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sábado, 9 de octubre de 2010

Tríptico de Ecología Política y Problemática Regional (Documentos)

Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos

Edgardo Lander

En los debates políticos y en diversos campos de las ciencias sociales, han sido notorias las dificultades para formular alternativas teóricas y políticas a la primacía total del mercado, cuya defensa más coherente ha sido formulada por el neoliberalismo. Estas dificultades se deben, en una importante medida, al hecho de que el neoliberalismo es debatido y confrontado como una teoría económica, cuando en realidad debe ser comprendido como el discurso hegemónico de un modelo civilizatorio, esto es, como una extraordinaria síntesis de los supuestos y valores básicos de la sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y la buena vida. Las alternativas a las propuestas neoliberales y al modelo de vida que representan, no pueden buscarse en otros modelos o teorías en el campo de la economía ya que la economía misma como disciplina científica asume, en lo fundamental, la cosmovisión liberal.
La expresión más potente de la eficacia del pensamiento científico moderno, especialmente en sus expresiones tecnocráticas y neoliberales hoy hegemónicas es lo que puede ser descrito literalmente como la naturalización de las relaciones sociales, la noción de acuerdo a la cual las características de la sociedad llamada moderna son la expresión de las tendencias espontáneas, naturales del desarrollo histórico de la sociedad. La sociedad liberal industrial se constituye -desde esta perspectiva- no sólo en el orden social deseable, sino en el único posible. Esta es la concepción según la cual nos encontramos hoy en un punto de llegada, sociedad sin ideologías, modelo civilizatorio único, globalizado, universal, que hace innecesaria la política, en la medida en que ya no hay alternativas posibles a ese modo de vida .
Esta fuerza hegemónica del pensamiento neoliberal, su capacidad de presentar su propia narrativa histórica como el conocimiento objetivo, científico y universal y a su visión de la sociedad moderna como la forma más avanzada -pero igualmente normal- de la experiencia humana, está sustentada en condiciones histórico-culturales específicas. El neoliberalismo es un excepcional extracto, purificado y por ello despojado de tensiones y contradicciones, de tendencias y opciones civilizatorias que tienen una larga historia en la sociedad occidental. Esto le da la capacidad de constituirse en el sentido común de la sociedad moderna. La eficacia hegemónica actual de esta síntesis se sustenta en las tectónicas transformaciones en las relaciones de poder que se han producido en el mundo en las últimas décadas. La desaparición o derrota de las principales oposiciones políticas que ha enfrentado históricamente la sociedad liberal (el socialismo real, y las organizaciones y luchas populares anti-capitalistas en todas partes del mundo), así como la riqueza y el poderío militar sin rival de las sociedades industriales del Norte, contribuyen a la imagen de la sociedad liberal de mercado como la única opción posible, como el fin de la Historia. Sin embargo, la naturalización de la sociedad liberal como la forma más avanzada y normal de existencia humana no es una construcción reciente que pueda atribuirse al pensamiento neoliberal, ni a la actual coyuntura geopolítica, sino que por el contrario tiene una larga historia en el pensamiento social occidental de los últimos siglos.
La búsqueda de alternativas a la conformación profundamente excluyente y desigual del mundo moderno exige un esfuerzo de deconstrucción del carácter universal y natural de la sociedad capitalista-liberal. Esto requiere el cuestionamiento de las pretensiones de objetividad y neutralidad de los principales instrumentos de naturalización y legitimación de este orden social: el conjunto de saberes que conocemos globalmente como ciencias sociales. Este trabajo de deconstrucción es un esfuerzo extraordinariamente vigoroso y multifacético que se ha venido produciendo en los últimos años en todas partes del mundo. Entre sus contribuciones fundamentales se destacan: las múltiples vertientes de la crítica feminista, el cuestionamiento de la historia europea como Historia Universal, el desentrañamiento de la naturaleza del orientalismo, la exigencia de “abrir las ciencias sociales”; los aportes de los estudios subalternos de la India; la producción de intelectuales africanos como V.Y. Mudimbe, Mahmood Mamdani, Tsenay Serequeberham y Oyenka Owomoyela, y el amplio espectro de la llamada perspectiva postcolonial que encuentra especial vigor en muchos departamentos de estudios culturales de universidades norteamericanas y europeas. La búsqueda de perspectivas del conocer no eurocéntrico tiene una larga y valiosa tradición en América Latina (José Martí, José Carlos Mariátegui), y cuenta con valiosas contribuciones recientes, entre éstas las de Enrique Dussel, Arturo Escobar, Michel- Rolph Trouillot, Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Fernando Coronil y Carlos Lenkersdorf.
Este texto se inscribe dentro de este esfuerzo, argumentando que es posible identificar dos dimensiones constitutivas de los saberes modernos que contribuyen a explicar su eficacia naturalizadora. Se trata de dos dimensiones que tienen orígenes históricos diferentes, y que sólo adquieren su actual potencia naturalizadora por la vía de su estrecha imbricación. La primera dimensión se refiere a las sucesivas separaciones o particiones del mundo de lo “real” que se dan históricamente en la sociedad occidental y las formas como se va construyendo el conocimiento sobre las bases de este proceso de sucesivas separaciones. La segunda dimensión es la forma como se articulan los saberes modernos con la organización del poder, especialmente las relaciones coloniales/imperiales de poder constitutivas del mundo moderno. Estas dos dimensiones sirven de sustento sólido a una construcción discursiva naturalizadora de las ciencias sociales o saberes sociales modernos.

I. Las múltiples separaciones de Occidente
Una primera separación de la tradición occidental es de origen religioso. Un sustrato fundamental de las formas particulares del conocer y del hacer tecnológico de la sociedad occidental la asocia Jan Berting a la separación judeo-cristiana entre Dios (lo sagrado), el hombre (lo humano) y la naturaleza. De acuerdo a Berting, en esta tradición: ... Dios creó al mundo, de manera que el mundo mismo n o es Dios, y n o se considera sagrado. Esto está asociado a la idea de que Dios creó al hombre en su propia imagen y lo elevó sobre todas las otras criaturas en la tierra, dándole el derecho... a intervenir en el curso de los acontecimientos en la tierra. A diferencia de la mayor parte de los otros sistemas religiosos, las creencias judeo-cristianas no contienen inhibiciones al control de la naturaleza por el hombre.
Es sin embargo a partir de la Ilustración y con el desarrollo posterior de las ciencias modernas cuando se sistematizan y se multiplican estas separaciones.
Un hito histórico significativo en estos sucesivos procesos de separación lo constituye la ruptura ontológica entre cuerpo y mente, entre la razón y el mundo, tal como ésta es formulada en la obra de Descartes.
La ruptura ontológica entre la razón y el mundo quiere decir que el mundo ya no es un orden significativo, está expresamente muerto. La comprensión del mundo ya no es un asunto de estar en sintonía con el cosmos, como lo era para los pensadores griegos clásicos. ... El mundo se convirtió en lo que es para los ciudadanos el mundo moderno, un mecanismo desespiritualizado que puede ser captado por los conceptos y representaciones construidos por la razón.
Esta total separación entre mente y cuerpo dejó al mundo y al cuerpo vacío de significado y subjetivizó radicalmente a la mente. Esta subjetivación de la mente, esta radical separación entre mente y mundo, colocó a los seres humanos en una posición externa al cuerpo y al mundo, con una postura instrumental hacia ellos.
Se crea de esta manera, como señala Charles Taylor, una fisura ontológica, entre la razón y el mundo, separación que no está presente en otras culturas.
Sólo sobre la base de estas separaciones -base de un conocimiento descorporeizado y descontextualizado- es concebible ese tipo muy particular de conocimiento que pretende ser des-subjetivado (esto es, objetivo) y universal .
Estas tendencias se radicalizan con las separaciones que Weber conceptualizó como constitutivas de la modernidad cultural, y una creciente escisión que se da en la sociedad moderna entre la población en general y el mundo de los especialistas y los expertos. Como señala Habermas: [ Weber] caracterizó la modernidad cultural como la separación de la razón sustantiva expresada en la religión y la metafísica en tres esferas autónomas: ciencia, moralidad y arte, que se diferenciaron porque las visiones del mundo unificadas de la religión y la metafísica se escindieron. Desde el siglo XVIII, los problemas heredados de estas viejas visiones del mundo pudieron organizarse según aspectos específicos de validez: verdad, derecho normativo, autenticidad y belleza que pudieron entonces ser tratados como problemas de conocimiento, de justicia y moral o de gusto. Asu vez pudieron institucionalizarse el discurso científico, las teorías morales, la jurisprudencia y la producción y crítica de arte. Cada dominio de la cultura correspondía a profesiones culturales, que enfocaban los problemas con perspectiva de especialistas. Este tratamiento profesional de la tradición cultural trae a primer plano las estructuras intrínsecas de cada una de las tres dimensiones de la cultura. Aparecen las estructuras de la racionalidad cognitivo-instrumental, de la moral-práctica y de la estético-expresiva, cada una de ellas sometida al control de especialistas, que parecen ser más proclives a estas lógicas particulares que el resto de los hombres. Como resultado, crece la distancia entre la cultura de los expertos y la de un público más amplio.
El proyecto de modernidad formulado por los filósofos del iluminismo en el siglo XVIII se basaba en el desarrollo de una ciencia objetiva, una moral universal, y una ley y un arte autónomos y regulados por lógicas propias.
En la autoconciencia europea de la modernidad, estas sucesivas separaciones se articulan con aquéllas que sirven de fundamento al contraste esencial que se establece a partir de la conformación colonial del mundo entre occidental o europeo (concebido como lo moderno, lo avanzado) y los “Otros”, el resto de los pueblos y culturas del planeta.
La conquista ibérica del continente americano es el momento fundante de los dos procesos que articuladamente conforman la historia posterior: la modernidad y la organización colonial del mundo. Con el inicio del colonialismo en América comienza no sólo la organización colonial del mundo sino -simultáneamentela constitución colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria y del imaginario. Se da inicio al largo proceso que culminará en los siglos XVIII y XIX en el cual, por primera vez, se organiza la totalidad del espacio y del tiempo -todas las culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y pasados- en una gran narrativa universal. En esta narrativa, Europa es -o ha sido siempre- simultáneamente el centro geográfico y la culminación del movimiento temporal.
En este período moderno temprano/colonial, se dan los primeros pasos en la “articulación de las diferencias culturales en jerarquías cronológicas” y de lo que Johannes Fabian llama la negación de la simultaneidad (negation of coeval - ness). Con los cronistas españoles se da inicio a la “masiva formación discursiva” de construcción de Europa/Occidente y lo otro, del europeo y el indio, desde la posición privilegiada del lugar de enunciación asociado al poder imperial.
Esta construcción tiene como supuesto básico el carácter universal de la experiencia europea. Las obras de Locke y de Hegel -además de extraordinariamente influyentes- son en este sentido paradigmáticas. Al construirse la noción de la universalidad a partir de la experiencia particular (o parroquial) de la historia europea y realizar la lectura de la totalidad del tiempo y del espacio de la experiencia humana a partir de esa particularidad, se erige una universalidad radicalmente excluyente.
Bartolomé Clavero realiza un significativo aporte a esta discusión en su análisis de las concepciones del universalismo, y del individuo y sus derechos, en el liberalismo clásico y en el pensamiento constitucional. Es éste un universalismo no-universal en la medida en que niega todo derecho diferente al liberal, que está sustentado en la propiedad privada individual.
La negación del derecho del colonizado comienza por la afirmación del derecho del colonizador; lo es de un derecho colectivo por un derecho individual.
Locke en el segundo Treatise of Government, concibe más concretamente ese derecho como derecho de propiedad, como propiedad privada, por una razón muy precisa. La propiedad para él es derecho ante todo del individuo sobre sí mismo. Es un principio de disposición personal, de esta libertad radical. Y el derecho de propiedad también puede serlo sobre las cosas en cuanto que resulte del ejercicio de la propia disposición del individuo no sólo sobre sí mismo, sino sobre la naturaleza, ocupándola y trabajándola. Es el derecho subjetivo, individual, que constituye, que debe así prestar constitución, al derecho objetivo, social. El orden de la sociedad habrá de responder a la facultad del individuo. No hay derecho legítimo fuera de esta composición.
‘Let him [the Man] plant in some in-land, vacant places of America’, que el hombre así colonice las tierras vacantes de América, un territorio que puede considerarse jurídicamente vacío porque no está poblado de individuos que respondan a los requerimientos de la propia concepción, a una forma de ocupación y explotación de la tierra que produzca ante todo derechos, y derechos antes que nada individuales. ...si no hay cultivo y cosecha, ni la ocupación efectiva sirve para generar derecho; otros usos no valen, esa parte de la tierra, este continente de América, aunque esté poblado, puede todavía considerarse vacante, a disposición del primer colono que llegue y se establezca. El aborigen que no se atenga a esos conceptos, a tal cultura, no tiene ningún derecho.
He aquí el punto de llegada del discurso propietario, punto de partida de la concepción constitucional. Y no es desde luego una mera ocurrencia de un pensador aislado. Estamos ante una manifestación realmente paradigmática de toda una cultura, quizás todavía la nuestra.
Para la perspectiva constitucional, para esta nueva mentalidad, los indígenas no reúnen las condiciones para tener derecho alguno, ni privado ni público.
The Wealth of Nations de Adam Smith, su riqueza de las naciones no menos paradigmática, contiene y difunde la conclusión: ‘The native tribes of North America’ no tienen por su particular ‘state of society’, por un estado que se juzga primitivo, ‘neither sovereign nor commonwealth’, ni soberano ni república, derecho político alguno tampoco.
Con este alcance de privación jurídica de la población indígena, podrá ser alegado por tierras americanas incluso a efectos judiciales no sólo John Locke, sino también Adam Smith, su Wealth of Nations. Valen más como derecho para privar de derecho, que el propio ordenamiento particular.
Fue así necesario establecer un orden de derechos universales de todos los seres humanos, como paso precisamente para negar el derecho a la mayoría de ellos .
El efecto es, no la universalización del derecho, sino la entronización del propio universo jurídico, con expulsión radical de cualquier otro. Ya no es sólo que el indígena se encuentre en una posición subordinada. Ahora resulta que no tiene sitio ninguno si no se muestra dispuesto a abandonar completamente sus costumbres y deshacer enteramente sus comunidades para conseguir integrarse al único mundo constitucionalmente concebible del derecho. ...no se concibe solamente un derecho individual, este derecho privado. Derecho, también se admite colectivo, de una colectividad, pero sólo aquél o solamente de aquélla que se corresponda y sirva al primero, al derecho de autonomía personal y propiedad privada, a esta libertad civil fundamental que entonces así se concebía. Dicho de otro modo, sólo cabe como público el derecho no de cualquier comunidad, sino solamente de la institución política constituida conforme a dicho fundamento, con vistas a su existencia y aseguramiento.
Tanto las comunidades tradicionales propias como todas las extrañas, cuales aquellas indígenas sin soberano ni constitución, quedan excluidas de un nivel paritario del ordenamiento jurídico o incluso del campo del derecho sin más, lo uno respecto a las propias y lo otro, lo más excluyente, respecto a las ajenas que así no respondan a la forma estatal.
El universalismo de la filosofía de la historia de Hegel reproduce este mismo proceso sistemático de exclusiones. La historia es universal en cuanto realización del espíritu universal. Pero de este espíritu universal no participan igualmente todos los pueblos.
Ya que la historia es la figura del espíritu en forma de acontecer, de la realidad natural inmediata, entonces los momentos del desarrollo son existentes como principios naturales inmediatos, y éstos, porque son naturales, son como una pluralidad la una fuera de la otra, y además del modo tal que a un pueblo corresponde uno de ellos; es su existencia geográfica y antropológica.
Al pueblo al que corresponde tal momento como principio natural, le es encomendada la ejecución del mismo en el progreso de la autoconciencia del espíritu del mundo que se despliega. Este pueblo, en la historia universal, y para esa época, es el dominante y en ella sólo puede hacer época una vez. Contra éste su absoluto derecho a ser portador del actual grado de desarrollo del espíritu del mundo, los espíritus de los otros pueblos están sin derecho, y ellos, como aquéllos cuya época ha pasado, no cuentan en la historia universal.
De este universalismo eurocéntrico excluyente, se derivan las mismas conclusiones que en Locke respecto a los derechos de los pueblos. A diferencia de los pueblos que son portadores históricos de la razón universal, las naciones bárbaras (y sus pueblos) carecen de soberanía y de autonomía.
Un pueblo no es aún un Estado, y el tránsito de una familia, de una horda, de un clan, de una multitud, etc., a la situación de Estado constituye la realización formal de la idea en general en ese pueblo. Sin esa forma carece, como sustancia ética que es en sí (an sich), de la objetividad de tener en las leyes, en cuanto determinaciones pensadas, una existencia empírica para sí y para los otros universal y omniválida y, por tanto, no es reconocido: su autonomía en cuanto carece de legalidad objetiva y de racionalidad firme para sí es sólo formal y no es soberanía.
...ocurre que las naciones civilizadas consideren a otras que se les han quedado atrás en los movimientos substanciales del Estado (los pueblos pastores frente a los cazadores, los agrícolas frente a ambos, etc.), como bárbaras, con la conciencia de un derecho desigual, y traten su autonomía como algo formal.
La narrativa de Hegel está construida sobre una tríada de continentes, (Asia, África, Europa). Estas “... partes del mundo no están... divididas por casualidad o por razones de comodidad, sino que se trata de diferencias esenciales”. La Historia se mueve de Oriente a Occidente, siendo Europa el Occidente absoluto, lugar en el cual el espíritu alcanza su máxima expresión al unirse consigo mismo.
Dentro de esta metanarrativa histórica, América ocupa un papel ambiguo. Por una lado es el continente joven, con la implicación potencial que esta caracterización puede tener como portador de futuro, pero su juventud se manifiesta fundamentalmente en ser débil e inmaduro. Mientras su vegetación es monstruosa, su fauna es endeble, e incluso el canto de sus pájaros es desagradable. Los aborígenes americanos son una raza débil en proceso de desaparición. Sus civilizaciones carecían “de los dos grandes instrumentos del progreso, el hierro y el caballo”.
América siempre se ha mostrado y sigue mostrándose física y espiritualmente impotente
Incluso las civilizaciones de México y del Perú eran meramente naturales: al acercarse el espíritu, la llegada de la incomparable civilización europea, no podían menos que desaparecer.

