierras de José
Artigas, la Junta Abyayala por los pueblos Libres llama a la abolición lisa y llana del latifundio y cualquier concentración, tanto
en la propiedad como en el uso de la tierra. Repartir toda propiedad
concentrada en unidades familiares o chacras mixtas comunitarias, cooperativas,
para la vida en sintonía con la naturaleza y la producción abundante y
sustentable de alimentos sanos, variados, en cercanía, con trabajo decente, y
especial atención de los derechos precautorios, y libres de la competencia nociva
del capital financiero especulativo (pooles, fideicomisos, etc).
Es indispensable,
contra el bochorno de la “patria sojera” de hoy donde unaminúscula mafia ecocidaha
llegado al extremo inadmisible de adueñarse de las semillas.
Para conversar esos
asuntos, la JAPL organiza para este sábado 10 de setiembre una mateada abierta
en donde trataremos el tema “la tierra, el barrio, el trabajo y la
biodiversidad”, en la sede de ATE en Paraná.
La JAPL saluda la
resistencia popular de las asambleas contra los agronegocios, los transgénicos,
la fractura hidráulica, la minería a cielo abierto, las mega-industrias
contaminantes y los represamientos en ríos de llanura, e insiste en la
necesidad de buscar energías saludables y realizar actividades con austeridad
en el consumo.
Hay que proteger,
recuperar o fundar bancos municipales y
provinciales con participación y gestión cooperativa y de los trabajadores,
que salven el capital del pueblo de la usura de las manos privadas.
Debemos emprender
un decidido proceso escalonado de ajuste contra el poder de las
multinacionales, considerando los daños de los grupos concentrados en los
servicios, la producción, el comercio internacional e interno, el trabajo y
especialmente en la biodiversidad, de la que formamos parte. Somos conscientes
de que esta liberación requiere de otros modos de organización, porque el
Estado actual es cómplice del estatus quo.
Hay que investigar
y denunciar el fraude de la deuda,
esa sangría que maniata la soberanía argentina, y terminar con los blanqueos de
dinero espurio que distorsionan la economía y premian la corrupción.
Cubrir déficit (provocado
por el dispendio en banalidades, los privilegios y el endeudamiento) con
inflación o con más deuda son dos caras del mismo sistema perverso, reaccionario,
contra el pueblo.
Desde el litoral,
desde la patria del agua, alentamos a todos los habitantes de la región y nos
comprometemos nosotros mismos a dar prioridad a la alimentación, la salud, la
educación, el trabajo decente, el agua, el suelo fértil, la biodiversidad, como
expresiones del mismo ecosistema. Seguros de que no habrá Independencia
mientras dure el monólogo del gran capital, fuente de corrupción y saqueo.
Si vamos a
liberarnos de esa condición perversa debemos tomar conciencia de nuestro estado
de resignación, que proviene de un paulatino alejamiento forzado de los saberes
milenarios de nuestros pueblosy de sus luchas de resistencia que llevan siglos.
Es decir, si en vez
del individualismo, la acumulación, el consumismo, el apuro, el “crecimiento” a
cualquier costo y la soberbia de la especie, nos basáramos en los principios de
armonía, complementariedad, comunidad, serenidad, vivir bien en suma
(sumakkawsay, tekóporá, kümemongen), entonces no nos encontraríamos en el
estado actual propio de una civilización decadente, sufriendo el consumismo
como un soborno que descompone el espíritu de lucha.
En vez de quitarnos
de encima los amos, el gobierno actual y sus socios entusiasman al capital con
una (en apariencia) cándida apertura. Nosotros repetimos en cambio una
consigna: ni amos viejos ni amos nuevos,
ningún amo.
Para decirlo con
todas las letras: ni Estados Unidos de América, ni China. Ambos imperios
lideran dos bloques muy claros con sus multinacionales, y nos quieren
subordinados vendiendo materias primas, pero vivos (por ahora) para que
ejerzamos el rol de consumidores bobos.
La pobreza debe
medirse en la falta de alimentos, techo, salud, educación, espacio adecuado
para la existencia y degradación de los bienes comunes, en paralelo al
despilfarro y el enriquecimiento de los privilegiados que se alternan directa o
indirectamente en el gobierno. Nadie ataca la pobreza armando asociaciones
ilícitas desde el estado para el latrocinio ni facilitando el enriquecimiento
de una minoría, como es usual, y tampoco permitiendo que algunos servidores
públicos (sean jueces, legisladores o funcionarios) manoteen los recursos del
pueblo adjudicándose ingresos obscenos.