II. La naturalización de la sociedad liberal y el origen histórico de las ciencias sociales
El proceso que culminó con la consolidación de las relaciones de producción capitalistas y modo de vida liberal, hasta que éstas adquirieron el carácter de las formas naturales de la vida social, tuvo simultáneamente una dimensión colonial/ imperial de conquista y/o sometimiento de otro continentes y territorios por parte de las potencias europeas, y una encarnizada lucha civilizatoria interna al territorio europeo en la cual finalmente terminó por imponerse la hegemonía del proyecto liberal. Para las generaciones de campesinos y trabajadores que durante los siglos XVIII y XIX vivieron en carne propia las extraordinarias y traumáticas transformaciones: expulsión de la tierra y del acceso a los recursos naturales; la ruptura con las formas anteriores de vida y de sustento -condición necesaria para la creación de la fuerza de trabajo “libre”-, y la imposición de la disciplina del trabajo fabril, este proceso fue todo menos natural .
La gente no entró a la fábrica alegremente y por su propia voluntad. Un régimen de disciplina y de normatización cabal fue necesario. Además de la expulsión de los campesinos y los siervos de la tierra y la creación de la clase proletaria, la economía moderna requería una profunda transformación de los cuerpos, los individuos y de las formas sociales. Como producto de este régimen de normalización se creó el hombre económico.
En diversas partes de Europa, y con particular intensidad en el Reino Unido, el avance de este modelo de organización no sólo del trabajo y del acceso a los recursos, sino del conjunto de la vida, fue ampliamente resistido tanto en las ciudades como en el campo. Detengámosnos en la caracterización de esa resistencia, de este conflicto cultural o civilizatorio, que formula el historiador inglés E.P. Thompson, lúcido estudioso de la sensibilidad popular de ese período: Mi tesis es que la conciencia de la costumbre y los usos de la costumbre, eran especialmente robustos en el siglo dieciocho: de hecho algunas de las ‘costumbres’ eran de invención reciente y eran en realidad reclamos de nuevos ‘derechos’. ... la presión para ‘reformar ’ fue resistida obstinadamente y en el siglo dieciocho se abrió una distancia profunda, una alienación profunda entre la cultura de patricios y plebeyos.
Esta es entonces una cultura conservadora en sus formas que apela a, y busca reforzar los usos tradicionales. Son formas no-racionales; no apelan a ninguna ‘razón’a través del folleto, sermón o plataforma; imponen las sanciones del ridículo, la vergüenza y las intimidaciones. Pero el contenido y sentido de esta cultura no pueden describirse tan fácilmente como conservadores. En la realidad social el trabajo está volviéndose, década tras década, más ‘libre’de los tradicionales controles señoriales, parroquiales, corporativos y paternales, y más distanciado de la dependencia clientelar directa del señorío.
De ahí una paradoja característica del siglo: encontramos una cultura tradicional rebelde. La cultura conservadora de los plebeyos, tan a menudo como no, resiste, en el nombre de la costumbre, esas racionalizaciones económicas e innovaciones (como el cerramiento de las tierras comunes, la disciplina laboral, y los mercados ‘libres’no regulados de granos) que gobernantes, comerciantes, o patronos buscan imponer. La innovación es más evidente en la cima de la sociedad que debajo, pero como esta innovación no es un proceso tecnológico/ sociológico neutral y sin normas (‘modernización’, ‘racionalización’) sino la innovación del proceso capitalista, es a menudo experimentado por los plebeyos en la forma de explotación, o la apropiación de sus derechos de uso tradicionales, o la ruptura violenta de modelos valorados de trabajo y ocio.. .
Por lo tanto, la cultura plebeya es rebelde, pero rebelde en la defensa de las costumbres. Las costumbres defendidas son las de la propia gente, y algunas de ellas están, de hecho, basadas en recientes aserciones en la práctica.
Las ciencias sociales tienen como piso la derrota de esa resistencia, tienen como sustrato las nuevas condiciones que se crean cuando el modelo liberal de organización de la propiedad, del trabajo y del tiempo dejan de aparecer como una modalidad civilizatoria en pugna con otra(s) que conservan su vigor, y adquiere hegemonía como la única forma de vida posible.
A partir de este momento, las luchas sociales ya no tienen como eje al modelo civilizatorio liberal y la resistencia a su imposición, sino que pasan a definirse al interior de la sociedad liberal.
Estas son las condiciones históricas de la naturalización de la sociedad liberal de mercado. La “superioridad evidente” de ese modelo de organización social -y de sus países, cultura, historia, y raza- queda demostrada tanto por la conquista y sometimiento de los demás pueblos del mundo, como por la “superación” histórica de las formas anteriores de organización social, una vez que se ha logrado imponer en Europa la plena hegemonía de la organización liberal de la vida sobre las múltiples formas de resistencia con las cuales se enfrentó.
Es éste el contexto histórico-cultural del imaginario que impregna el ambiente intelectual en el cual se da la constitución de las disciplinas de las ciencias sociales.
Esta es la cosmovisión que aporta los presupuestos fundantes a todo el edificio de los saberes sociales modernos. Esta cosmovisión tiene como eje articulador central la idea de modernidad, noción que captura complejamente cuatro dimensiones básicas:
1) la visión universal de la historia asociada a la idea del progreso (a partir de la cual se construye la clasificación y jerarquización de todos los pueblos y continentes, y experiencias históricas); 2) la “naturalización” tanto de las relaciones sociales como de la “naturaleza humana” de la sociedad liberalcapitalista; 3) la naturalización u ontologización de las múltiples separaciones propias de esa sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que produce esa sociedad (‘ciencia’) sobre todo otro saber.
 Tal como lo caracterizan Immanuel Wallerstein y el equipo que trabajó con él en el Informe Gulbenkian, las ciencias sociales se constituyen como tales en un contexto espacial y temporal específico: en cinco países liberales industriales (Inglaterra, Francia, Alemania, las Italias y los Estados Unidos) en la segunda mitad del siglo pasado. En el cuerpo disciplinario básico de las ciencias sociales -al interior de las cuales continuamos hoy habitando- se establece en primer lugar, una separación entre pasado y presente: la disciplina historia estudia el pasado, mientras se definen otras especialidades que corresponden al estudio del presente. Para el estudio de éste se acotan, se delimitan, ámbitos diferenciados correspondientes a lo social, lo político y lo económico, concebidos propiamente como regiones ontológicas de la realidad histórico-social. A cada uno de estos ámbitos separados de la realidad histórico-social corresponde una disciplina de las ciencias sociales, con su objeto de estudios, sus métodos, sus tradiciones intelectuales, sus departamentos universitarios: la sociología, la ciencia política y la economía. La antropología y los estudios clásicos se definen como los campos para el estudio de los otros.
De la constitución histórica de las disciplinas científicas que se produce en la academia occidental, interesa destacar dos asuntos que resultan fundantes y esenciales.
En primer lugar, está el supuesto de la existencia de un metarrelato universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos desde lo primitivo, lo tradicional, a lo moderno. La sociedad industrial liberal es la expresión más avanzada de ese proceso histórico, es por ello el modelo que define a la sociedad moderna. La sociedad liberal, como norma universal, señala el único futuro posible de todas las otras culturas o pueblos. Aquéllos que no logren incorporarse a esa marcha inexorable de la historia, están destinados a desaparecer. En segundo lugar, y precisamente por el carácter universal de la experiencia histórica europea, las formas del conocimiento desarrolladas para la comprensión de esa sociedad se convierten en las únicas formas válidas, objetivas, universales del conocimiento. Las categorías, conceptos y perspectivas (economía, Estado, sociedad civil, mercado, clases, etc.) se convierten así no sólo en categorías universales para el análisis de cualquier realidad, sino igualmente en proposiciones normativas que definen el deber ser para todos los pueblos del planeta. Estos saberes se convierten así en los patrones a partir de los cuales se pueden analizar y detectar las carencias, los atrasos, los frenos e impactos perversos que se dan como producto de lo primitivo o lo tradicional en todas las otras sociedades.
Esta es una construcción eurocéntrica, que piensa y organiza a la totalidad del tiempo y del espacio, a toda la humanidad, a partir de su propia experiencia, colocando su especificidad histórico-cultural como patrón de referencia superior y universal. Pero es más que eso. Este metarrelato de la modernidad es un dispositivo de conocimiento colonial e imperial en que se articula esa totalidad de pueblos, tiempo y espacio como parte de la organización colonial/imperial del mundo. Una forma de organización y de ser de la sociedad, se transforma mediante este dispositivo colonizador del saber en la forma “normal” del ser humano y de la sociedad. Las otras formas de ser, las otras formas de organización de la sociedad, las otras formas del saber, son trasformadas no sólo en diferentes, sino en carentes, en arcaicas, primitivas, tradicionales, premodernas. Son ubicadas en un momento anterior del desarrollo histórico de la humanidad, lo cual dentro del imaginario del progreso enfatiza su inferioridad. Existiendo una forma “natural” del ser de la sociedad y del ser humano, las otras expresiones culturales diferentes son vistas como esencial u ontológicamente inferiores e imposibilitadas por ello de llegar a “superarse” y llegar a ser modernas (debido principalmente a la inferioridad racial). Los más optimistas las ven como requiriendo la acción civilizadora o modernizadora por parte de quienes son portadores de una cultura superior para salir de su primitivismo o atraso. Aniquilación o civilización impuesta definen así los únicos destinos posibles para los otros.
El conjunto de separaciones sobre el cual está sustentada la noción del carácter objetivo y universal del conocimiento científico, está articulado a las separaciones que establecen los saberes sociales entre la sociedad moderna y el resto de las culturas. Con las ciencias sociales se da el proceso de cientifización de la sociedad liberal, su objetivación y universalización, y por lo tanto, su naturalización. El acceso a la ciencia, y la relación entre ciencia y verdad en todas las disciplinas, establece una diferencia radical entre las sociedades modernas occidentales y el resto del mundo. Se da, como señala Bruno Latour, una diferenciación básica entre una sociedad que posee la verdad -el control de la naturaleza- y otras que no lo tienen.
En los ojos de los occidentales, el Occidente, y sólo el Occidente no es una cultura, no es sólo una cultura.
¿Por qué se ve el Occidente a sí mismo de esta manera? ¿Por qué debería ser Occidente y sólo Occidente no una cultura? Para comprender la Gran División entre nosotros y ellos, debemos regresar a la otra Gran División, aquélla que se da entre humanos y no-humanos... En efecto, la primera es la exportación de la segunda. Nosotros los occidentales no podemos ser una cultura más entre otras, ya que nosotros también movilizamos a la Naturaleza.
Nosotros no movilizamos una imagen, o una representación simbólica de la naturaleza como lo hacen otras sociedades, sino a la Naturaleza, tal como ésta es, o por lo menos tal como ésta es conocida por las ciencias -que permanecen en el fondo, no estudiadas, no estudiables, milagrosamente identificadas con la Naturaleza misma.
Así, la Gran División Interna da cuenta de la Gran División Externa: nosotros somos los únicos que diferenciamos absolutamente entre Naturaleza y Cultura, entre Ciencia y Sociedad, mientras que a nuestros ojos todos los demás, sean chinos, amerindios, azande o barouya, no pueden realmente separar lo que es conocimiento de lo que es sociedad, lo que es signo de lo que es cosa, lo que viene de la Naturaleza, de lo que su cultura requiere. Hagan lo que hagan, no importa si es adaptado, regulado o funcional, ellos siempre permanecen ciegos al interior de esta confusión. Ellos son prisioneros tanto de lo social como del lenguaje. Nosotros, hagamos lo que hagamos, no importa cuan criminal o imperialista podamos ser, escapamos a la prisión de lo social y del lenguaje para lograr acceso a las cosas mismas a través de un portón de salida providencial, el del conocimiento científico. La partición interna entre humanos y no humanos define una segunda partición -una externa esta vez- a través de la cual los modernos se han puesto a sí mismos en un plano diferente de los premodernos.
Este cuerpo o conjunto de polaridades entre la sociedad moderna occidental y las otras culturas, pueblos y sociedades, polaridades, jerarquizaciones y exclusiones establece supuestos y miradas específicas en el conocimiento de los otros. En este sentido es posible afirmar que, en todo el mundo ex-colonial, las ciencias sociales han servido más para el establecimiento de contrastes con la experiencia histórico cultural universal (normal) de la experiencia europea, (herramientas en este sentido de identificación de carencias y deficiencias que tienen que ser superadas), que para el conocimiento de esas sociedades a partir de sus especificidades histórico culturales. Existe una extraordinaria continuidad entre las diferentes formas en las cuales los saberes eurocéntricos han legitimado la misión civilizadora- /normalizadora a partir de las deficiencias -desviaciones respecto al patrón normal de lo civilizado- de otras sociedades. Los diferentes discursos históricos (evangelización, civilización, la carga del hombre blanco, modernización, desarrollo, globalización) tienen todos como sustento la concepción de que hay un patrón civilizatorio que es simultáneamente superior y normal. Afirmando el carácter universal de los saberes científicos eurocéntricos se ha abordado el estudio de todas las demás culturas y pueblos a partir de la experiencia moderna occidental, contribuyendo de esta manera a ocultar, negar, subordinar o extirpar toda experiencia o expresión cultural que no ha correspondido con este deber ser que fundamenta a las ciencias sociales. Las sociedades occidentales modernas constituyen la imagen de futuro para el resto del mundo, el modo de vida al cual éste llegaría naturalmente si no fuese por los obstáculos representados por su composición racial inadecuada, su cultura arcaica o tradicional, sus prejuicios mágico religiosos, o más recientemente, por el populismo y unos Estados excesivamente intervencionistas, que no respetan la libertad espontánea del mercado.
En América Latina, las ciencias sociales, en la medida en que han apelado a esta objetividad universal, han contribuido a la búsqueda, asumida por las élites latinoamericanas a lo largo de toda la historia de este continente, de la “superación” de los rasgos tradicionales y premodernos que han obstaculizado el progreso, y la transformación de estas sociedades a imagen y semejanza de las sociedades liberales-industriales. Al naturalizar y universalizar las regiones ontológicas de la cosmovisión liberal que sirven de piso a sus acotamientos disciplinarios, las ciencias sociales han estado imposibilitadas de abordar procesos histórico-culturales diferentes a los postulados por dicha cosmovisión. A partir de caracterizar las expresiones culturales “tradicionales” o “no-modernas”, como en proceso de transición hacia la modernidad, se les niega toda la posibilidad de lógicas culturales o cosmovisiones propias. Al colocarlas como expresión del pasado se niega la posibilidad de su contemporaneidad.
Está tan profundamente arraigada esta noción de lo moderno, el patrón cultural occidental y su secuencia histórica como lo normal o universal, que este imaginario ha logrado acotar una alta proporción de las luchas sociales y de los debates político-intelectuales del continente.
Estas nociones de la experiencia occidental como lo moderno en un sentido universal, y de la secuencia histórica europea como el patrón normal con el cual es necesario comparar otras experiencias, permanecen como presupuestos implícitos, aun en autores que expresamente se proponen la comprensión de la especificidad histórico-cultural de este continente. Podemos ver, por ejemplo, la forma como García Canclini aborda la caracterización de las culturas latinoamericanas como culturas híbridas. A pesar de rechazar expresamente la lectura de la experiencia latinoamericana de la modernidad “como eco diferido y deficiente de los países centrales” caracteriza al modernismo en los siguientes términos: Si el modernismo no es la expresión de la modernización socioeconómica, sino el modo en que las élites se hacen cargo de la intersección de diferentes temporalidades históricas y tratan de elaborar con ellas un proyecto global, ¿cuáles son las temporalidades en América Latina y qué contradicciones genera su cruce?
La perspectiva Pluralista, que acepta la fragmentación y las combinaciones múltiples entre tradición, modernidad y posmodernidad, es indispensable para considerar la coyuntura latinoamericana de fin de siglo. Así se comprueba...
cómo se desenvolvieron en nuestro continente los cuatro rasgos o movimientos definitorios de la modernidad: emancipación, expansión, renovación y democratización. Todos se han manifestado en América Latina. El problema no reside en que no nos hayamos modernizado, sino en la forma contradictoria y desigual en que estos componentes se han venido articulando.
Parece aquí asumirse que hay un tiempo histórico “normal” y universal que es el europeo. La modernidad entendida como universal tiene como modelo “puro” a la experiencia europea. En contraste con este modelo o estándar de comparación, los procesos de la modernidad en América Latina se dan en forma “contradictoria” y “desigual”, como intersección de diferentes temporalidades históricas (¿temporalidades europeas?).

III. Alternativas al pensamiento eurocéntrico-colonial en América Latina hoy

En el pensamiento social latinoamericano, desde el continente y desde afuera de éste -y sin llegar a constituirse en un cuerpo coherente- se ha producido una amplia gama de búsquedas de formas alternativas del conocer, cuestionándose el carácter colonial/eurocéntrico de los saberes sociales sobre el continente, el régimen de separaciones que les sirven de fundamento, y la idea misma de la modernidad como modelo civilizatorio universal.
De acuerdo a Maritza Montero, a partir de las muchas voces en busca de formas alternativas de conocer que se han venido dando en América Latina en las últimas décadas, es posible hablar de la existencia de un “modo de ver el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él” que constituye propiamente un episteme con el cual “América Latina está ejerciendo su capacidad de ver y hacer desde una perspectiva Otra, colocada al fin en el lugar de Nosotros”. Las ideas centrales articuladoras de este paradigma son, para Montero, las siguientes: • Una concepción de comunidad y de participación así como del saber popular, como formas de constitución y a la vez como producto de un episteme de relación.
• La idea de liberación a través de la praxis, que supone la movilización de la conciencia, y un sentido crítico que lleva a la desnaturalización de las formas canónicas de aprehender-construir-ser en el mundo.
• La redefinición del rol de investigador social, el reconocimiento del Otro como Sí Mismo y por lo tanto la del sujeto-objeto de la investigación como actor social y constructor de conocimiento.
• El carácter histórico, indeterminado, indefinido, no acabado y relativo del conocimiento. La multiplicidad de voces, de mundos de vida, la pluralidad epistémica.
• La perspectiva de la dependencia y luego, la de la resistencia. La tensión ente minorías y mayorías y los modos alternativos de hacer-conocer.
• La revisión de métodos, los aportes y las transformaciones provocados por ellos.
Las contribuciones principales a este episteme latinoamericano las ubica Montero en la teología de la liberación y la filosofía de la liberación, así como en la obra de Paulo Freire, Orlando Fals Borda y Alejandro Moreno.

IV. Tres aportes recientes: Trouillot, Escobar y Coronil

Tres libros recientes nos ilustran el vigor de una producción teórica cuya riqueza reside tanto en su perspectiva crítica del eurocentrismo colonial de los saberes sociales modernos, como en las reinterpretaciones de la realidad latinoamericana que ofrecen, a partir de otros supuestos.
Michel-Rolph Trouillot Las implicaciones de la narrativa histórica universal que tiene a Europa como único sujeto significativo, son abordadas por Michel-Rolph Trouillot. En Silencing the Past. Power and the Production of History, analiza el carácter colonial de la historiografía occidental mediante el estudio de las formas como ha sido narrada la revolución haitiana, haciendo particular énfasis en caracterizar cómo operan las relaciones de poder y los silencios en la construcción de la narrativa histórica.
Las narrativas históricas se basan en premisas o comprensiones anteriores que tienen a su vez como premisas la distribución del poder de registro (archival power). En el caso de la historiografía haitiana, como en el caso de la mayoría de los países del Tercer Mundo, esas comprensiones anteriores han sido modeladas profundamente por convenciones y procedimientos occidentales.
De acuerdo a Trouillot, la Revolución Haitiana fue silenciada por la historiografía occidental, porque dados sus supuestos, esta revolución tal como ocurrió, era impensable.
De hecho la afirmación de que africanos esclavizados y sus descendientes no podían imaginar su libertad -y menos aún, formular estrategias para conquistar y afianzar dicha libertad- no estaba basada tanto en la evidencia empírica como en una ontología, una organización implícita del mundo y de sus habitantes.
Aunque de ninguna forma monolítica, esta concepción del mundo era ampliamente compartida por los blancos en Europa y las Américas, y también por muchos dueños de plantación no-blancos. Aunque dejó espacio para variaciones, ninguna de estas variaciones incluyó la posibilidad de un levantamiento revolucionario en las plantaciones de esclavos, y menos aún uno exitoso que condujese a crear un Estado independiente.
Así, la Revolución Haitiana entró en la historia mundial con la particular característica de ser inconcebible aún mientras ocurría.
En un orden global caracterizado por la organización colonial del mundo, la esclavitud y el racismo, no había lugar a dudas en cuanto a la superioridad europea, y por lo tanto acontecimientos que la pusiesen en cuestión no eran concebibles.
Lo impensable es aquello que no puede ser concebido dentro del rango de alternativas posibles, aquello que pervierte todas las respuestas porque desafía los términos a partir de los cuales se formulan las preguntas. En este sentido, la Revolución Haitiana fue impensable en su tiempo: retó el propio marco de referencia a partir del cual sus proponentes y opositores examinaban la raza, el colonialismo y la esclavitud.
La visión del mundo gana sobre los hechos: la hegemonía blanca es natural, tomada como dada; cualquier alternativa todavía está en el dominio de lo impensable.
De acuerdo a Trouillot, el silenciamiento de la Revolución Haitiana es sólo un capítulo dentro de la narrativa de la dominación global sobre los pueblos no europeos.
Arturo Escobar En Encountering Development. The Making and Unmaking of the Third World, Arturo Escobar se propone contribuir a la construcción de un marco de referencia para la crítica cultural de la economía como una estructura fundacional de la modernidad. Para ello analiza el discurso -y las institucionalidades nacionales e internacionales- del desarrollo en la post-guerra. Este discurso, producido bajo condiciones de desigualdad de poder, construye al Tercer Mundo como forma de ejercer control sobre él. De acuerdo a Escobar, desde estas desigualdades de poder, y a partir de las categorías del pensamiento social europeo, opera la “colonización de la realidad por el discurso” del desarrollo.
A partir del establecimiento del patrón de desarrollo occidental como la norma, al final de la segunda guerra mundial, se da la “invención” del desarrollo, produciéndose substanciales cambios en la forma como se conciben las relaciones entre los países ricos y los pobres. Toda la vida, cultural, política, agrícola, comercial de estas sociedades pasa a estar subordinada a una nueva estrategia.
Fue promovido un tipo de desarrollo que se correspondía con las ideas y expectativas del Occidente próspero, lo que los países occidentales consideraban que era el curso normal de la evolución y el progreso. ...al conceptualizar el progreso en esos términos, la estrategia del desarrollo se convirtió en un poderoso instrumento para la normalización del mundo.
La ciencia y la tecnología son concebidas no sólo como base del progreso material, sino como la fuente de dirección y de sentido del desarrollo8 7. En las ciencias sociales del momento predomina una gran confianza en la posibilidad de un conocimiento cierto, objetivo, con base empírica, sin contaminación por el prejuicio o el error. Por ello, sólo determinadas formas de conocimiento fueron consideradas como apropiadas para los programas del desarrollo: el conocimiento de los expertos entrenados en la tradición occidental. El conocimiento de los “otros”, el conocimiento “tradicional” de los pobres, de los campesinos, no sólo era considerado no pertinente, sino incluso como uno de los obstáculos a la tarea transformadora del desarrollo.
En el período de la post-guerra, se dio el “descubrimiento” de la pobreza masiva existente en Asia, Africa y América Latina. A partir de una definición estrictamente económica y cuantitativa, dos terceras partes de la humanidad fueron transformadas en pobres - y por lo tanto en seres carentes y necesitados de intervención- cuando en 1948 el Banco Mundial definió como pobres a aquellos países cuyo ingreso anual per cápita era menor a US$100 al año: “... si el problema era de insuficiente ingreso, la solución era claramente el desarrollo económico.” De esta forma: El desarrollo obró creando anormalidades (los ‘pobres’, los ‘desnutridos’, los ‘analfabetos’, las ‘mujeres embarazadas’, los ‘sin tierra’), anormalidades que entonces procedía a tratar de reformar. Buscando eliminar todos los problemas de la faz de la tierra, del Tercer Mundo, lo que realmente logró fue multiplicarlos hasta el infinito. Materializándose en un conjunto de prácticas, instituciones y estructuras, ha tenido un profundo impacto sobre el Tercer Mundo: las relaciones sociales, las formas de pensar, las visiones de futuro quedaron marcadas indeleblemente por este ubicuo operador. El Tercer Mundo ha llegado a ser lo que es, en gran medida, por el desarrollo. Este proceso de llegar a ser implicó seleccionar entre opciones críticas y altos costos, y los pueblos del Tercer Mundo apenas comienzan ahora a comprender cabalmente su naturaleza.
Detrás de la preocupación humanitaria y la perspectiva positiva de la nueva estrategia, nuevas formas de poder y control, más sutiles y refinadas, fueron puestas en operación. La habilidad de los pobres para definir y hacerse cargo de sus propias vidas fue erosionada en una forma más profunda que quizás nunca antes. Los pobres se convirtieron en el blanco de prácticas más sofisticadas, de una variedad de programas que parecían ineludibles. Desde las nuevas instituciones del poder en los Estados Unidos y Europa; desde las oficinas del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo y las Naciones Unidas; desde las universidades, institutos de investigaciones e instituciones de los Estados Unidos y Europa; y desde las nuevas oficinas de planificación de las grandes capitales del mundo subdesarrollado, este era el tipo de desarrollo que era activamente promovido, y que en unos pocos años extendió su alcance a todos los aspectos de la sociedad.
La premisa organizadora era la creencia en el papel de la modernización como la única fuerza capaz de destruir las supersticiones y relaciones arcaicas, a cualquier costo social, cultural o político. La industrialización y la urbanización eran vistas como inevitables y necesariamente progresivas rutas a la modernización.
Estos procesos, de acuerdo a Escobar, deben ser entendidos en el marco global de la progresiva expansión de estas formas modernas no sólo a todos los ámbitos geográficos del planeta, sino igualmente al corazón mismo de la naturaleza y la vida.
Si con la modernidad podemos hablar de la progresiva conquista semiótica de la vida social y cultural, hoy esta conquista se ha extendido al corazón mismo de la naturaleza y la vida. Una vez que la modernidad se ha consolidado y la economía se convierte en una realidad aparentemente ineluctable - para la mayoría un verdadero descriptor de la realidad- el capital debe abordar la cuestión de la domesticación de todas las relaciones sociales y simbólicas restantes en términos del código de la producción. Ya no son solamente el capital y el trabajo per se los que están en juego, sino la reproducción del código. La realidad social se convierte, para tomar prestada la expresión de Baudrillard, en ‘el espejo de la producción’.
En la búsqueda de alternativas a estas formas universalistas de sometimiento y control de todas las dimensiones de la cultura y la vida, Escobar apunta en dos direcciones complementarias: la resistencia local de grupos de base a las formas dominantes de intervención, y la deconstrucción del desarrollo, tarea que implica el esfuerzo de la desnaturalización y desuniversalización de la modernidad.
Para esto último hace falta una antropología de la modernidad, conducente a la comprensión de la modernidad occidental como un fenómeno cultural e histórico específico. Esto pasa necesariamente por la desuniversalización de los ámbitos en los cuales se ha separado la sociedad moderna.
¿Cuál es el código cultural que ha sido inscrito en la estructura de la economía? ¿Qué vasto desarrollo civilizatorio resultó en la actual concepción y práctica de la economía? (...). Una antropología de la modernidad centrada en la economía nos lleva a narraciones del mercado, producción y el trabajo, que están en las raíces de lo que podría llamarse la economía occidental. Estas narrativas son raramente cuestionadas, son tomadas como las formas normales y naturales de ver la vida. Sin embargo, las nociones de mercado, economía y producción son contingencias históricas. Sus historias pueden ser descritas, sus genealogías marcadas, sus mecanismos de poder y verdad revelados.
Esto es, la economía occidental puede ser antropologizada, para demostrar cómo está compuesta por un conjunto de discursos y prácticas muy peculiares en la historia de las culturas.
La economía occidental es generalmente pensada como un sistema de producción.
Desde la perspectiva de la antropología de la modernidad, sin embargo, la economía occidental debe ser vista como una institución compuesta por sistemas de producción, poder y significación. Los tres sistemas se unieron al final del siglo dieciocho y están inseparablemente ligados al desarrollo del capitalismo y la modernidad. Deben ser vistos como formas culturales a través de las cuales los seres humanos son transformados en sujetos productivos. La economía no es sólo, ni siquiera principalmente, una entidad material. Es ante todo, una producción cultural, una forma de producir sujetos humanos y órdenes sociales de un determinado tipo.
Los antropólogos han sido cómplice de la racionalización de la economía moderna al contribuir a la naturalización de los constructos de la economía, la política, la religión, el parentesco y similares, como los bloques primarios en la construcción de toda sociedad. La existencia de estos dominios como pre-sociales y universales debe ser rechazada. Por el contrario, debemos interrogarnos sobre los procesos simbólicos y sociales que hacen que estos dominios aparezcan como auto-evidentes y naturales.
Fernando Coronil Del libro de Fernando Coronil The Magical State, interesa destacar su análisis de algunas de las separaciones fundantes de los saberes sociales modernos que fueron caracterizadas en la primera parte de este texto, asunto abordado a partir de la exploración de las implicaciones de la exclusión del espacio y de la naturaleza que se ha dado históricamente en la caracterización de la sociedad moderna.
De acuerdo a Coronil ninguna generalización puede hacer justicia a la diversidad y complejidad del tratamiento de la naturaleza en la teoría social occidental. Sin embargo, considera que: ...los paradigmas dominantes tienden a reproducir los supuestos que atraviesan a la cultura moderna en los cuales la naturaleza es un supuesto más. Las visiones del progreso histórico posteriores a la Ilustración afirman la primacía del tiempo sobre el espacio y de la cultura sobre la naturaleza. En términos de estas polaridades, la naturaleza está tan profundamente asociada con espacio y geografía que estas categorías con frecuencia se presentan como metáforas una de otra. Al diferenciarlas, los historiadores y los científicos sociales usualmente presentan al espacio o a la geografía como un escenario inerte en el cual tienen lugar los eventos históricos, y a la naturaleza como el material pasivo con el cual los humanos hacen su mundo. La separación de la historia de la geografía y el dominio del tiempo sobre el espacio tiene el efecto de producir imágenes de sociedades cortadas de su ambiente material, como si surgieran de la nada.
Ni en las concepciones de la economía neoclásica, ni en las marxistas, la naturaleza es incorporada centralmente como parte del proceso de creación de riqueza, hecho que tiene vastas consecuencias. En la teoría neoclásica, la separación de la naturaleza del proceso de creación de riqueza se expresa en la concepción subjetiva del valor, centrada en el mercado. Desde esta perspectiva, el valor de cualquier recurso natural se determina de la misma manera que toda otra mercancía, esto es por su utilidad para los consumidores tal como ésta es medida en el mercado. Desde un punto de vista macroeconómico, la remuneración de los dueños de la tierra y de los recursos naturales es concebida como una transferencia de ingreso, no como un pago por un capital natural. Es ésta la concepción que sirve de sustento al sistema de cuentas nacionales utilizado en todo el mundo.
Marx, a pesar de afirmar que la trinidad (trabajo/capital/tierra) “contiene en sí misma todos los misterios del proceso social de producción”, termina por formalizar una concepción de la creación de riqueza que ocurre al interior de la sociedad, como una relación capital/trabajo, dejando fuera a la naturaleza. Como la naturaleza no crea valor, la renta se refiere a la distribución, no a la creación de plusvalía.
Para Coronil es fundamental el aporte de Henry Lefebvre en torno a la construcción social del espacio como base para “pensar el espacio en términos que integren su significado socialmente construido con sus propiedades formales y materiales”. Interesan aquí dos aspectos del pensamiento de Lefebvre sobre el espacio. El primero se refiere a la concepción del espacio como producto de las relaciones sociales y de la naturaleza (estos constituyen su “materia prima”).
[El espacio] es tanto el producto de, como la condición de posibilidad de las relaciones sociales. Como una relación social, el espacio es también una relación natural, una relación entre sociedad y naturaleza a través de la cual la sociedad mientras se produce a sí misma transforma y se apropia de la naturaleza.
En segundo lugar, para Lefebvre, la tierra incluye “los terratenientes, la aristocracia del campo”, “el Estado-nación confinado dentro de un territorio específico” y “en el sentido más absoluto, la política y la estrategia política”. Tenemos así identificadas las dos exclusiones esenciales implicadas por la ausencia del espacio: la naturaleza, y la territorialidad como ámbito de lo político.
Coronil afirma que en la medida en que se deja afuera a la naturaleza en la caracterización teórica de la producción y del desarrollo del capitalismo y la sociedad moderna, se está igualmente dejando al espacio fuera de la mirada de la teoría. A l hacer abstracción de la naturaleza, de los recursos, del espacio, y de los territorios, el desarrollo histórico de la sociedad moderna y del capitalismo aparece como un proceso interno, autogenerado, de la sociedad europea, que posteriormente se expande hacia regiones “atrasadas”. En esta construcción eurocéntrica, desaparece del campo de visión el colonialismo como dimensión constitutiva de estas experiencias históricas. Están ausentes las relaciones de subordinación de territorios, recursos y poblaciones del espacio no europeo. Desaparece así del campo de visibilidad la presencia del mundo periférico y sus recursos en la constitución del capitalismo, con lo cual se reafirma la idea de Europa como único sujeto histórico.
La reintroducción del espacio -y por esa vía la dialéctica de los tres elementos de la trinidad de Marx (trabajo, capital y tierra)- permite ver al capitalismo como proceso global, más que como un proceso auto-generado en Europa, y permite incorporar al campo de visión a las modernidades subalternas.
El recordar la naturaleza -reconociendo teóricamente su significado histórico- nos permite reformular las historias dominantes del desarrollo histórico occidental, y cuestionar la noción de acuerdo a la cual la modernidad es la creación de un Occidente auto-propulsado.
El proyecto de la parroquialización de la modernidad occidental (...) implica también el reconocimiento de la periferia como el sitio de la modernidad subalterna.
El propósito no es ni homogeneizar, ni catalogar las múltiples formas de la modernidad, menos aún elevar a la periferia mediante un mandato semántico, sino el deshacer las taxonomías imperiales que fetichizan a Europa como el portador exclusivo de la modernidad y borra la constitución transcultural de los centros imperiales y las periferias colonizadas. La crítica del locus de la modernidad desde sus márgenes, crea las condiciones para una crítica inherentemente desestabilizadora de la modernidad misma. Al desmontarse la representación de la periferia como la encarnación del atraso bárbaro, a su vez se desmitifica la auto-representación europea como la portadora universal de la razón y el progreso histórico.
Una vez que se incorpora la naturaleza al análisis social, la organización del trabajo no puede ser abstraída de sus bases materiales. En consecuencia, la división internacional del trabajo tiene que ser entendida no sólo como una división social del trabajo, sino igualmente una división global de la naturaleza.
Lo que podría llamarse la división internacional de la naturaleza suministra la base material para la división internacional del trabajo: constituyen dos dimensiones de un proceso unitario. El foco exclusivo en el trabajo oscurece a la visión el hecho ineludible de que el trabajo siempre está localizado en el espacio, que éste transforma a la naturaleza en localizaciones específicas, y que por lo tanto su estructura global implica también una división global de la naturaleza.
Como la producción de materias primas en la periferia está generalmente organizada en torno a la explotación no sólo del trabajo sino de los recursos naturales, yo creo que el estudio del neocolonialismo requiere un desplazamiento de foco del desigual flujo del valor, a la estructura desigual de la producción internacional. Esta perspectiva coloca en el centro del análisis las relaciones entre la producción de valor social y la riqueza natural.
Para romper con este conjunto de escisiones, en particular las que se han construido entre los factores materiales y factores culturales, Coronil propone una perspectiva holística de la producción que incluya dichos órdenes en un mismo campo analítico. Al igual que Arturo Escobar, concibe el proceso productivo simultáneamente como de creación de sujetos y de mercancías.
Una perspectiva holística en torno a la producción abarca tanto la producción de mercancías, como la formación de los agentes sociales implicados en este proceso, y por lo tanto, unifica dentro de un mismo campo analítico los órdenes materiales y culturales dentro del cual los seres humanos se forman a sí mismos mientras hacen su mundo. (...) Esta visión unificadora busca comprender la constitución histórica de los sujetos en un mundo de relaciones sociales y significaciones hechas por humanos. Como estos sujetos están constituidos históricamente, a la vez que son protagonistas de la historia, esta perspectiva ve la actividad que hace a la historia como parte de la historia que los forma e informa su actividad.
Una apreciación del papel de la naturaleza en la creación de riqueza ofrece una visión diferente del capitalismo. La inclusión de la naturaleza (y de los agentes asociados con ésta) debería reemplazar a la relación capital/trabajo de la centralidad osificada que ha ocupado en la teoría marxista. Junto con la tierra, la relación capital/trabajo puede ser vista dentro de un proceso más amplio de mercantilización, cuyas formas específicas y efectos deben ser demostrados concretamente en cada instancia. A la luz de esta visión más comprensiva del capitalismo, sería difícil reducir su desarrollo a una dialéctica capital/trabajo que se origina en los centros avanzados y se expande a la periferia atrasada. Por el contrario, la división internacional del trabajo podría ser reconocida más adecuadamente como simultáneamente una división internacional de naciones y de naturaleza (y de otras unidades geopolíticas, tales como el primer y el tercer mundo, que reflejan las cambiantes condiciones internacionales). Al incluir a los agentes que en todo el mundo están implicados en la creación del capitalismo, esta perspectiva hace posible vislumbrar una concepción global, no eurocéntrica de su desarrollo.
Las Ciudades en Transición:
Resiliencia, relocalización y catastrofismo ilustrado

Escrito por Luc Semal y Mathilde Szuba
Traducido por A.Zambrano y Y. de la Fuente

Nacido en 2005 en el Reino Unido, el movimiento de Ciudades de Transición - compuesto por un centenar de ciudades que aspiran a vivir, en un futuro no muy lejano, sin petróleo - se dio a conocer hace unos meses de las redes francesas de los objetores de crecimiento y de la ecología radical. Por lo general, han despertado mucho interés y curiosidad por su enfoque pragmático y apolítico de la cuestión del medio ambiente, que difiere en algunos aspectos de las reflexiones sobre el decrecimiento tal como la conocemos en Francia. Con todo, vale la pena ahondar este análisis, y tratar de entender lo que hace el éxito instantáneo de este movimiento de la transición en el Reino Unido, y cómo el movimiento para el decrecimiento podría encontrar ahí una fuente de inspiración.
Porque el decrecimiento y la transición, son dos maneras diferentes de decir lo mismo: que la acumulación del mundo material en el que vivimos acabará, voluntaria o involuntariamente. Pero el fin de este mundo no es necesariamente el fin del mundo - para citar a Patrick Viveret - puede haber un post-petróleo, después de la acumulación de material, incluso post-colapso. .. En resumen, el decrecimiento como la transición nos dicen que tenemos el poder, al menos en teoría, de transformar este desastre en una oportunidad de inventar un mundo mejor –con la condición sin embargo, de cambiar radicalmente nuestro modo de vida rápidamente. Basándonos no sólo en un estudio de la literatura producida por los dirigentes y activistas de la transición, sino también en la observación y las entrevistas de un trabajo anterior [1], nos proponemos aquí analizar lo que hace el enfoque desarrollado por las ciudades en transición tan especial e interesante, así como los elementos que podrían inspirar a los objetores de crecimiento dispuestos a actuar entre dos peligros : el deber de Felicidad [2] y la negación del riesgo de colapso, por un lado, la tendencia al derrotismo y la impotencia frente a un colapso demasiado seguro en el otro.

Una base radical: el colapso es inevitable
El punto de partida para la reflexión de las Ciudades de Transición es el reconocimiento de que estamos al borde de un cambio de sociedad. Nos guste o no, este cambio es inminente, inevitable, y probablemente sea brutal. Esta convicción es la base no negociable de toda la reflexión del movimiento.
Más concretamente, esta creencia se basa en dos fenómenos importantes que los líderes y activistas del movimiento [3] piensan científicamente comprobados: el cambio climático por un lado, y el pico del petróleo por el otro. Con respecto al cambio climático, la transición se basa no sólo en el informe del IPCC, sino también en los documentales (como el de Al Gore) y los escritos de varios autores -entre ellos, algunos especialmente catastróficos como Mark Lynas [4]. Para el pico del petróleo se basan, en particular, sobre los estudios de ASPO [5] y los ensayos de los investigadores que estudian el tema desde hace varios años, entre ellos Richard Heinberg [6]: en este contexto, cabe señalar que si los autores franceses poco han abordado este problema, hay en cambio muchas publicaciones anglosajonas que han contribuido a consolidar y difundir los argumentos científicos que apoyan la idea de un inminente pico del petróleo. A pesar de una controversia continua acerca de este pico, el disparo del precio del petróleo durante el verano de 2008 fue considerado por los activistas y expertos como una validación empírica, por lo menos en parte, de esta tesis.
Para los dirigentes y activistas de la transición, nuestras sociedades se enfrentan ahora a dos hechos científicamente probados, sobre los que se basan. El cambio climático nos dice que deberíamos cambiar y el pico del petróleo nos dice que deberemos cambiar: son dos caras de una misma moneda. El peso de la validación científica es crucial en el enfoque desarrollado por la transición, ya que estas validaciones proporcionan una base común indiscutible y no negociable sobre la cual los activistas venidos de todos los horizontes pueden llegar a un acuerdo.
Pero necesariamente, esta plataforma común, basada en la apropiación de demostraciones científicas, somete los líderes y activistas a una perspectiva bastante pesimista a priori: si el petróleo es cada vez más caro y el clima cada vez más loco, nuestras empresas no podrán soportar el choque. La era de los transportes baratos, el turismo de masas y la globalización, por citar sólo estos fenómenos, llega inevitablemente a su fin. La crisis económica que estamos experimentando ahora es sólo un pálido reflejo de lo que está por venir, en el mejor de los casos dentro de unos pocos años. La hipótesis de un colapso de la sociedad - según lo definido por Jared Diamond, es decir una « reducción drástica de la población humana y/o complejidad política/económica/social, a más o menos largo plazo [7] »- no es eludida, al contrario, es una de las bases más sólidas de los intercambios de los grupos de transición.
Los temas de algunos talleres organizados por dichos activistas ilustran bien esta certeza de que vamos a enfrentar grandes desastres. Algunos plantean la cuestión de manera general, a través de talleres con títulos tales como « After the crash » ou « How will Exeter survive and flourish after the end of cheap oil?». Pero otros profundizan más las consecuencias de los desastres, y no descartan ningún tema de reflexión: así es como podemos conseguir agrónomos y nutricionistas que se preguntan si el Reino Unido es realmente capaz de alcanzar la autosuficiencia alimentaria. Los médicos han examinado la cuestión de la medicina post-petróleo, e incluso la odontología post-petróleo, dos áreas en las que se enfrentan a algunos de los detalles más inquietantes y más espantosos de lo que puede significar post-colapso.
La base de la certeza científica común a todos los activistas de la transición los lleva rápidamente a encarar las perspectivas angustiantes de un colapso. Pero la fuerza de la transición es proporcionar un marco para la reflexión y la acción, sin negar los inevitables desastres que se avecinan, que permita actuar con el fin de prepararnos y, sobre todo, preparar una mejor vida después de la catástrofe.