Al recordar en
estos meses los 500 años del desembarco europeo en nuestras costas del
Paraná-Uruguay, verificamos que la actitud del Estado argentino es colonial: no
toma nota de los saberes milenarios de este suelo, no lee los pensamientos
decoloniales (contra los patrones de poder), desconoce las luchas libertarias,
subestima los planes imperiales de subordinación y saqueo (mediante el dinero,
la propaganda, las presiones; o el asalto a la educación formal en todos los
órdenes para convertirla en apéndice del sistema dominante, pese a la
resistencia de algunos trabajadores docentes); subestima el terrorismo y las
guerras imperiales, y también hace la vista gorda ante los países poderosos
como Gran Bretaña que, por la fuera de sus armas, desconocen las decisiones de
las Naciones Unidas y prosiguen con su política colonial, invasiva, guerrera.
Aspiramos a la
emancipación para que nuestros pueblos desplieguen sus potencialidades con
libertad. Estamos con la guardia en alto por la influencia imperial en
agrupaciones como la Alianza del Pacífico, a la que se arrima el nuevo
gobierno, en una suerte de ALCA disfrazada.
Sabemos que los
políticos cambian y los grupos concentrados siguen. Pero también sabemos que
hay miles y miles de compañeras y compañeros que estudian, analizan con sentido
crítico, se reúnen en asambleas, centros de estudios o sindicatos, luchan en
las calles por derechos obreros o ambientales, por ejemplo, así como se difunde
la creciente conciencia feminista contra el autoritarismo patriarcal.
Por eso es
imprescindible discernir entre aquellos dirigentes políticos y empresarios que,
por ser corruptos y servir al gran capital engañan al pueblo, y los ciudadanos
que siguen o han seguido de buena fe ciertas ideas y proyectos. Los
trabajadores y sectores populares que militancon autenticidad por un ideal no
deben cargar con las responsabilidades de los dirigentes que los traicionan.
Es cierto que la
unidad de obreros, campesinos, estudiantes y sectores populares podría hacer
frente al gran capital, pero este tiempo nos encuentra fragmentados, aflojados
y penetrados.De ahí la necesidad de recuperar la unidad de los pueblos, la
conciencia por la emancipación, y el sentido de pertenencia a un paisaje y a
una cultura que no se arrodilla.
Capítulo aparte
para un mal que aqueja en particular a los argentinos: el colonialismo interno,
herencia de la vieja constitución unitaria y oligarca del país.
Para la historia
argentina, unitario significa disgregante, vertical, déspota y colonial. Y ese
es el régimen. La coparticipación misma es unitaria; debiera ser a la inversa.
Durante años la Junta Abyayala ha plantado bandera en el arroyo Espinillo con
una consigna: “¡Federales! No siervos”.
Hoy la repetimos. Federales hacia adentro y confederales hacia Nuestra América.
La Argentina es un
mercado común integral, constituido por decenas de regiones (que deben
recuperar su autonomía), aunque distorsionado, disperso y frenado por los
intereses sectoriales y la mezquindad centralista.
Debemos romper la
colonialidad interna dominada por la metrópolis, establecer lazos y puentes
horizontales entre las regiones autónomas, refundar
el federalismo desde las raíces de la revolución artiguista sin
menospreciar la experiencia adquirida hasta el siglo XXI, conscientes de que
autonomía equivale a distribución, pero es mucho más que eso porque involucra
tanto aspectos culturales, sociales, históricos, ambientales, como económicos.
Eso implica
respetar la soberanía particular de los
pueblos y revertir la macrocefalia argentina como expresión cabal de los
daños de la desertificación en vastas extensiones y el hacinamientoracista en
los barrios.
Junta Abyayala por
los Pueblos Libres
Paraná, Entre Ríos,
setiembre de 2016.
Daniel Tirso
Fiorotto
Víctor Hugo Sartori
Alberto Dorati
Carlos Alberto
Godoy
Juan José Rossi
Carlos Weber
Fortunato Calderón
Correa
Pedro Aguer
Américo Schvartzman
Gustavo
Lambruschini
Mario Alarcón Muñiz
Celia Taffarel
Mario Daniel Villagra
Abel Schaller
Juan Antonio Vilar
Silvina Suárez
Lucrecia Brasseur
Mario Escobar
César Baudino
Claudio Puntel
Jorge Villanova
Martín Barral
Santiago Fiorotto
María José López
Ortiz
Andrés Petric
Antonio Tardelli
Carlos Natalio Ceruti
Martha Bader
Ignacio González
Lowy
Julio Majul
Marcos Tonina
Oscar Milocco
Mercedes Fiorotto
Ricardo Bazán
Julio Barbagelata
César Pibernus
Sergio Daniel Verzeñassi
Mario Leonardo Londero
Carlos Andrade…