La solución propuesta: la reconstrucción de la resiliencia local
Cuando un grupo de militantes sensibles a las cuestiones climáticas y energéticas quiere formar un grupo de transición en su ciudad, la dirección nacional de la red le sugiere empezar con un período para « despertar las conciencias », que consiste en organización de proyecciones de películas abiertas a todos. Los documentales seleccionados exponen abiertamente las amenazas ambientales, y con frecuencia causan ansiedad en los espectadores. Al final de la reunión, por lo general una parte del público admite estar convencido pero se siente impotente y preferiría reprimir lo que vio. Aquí es donde los militantes proponen una solución novedosa para el público: la formación de un grupo de transición local para « reconstruir la capacidad de recuperación local ». El objetivo es transformar inmediatamente el impacto de la toma de conciencia en fuerza de acción.
La reconstrucción de la capacidad de recuperación local, la resiliencia local, es la base de la estrategia propuesta por el movimiento de la transición. La resiliencia es un concepto utilizado en psicología para describir la capacidad de una persona para recuperarse de un choque - por ejemplo, pérdida o separación - sin colapsar, e incluso obtener experiencia y salir de la prueba más fuerte y resistente que antes. Este concepto se utiliza también en otras disciplinas: por ejemplo, se habla de la resiliencia de un área a las inundaciones, o la de un ecosistema frente a la intrusión de una especie invasora. Pero los activistas de la transición hablan de la resiliencia de la sociedad o las comunidades locales, es decir, del conjunto de individuos y sus impactos socio-económicos frente al choque que representará el fin del petróleo barato y la necesidad de reducir rápidamente las emisiones de gases a efecto de invernadero, el aumento del nivel del mar, etc…
Apreciar la situación en términos de resiliencia, es estimar que en las regiones el las que no se prevé el pico del petróleo, la política y el colapso socioeconómico será más difícil, mientras que las regiones que están suficientemente preparadas será mejor, e incluso, posiblemente, se podrá experimentar una forma de renacimiento basado en la relocalización económica y el bienestar. Para ello, desde ahora se debe reconstruir la capacidad de recuperación o resiliencia, es decir, hacerse menos dependientes del petróleo. La reconstrucción de la capacidad de recuperación local es una estrategia para amortiguar los choques futuros y también preparar las condiciones para una vida mejor después de esos choques: permite ver con lucidez las perspectivas de un posible colapso yendo más allá de esta única imagen y lanzándose en la construcción de sociedades sustentables y soportables para el post-colapso.
Esta reconstrucción de la capacidad de recuperación local, estamos tentados llamarla « pragmatismo radical ». « Pragmatismo », porque la única base verdaderamente común a todos los activistas de la transición es la certeza científica del cambio climático y la inminencia del pico del petróleo: más allá del acuerdo sobre los hechos, ninguna interpretación ideológica o política es favorecida por el movimiento de la transición. Algunos pueden ser anticapitalistas, mientras que otros creen firmemente en el poder de las fuerzas del mercado y reclaman la creación de una bolsa del carbono para los individuos [8]. La transición aboga por calmar estos debates que se consideran una pérdida de tiempo y de división, y que podría distraer a los activistas de su objetivo: la reconstrucción de la capacidad de recuperación local.
Sin embargo, este pragmatismo reivindicado está unido a un cierto « radicalismo » prácticamente impuesto por los diagnósticos científicos que son la base del movimiento: no hay gran variedad de soluciones para reducir de manera drástica y a corto plazo el consumo de energías fósiles y las emisiones de gases a efecto invernadero. Todas las soluciones propuestas giran, de hecho, alrededor de las ideas de sobriedad, de reducción de los bienes materiales, de reevaluación de las necesidades, de entreayuda local, de relocalización de la producción de alimentos, de reubicación de la producción de energías renovables, etc… Este movimiento decididamente pragmático, parte de hipótesis científicas tan radicales que ve la gama de opciones reducirse drásticamente, hasta el punto tener sólo una solución posible: la de un cambio súbito y radical en los hábitos de vida de una manera muy similar a la propuesta del decrecimiento.
Esta solución única para la reubicación y reconstrucción de la resiliencia local, que en realidad está muy cerca de las propuestas del decrecimiento, es obviamente destinada a ser declinada, caso por caso, dependiendo de cada país. Pero en realidad, la radicalidad de la hipótesis primera, la probable inminencia de una forma de colapso, llevó este movimiento, pragmático y firmemente apolítico, a una forma de pensamiento radical, rayano al de la acción del movimiento francés para el decrecimiento.

Un "catastrofismo ilustrado" anclado en un territorio
Sin embargo, el movimiento de Ciudades en transición no se experimenta como un movimiento catastrofista: al contrario, los dirigentes y activistas repiten que quieren deshacerse de la visión habitual de la ecología que califican de « doom and gloom » que podríamos traducir como «apocalíptica». Tratan de ser positivos, por ejemplo, insistiendo en la fuerza que puede tener un pequeño grupo decidido a cambiar el orden de las cosas, y también en las perspectivas de una vida mejor que se producirán : vidas simples, libres de aparatos electrónicos, las ciudades más tranquilas, un nuevo sentido de solidaridad y apoyo mutuo dentro de la comunidad local, etc…
Es esta tensión constante entre el « alarmismo » y el « optimismo » que es particularmente interesante analizar en el enfoque desarrollado por las ciudades en transición. El catastrofismo está omnipresente en este movimiento, que está totalmente motivado por la perspectiva de un colapso certero a corto plazo. Esta premisa, que muchas organizaciones ambientales tienden a descartar para no parecer demasiado ansiógenas, la transición la asume totalmente sin tratar de minimizar la magnitud de los cambios que se avecinan. Pero la transición también se las arregla siempre para instaurar cierta dosis de optimismo, basado principalmente en la posibilidad de que preparándose para estos choques se podrá reducir su efecto e incluso - como lo sugiere la idea de la resiliencia - inventando una vida mejor, basada en un aspecto material más sencillo.
La idea de anticipar las consecuencias de un desastre que ya se considera inevitable para prepararse mejor y tal vez, parcialmente evitarlo, recuerda la idea de catastrofismo ilustrado teorizada por Jean-Pierre Dupuy [9]. Con esta aclaración importante que el catastrofismo ilustrado de la transición está anclado sistemáticamente en un territorio concreto ocupado por la comunidad declarada en transición: las consecuencias de la « catástrofe » que será el pico del petróleo se analizan sistemáticamente en términos de territorio y de población local. Imponiendo un debate a nivel local, generalmente a escala de un municipio, los activistas se enfrentan inevitablemente a preguntas muy concretas. Por ejemplo: ¿en que terrenos para plantar los árboles frutales que se requerirán cuando las importaciones cesen y que los supermercados ya no sean abastecidos? ¿Quién en el municipio tiene la experiencia necesaria para tratarlo? ¿Dónde instalar turbinas de viento que permitirán al municipio ser autosuficiente en energía? ¿Qué coches debemos conservar y cuáles debemos sacrificar? ¿Qué aparcamientos deberemos transformar en jardines urbanos y quiénes los mantendrán? Todas estas preguntas se dan a nivel local y se materializan en la mente los desastres y las soluciones que se pueden poner en práctica – lo que permite poco, por ejemplo, una reflexión basada en datos, pero demasiado general, acerca del número de coches deseable en Gran Bretaña.
Esta forma original de « catastrofismo ilustrado relocalizado », puede facilitar la visualización de los desastres considerados inevitables y las soluciones que suavizarán o incluso los evitarán para salir fortalecidos. Esta visualización permite a los activistas para la transición de mejor « creer lo que saben », tomando las palabras de Jean-Pierre Dupuy, y acatarlo para anticipar mejor las crisis futuras.
Sin embargo, la hipótesis de una catástrofe ineludible contra la cual sería necesario no obstante movilizarse no está libre de ambigüedades y contradicciones, y los líderes del movimiento para la transición luchan contra las dos tentaciones que consideran ser callejones sin salida: el derrotismo y la supervivencia.
El derrotismo acecha, por supuesto, a todos los activistas que empiezan a considerar seriamente la posibilidad de un colapso del mundo. La paradoja que consiste en considerar que el desastre es muy probable y aún así seguir actuando es difícil de asumir, tanto a nivel individual (el activista) y colectivo (para la comunicación de movimiento). Sin embargo, muchos psicólogos y psicoterapeutas en la ciudad de Totnes, la cuna de la transición, se han asociado rápidamente al proceso, trabajando sobre estas paradojas y los medios para superarlas: sus reflexiones sobre la psicología del cambio han dado lugar a varias formas de talleres de intercambio y libre expresión, utilizando técnicas a menudo similares a las de la comunicación no violenta, que contribuyen por ahora a mantener el entusiasmo de los activistas.
El otro escollo posible, cuando la hipótesis del colapso es seriamente considerada, pero que la sociedad sigue ampliamente impasible, es la tentación de survivalismo [10], que consiste en desarrollar estrategias individuales (o posiblemente familiares) de supervivencia en un mundo post-colapso. En la práctica, esto se traduce generalmente en el almacenamiento de armas y alimentos en un refugio antiaéreo, tomando a la vez clases de autodefensa. Esta actitud a veces se expresa en los foros de Internet, pero más allá de estos testimonios inciertos, es difícil determinar en qué medida este fenómeno es una realidad social importante o un mito... De todos modos, el movimiento por la transición ha sido siempre muy firme con respecto a esta estrategia: sin ni siquiera entrar en consideraciones morales, los líderes de la transición tratan de demostrar lo absurdo de esta opción en la práctica, repitiendo una y otra vez que los survivalistas, por muy equipados que estén, no sobrevivirán mucho tiempo a un colapso absolutamente caótico. Para resumir este pensamiento, a veces utilizan la frase « o nos salvamos juntos o no nos salvamos » [11].

Preparase para el colapso: el plan de descenso de la energía
Para ser calificado de « ilustrado » el catastrofismo tiene que evitar dos abismos, el derrotismo y el survivalismo, y avanzar en la cresta estrecha que los separa, que es actuar para anticipar -y posiblemente prevenir- un desastre a pesar de todo probable.
El hecho de que la gente de Totnes es capaz de embarcarse en este camino no es, retrospectivamente, muy sorprendente. De hecho, este pueblo de apenas 8000 habitantes concentra a pesar de su pequeño número de habitantes, instituciones que progresivamente atrajeron personas ya sensibilizadas a las cuestiones ambientales: el Colegio Dartington desde 1961, una escuela Steiner desde 1980, el Schumacher College [12] desde 1991, etc… En este contexto, no es muy sorprendente que una experiencia como la transición haya podido emerger en esta ciudad.
Lo más impresionante, sin embargo, es que una metodología de acción haya podido ser diseñada sobre la base de la experiencia de Totnes, para ser posteriormente reproducida y adecuada en otros contextos, a priori menos favorables a este tipo de planteamiento. El Transition Handbook de Rob Hopkins lista los doce pasos que permiten emprender un proceso local de transición, subrayando al mismo tiempo que este método obviamente debe declinarse y adaptarse a cada contexto comunitario.
La doceava etapa, punto culminante de la metodología, es la elaboración de un Plan local de decrecimiento energético. Ese plan debe primero fijar las metas a alcanzar en términos de independencia energética y reducción de emisiones de gases a efecto invernadero para el 2020, y describir sobre esta base lo que debería ser la vida en la el municipio en 2020: generalmente una vida principalmente peatonal, con producción local de alimentos y energía, tiendas de cercanía, reapertura de las estaciones de tren, cierre del aeropuerto.... el todo componiendo una imagen de una ciudad que ha alcanzado un nivel suficiente de resiliencia para estar a salvo del colapso, por estar menos afectada por el agotamiento energético. Esta descripción de la vida local en el año 2020 se convierte en la meta, y los militantes se encargan de fijar los plazos sucesivos a respetar para que este proyecto imaginario se convierta en realidad a tiempo: la plantación de árboles frutales en el 2011, la instalación de los jardines locales en el año 2012, la instalación de turbinas eólicas comunales en el 2013, el cierre en el 2014 del estacionamiento municipal, etc…
La redacción del plan de decrecimiento energético se organiza de modo a obtener la participación de muchos ciudadanos a este proceso, después de lo cual puede ser objeto de discusión y servir de base para un debate público. Por el momento, estos planes son herramientas muy eficaces de comunicación y educación entre el público en general y los funcionarios electos. La segunda etapa, que consiste en la aplicación efectiva de estos planes para la energía es, obviamente, más difícil de lograr: a menudo es posible hacer progresos rápidos sobre ciertos puntos relativamente poco polémicos (por ejemplo, la plantación de árboles frutales), pero mucho más difícil de obtener compromisos cuando hay conflictos de intereses en juego (por ejemplo, el cierre de aparcamientos).
Como la redacción del decrecimiento de la energía local es un trabajo a largo plazo, pocas ciudades ya han alcanzado la etapa de la aplicación de su plan. Sin embargo, la transición ya ha comenzado a pensar estas cuestiones y ha propuesto incluir algunas pistas para crear nuevos indicadores de resiliencia: por ejemplo, el porcentaje de los alimentos producidos localmente, ídem para la energía, lo mismo para los materiales de construcción, ídem para los fármacos, el porcentaje de hogares sin coche, el porcentaje de gente que sepa cultivar por lo menos diez verduras, etc…
Si uno sigue la lógica de la transición, y por lo tanto si tomamos nota de la perspectiva de un colapso casi inevitable, son estos indicadores los más relevantes para garantizar las condiciones de vida adecuada en un futuro próximo. Son ellos, no el PIB, quienes indican el camino a seguir para que el colapso repentino se convierta, en la medida de lo posible, en un cambio pacífico.

Prepararse para el post-colapso: una vida mejor?
En esta fase de análisis, tenemos que recordar que la transición no se piensa y no se presenta como un movimiento catastrofista: al contrario, siempre se hace énfasis sobre la oportunidad que puede representar el colapso si logramos transformarlo en mutación. Pero de nuevo, no basta saberlo para creerlo, y los grupos de transición han desarrollado varios métodos para ayudar a los activistas a imaginar y visualizar lo que podría ser una vida feliz en un mundo post-colapso.
Por ejemplo, los defensores de la transición a menudo tratan de hacer participar a los ancianos de la ciudad o del pueblo a su proceso, para pedirles que describan lo que era mundo antes del petróleo, antes de que la resiliencia local fuera barrida por la globalización y los productos petroquímicos. Estas descripciones se utilizan como base para los talleres o paseos por la ciudad en la que los activistas se dirigen al lugar que les permita visualizar y comprender cómo el período anterior al petróleo puede ser una fuente de inspiración para el futuro. Otro método utilizado, él de « transición tales », relatos imaginarios de narradores del futuro que cuentan cómo la comunidad local ha logrado su transición a una era post-petróleo, y especialmente la manera en que la vida local finalmente se ha reorganizado para una vida más amigable.
Todas las visiones prospectivas hacia el futuro de un post-colapso general demuestran que en última instancia, tenemos el poder de hacer que la vida después del petróleo sea mejor que la vida pre-colapso actual. De hecho, el fin del petróleo barato y la reducción de las emisiones de gases a efecto de invernadero son también, en opinión de la transición, una oportunidad para recuperar nuestras vidas, dar un sentido a la comunidad local, volver a encontrar prácticas de solidaridad, privilegiar la calidad en vez de la cantidad: en este sentido, el lema del decrecimiento « menos posesiones, más vínculos » traduciría también perfectamente las aspiraciones del movimiento de la transición. En ambos casos, la perspectiva de un colapso es percibida como un evento potencialmente liberador, y como una oportunidad para recuperar el control sobre nuestras vidas emancipándonos de todo tipo de dependencias: dependencia al petróleo, a la energía, al trabajo, a las empresas multinacionales, a la acumulación material, a la velocidad, a la instantaneidad, etc.

Conclusión
El decrecimiento ciertamente puede inspirarse de la experiencia británica de las transition towns, y sobre todo de su estudio acerca de la resiliencia local, una especie de catastrofismo ilustrado anclado en un territorio pequeño y preciso: comprender cómo los fenómenos globales, inevitablemente, afectarán la vida local, y prepararse, a nivel local, asociando un máximo de gente para establecer de un plan de decrecimiento energético detallado.
El lanzamiento de la elaboración de estos planes por la reducción energética es sin duda un primer éxito para este joven movimiento, que ha sabido lanzar en más de un centenar de ciudades esta increíble reflexión colectiva, que permite a menudo avanzar de manera pragmática la puesta en obra de medidas relativamente radicales, como los cierres de aparcamientos o la sustitución de supermercados por canales cortos de distribución de alimentos. La manera en que estos grupos de transición son capaces de pensar las perspectivas de un colapso sin sumirse en el derrotismo ni en el survivalismo, y reflexionar sobre los medios para reconstruir su capacidad de recuperación local y salir de esta prueba por lo alto, puede ser rico en enseñanzas.
Queda sin embargo un segundo paso, mucho más difícil: el de la concretización de los planes de decrecimiento energético, más allá de las acciones sin duda educativas, pero cuyo significado es más bien simbólico, como la plantación de árboles frutales en un huerto comunal. Para ir más lejos, parece probable que los grupos de transición se enfrentarán con intereses contrarios, y podemos entonces preguntarnos si ello no va a cambiar la estrategia de evitar los conflictos y el compromiso político: en este plano, tendrán tal vez que aprender de los objetores de crecimiento de Francia, que han teorizado más los obstáculos socio-económicos a los que pueden enfrentarse las experiencias locales de decrecimiento. Sin duda los intercambios entre estos dos movimientos similares, pero con enfoques a menudo distintos y complementarios, sólo están empezando.

Luc Semal et Mathilde Szuba son doctores en sociología del medioambiente.
Traducción: A.Zambrano= Y. de la Fuente

MODELOS ALTERNATIVOS Y ALTERNATIVAS AL MODELO

Jorge E. Rulli
24 de Junio 2010

Actualmente, tal como en Cochabamba y en los foros electrónicos, comienzan a dibujarse debates entre diversos caminos posibles para nuestras sociedades Indoamericanas y esos debates se producen en medio de una etapa de creciente complejidad. Esos debates son esperanzadores, aunque todavía el escenario de nuestro país, se encuentra dominado por discursos que como el de Carta abierta, convocan a esperar sine die, un supuesto de materias pendientes… materias que, por otra parte, no figuran en ningún programa…  o como en otros sectores de la izquierda progresista insisten en un suma resta comparativo entre el gobierno y la oposición, para convencernos de tomar partido por el mal menor… Nuestra Indoamérica, es un mismo continente y los problemas son similares, también los desafíos y las encerronas que generan las nuevas dependencias y los maquillajes que encubren las antiguas políticas de dominio. El paradigma marxista o euro cristiano marxista de los años setenta se continúa hoy clara y consecuentemente como proyecto, en procesos emancipatorios que se proponen el crecimiento y la asistencialización de la pobreza, con gobiernos que cuentan con apoyo popular y que le han fijado nuevas reglas a las Corporaciones y que, debemos reconocer,  tienen una preocupación nueva por redistribuir las rentas, aunque esas políticas suelan conducir como en la Argentina, a un peligroso control social de los sectores excluidos y recientemente urbanizados por el agronegocio.  Estos gobiernos rinden culto a la idea de progreso y no le hacen asco a cierta corrupción de los más altos funcionarios, corrupción que suele tornarse como en la Argentina o en Venezuela realmente escandalosa… Los posibles debates sobre las alternativas al modelo se sofocan de mil maneras, en general con lenguaje y modos estalinianos, así como nos ocurrió a nosotros en la Radio Pública con la banda Seoane/ Muleiro/ Anguita y Víctor Hugo... Se defiende al extractivismo, que suele dar lugar a las inversiones extranjeras y a priorizar el productivismo frente a las demandas locales de preservación de los bienes naturales, bajo el axioma de que para solucionar el tema de la  pobreza debemos primero hacer crecer la torta… y ese “mantra” lo repite de igual manera Correa en Ecuador, Pepe Mugica en Uruguay o Cristina K en la Argentina.

Deberíamos tener en cuenta la colonialidad del Poder, o sea los mandatos que recibimos de las Corporaciones en la Globalización para cumplir ciertas tareas, el tener que proveer materias primas, producir agro carburantes o pasta de papel, mandatos corporativos que se constituyen como  políticas de Estado y que son acatadas y naturalizadas por todo el espectro político. Somos factorías de nuevo tipo, y si no lo vemos es  simplemente porque tenemos los ojos domesticados, es decir acostumbrados, a miradas y criterios antiguos, que ignoran lo ecológico y en especial lo nacional, a la vez que  priorizan lo social y los derechos supuestos de las minorías. De qué sirve me pregunto, resolver el problema de la empresa Bruckman o establecer el matrimonio homosexual, cuando somos una factoría? Sirve sí a quienes se obstinan en poner la atención del común en las parcialidades y en los fragmentos, para que el conjunto no se vea, de esa manera se disuelve la voluntad de ser nación y pueden medrar los diversos progresismos…
Debemos desarrollar la voluntad de releer la política desde la Ecología y tomar conciencia de que estamos ante un nuevo paradigma, para de esa manera, poder salir de la confusión ideológica en que nos sumen las matrices de pensamiento de los años sesenta y setenta. Estamos ante un paradigma no progresista; un paradigma de Decrecimientos y Ecolocalismos; un paradigma de nuevos nacionalismos populares que nos recuerdan los procesos de Liberación Nacional de la posguerra; un paradigma de extendidos sentimientos libertarios o asamblearios y de búsqueda de las identidades culturales profundas. Debemos aceptar la actual Complejidad, tanto la complejidad de las realidades globales como la Complejidad de los pensamientos con que podríamos hacer frente a esas realidades globales... Unos, los progresistas, pretenden liderar un proceso que podríamos llamar de “emancipación”, y que implica recoger desde la izquierda ciertos mandatos incumplidos de la burguesía, al menos en su cosmovisión urbano / industrial y de crecimiento, que implica asimismo satisfacer muchas de las reivindicaciones de las minarías y ello conduce a una mayor fragmentación de la Sociedad y al olvido de todo destino común… Nosotros, mientras tanto, nos proponemos  continuar levantando las propuestas de Liberación y decolonialidad. Decolonialidad o decolonización, tal como alguna vez las planteara F. Fanon y J.J. Hernández Arregui, y que toman forma actualmente en las propuestas de Soberanía Alimentaria, en el arraigo a la tierra y en el buen vivir o acaso en su versión argentina: procurar por sobre todas las cosas, la felicidad del Pueblo… No es lo mismo entonces,  la Emancipación que la Liberación… aunque a veces se marche mezclados, aunque compartamos consignas y pasiones… y además, cada día que pasa es menos y menos lo mismo… todo espacio de debates ayuda a recrear un incipiente paradigma que abre cabezas pero que, sobre todo, abre horizontes nuevos…


Hay que despedirse del fetichismo del crecimiento, en el Norte, pero también en el Sur

Michael R. Krätke *

(Freitag-Sin Permiso).- Todos juran por el crecimiento, todo se fía al crecimiento.

Cualquier incrementillo estadístico del crecimiento -0,3%, o más, o menos- se celebra como un gran triunfo. China, India, los EEUU vuelven por ahora a mostrar tasas de crecimiento, las bolsas suben; sólo Europa anda a la zaga. No hay gobierno que pueda permitirse renunciar a la promoción del crecimiento.

 

En tales circunstancias, y como era de esperar en medio de una crisis económica mundial, la cumbre climática de Copenhague de finales de 2009 constituyó un fracaso estrepitoso. Pues la única recta consecuencia que podía sacarse de ese encuentro era patente: tomar en serio los costes, inmensos y rápidamente crecientes, del cambio climático y plantearse sin mayores dilaciones el desafío abrigado por esta sencilla pregunta: ¿quién debe cargar a escala planetaria con los costes de una transición hacia otro tipo de crecimiento y de desarrollo? Los países subdesarrollados o en vías de desarrollo presentaron en Copenhague su factura al Norte rico. Y éste se negó a pagarla.

Entronizado a substituto de la religión
Un estudio de la ONU acaba de perfilar con mayor detalle esa factura: por ramas industriales y sectores diferenciados. También podría hacerse por países y regiones, con análogas consideraciones en punto a las medidas, mundiales y regionales, imprescindibles para detener el cambio climático, mantener la diversidad biológica y evitar los peores daños medioambientales. Mas este tipo de cálculos no quitan en nada a lo que es crucial en la situación a que hemos llegado: hemos entronizado el fetichismo del crecimiento a una especie de substituto de la religión, incrustándolo en nuestro aparentemente objetivo cómputo de reglas y cifras de la estadística pública, por otro nombre, contabilidad nacional (CN).
El producto interior bruto (PIB) de la CN oficial no ofrece, sin embargo, más que una imagen muy menguada, y en parte, falsa, del conjunto de las actividades económicas de un país. Sirve a una política obsesionada con el crecimiento, en pos, pues, de una quimera harto afín al el estilo dominante en el pensamiento económico.
No se trata, y hoy menos que nunca, de una cuestión académica, pues en una estadística económica deberían, y por mucho, incorporarse los daños medioambientales -es decir, los costes ecológicos y sociales reales- de nuestro obsoleto modo de producir privado-capitalista. A diferencia de lo ocurrido en crisis económicas mundiales pasadas, ahora no tenemos ya mucho tiempo para una transformación que, desde luego, no vendrá por sí sola. Y lo cierto es resulta de todo punto necesaria, si queremos que este planeta siga siendo habitable. Y eso significa, ni más ni menos, que despedirse de la ideología del crecimiento.
Un capitalismo sin crecimiento, estancamiento y depresión duradera, un capitalismo de prosperidad permanentemente sostenible, es como la cuadratura del círculo. Un ejercicio que sólo cuadra a costa de abandonar el círculo del pensamiento económico unitariamente integrado. Hace mucho que se propugna un crecimiento cero, o incluso negativo, la transición al estancamiento o aun al decrecimiento. Ninguna de ambas variantes es factible sin una radical reestructuración de la economía, sin el desplazamiento y la reconfiguración de ramas enteras, de industrias, de regiones y de redes comerciales.
Y aquí coinciden con la idea de un capitalismo verde, ecológicamente reformado, conjurado en la fórmula del crecimiento sostenible. Pero el esquema de un crecimiento cero o aun negativo va visiblemente más allá de eso que actualmente compone el consenso verde. Lleva derecho al fin del "desarrollo", y con eso, al núcleo del problema. La cuestión es clara y sencilla: si podemos o no permitirnos todavía el capitalismo en su forma actual (el neoliberalismo sumado a los recibidos modos de producir hiperindustriales, fundados en la energía fósil); si todavía podemos permitirnos toda esta desapoderada destrucción de recursos, todo este terrible despilfarro de fuerza de trabajo, este inmenso hiato entre la riqueza privada y la miseria social.
La cuestión, ni que decir tiene, se nos plantea en el Norte global de manera distinta a como se plantea en el Sur. Nosotros podemos concebir plausiblemente un crecimiento estrictamente reglamentado, una redistribución y una reasignación reguladas de nuestros recursos. Y eso, aun si una reestructuración eco-social de la economía montara tanto como una revolución. ¿Pero pueden los países del otrora "Tercer Mundo" -empujados por los actores del Norte global a un desarrollo conforme al modelo septentrional, y así, convertidos en dependientes del mercado mundial- despedirse resueltamente del crecimiento?
Dogmas achacosos
La miseria, la destrucción social y medioambiental en los países industriales ricos constituyen un escándalo cotidiano que clama al cielo. Y sin embargo, palidece en comparación con la miseria, la destrucción medioambiental y la aniquilación de economías campesinas de subsistencia en los países africanos y asiáticos. En el caso de las ramas y empresas más nocivas para el medio ambiente en los países del Norte, se pueden -voluntad política mediante- mitigar daños con sanciones e intervenciones directas. . Se puede incluso poner brida al tráfico automovilístico y aéreo, si se quiere. Se puede reestructurar la entera base energética de nuestros modos de vivir t de economizar en unas pocas décadas (aun si la intervención radical en la propiedad privada no sólo afecte a algunos, sino a muchos).
Pero no se puede proteger las selvas y mantener la biodiversidad, sin frenar el "desarrollo" en los países subdesarrollados y en vías de desarrollo. Para eso se precisa una ulterior "revolución verde" y una reestructuración de la agricultura. En vez de industrias agroexportadoras , en vez de monocultivos y grandes plantaciones, deberíamos, o bien mantener las economías de subsistencia de los Estados afectados, o disponernos nosotros mismos a un cambio radical de la división internacional del trabajo.
Esa nueva división no puede acontecer conforme al viejo modelo, con industrias de tecnología punta aquí, y allá, en el Sur, agricultura. Las propias exigencias de los países en vías de desarrollo han roto ya con ese modelo. Para dar sólo un ejemplo de la radicalidad del cambio exigible: si Europa quiere cooperar con los Estados BRIC (Brasil, Rusia, India, China), tendrá que despedirse del achacoso dogma milagrero del libre comercio, junto con el resto de artículos de fe de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
* Miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido. Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss.

LOS DESAFÍOS DEL DESCRECIMIENTO EN AMÉRICA LATINA

El momento actual de la humanidad es de incertidumbre y desasosiego. Estamos en medio de la crisis y de la confusión, necesitamos con urgencia decidirnos por nuevos caminos. Nos encontramos instalados en la más absoluta desnudez de la existencia, arrojados hacia los límites del progreso al que apostamos durante unos pocos siglos, consumiendo con voracidad los recursos acumulados por el Planeta durante millones de años, en medio de la crisis climática y energética imprevisible. Hemos transformado nuestra vida y el campo de la existencia humana en un enorme patio de objetos. Quizá, se trate para nosotros, de hallar una nueva forma de reencontrarnos con lo absoluto, un absoluto que extraviamos debido a la mediación de esos objetos que nosotros mismos generamos. La cultura occidental consideró  siempre a la naturaleza como objeto, y por ende, también, lo hizo con el sujeto humano. De esa manera, convirtió el planeta en un reservorio de cosas, despojó a la pertenencia de sentido, para ofrecernos la posesión y la propiedad como valores ponderables. La lógica de la transformación, de la producción y la tenencia, pretendió ser el nuevo camino, un camino que nos llevó al fracaso, a las fronteras del agotamiento productivo, a la insensatez del pensamiento único y al riesgo de los colapsos ambientales.
Pero no todo es devastación, en el horizonte aparecen nuevas y valiosas miradas que intentan reinstalar al hombre en su hogar planetario, las incertidumbres son sucedidas por las  certezas, las propuestas de Decrecer refieren a los límites del paradigma contemporáneo y, también, a la esperanza de cambiar, para volver a estar en el mundo, para poder arraigar en la tierra y entonces sí, llegar a ser en plenitud. Vemos al Decrecimiento como una propuesta que vuelve a colocarnos frente a la totalidad de la vida, nos sume en la inmediata desnudez de la existencia, nos reinstala en la posibilidad de un nuevo arraigo, una nueva seminalidad  para los hombres y para las comunidades.
Tenemos que precisar la diferencia que implica aceptar el decrecimiento para nuestros pueblos de la región americana, sometidos hoy en los procesos de la globalización, a devenir como nuevos enclaves coloniales, condenados a un extractivismo exacerbado, y a planes de Crecimiento arrolladores, en especial, de las exportaciones  y de sus infraestructuras necesarias de caminos, puertos y sistemas de transporte. ¿Cómo debemos pararnos frente a estas propuestas de limitación y resignificación de los escasos bienes que conforman la vida cotidiana de nuestras sociedades? ¿Cómo plantearles decrecer a quienes no han podido salir nunca de la pobreza, a veces de la extrema indigencia? ¿Cómo proponerles decrecer, a los que podrían creer y de hecho creen tener el derecho tardío, no solo a disfrutar de un consumo que nunca tuvieron, sino también, tener el derecho a una modernidad de la que los países centrales los excluyeron, porque su propia modernidad central la apoyaron y sustentaron sobre la colonización de los países de la periferia? ¿Cómo proponerles decrecer a quienes llegan a los gobiernos de América Latina, con respaldo popular y con discursos socialistas, pero imbuidos de los optimismos y mesianismos tecnológicos que modelaron el mundo según los intereses del Capital? Esa es la complejidad a veces desgarradora, de estos nuevos dilemas contemporáneos con que nos enfrentamos en América latina. Estamos proponiendo instalar esquemas de vida “más amigables” con nuestro entorno, cuando las deudas ecológicas pesan en la historia de los pueblos de tan diferente manera, cuando la violencia de la globalización ha impactado fuertemente sobre el pensamiento humano, remodelando sus sueños y sus expectativas para las fantasías de la modernidad y del consumo. Cuando las huellas ecológicas en relación a la bio capacidad de cada país resultan tan, pero tan distantes e injustas de toda posible armonía planetaria, que hacen doloroso el reconocimiento de que ciertas propuestas, más allá de su absoluta insensatez ecológica, cuentan con ciertos derechos, al menos a ser expuestas. 
Nuevos interrogantes, al interior de nuestras culturas, nos obligan entonces, a pensar y actuar desde un decrecimiento que permita el desarrollo de las zonas sofocadas de la economía actualmente globalizada, un decrecimiento que transite caminos de nuevos arraigos, de reinstalaciones en los ecosistemas y relocalizaciones de la comunidad.  Tenemos por delante el desafío de repoblar los territorios hoy vaciados de población por los monocultivos y por los intereses de las Corporaciones  transnacionales, a la vez que, el desafío de despoblar las megalópolis, hoy al borde del colapso, megalópolis que han crecido como tumores monstruosos en la lógica despiadada de la Globalización. Se trataría en definitiva, de retornar al “estar siendo”, a la puesta en valor del hecho sagrado del simplemente vivir.
Desde nuestra América mestiza podemos aportar al decrecimiento fundándolo  en una ecosencillez que disuelva el fundamento económico del modelo en la  anterioridad del horizonte simbólico de “estar siendo con el mundo” para recuperar la plenitud del vivir sin más. Europa alcanzó su ser, y desgraciadamente en ese camino extravió su estar, mientras nosotros en América latina, permanecemos en nuestro estar sin que se nos deje alcanzar el propio ser… Este es el origen de las actuales tensiones y la causa de los debates que llevamos con los pensamientos progresistas llegados ellos también desde Europa, junto con las tecnologías, con los modelos de desarrollo y con esa cosmovisión que generó en su momento tanto la ciudad moderna como el capitalismo.
Todo sistema de pensamiento generado por la conciencia occidental puede ser válido siempre que se nos permita reubicarlo a la luz de nuestro propio universo simbólico, que se fundamenta en una lógica de la negatividad como esencial al pensamiento mestizo. Todo arraigo de las teorías sólo puede ser auténtico, si logra germinar en este suelo y someterse a la preeminencia de una resignificación desde lo emocional, lo inconsciente, lo no visible, lo oculto a los abordajes de las categorías de la racionalidad. Con tanta o mayor precaución indagaremos cuando, como en este caso, se trata de un modelo de fuerte impronta económica. Porque es posible que una vez más, estemos haciendo ecología de los fines sin reparar en los medios con los que contamos para la nueva construcción del hábitat común.
Grandes sectores de nuestros pueblos practican desde siempre un decrecimiento natural, que vale para los muchos que no han sido ganados por las lógicas del consumismo y la acumulación capitalista. Ellos reemplazan todavía el poder adquisitivo por reciprocidades e intercambios, mantienen prácticas comunitarias de ayuda y esfuerzo compartido, le dan otro valor a las pocas cosas que poseen, pero, sobretodo, viven arraigos muy marcados al estar en el mundo “así sin más”. Esos decrecimientos implican hoy estar marginados de los mercados aunque participan de los intercambios locales. Nuestras poblaciones tienen una larga historia de crecimientos locales y uso de los bienes comunes que, a pesar de la mercantilización, no han logrado apagar el sentimiento de pertenencia y de identidad común por encima de las lógicas individualistas y acumulativas. Se trata de una ventaja sustancial: la de poder recomponer las redes locales recurriendo a los saberes profundos que respetaron desde siempre la biodiversidad y el uso común de los ciclos alimentarios no extractivos.
Solamente los sectores condensados de los poderes locales y nacionales se han entregado plenamente al paradigma productivista. Ellos son una minoría enriquecida al modo y uso de las metrópolis mundiales, y han roto toda pertenencia y sentido comunitario; pero la misma crisis del paradigma cada vez más concentrado en unos pocos, dejará los espacios necesarios para que los sectores medios y urbanos vean en el decrecimiento la oportunidad de recomponer la vida y su armonía natural. Estas transiciones hacia un “mejor  estar” y un “buen vivir”, ya han comenzado y el decrecimiento es un camino a seguir que seguramente será poco numeroso y desarticulado en sus comienzos, pero que puede constituirse en un poderoso imán ecológico en las zonas grises de la crisis  en que vivimos. Tenemos en nuestras manos la capacidad de volver a la tierra y recomponer los ciclos agrarios que generaron la vida de los pueblos durante milenios, tenemos la necesidad de volver a armonizar la vida humana con los ciclos cósmicos. El decrecimiento es uno más de tantos caminos que se van abriendo, algunos desde los países ricos pero muchos, también, desde las periferias, buscando nuevas alternativas para tanta infelicidad.



Jorge Eduardo Rulli
GRR Grupo de Reflexión Rural www.grr.org.ar 
República Argentina diciembre 2009


DECRECIMIENTO II
Lo más interesante sería que los estados adopten una política de decrecimiento económico "by default".  Mi preocupación es que las propuestas de decrecimiento quedan encerrados en el modelo neoliberal como el capitulo romántico.  Dentro de no mucho las naciones se verán obligadas a decrecer económicamente.  El tema es como hacer para que ese decrecimiento sea sostenible y no implique sufrimiento, si no esperanza para toda una sociedad. Lo mas importante seria ver como las ideas se hacen atractivas para el ciudadano común y sus representantes políticos.   
Por último, reflexionando sobre lo que escribió Mario Monti sobre el tema hace un tiempo: El decrecimiento del Norte no es necesariamente el mismo que se necesita en el sur donde todavía el acceso a los servicios de salud, agua potable y educación son bajos y en muchos casos no existentes.

Eco-nomía = De-crecimiento

DECÁLOGO: LOS 10 MANDAMIENTOS DEL DECRECIMIENTO

Hagan lo que hagan el Sistema, las grandes empresas, los medios, los estados, las instituciones internacionales, los ejércitos… nosotros podemos responder con democracia directa: formas de vida y de consumo que esquivan la globalización y el desarrollo económico.
1.   Alimentación. Consumid todos los productos silvestres que podáis y recogedlos vosotros mismos con métodos conservacionistas. Consumid todos los productos autropoducidos que podáis. Procurad que los alimentos sean biológicos, locales, artesanales… Si no tenéis huerto ni posibilidad de ello, sumaros a una cooperativa, plantad en la terraza de casa, proteged el pequeño comercio y las redes locales, comprad directamente a los hortelanos y granjeros. Si podéis, haceros el yogur, el pan, los pasteles… Rechazad los productos de grandes marcas convencionales, la modificación genética, los alimentos muy publicitados en TV, la comida basura… Agradeced los alimentos que coméis cada día. Disminuid todo lo que podáis la ingesta de proteína animal, muy cara ecológicamente hablando. Consumid productos de temporada. Cocinad a fuego lento. Huid de la comida precocinada. Conservad y/o proteged las recetas, las variedades y las tradiciones locales. En la India védica, el cocinero tenía un estatus tan alto, casi, como el de un brahman o el de un doctor.
2.   Sociedad. Mantened unida vuestra familia. Tejed alianzas con los vecinos, con los demás padres de la escuela de vuestros hijos (si es que van a la escuela), con los compañeros del trabajo, con toda la comunidad y, especialmente, con los familiares más cercanos y lejanos y con vuestros amigos. Sumaros a cooperativas, economatos, redes de consumo local… Proteged el pequeño comercio y las economías locales, los artesanos y los granjeros locales. Promocionad el tipo de sociedad mediterránea, cordial, sencilla. Es ecológica, saludable y proporciona buen humor.
3.   Energía. Ahorrad toda la energía posible. Reciclad energía. Procurad un uso eficiente de la energía. Sacadle el mayor provecho a la energía utilizada. Consumid, en la medida de vuestras posibilidades, energía que proceda de fuentes renovables. Invertid, en la medida de vuestras posibilidades, en fuentes energéticas renovables. Difundid, en la medida de vuestras posibilidades, las fuentes energéticas renovables en vuestro trabajo, en vuestro hogar, en los centros de estudios…
4.   Cultura. Huid de la homogeneización cultural global y del imperio anglosajón (y de cualquier otro imperio). Sed creativos, participativos. No seáis meros espectadores pasivos. Proteged las culturas autóctonas, las lenguas locales, la cultura rural, los hechos culturales diferenciadores de cada enclave (sea rural o urbano)… Proteged las raíces, el pasado, la diferencia, la biodiversidad cultural… sin fanatismos. Proteged a los creadores locales y a las pequeñas industrias culturales de cada zona. Despreciad la clonación cultural, estéril y de mal gusto. Dalí dijo: “Sólo lo ultralocal puede llegar a ser universal”. La cultura local, el arte en familia, las tradiciones propias… fomentan la identidad. Sin identidad y sin respeto por el pretérito propio (ojo, no confundir con las mentes cerradas), nadie es nada. Respetad las culturas orales. Desconfiad de los sistemas culturales verticales. Recordad que de la universidad han salido millones y millones de personas que han atentado contra el hombre y la Naturaleza (y algunos/as estudiosos/as honrados).
5.   Dinero y consumo. Despreciad la usura. Despreciad la especulación. Fomentad la eco-nomía. Procurad no utilizar dinero electrónico. Fomentad el precio justo, el trueque, el intercambio, las monedas alternativas, los productos verdes… Despreciad el pago a destiempo. Esquivad al Estado y sus impuestos en todo lo que podáis, porque ese dinero no es utilizado en su mayoría con fines sociales, sino en proteger al propio Estado, al ejército… Sed insumisos fiscales siempre que podáis. Si el dinero os sobra, por la razón que sea, compartidlo: una vez satisfechas las necesidades personales, lo que no se da… se pierde. Evitar el consumo superfluo, compulsivo, innecesario. Esto evita despilfarro energético, creación de residuos, la perpetuación del Sistema… Que vuestro consumo tenga siempre en cuenta criterios medioambientales, sociales, éticos…
6.   Trabajo. Procurad que vuestro trabajo sea lícito. Es decir, que suponga el mínimo impacto posible en la Naturaleza y que tampoco conlleve maltrato o desprecio de otros seres vivos, incluido el ser humano. Procurad que sea un puesto de trabajo lo más verde posible. Procurad, también, que conlleve que tengáis tiempo libre suficiente para progresar espiritualmente, emocionalmente… y para dedicarlo a la familia y a las actividades que creáis conveniente, sean artísticas, sociales… Huid de los trabajos que fomentan la usura y la especulación, el comercio deshonesto, el despilfarro y el consumo compulsivo, el engaño al consumidor, la globalización… Los trabajos artesanales, locales, de escala humana, son trabajos que fomentan la eco-nomía. Si están en relación con la agricultura biológica, las energías renovables, la relocalización de la economía, la salud natural, la unión de la comunidad… mejor. Que vuestro trabajo no ponga nunca en peligro la existencia de las generaciones futuras.
7.   Salud. La salud es equilibrio. Fomentad el equilibrio vuestro y el de vuestra familia. Tened una dieta saludable, hábitos sanos, un trabajo saludable, una casa sana, huid del estrés y de todas las situaciones que provocan confusión mental y problemas innecesarios. Estudiad las formas de salud tradicionales, ya que os serán muy útiles. Autogestionad vuestra salud y la de vuestra familia hasta donde os sea posible. Comprended el mundo de la salud como un todo holístico, que incluye la dieta, los hechos medioambientales, el lugar de residencia, el trabajo, el mundo espiritual, la familia… Huid de todo tipo de agresiones. La medicina alopática puede tener cosas buenas, de las que se puede echar mano en un momento determinado, como los diagnósticos, por ejemplo. La muerte forma parte también de la vida.
8.   Política. La política actual, en general, salvo muy raras excepciones, todo el sistema político… vive en las antípodas del decrecimiento económico. Hay partidos más o menos sensibles a los problemas medioambientales y/o sociales, pero, en su mayoría, no se atreven a cuestionar el modelo actual de desarrollo económico. A lo sumo, hablan de un crecimiento sostenible. Pero el problema es que el crecimiento y la sostenibilidad son, como todos sabemos, incompatibles. La única vía posible de alternativa es el biorregionalismo, que poco tiene que ver con los partidos nacionalistas al uso, porque el biorregionalismo conlleva una descentralización absoluta y radical. La fórmula tendría más que ver con un mundo organizado en base a pequeñas comarcas autogestionadas que con los sistemas nacionalistas convencionales.
9.   Tecnología. La tecnología no es neutral. La tecnología apuesta por el desarrollo económico y la dictadura tecnocientífica. La tecnología y la ciencia han creado una nueva religión, cuyos dogmas son “enchufados” a la población a través de los medios de comunicación de masas. Evidentemente, en la actualidad, en un lugar como España, sería muy difícil volver a ser cazadores-recolectores y vivir completamente de espaldas a la sociedad tecnológica. Sin embargo, sí hay diferentes estadios… de integración en el mundo tecnológico. Con determinados hábitos de consumo, de vida, con determinadas elecciones diarias, podemos sabotear el mundo tecnológico y las empresas, los estados, los ejércitos, las máquinas… que se encuentran detrás de ellos. Por un lado, sin llegar a posiciones de ludismos radicales, es conveniente vivir lo más alejado del sistema tecnológico, que es destructor de la Naturaleza y de las sociedad humanas. Y, por otro lado, conviene fomentar las tecnologías más artesanales, de escala humana, sometidas a un control social, fácil, asequible y directo. Sin necesidad de llegar a convertirnos en amish, es posible encaminar nuestra vida hacia formas de vivir menos adictas al mundo tecnológico. O, al menos, a la parte más demencial y aberrante del universo tecnológico actual.
10.Espiritualidad. El futuro será espiritual o, simplemente, no habrá futuro. El estudio de las confesiones tradicionales que han vivido en Gaia nos puede servir de inspiración. Este gran cambio de paradigma que conlleva el decrecimiento económico sólo es posible en el marco de un cambio de paradigma holístico mucho más profundo, que incluya el mundo espiritual. Contener los deseos y los apegos consumistas, si hablamos de miles de millones de personas, es imposible hacerlo sin tener en cuenta la sabiduría que emana de los libros sagrados y de las culturas orales de las diferentes tradiciones del mundo (ojo, no confundáis la Tradición Primordial con gurus de rebajas, ni con las jerarquías eclesiásticas más apegadas a las formas que a las esencias, ni con tradiciones populares aberrantes que no fueron jamás recomendadas por ningún hombre o mujer santos). Cada tradición, o cada maestrillo, tienen su librillo. Ahí hay claves que necesitamos comprender y, luego, asimilar, para dar pasos hacia una sociedad digna, justa, libre y bella y en armonía con la Naturaleza y el Cosmos. Nota importante: una vida de bajo consumo no lleva consigo, necesariamente, una vida de vacío espiritual y emocional sino que, al contrario, la vida sencilla conduce, o puede conducir, a una vida más intensa en lo espiritual, de la misma manera que, en buena medida, el consumo compulsivo tiene por objetivo llenar el vacío espiritual de la sociedad contemporánea.

La pérdida del mundo y de la carne [1]
Ivan Illich
Bremen (Alemania), 5 de diciembre de 2002.
En otro tiempo, al morir, se abandonaba el mundo. Pero hasta entonces, se había estado en él. Ambos pertenecemos a la generación de aquellos que aún habían «llegado al mundo» y que a pesar de ello viven ahora bajo la amenaza de morir sin suelo[2]. Al contrario que los miembros de todas las otras generaciones, hemos vivido la ruptura con el mundo.
El renunciante[3] tomaba el báculo de peregrino y echaba a andar hacia Santiago de Compostela. Podía pedir stabilitas[4] en la puerta de un monasterio o juntarse con los leprosos.
En el mundo ruso, como en el mundo griego, existía la posibilidad de volverse, no monje, sino loco y de vivir de gorra haciendo de bufón en el atrio de la iglesia con los mendigos y los perros. Pero incluso para estos fugitivos extremos del mundo, éste era siempre el marco sensorial de su existencia pasajera. El mundo seguía siendo una tentación, precisamente para aquel que pretendía renunciar a él. La mayor parte de los que pretendían abandonar el mundo se sorprendían a sí mismos haciendo trampas. La historia de la tradición ascética cristiana es la de un heroico intento de honestidad en la renuncia a un mundo al cual cada fibra del asceta quedaba pegada. A la hora de sentir que moría, mi tío Alberto pidió que le sirvieran el Vin Santo puesto en botella el año de su nacimiento.
Hoy, es distinto. La historia bimilenaria de la Europa cristiana pertenece al pasado. Aquel mundo en el cual aún nació nuestra generación se esfumó. Se ha vuelto impalpable, no solamente para los más jóvenes, sino también para nosotros, los viejos. Por cierto, los ancianos siempre se han acordado de mejores tiempos, pero no es razón suficiente, para nosotros que estábamos aquí antes de los regímenes de Stalin, de Roosevelt, de Hitler y de Franco, para olvidar la despedida que hemos vivido.
Recuerdo el día en que envejecí de golpe para siempre. Nunca olvidaré las negras nubes de marzo en el sol del atardecer, ni los viñedos de la Sammerheide entre Pötzleinsdorf y Salmannsdorf cerca de Viena, dos días antes del Anschluss (annexión de Austria por Hitler). Hasta ese momento me había parecido evidente que un día engendraría hijos para habitar la vieja torre familiar en aquella isla dálmata. Desde ese paseo solitario, me pareció imposible. El desempotramiento[5] del cuerpo fuera de la trama de la historia lo viví a la edad de doce años, aún antes de que la orden de gasear a los locos del Reich viniera de Berlín.
El poder hablar juntos de esta ruptura en la experiencia del mundo y de la muerte es un privilegio de la generación que conoció el antes. Hellmut, creo que me dirijo a alguien que sabe de qué hablo. El destino hizo de mi, muy joven, el colega, el consejero y el amigo de mujeres y hombres nacidos varios decenios antes que yo. Aprendí así a dejarme edificar y formar por gente que era demasiado vieja para haber podido conocer esta experiencia de desencarnación. Por otra parte, nuestros alumnos son todos hijos de la época de después de Guernica, Leipzig, Belsen y Los Álamos. El genocidio y el proyecto Genoma, la muerte de los bosques y la hidroponía, el injerto cardiaco y el medicidio pagado por la Seguridad Social son igualmente insípidos, inodoros, inasequibles y exteriores al mundo.
La parodia de fiestas del Adviento en torno al cadáver de Erlangen[6] celebra la inhumanidad de un mundo privado de suelo[7]. Nosotros, que somos lo suficientemente viejos y lo suficientemente jóvenes por haber vivido el fin de la naturaleza y el fin de un mundo en armonía con los sentidos, deberíamos ser capaces de morir como ningún otro.
Lo que fue puede recaer en polvo. Lo pasado puede ser recordado. Paul Celan[8] sabía que, del mundo que hemos conocido, sólo queda humo. La aparición del virtual drive de las computadoras me proporcionó un emblema para un modo de ser-borrado- para-siempre comparable al desvanecimiento del mundo y de la carne. La adhesión háptica al mundo[9] no yace enterrada bajo capas de escombros en las profundidades del suelo. Desapareció, como una línea borrada de la computadora.
Por eso, nosotros los setentones somos testigos únicos que guardamos en la memoria, no sólo nombres, sino también modos de percibir que ya nadie conoce. Sin embargo, muchos de aquellos que vivieron la ruptura fueron quebrados ellos mismos. Conozco a algunos que han roto voluntariamente el hilo que los enlazaba a la existencia de antes de la bomba atómica, de Auschwitz y del SIDA. A medio camino de su existencia, se han transformado hasta el tuétano en viejos verdes (en español en el original) que se comportan como si aún pudiera haber padres en un Sistema a punto de volverse un show realizable[10]. Lo que en el Tercer Reich era todavía propaganda y podía ser arañado por el rumor público, se vende hoy como menú de computadora o como seguro, como consulta a los estudiantes, trabajo de luto[11], terapias anticancerosas o terapia de grupo para los que quedan. Nosotros, los viejos, pertenecemos a la generación de los pioneros de este sinsentido. Somos los sobrevivientes de la generación por culpa de la cual el Desarrollo, la Comunicación y los Servicios se han convertido en necesidades universales. La desencarnación enajenante, la pérdida de los sentidos, que es pérdida del mundo[12], y la impotencia programada que hemos propagado son abominaciones. Rebasan en profundidad y en altura las masas de desechos que las nuevas generaciones acumulan en las entrañas de la tierra y lanzan a la atmósfera. Ya desempeñábamos puestos clave cuando la televisión escamoteó lo cotidiano. En cuanto a mí, me prodigué para asegurar que, ventee o llueva, los programas educativos de la radio universitaria sean recibidos en cada pueblo de Puerto Rico. Para entonces, ignoraba aún cuánto iba a reducir esto el radio de los sentidos y a atascar el horizonte. No podía adivinar que pronto, los pronósticos meteorológicos televisados de la noche iban a desteñir sobre la primera mirada matutina por la ventana. Durante varios decenios, traté a la ligera, sin escandalizarme, abstracciones engañosas como «mil millones de seres humanos en una campana de Gauss». Desde el mes de enero de este año, mis cuentas bancarias me llegan ornamentadas con diagramas en columnas para permitirme comparar de una sola mirada mis gastos de escritorio con mis egresos de cantina. Centenas de minúsculas informaciones, amabilidades administrativas y consejos profesionales que se quieren congraciar conmigo reinterpretan mi condicio humana. Hellmut, cuando, hace más de veinte años, tú y yo hablábamos del tema de la educación a perpetuidad, no me podía imaginar cuán insidiosamente - smooth and slick - el proyecto educativo iba a permear la vida cotidiana.
La realidad sensorial está cada vez más recubierta por mandos programados de ver, oír, saborear. La educación para la supervivencia en un mundo artificial[13] empieza en los primeros libros de texto escolares, cuyos escritos se reducen a ser modos de empleo de recuadros gráficos y termina en la dócil aceptación por los moribundos de no juzgar su estado más que por los resultados de las pruebas de laboratorio. Entidades abstractas alborotadoras y colonizadoras del alma han recubierto la percepción del mundo como un acolchado de plástico. Lo noto cuando hablo de la resurrección de los muertos con jóvenes: su dificultad no viene de una falta de confianza, sino del carácter desencarnado de sus percepciones, en un modo de vida en constante distracción de la carne.
En un mundo hostil a la muerte, tú y yo ya no nos preparamos a que «la muerte nos recoja», pero sí, todavía, a una muerte intransitiva [14] . En la ocasión de tu septuagésimo aniversario, celebremos la amistad que nos permite alabar a Dios por la realidad sensible del mundo a través de nuestra despedida de ésta.

Notas
[1]: Este bello texto de Ivan Illich sobre la muerte era originalmente una carta de aniversario a su amigo Hellmut Becker, director del Instituto Max Plank para la Investigación en Educación de Berlín. Se leyó en el entierro de Ivan Illich en Bremen, el 5 de diciembre de 2002. La revista Freitag de esta ciudad la publicó en su edición del 13 de diciembre de 2002.
Publicación en alemán: Illich, Ivan  (1993)   «Welt - abhanden»,  Ivan Illich  (2002) «Verlust von Welt und Fleisch»,   Freitag, 51, 13-12-2002, S. 18.
[Las notas al pie corresponden a la traducción realizada por Valentina Borremans y Jean Robert (amigo íntimo y colaborador de Illich). N. de E.]
[2]: Bodenlos: literalmente, sin suelo, sin fondo como se dice de un abismo. 
[3]: Aussteiger, del verbo aussteigen, salir, bajar, por ejemplo de un tren: aquel que «sale del siglo» a la manera de los monjes medievales o renuncia al mundo como los sanyasis de India. Cf Weltflüchtling: el que huye el mundo. 
[4]: Stabilitas: allusión al concepto medieval de peregrinatio in stabilitate. 
[5]: Ausbettung: una palabra que se buscaría en vano en un diccionario. Intento de encontrar un equivalente alemán a la palabra inglesa disembedding acuñada por Karl Polanyi, autor de La Gran Transformación, del cual Ivan es en cierta medida el alumno. En su magnífico prefacio a La Grande Transformation, Louis Dumont propone las traducciones «desincrustación», «desencastramiento» , «desempotramiento» . 
[6]: Die Adsventsfeier um die Erlanger Leiche: allusión a un hecho siniestro: en 1991 o 1992, en la ciudad de Erlangen, una mujer embarazada sufrió un accidente que la dejó en estado de muerte cerebral. Los médicos quisieron llevar a término el embarazo de este cadáver conectado a una máquina de supervivencia artificial. Por su lado, los periodistas transformaron la espera en grotesco Adviento mediático. El fruto de las entrañas de la muerta nació muerto. 
[7]: Der weltlose Unmensch: el inhumano sin mundo; la expresión no deja de evocar el diccionario del `Unmensch', pequeño manual de desnazificación del idioma alemán contra el cual Paul Celan protestó con toda su fuerza poética. 
[8]: Paul Celan (anagrama de su verdadero nombre), nacido en Cernowicz en Bukarina en una familia judía que había conservado piadosamente el alemán clásico. Profesor de instituto en Francia, Celan renovaba de noche la poesía alemana. 
[9]: Die Welthafte an der Welt: propongo «adhesión háptica al mundo», en parte seducido por la proximidad etimológica de haften (del alemán: estar pegado, ser inherente a) y de haptein (del griego clásico: tocar, unir, crear una relación, un vínculo para curar, retornar a la integridad). 
[10]: Das «zur machbaren Show gewordene System»: alusión a la idea de los «regímenes escópicos»: desde William Hunter, el mundo moderno habría abandonado los regímenes escópicos de la imagen y habría entrado al régimen escópico del show. Por otra parte, el mundo de la tecnología, dominado hasta fechas recientes por los profesionales, se estaría transmutando en Sistema, en el cual los «gentiles consejeros» y los «gentiles facilitadores» se encargarían de transformarte dulcemente en subsistema administrable. Cuando murió Ivan, Sajay, Silja y otros trabajábamos sobre el tema de esta transición de la edad de la tecnología a la época de los sistemas. La expresión comentada aquí condensa las dos ideas. 
[11]: Trauerarbeit: un ejemplo de aquella «criminalidad lingüística» que Ivan practicaba a veces. «Trabajo de luto» es una pobre traducción. En inglés existe el monstruoso «bereavement counselor», el professional del luto. Hay aquí un dejo de ironía hacia la Sra Kübler-Ross. Otro acto de «criminalidad lingüística» consistió en revelar la proximidad etimológica de krieg, la guerra y de kriegen, recibir. Dando un salto sobre la barrera de las lenguas, se podría decir: «the go-getter is `ein Krieger'». El «trabajo de luto» es un espécimen de trabajo fantasma. 
[12]: Die weltenfremdende Entsinnlichung: la pérdida de los sentidos y del sentido que enajena del mundo. 
[13]: Die Erziehung zum unwirklichen Machwerk: la educación de la cosa hecha irreal, es decir de los productos de la factibilidad técnica ilimitada. 
[14]: Der intransitive Tod: caminar es el ejemplo de un verbo intransitivo: no admite complemento directo, no puedo «ser caminado». Al contrario, transportar es el ejemplo de un verbo transitivo. ¿Morir es intransitivo o transitivo?

Nosotros, el Sur


Sergio Daniel Verzeñassi
Foro Ecologista  de Paraná
Publicado en “El Diario” de Paraná, en agosto de 2000

La seductora invitación al “desarrollo económico” en los actuales términos planteados, en realidad es un verdadero chantaje criminal a la pobreza. Cada gran obra que anuncia trabajo y crecimiento en estas latitudes, al poco tiempo evidencian la irrealidad del sueño prometido, al menos para los que realmente eran los necesitados de mejoras. No existen grandes obras que aprueben el exámen de mejoradores de la vida de una región. Todas son profundizadoras de las realidades a las que supuestamente se proponían transformar.
El puente Paraná- Santa Fe es otra puesta en escena de la estrategia preparada al comienzo de la década en aquellos lugares del norte,  donde se decide demasiado la suerte de los otros. Entonces se anunció que el planeta debía reordenar sus zonas infectadas de inmundicias químicas y deshechos industriales. El primer mundo trasladaría sus industrias y producciones agropecuarias sostenidas con agroquímicos hacia el tercer mundo. Al fin de cuentas, según dijeron sin avergonzarse, no era económico enfermar seres humanos tan valiosos, tan caros, como ellos. En este modelo de derroches groseros, quienes tanto gastan, tanto valen. Por eso la enfermedad y muerte de habitantes de zonas empobrecidas como la nuestra, era económicamente hablando, más convincente para las cuentas y cálculos de algunos expertos de lo que hoy llaman economía. Esa fue la argumentación básica del llamado Memorandun Summers, realizado por el asesor del Banco Mundial, Lawrence Summers, en noviembre de 1991. Y no se mantuvo en secreto; no hubo vergüenzas en ser descubiertos. Se publicó en The New York Time y en The Economist. En “El Diario”  de Paraná, el 5 de febrero de 1992. Para muy pocos fue razón para actuar. Era una decisión política del más alto vuelo, y de profunda significación para nuestras vidas, y muertes. Sin embargo no mereció rango para la discusión y eventual acción de los hombres políticos de entonces ni de ahora. Tal vez por esa omisión o descuido, hoy con tanta soltura de cuerpo se planteen enormidades, como “Corredor bioceánico”, puente “Paraná- Santa Fe”, hidrovía “ Paraná- Paraguay”, represas hidroeléctricas, puentes “Rosario- Victoria”, “Resistencia- Corrientes”, “Buenos Aires – Colonia “, cultivos transgénicos, Ley de explotación minera sobre frontera argentino- chilena, nuevas producciones industriales de plásticos, fertilizantes, pastas de celulosa; eliminación de bosques autóctonos y selvas vírgenes para la implantación de forestaciones degradantes de suelos. Embriagados de desarrollo ajeno disfrazado como propio, a expensas de nuestras condiciones para la vida que de veras necesitamos, nuestros representantes parecieran no advertirse de la gravedad de estos temas  en estos tiempos.
Resulta difícil entender a quienes públicamente se opusieron a la Represa del Paraná Medio, oficiando de impulsores de estas obras. Con el interés que evidencian por este tipo de “desarrollo propuesto”desde aquellas latitudes del norte, no será extraño que cuando quieran volver a la carga con el proyecto anti-río los globalizadores de la anti-vida, nos sorprenda el “giro y me acomodo”de algunos nombres y apellidos que en el ’97, semanas antes del apremiante octubre electoral de entonces, aceptaron decir “no a la represa”. Algunos, oportunos y advertidos, hasta se peinaron para las fotos. No era convicción sino imagen lo que pusieron en juego.
Es verdad que son tiempos con hipocresías habituales. A quienes lucran con el “oficio de hacer política” no se les puede pedir por ahora, andares diferentes. El recital depende del sonido que agrada. Pero los que tendremos que afrontar los efectos “sin hacernos los otros para pasarla mejor”, estamos obligados a saber y difundir cuanto podamos. En no más de cinco años se escribirán páginas en la vida de nuestros pueblos que nos determinarán los cien años que siguen. La nuestra puede ser la historia de la vida que reacciona, o de la muerte que nos tomó sin darnos cuenta. Sin dramatismo. Pero es así, sin más ni menos.
Esta es la política que no se discute, que no se habla, que no aparece en programas ni plataformas. Pero éstos son en realidad los temas que ocupan las  agendas de los que mezclan, cortan y dan en el mundo. ¿Quién procesa los recursos del planeta?, ¿quién se los adueña? ¿Dónde se trabajará al costo inevitable del medio ambiente?¿Cuáles son las nuevas geografías productivas desertizadas, polucionadas, y dónde seguirán yendo las ganancias?
Los países que en la década del ‘50 fueron punteros industriales, y con eso se tapizaron de dineros, al cabo de 20 años de actividad comenzaron a pagar las consecuencias ambientales con enfermedades congénitas y degenerativas, por agua, aire y suelos enfermos. No es casual que la primera Cumbre de la Tierra, la de Estocolmo, haya sido en 1972. Alrededor de 20 años es el tiempo de instalación y aparición de cuadros y signos en las enfermedades que reconocen su origen en el agua, el aire y los alimentos de la tierra enferma. En términos epidemiológicos, éstos son los tiempos que se mencionan. Y la preocupación no demora las búsquedas para aquéllos, no solo por su entendimiento del peligro de la vida misma, sino por la proyección del gasto en salud que comprendieron. Para las primeras décadas del 2000, EE.UU. de no modificar las causales identificadas de sus enfermedades, comprometía seriamente su economía en atenderlas. La campaña anti-tabaco es elocuente de esta decisión política. Europa por su lado, había sufrido accidentes ambientales como el derrame de Basilea, que arriesgó el abastecimiento de agua de los alemanes en 1987, y que fueron alertas más que suficientes para apuntar al cambio necesario. Había que seguir siendo productores, pero en otras latitudes. La llamaron “la inmaterialidad del desarrollo”. Desarrollados, pero sin gestionar con recursos de manera directa, en las inmediaciones del territorio para vivir. Donde se cocina y se come, no se va al baño ni se tira la basura.
Con el mundo planteado de esta forma, no era improbable ni tan difícil hablar en nuestro país de “revoluciones productivas”, y asegurar que en ese camino “no se iba a defraudar”; esa es la historia sin descubrirse aún, que acabamos de pasar pero no del todo. Los proyectos del mundo son  de producciones globales desde estos lugares nuestros, hacia aquellos otros. Quienes tanto repudiaron la gestión anterior, hoy nos anuncian que la historia sigue con la etapa que viene, y que ellos encarnan. No era la oposición a este Nuevo Libro Negro de las Indias lo que se plantearon, sino al capítulo “non sancto” de la misma, “la corrupción”, y que es inevitable a la hora de la enajenación de los recursos de una  región. Y para los coimeros del planeta, el “saco y me llevo” de los “rateros sudacas” ya era suficiente. Los nuevos dueños no admiten tantos vueltos guardados, ni socios menores.
 Por eso es cierto el crecimiento del P.B.I. que alardea el gobierno en la etapa Menem; el aumento del consumo de energía en Argentina, es cierto. Salvo altibajos que pueden sorprender y perjudicar a algunos, pero que muy bien preparan otros, el aumento de ventas de automóviles es cierto. El aumento de la captura pesquera, que en la campaña electoral del `95 se presentaba como una de las metas logradas por la gestión del que iba por la reelección, era cierta; tan cierta, que los inadvertidos opositores de entonces, que relativizaban o negaban dichas publicidades, hoy gobierno, han debido disponer la actual veda a la pesca marítima por la amenaza de extinción de la merluza de nuestro mar Argentino. El “boom” de la inversión extranjera es cierto. ¡Y lo que viene también es cierto! El corrimiento de las fronteras agropecuarias con liderazgo mundial en la producción y procesamiento de la soja transgénica, y el correspondiente uso de su herbicida glifosato,  es cierto. Lo que debería agregarse a estos informes entusiastas, son los estudios que se están realizando en los EE.UU. y Europa sobre los posibles vínculos entre dicho herbicida y el alarmante incremento de linfomas Hodkin, no-Hodkin y leucemias. En la provincia de Misiones se estudia lo mismo. Allí  se agregan a la lista de las posibles vinculaciones halladas, los labios leporinos, paladares interrumpidos y mielomeningocele, o espinas bífidas. En nuestra provincia, oncólogos, neurólogos y odontólogos advierten con no poca  preocupación, el aumento de pacientes con los mismos o muy similares cuadros.
En marzo de 1996, a la semana del anuncio del proyecto Paraná Medio, se realizó en Buenos Aires la reunión anual de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La conclusión mayor, que mereció titulares y anunciada por su presidente  Enrique Iglesias fue: “hay que invertir en América Latina, por diez años, a razón de 15 a 20 mil millones de dólares anuales, en infraestructuras de energía, transporte, comunicaciones, y saneamiento”. En esa reunión estuvo Lawrence Summers, el que recomendó trasladar las industrias y producciones contaminantes al tercer mundo, en  noviembre del `91.
Esa es la verdadera historia y sus porqué. Por eso en Energía: Paraná Medio, Corpus, Garabí; en Transportes: Hidrovía, Corredores Bioceánicos, puertos y centros de transferencias de cargas; en Comunicaciones: tantas como las necesarias para la intensidad del comercio y la producción planteadas, y sobre todo con internacionales facilitadas; y en Saneamiento: el negocio de “limpiar los nuevos espacios a ensuciar ”, “mitigación de efectos indeseados”que le dicen, que emerge como uno de los nuevos grandes negocios.
¿Es tan difícil entender que estamos en camino equivocado?         ¿Hay tiempos para apostar “a ver que sale”? Si la cuestión es mirar afuera, si no se confía en la cabeza propia, ¿porqué en vez de escuchar lo que dicen estos señores del dinero del mundo, no se pone atención a lo que se dicen a ellos mismos y lo que están haciendo  para  recuperar sus condiciones medioambientales perdidas, las de sus tierras, las de sus casas, en donde viven y piensan seguir viviendo con sus familias?
A las pocas semanas de asumir, nuestro Presidente se reunió con el Secretario del Tesoro norteamericano. Y a los pocos días, nos enteramos que existirían nuevos Ministerios. Uno de ellos: Infraestructuras.
Los Recursos Hídricos, antes dependientes de la mal llevada Secretaría de Medio Ambiente, pasaron a dicho Ministerio. Nuestro río Paraná ya no será el eje de un ecosistema vital, de biodiversidad compleja y aún desconocida, capaz de mantener la existencia de la región más poblada del país con su propia economía natural en producción. Su destino en las agendas de ahora en más, será el de las infraestructuras de Energía y Transporte, léase: Represas e Hidrovía. Tal vez por eso, dicho Ministerio publicó un Espacio de Publicidad la última semana de mayo de 2000 referida al  recurso Agua, representándolo con la fotografía de una represa.
El visitante Secretario norteamericano fue el mismísimo Lawrence Summers. No hubo una sola voz que le reclamase por el destino asignado a los americanos al sur del río Bravo. Y no es que faltaron voces por no saber hablar. Las culpas y disculpas, corruptos y anti-corruptos, oficiales y opositores, los “nos fuimos” y los “recién llegamos”, “dejamos” y “encontramos”, siguen hablando. Se habla de todo, menos de este juego terrible y perverso que nos han preparado los desarrollados del mundo, ésto de fabricar el hambre primero y ofrecer mesas después, con manteles y platos tóxicos, responsables de catástrofes sanitarias ya conocidas en el hemisferio Norte.
Mientras gobierno y oposición intercambian roles y discursos, y austeros se transforman en “no tanto”, y los “no tanto”se hacen austeros, se afilan los dragados que faciliten sacar la soja del Matto-Grosso modificado, del Pantanal brasileño- paraguayo que sucumbe a los incendios y motosierras; se sigue adelante con la Hidrovía que mejora la sobreexplotación minera boliviana, que envenena nuestro río Bermejo, nuestro río Pilcomayo, el propio Paraguay , y el Paraná; sigue adelante el productivismo global de Mercosures rentables, con vinculaciones bioceánicas, los “Canal de Panamá”del nuevo siglo.
Dura historia la que nos ha tocado. Como dice Benedetti, y canta Serrat, la gesta invasora del Norte le ordena la mirada al Sur. A pesar de ello, son muchos más de lo que parecen, los que sienten el derecho y la necesidad de reclamar que el Sur, también existe.
ANDAR NUEVOS CAMINOS…SIN OLVIDAR EL ANTERIOR
Por Sergio Daniel Verzeñassi
 “Entre quienes deben decidir si se construirá una calle, una usina o una fábrica que destruirá para siempre la belleza de todo un amplio paisaje, las consideraciones estéticas no juegan papel alguno. Desde el intendente de una pequeña comunidad hasta el ministro de economía de un gran Estado, existe total unanimidad de criterios en cuanto a que la belleza natural no merece sacrificio alguno de orden económico – ni tampoco político. Los escasos científicos y defensores de la naturaleza que tienen los ojos abiertos para ver la desgracia que se aproxima carecen completamente de poder. Algunos de los terrenos allá arriba a la vera del bosque aumentarán sus precios de venta si hay una calle que conduce hacia ellos, y así el encantador arroyuelo que serpentea a través del pueblo resultará entubado, enterrado y tapado, con lo cual el hermoso camino del pueblo terminará convirtiéndose en una horrenda calle de los suburbios de la ciudad.”
 (Konrad Lorenz....”Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada”)
La Dra. Rauni Kilde, ex Ministra de Sanidad de Finlandia, ha señalado a la muy difundida pandemia de la Gripe A, como una estrategia de guerras demográficas disimuladas, diciendo sin ambigüedades:
“… la meta de la que he leído, de la “Elite”, si puedo usar esa palabra, es la de reducir nuestra población en el planeta Tierra en al menos dos tercios, quizá incluso 5 billones;… No es la gripe porcina lo que es peligroso. Son las vacunaciones... detrás de todo ello está el reducir la población mundial, porque es muy tóxico…y para meter millones y millones en los bolsillos de aquellos que las saquen (los que produzcan la vacuna). …Rumsfeld ( Donald ) es propietario también de una de las grandes compañías farmacéuticas,...y desde que quieren reducir la población, han empezado a decir que los críos y las mujeres embarazadas son los primeros (a vacunación obligatoria en una pandemia grado 6)…Eliminar la próxima generación….. El objetivo es deshacerse de tanta gente como sea posible….En la reunión de los Bilderberg, -el 14 ó 15 de Mayo, este año 2009-, en Hellas, casi hubo una división, cuando estaban discutiendo esto. Y puedo bien imaginar que la gente que normalmente asiste, no siempre está de acuerdo con el plan del Sr. Kissinger para eliminar a una gran parte de la población mundial…” (1)
Por otro lado, la austríaca Jane Bürgermeister ha iniciado una causa penal contra el laboratorio Baxter International, y señalado a la Organización Mundial de la Salud como partícipe en presunta complicidad, indicando que sería parte de un mismo objetivo de limitación demográfica mundial, por debilitamiento inmunológico de quienes sean inoculados con la misma vacuna. Señala esta mujer,-con un coraje ignorado por el mundo-, un hecho criminal del mismo Laboratorio, que aún estando advertido, en el año 2006, distribuyeron hemoderivados con VIH y hepatitis C entre miles de pacientes adultos y niños europeos.(2)
 Otro tanto de inciertos, -o muy ciertos según se mire-, ocurre con los alimentos producidos con organismos modificados en su genética, que se comercializan libres de avisos ni señales. Los “lobbystas” de las empresas biotecnológicas, atentos a cualquier intento que pretenda legislar el etiquetado obligatorio, lo bloquean y desaparece.
La misma Dra. Rauni Kilde agrega, “…ya conoces a las compañías americanas- pero con comida genéticamente modificada y cosas así,  no sabemos y nadie sabe qué va a ocurrir...porque ellos experimentan con un largo alcance y no sabemos lo que ocurrirá en un año o en veinte años,…así como no sabemos qué ocurre, -aunque empezamos a saberlo ahora-, con los teléfonos móviles de aquí a veinte años. Ya sabes, causan tumores cerebrales, ceguera y sordera y cáncer y lo que sea... es algo totalmente, totalmente conocido ahora.”
La nueva llegada de Wal Mart a Paraná no es una noticia comercial. Ni tendrá como consecuencias el desplazamiento de los almacenes barriales. Ni es la “competencia leal para la atracción de inversiones” que le asigna algún distraído presidente local de un partido político (3) a este gigante devorador de la comercialización masiva del mundo. Denunciada como una de las empresas de mayor responsabilidad en la explotación del trabajo infantil en el planeta, Wal Mart se encuentra en la etapa final de un movimiento estratégico para alcanzar la exclusividad  del comercio alimentario en los países de América Latina. Viene a terminar de cerrar la operación de compra-hostil a Carrefour. Noticias que anuncian un día y desmienten al siguiente, son ruidos que piedras traen.(4) El objetivo es el dominio de la distribución de alimentos. Alimentos producidos con organismos genéticamente modificados. Se ha decidido consolidar el “no control” de lo que ingerimos; ni permitir la competencia de producciones locales. Vienen a impedir posibles comercios demandantes de lo local. La localía, el vecindario, los “entre nosotros”, los que saludan al llegar, esa es la “resistencia” que se pretende eliminar.
Wal Mart es el mundo globalizado. Es la Organización Mundial de Comercio.
Walt Mart es el Consenso de Washington con sus claros objetivos: privatizar el mundo. Privatizar la vida. Consumar la barbarie de la homogenización cultural global. El empobrecimiento económico, político, social y cultural de millones, disfrazado de colores, luces y góndolas del “compre mucho”. Lo necesario, y lo que no. Como dijera eufórico el gerente de uno de los primeros supermercados en arribos por aquellos años terribles de la década anterior: ”Es increíble lo que se puede hacer comprar a la gente en estos espacios, sin que lo necesiten…”. Y a precios bajos. El desconocido alto costo de los precios bajos.
Wal Mart viene a completar el circuito iniciado por Monsanto en los desiertos verdes del modelo agrícola. El modelo de los transgénicos y glifosatos, endosulfanes, gramoxones y surfactantes temibles y arrasadores. Viene a legitimar mediante imposición alimentaria, la “República Unida de la Soja”, aquella famosa publicidad de Syngenta. Viene a comercializar los granos alterados de Monsanto, sin cuestionamientos ni exigencias de etiquetas indicadoras de transgénesis en nuestros alimentos.
Las góndolas del hiper-supermercadismo alejan y dificultan la soberanía alimentaria; ahogan y eliminan la producción y comercialización local, barrial, de vecinos, de amigos. Viene a dificultar los comienzos de la naciente “economía del abrazo” como la define Paco Puche, la “economía del amor”, la economía “que tiene que ver con la mayor o menor felicidad que aporta al conjunto de la población”. La economía de la amistad y las confianzas mutuas. (5) Así es que los cierres de comercios barriales no serán una consecuencia más de esta nueva llegada. Vienen para eso. Es la razón principal.
Wal Mart es eliminación de competidores en la comercialización masiva de alimentos. Monsanto es la producción masiva de transgénicos. Y es el control de las semillas del mundo.
Estas llegadas son el modelo de “el mundo según Henry Kissinger”. Es el mundo ordenado por los mandantes de los Bush; y  los Rumsfeld.
Wal Mart es una estrategia de ocupación territorial. Desde la dominación alimentaria. Como avisa la ex ministra de salud de Finlandia, la Dra Rauni Kilde. Hay un plan de eliminación de población mundial. Los alcances para la salud humana de los alimentos transgénicos no han sido probados. Monsanto ha logrado sortear los controles de sus productos y cultivos, con una escandalosa práctica de “dobles funcionarios”, que se desempeñan en las agencias de reglamentaciones de los EE.UU. y son al mismo tiempo directivos de la empresa. La llamada política de la “puerta giratoria” o “revolving doors”. En “El mundo según Monsanto”, Marie Monique Robin muestra documentando, la impunidad con que se manejan las aprobaciones de productos que luego se ofrecen como insumos de producción agrícola, o como alimentos transgénicos. George Bush como presidente de los EE.UU., ha sido un “lobbista” principal de Monsanto para dichas aprobaciones. Donald Rumsfeld, el ex Secretario de guerra norteamericano, fue presidente de Searle, del grupo Monsanto. Ann Veneman, Secretaria de Agricultura de Bush, fue integrante del directorio de Calgene Pharmaceuticals, adquirida por Monsanto. Y así, una lista para no ignorar al momento de entender el tema de las aprobaciones.
La política mundial de los alimentos es un arma de control demográfico. La producción de alimentos y su comercialización, son una para la otra. No habrá Monsanto sin Wal Mart, ni política de control de la alimentación mundial  sin ambos.
Esa es la nueva llegada de Wal Mart.
Además de ahogar a los almacenes de esquinas y barriales, viene a no dejar alternativa de consumo para los alimentos transgénicos de Monsanto. Es un objetivo de alto significado político.
Para incorporarnos al mundo en venta, y gestar el endeudamiento fraudulento de la década infame de los años ‘70”, en marzo de 1.976, se violentó la vida institucional. José Alfredo Martínez de Hoz fue Ministro de Economía de la tragedia y el terror en Argentina. Desde entonces, ese tramado agobiante y perverso, continúa dando algunos de sus frutos pretendidos.
“El neoliberalismo es un arma de conquista. Anuncia un fatalismo económico contra el cual toda resistencia parece vana. El neoliberalismo es como el SIDA: destruye el sistema inmunitario de sus víctimas.
En realidad el fatalismo de las leyes económicas oculta una política paradójica, pues se trata de una política de la despolitización.” (6)
Cada año, desde el retorno de la democracia, en la semana de la identidad y la memoria., algunos “olvidos” que habilitan llegadas de Wal Mart y Monsanto,  recuerdan y repiten  “Nunca Mas”. Paradojal muestra de inmunodeficiencia política.
El 16 de mayo de 1997, el presidente Clinton pidió “perdón” a 400 “cobayos humanos” portadores de sífilis que no recibieron tratamiento.  Nunca les dieron la penicilina necesaria. El objetivo era observarlos y registrar qué ocurría con la enfermedad, cuando no era tratada. Todos eran negros. Para convencerlos, les ofrecieron comida y transportarlos gratis  los días en que los estudiaban y “medicaban”. 40 de ellos contagiaron a sus esposas. 28 murieron por la enfermedad, y 100 hicieron complicaciones secundarias. (7)
¿Cuántos de estos “ensayos” se realizan en el mundo actual, a escala territorial?
De esos escenarios reales, que ese mundo muestra sin rubor ni disimulo, -lo que los hace mas graves aún por su cinismo-, ¿cuánto consideran nuestros gobiernos para la decisión de cómo habitar y territorializar  la ciudad?¿Qué se sabe, qué se intercambia y reflexiona en el Consejo Deliberante, en la Comisión de Código Urbano, en la Comisión Mixta de Turismo Municipal, o en las reuniones de las áreas ejecutivas municipales, cuando se autorizan instalaciones de comercios que tienen su decisión y definición política en los directorios de las corporaciones transnacionales?  
¿En qué piensan cuando se habilitan las llegadas de los Wal Mart? ¿O los cambios de  funcionalidad del Mercado Central por un Shopping?¿Cuál es el futuro del ecosistema que nos sostiene, en intervenciones de bordes costeros como la siempre amenazante propuesta termal, con derrames inevitables de aguas con salazones incompatibles?¿Cuál es el impacto sobre las poblaciones depuradoras y regeneradoras de faunas y floras vitales, las de los controles larvarios de vectores del dengue, la fiebre amarilla, o la malaria, entre tantas otras funciones sabidas o desconocidas aún?¿Cuál es la evaluación socio-ambiental de los bordes costeros?¿Qué falta para comprender la significación ecosistémica trascendente y el privilegio natural de nuestra ciudad con sus trazados de arroyos interiores, abiertos, despejados de basuras, no entubados, ni mugrientos y abandonados como se han permitido dejarlos?¿Cómo se entiende el abandono del Parque Nuevo, si no es desde la sospecha de una actitud premeditada, que busca la “licencia social”  para ofrecer emprendimientos seductores, diseñados por los negocios inmobiliarios sobre los espacios públicos, presentados en “powerpoint” animados y musicalizados, deslumbrando al “analfabetismo socioambiental”?
Celebrar la llegada a la ciudad de un Shopping, es un descuido. Mirando más en detalle, está ahí nomás del desatino. Si a ello se agrega que el lugar elegido es el viejo y extraordinario Mercado Central, y la concesión es por 30 años, es todavía mas serio. Son tiempos de crisis energéticas e hídricas mundiales y propias, y toda la precaución y cuidados a redescubrir para modificar los hábitos del consumo actual, es un imperativo de urgencias.
Estamos en tiempos de finales y emergencias por agotamientos.
Son los temas principales de las agendas del mundo.
“El objetivo es generar un proyecto de aspirancia para los segmentos de menor poder adquisitivo...hay segmentos masivos que van ciertos días,…y después los mas selectivos, los mas acotados…Un proyecto con un “aspiracional”(¿?) para los del medio,…y un sofisticado para que consuman los de mayor nivel.”
Un espacio de convivencias entre los que miran,…y aspiran a poder…y los que compran…porque pueden...en otros momentos, para evitar las molestias de tanta gente en el lugar.” (8)
¿Qué es eso? ¿Un aporte a la sociedad inclusiva? ¿Una propuesta de superación de las odiosas exclusiones y divisiones entre “los que están”…y aquellos que deben  creer que están?
¿Es deseable consolidar esta marcha del consumismo como anhelo y esperanza de felicidad social, que ya tiene final y está en “caminos de vuelta” en el planeta?
“Las raíces del consumismo pueden ser poco profundas y, por lo tanto, vulnerables, pero la acción individual y la simplicidad voluntaria no parecen ser medios capaces de desarraigarlo. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Excavar para extraerlo? Quizá la respuesta esté en la combinación de lo político y de lo personal. Para rejuvenecer la ética de la suficiencia debe emerger una masa crítica de individuos comprometidos con esa vida. Y si han de tener éxito, deberán equilibrar sus esfuerzos para cambiarse a sí mismos, con un programa audaz para modificar las leyes, las instituciones y los intereses que se benefician con el derroche.
Después de todo, los valores son creaciones sociales además de individuales, y solo son efectivos para restringir y orientar nuestra conducta, cuando los respalda la fuerza de las instituciones sociales.” (9)
El Mercado Central es un espacio extraordinario para las nuevas estrategias de consumos locales de producciones propias. Frutihortícolas orgánicas, libres de agrotóxicos, producidos en cinturones verdes periurbanos rescatados de la soja y los transgénicos. Y de lácteos controlados con pasteurizaciones en escala pequeña o mediana. Recuperar los tambos de proximidad. Las tecnologías ya existen. Estos son los anuncios de llegadas tecnológicas que deben estar en las políticas públicas de los tiempos que asoman. Son las tecnologías apropiadas, las propuestas por Schumacher en su “economía de la permanencia”.(10) Pescaderías y carnicerías de producciones locales. Hay que recuperar la agricultura de consumo alimentario urbano. Con hortalizas y frutas producidas con técnicas de “manejo integral de plagas”. Incorporar la ciudad al Movimiento Mundial por Alimentos Libres de Agrotóxicos. Alimentos seguros, con bajo impacto de traslados por demandas de combustibles.
“En un intento de luchar contra el transporte de larga distancia de alimentos, las comunidades de algunos países industriales están buscando maneras creativas de refortalecer las conexiones con los granjeros locales. Para esto refuerzan la noción de los pobladores de las ciudades de que están unidos al medio ambiente que habitan. Hay un nacimiento de los mercados de granja -comunes en el Tercer Mundo- en los países industrializados. Los mercados de granjeros acortan la distancia del campo a la mesa, y así, ahorran energía y reducen las necesidades de envases. También reducen los desperdicios de alimentos en una quinta parte, porque la gente no tiene problemas en comprar productos de forma o tamaño irregular a los granjeros, productos que rechazaría en los estantes estériles de un supermercado”(11)

Producir en el Sur, para consumos del Norte. Los cargueros “SuperPanamax” recorriendo miles de kilómetros con primeras marcas, es el proyecto de la OMC y las corporaciones. El cultivo de las necesidades es una empresa mundial de proporciones gigantescas. “Es nuestro trabajo hacer que la población sea infeliz con lo que tiene”, decía un director del departamento de publicidad de la Allies Store Corporation, hace cuarenta años. Es así como los traficantes de mensajes ofrecen ayuda a quienes nacen con las pestañas cortas y finas.” (12)
Pero los derroches y superfluos, son derechos adquiridos por el 15% de la población mundial que se engullen el 80% de los recursos, y producen otro tanto de residuos e inmundicias intratables. Esos son los presentes proyectados al futuro que se pretenden consolidar. Para eso nos precisan inadvertidos, entusiasmados en jugar a “ser lo que no somos”.
¿Se contextualizan estos escenarios en las decisiones que se toman en la ciudad? ¿Hay algo de estos contextos en los informes de aprobaciones y excepcionalidades de la Comisión de Código Urbano? De ésto, ¿no se habla? ¿No corresponde considerar qué está ocurriendo en el mundo mientras se define la ciudad? Y el mundo corporativo, el que nos observa por el agua que tenemos, por nuestras tierras y clima, por la sociedad que somos; el mundo que toma decisiones, el que elige las cuencas de sus producciones globales y sus rutas de traslados, y las áreas de producción de los forrajes de sus ganados, y de sus materias primas celulósicas, y mineras, ese mundo, ¿acciona entre nosotros?
¿Alguien consideró el valor del hipódromo en la limpieza y barrido de gases fotoxidantes sobre la calle Almafuerte? ¿Qué epidemiología urbana hace el seguimiento de la calidad del aire en la zona?
¿Qué estudio de “impacto en cuenca”, por colección de pluviales hizo el proyecto inmobiliario y shopping anunciado en esas 20 hectáreas, en pleno corazón de la ciudad? Quitarle terrenos permeables a una gran cuenca de colección pluvial, ¿qué provoca en las calles colectoras y en el sumidero final de la misma, es decir en los márgenes y laderas de los arroyos “Colorado”, “Culantrillo”, o en el bajo de Almirante Brown, casi Díaz Vélez? ¿Serán los futuros derrumbes urbanos, como el alud de barro y piedras en la calle Estrada, de la madrugada del viernes 6 de febrero?.
Toda artificialidad urbana es un reduccionismo biológico y cultural. Es un empobrecimiento del sistema. Una ciudad con nuevos supermercados o hipermercados, que disvalora ferias de intercambios y comercios de producciones locales, es una ciudad que desciende escalones hacia pobrezas mayores. No se trata de bolsillos. Es una pérdida de espacios y entornos con capacidades productivas que agregan o preservan culturas y saberes. Las quintas de periferia urbana, la agricultura, la horticultura y fruticultura urbana son bienes a conseguir, a revitalizar, no a superar o eliminar. No seremos más felices con las llegadas de frutas exóticas o productos de “marcas-vanguardia”. No son las bananas ecuatorianas o las paltas peruanas de las góndolas del consumo selecto lo que asegurará alimentos continuados y seguros.
Son las naranjas de nuestros suelos entrerrianos. Son las paltas de nuestra propia ciudad, -aún no relevadas por ninguna dependencia municipal, y hasta despreciadas a veces por sus frutos en caídas inoportunas, como el sacrificado paltero de Tribunales- las que esperan ser advertidas y recreadas en ferias barriales, con fiestas culturales que comuniquen las preparaciones posibles. Son los montes a recuperar en periferias. Son miles de pequeños productores de una nueva política de producción local en terrenos de una nueva política de suelos para los comienzos de horticulturas-fruticulturas biológicas y limpias.
La salud de los ecosistemas define la salud de sus poblaciones.
“El origen de la enfermedad está en la intersección de la biología con la sociedad.”(13)
La dinámica biológica de un ecosistema dice de la habitabilidad de un territorio.
La mayoría de las enfermedades están provocadas por el daño ambiental.
“Por primera vez en la historia de la humanidad, nuestros hijos tendrán condiciones socioambientales y de salud, peores que la de sus padres.”(14)
Por primera vez en la historia, el mundo que reciben nuestros hijos está escandalosamente mas vulnerable e impredecible que el que recibimos sus padres.
Nunca habían muerto y enfermado tanta gente joven de cáncer.
Nunca habían muerto y enfermado tantos niños con leucemias y linfomas.
Están dañados los sistemas que nos sostienen. Están golpeados en su vitalidad nuestros campos y ciudades.
Elevando la voz pues no la escuchan, la Madre Tierra retoma la palabra.
Llueve en las altas cuencas y se inundan los valles aluviales y las islas.
En su expresar y en nuestro comprender, andan los remansos desordenados, reordenando generosos y sabios.
Que nuestros hijos no carguen con la desgraciada voz de la condena.
El río hablando, hace decir a la Tierra. Nosotros escuchando, somos la Tierra que se advierte.
“…ojalá que pronto esto suceda…así podrá descansar la pena…hasta la próxima vez…Seguro que otra vez estaremos volando…inventando una esperanza….para volver a vivir…”  Litto Nebbia
 (*) Integrante del Foro Ecologista de Paraná - Red Nacional de Acción Ecologista.
NOTAS
(1)  La Dra. Rauni Kilde habla sobre la conspiración…www.youtube.com
(2)  es.wikipendia.org/wiki/Jane_Burgermeister
(3)   El Diario- 11/08/2009- pág.5-Primera sección
(4)  La Nación 1º/10/09- Economía & Negocios
(5)  Paco Puche-  Prólogo al libro de Federico Aguilera “La nueva economía del agua”
(6)  Pierre Bordieu citado por Jean Ziegler- “Los nuevos amos del mundo”
(7)  La Nación- 16/05/1997- “Clinton pedirá perdón a “cobayos humanos”
(8)  Entrevista al empresario del shopping anunciado- El Diario 29/10/2009
(9)  Alan Durning - Worldwatch Institute - “Cuando diremos basta”
(10) E.F.Schumacher- “Lo pequeño es hermoso”
(11) Alan Durning- “Cuando diremos basta”
(12) Alan Durning-“Cuando diremos basta”
(13) Giovanni Berlinguer- Globalización y salud global
(14) Trailer del documental "Nuestros hijos nos acusarán"


23 de noviembre del 2001
Según demuestran unos documentos descubiertos accidentalmente


Negociaciones secretas entre empresas y gobiernos para cambiar las reglas de la OMC
Greg Palast - ATTAC
Tres documentos originados en el Secretariado de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de un grupo de dirigentes financieros británicos que se llaman ellos mismos los "British Invisibles", revelan la extraordinaria colusión secreta entre las empresas y los gobiernos la puesta al día de las proposiciones norteamericanas y europeas para cambiar las reglas del OMC de manera a favorecer aun más los intereses privados.
Una serie de documentos, las minutas de las reuniones secretas del comité LOTIS "Liberalization of Trade in Service", obtenidos por el programa de Televisión de la BBC Newsnight y por la organización CorpWatch, son las grabaciones de 14 reuniones secretas, de abril 1999 a febrero 2001, entre el responsable británico de negociaciones comerciales sobre los servicios, el Banco de Inglaterra y los dirigentes del mundo de negocios norteamericano y europeo. Entre los que sesionaron en el LOTIS se encuentran Peter Sutherland, el director internacional del banco de inversiones Goldman Sachs y el ex director general del OMC.
LOTIS esta presidido por el honorable Lord Brittan of Spennithome, que como León Brittan presidió la Comisión Europea. Él es actualmente el vicepresidente del banco de negocios internacional UBS Warburg Dillon Read.
Se encuentran también entre los miembros de LOTIS los dirigentes europeos de gigantes industriales como Prudential Corporations, Price Waterhouse Coopers y Morgan Stanley. LOTIS es una rama de "British Invisibles", más conocido bajo el nombre de Grupo de Londres de Servicios financieros internacionales que reciben a menudo la visita de miembros invitados del equipo de negociación de la Comisión Europea.
Las minutas indican que los representantes oficiales de los gobiernos de la Unión Europea, comparten con los dirigentes financieros documentos confidenciales con respecto a las negociaciones que se llevan a cabo y revela las posiciones de la Unión Europea, de los estadunidenses y de los países en vía de desarrollo. Durante la reunión del 22 de febrero de este año, el negociador británico en jefe del Acuerdo sobre el comercio de servicios (AGCS) a hecho referencia al informe de la Comisión europea sobre regulaciones industriales que circula de manera confidencial entre los miembros de LOTIS para que estos puedan comentarlo y enmendarlo.
L'AGCS es un acuerdo relacionado con los servicios públicos, educación, salud, energía agua, transporte, etc. que entra en competencia directa con las legislaciones nacionales sobre el medio ambiente, el Derecho del Trabajo y las reglas de protección de consumidores considerándolos como barreras comerciales contrarias a la liberalización total de los servicios.
Barry Coates, director de la organización de vigilancia de la OMC, Word Development Movement, declaró que le sorprendió que los miembros de LOTIS hayan recibido los mismos documentos que el Gobierno británico se había negado a darle a su organización, los mismos "que nos habían informado, no existían".
Coates , que se halla hoy en Qatar en la conferencia de la OMC, hasta llegó a declarar que la parece casi irrisorio ver que compañías que representan más de 100 billones de dólares de ventas , estarían dispuestas a contrarrestar los argumentos y las acciones de su organización , WDM, que tiene un famélico presupuesto de funcionamiento. Dos de las reuniones de LOTIS están focalizadas sobre como reclutar consultantes y universitarios para proveer a los servicios de los gobiernos, las respuestas a los argumentos de WDM que cuestiona el AGCS y la agenda global de liberalización.
Encontramos en los documentos: "la posición pro-AGCS es vulnerable cuando las ONG piden pruebas sobre los beneficios económicos generados por la liberalización".
El dirigente de Reuters, Henry Manisty, ha ofrecido los servicios de su agencia de prensa para fortalecer el esfuerzo de comunicación de LOTIS declarando que : "les daría publicidad con agrado" "Desde hace mucho tiempo los teóricos de la conspiración sospechaban que existían reuniones secretas entre los gobiernos y el mundo de las finanzas y la industria" declara Coates, " Mirando las minutas , la realidad supera la ficción". Las proposiciones de la OMC sobre el AGCS constituyen una trama tejida entre los grupos de presión de la industria y los gobiernos".

¿Se trata de necesidad?
Además de constituir un avance sobre estos documentos, las minutas, ponen de relieve que los dirigentes, como miembros del Forum de Servicios europeo, tuvieron reuniones exclusivas con grupos surgidos del artículo 133, que pone a punto las políticas comerciales de la Comisión europea. Las deliberaciones del "grupo 133" son normalmente confidenciales.
Por lo menos una reunión del "grupo 133", que tuvo lugar el 30 de octubre fue confirmada de manera independiente por la organización holandesa Corporate Europe Observatory.
Las otras dos series de documentos sugieren que el LOTIS y otros grupos de presión tuvieron sorprendentemente, gran éxito con los gobiernos occidentales, cuando propusieron hacer avanzar radicalmente el alcance del AGCS. Una nota secreta del 19 de marzo obtenida en el seno del secretariado de la OMC, escrita sobre el mismo tema 4 semanas después de la reunión del LOTIS, indica que los negociadores europeos habían aceptado las enmiendas en favor de la industria, el articulo VI.4 del AGCS, conocido como "Test de necesidad".
El "test de necesidad" solicita a los estados probar que sus regulaciones -desde el control de la polución hasta el trabajo de los niños - no son barreras escondidas contra el comercio. La industria quiere que la OMC aplique un "test de necesidad" similar al empleado en los Acuerdos de libre cambio de América del Norte (ALENA) que sirve para derribar todas las regulaciones locales. Por ejemplo Méjico estuvo obligado a pagar 17 millones de dólares a Metaclad por haber impuesto limitaciones al establecimiento de un vaciadero de residuos tóxicos en su territorio.
Los representantes locales mejicanos habían intentado impedir esta implantación porque fue hecha sin permiso, permiso que no podría haber obtenido porque el sitio se encuentra sobre recursos de aguas potable.
Según la nota secreta del 19 de marzo del grupo de trabajo de regulaciones nacionales, publicado para los miembros del OMC por el secretariado de la organización, los negociadores europeos llegaron a un acuerdo privado para incorporar en el contexto de los AGCS un "test de necesidad" más exigente para los países y las autoridades locales que el del ALENA. Efectivamente el acuerdo entre los Estados Unidos, Canadá y Méjico solicita que las legislaciones sean "menos exigentes para el comercio".
Bajo el AGCS, como propone la nota, las regulaciones y las leyes deberán ser retiradas si son más "exigentes que necesarias" para las empresas. La diferencia de terminología entre el ALENA y la de la nota del AGCS es muy sutil, pero su efecto será enorme. No obstante un Estado deberá poner en vigor reglamentaciones que son, según la nota, más "eficaces" - es decir aquellas que produzcan menores costos a las empresas".

El ALENA dopado con esteroides
Los cambios propuestos inutilizan todas las regulaciones con respecto a "las veleidades" de las empresas locales o extranjeras que pretenden entrar en el mercado. Por ejemplo el Estado de California prohibió los aditivos de carburante MBTE porque contaminaban los recursos de agua. El fabricante canadiense hizo juicio a los Estados Unidos escudándose en la legislación del ALENA con el pretexto de que prohibir el aditivo no era la solución "que causaba menos problemas al comercio" para impedir la contaminación de las napas de agua subterránea. California podría, argumentan los canadienses, reparar los miles de cisternas de las estaciones de servicio y establecer un sistema de inspección de los vehículos más eficaz. Dado que el costo de la alternativa costaría billones de dólares, esto podría obligar a California a retirar las medidas de protección de sus aguas subterráneas y a continuar la importaciones de aditivos.
California lucha actualmente contra la interpretación canadiense en un organismo de quejas del ALENA. Pero según la terminología de la nota AGCS, el Estado Californiano no tendrá ninguna defensa posible.
Lori Wallach de Global Trade Watch (Washington DC), llama al cambio de terminología "el ALENA bajo esteroides" La proposición del secretariado del OMC sigue al pie de la letra los puntos sugeridos por otro documento confidencial del grupo de trabajo de la Unión Europea del 24 de febrero, intitulado "Regulaciones nacionales: Necesidad y transparencia", publicado justo después de las reuniones del LOTIS sobre el mismo tema y a las que asistían negociadores europeos.
Sin embargo, según la nota del 19 de marzo, durante las negociaciones secretas multilaterales, los ministros de comercio llegaron a un acuerdo sobre el hecho que delante de un tribunal de la OMC la defensa que planteara "el amparo del interés publico" sería rechazada.
En lugar de una defensa del "interés publico", el secretariado del OMC sugiere en una nota que se adopte el "principio de eficacia".
Esto tiene la ventaja, dice el informe del grupo de trabajo, de permitir a los Presidentes y a los Primeros Ministros hostiles a las protecciones del medio ambiente, eliminarlas -no a través de los votos de los Parlamentos o Congresos de los Países, sino mediante un edicto de la OMC que ningún Estado podrá anular. "Esto seria políticamente más aceptable" se lee en la nota "para los países aceptar las obligaciones internacionales que otorgan prioridad a la eficacia económica" Si, por ejemplo, la administración Bush decide no reducir el nivel de contaminación del agua potable con arsénico debido a la industria minera, pese a las leyes y los reglamentos Federales, podría eliminarlas aceptando las ordenes de la OMC por medio de una sentencia de este organismo que diría que "es más apremiante que necesaria".
Un portavoz de la OMC confirma la autenticidad de las notas de la reunión del 19 de marzo. Sin embargo expresa que los documentos internos de la OMC no pueden ser interpretados como si la OMC tuviese el poder de derogar los reglamentos y las leyes nacionales.
Barry Coates del WDM no está de acuerdo, "se trata de un ataque directo a los procesos democráticos".


* Las minutas de LOTIS fueron descubiertas accidentalmente en el sitio del FISL el 3 de mayo del 2001 por Corporate Europe Observatory. Se encontraban en una parte pública del sitio pero sin que estuvieran anunciadas en la página de entrada. Luego fueron retiradas en junio o julio del 2001. Ahora se encuentran en:
http://www.gatswatch.org/LOTIS/LOTISapp1.html
Traducción Carlos Debiasi



El Colectivo
AMANCO, AVINA y el agua en América Latina

Por Sergio Daniel Verzeñassi
Cuando en marzo de 1996 Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, anunciaba en las conclusiones de la 37º Reunión Anual de Gobernadores del BID reunida en Buenos Aires, que “se imponía en la próxima década, invertir en América Latina en infraestructuras para la integración, a razón de 15 a 20 mil millones de dólares anuales”*(1), pocos pensaban que eran números dichos en serio. Y de esos pocos creyentes, unos menos, los que aún aceptan como verdad el desarrollo propuesto, los no comprometidos con negociados y enjuagues acostumbrados, mas que pensar en los alcances de lo dicho, soñaban con esa bondad inversora, habilitante a crecimientos y arranques regionales que alejaran miserias y pobrezas de estas tierras. Sin embargo aquel aviso era un anticipo; fue la primera aparición en escena del Proyecto IIRSA (Infraestructuras para la Integración Regional de Sud América)- que comenzaría oficialmente en el año 2.000-, como proyecto de los gobiernos sudamericanos.  Cinco años antes de la reunión del BID en Buenos Aires, en noviembre de 1.991, Lawrence Summers, jefe de asesores económicos del Banco Mundial que presidía James Wolfensohn,  presentaba un Memorándum al organismo financiero, recomendando el traslado de la industria sucia al Tercer Mundo.*(2)
Lawrence Summers fue uno de los internacionales presentes de ese encuentro de “notables” de las finanzas del mundo, en aquel comienzo de otoño rioplatense del año ‘96. Entre sus apariciones públicas se registra en los periódicos de esos días, una visita a la Bolsa de Comercio, que motivó agasajos a la “distinguida” presencia. “Mirar con quién te abrazas, y aproximar para donde piensas”, diría algún abuelo. Seguramente en esos encuentros se charlarían las superficies agrícolas de sojas transgénicas, las producciones mineras en la cordillera, la hidrovía artificial Paraná-Paraguay, o forestaciones y pasteras de celulosa,  entre otras “joyas” que hoy saludan y promueven las Bolsas de Comercios en Argentina. Dijera Manuel Belgrano a su paso por nuestra ciudad agradeciéndole la donación a Doña Gregoria Pérez: “......y su gesto debiera ser ejemplo para los poderosos, que miran a la Patria con frialdad”.
Cuando el uruguayo Enrique Iglesias precisó las áreas de infraestructuras para las inversiones propuestas, aparecieron las cuatro básicas necesarias para un proceso de semejante anuncio agrícola e industrial, sucio y contaminante, en marcha: energía, comunicaciones, transportes, agua y saneamiento. El Memorándum Summers había comenzado su marcha política en el sur del continente americano. A paso firme, con decisiones tomadas entonces, y fundando condicionamientos a pueblos y gobiernos para los años siguientes.  
Las reubicaciones productivas mundiales, o traslados industriales propuestos, hacen nacer las nuevas geografías ambientales, iniciando un juego de direccionalidad múltiple y variada, con una orientación de pista mayor decidida: los flujos principales de inversiones para la “producción de escala” se dirigen del norte al sur del planeta.
Y en realidad, lo que se está definiendo es la disponibilidad y posibilidad de acceso al agua dulce confiable que le va quedando al planeta, después de tanto despropósito e irresponsabilidad en sus usos y abusos.
Procesos industriales de escala global, aguas servidas de ciudades sin tratamientos, lixiviados de basuras urbanas dispuestas a cielo abierto y en cantidades imparables, escurrimientos de superficies rurales intoxicadas por agrotóxicos en las producciones de commodities de exportación y granos transgénicos para los forrajes del norte, aguas de lavado o “colados de la minería”entre tantas razones, con el agravante de sequías alternadas por inundaciones en espacios con regímenes de lluvias cambiantes por cambio climático, desforestaciones o endicamientos por represas, han generado los insumos contundentes para la información intencionada, que se difunde sobre el inevitable “stress hídrico” en proximidades de tiempo, a escala planetaria.
Nos están imponiendo un escenario que no era el nuestro. Los que dicen ser poderosos y ricos, son los caminantes sin frenos hacia colapsos; sus fuerzas avasallantes de abusos y destrucción de espacios naturales en  nombre de dineros, cotizaciones y bolsas, construyeron el artificio de sus “fuertes”, y a la vez, construyeron también la realidad inocultable de sus “quiebres”. No eran nuestros los ríos envenenados con bifenilos  policlorados, con combustibles y compuestos orgánicos persistentes, no eran nuestras lluvias las faltantes a la cita periódica de las estaciones y sus incesantes ciclos con las montañas, hielos, selvas y humedales. Ellos noquearon su acuífero Ogallala en las planicies centro-oeste de los EE.UU.; ellos contaminaron sus Grandes Lagos con PCB’s; ellos tuvieron la gran sequía del Valle Central de California de cinco años en los finales de los ’80; ellos comprometieron en Europa el Rhin por el derrame de Basilea en 1987; ellos ensuciaron el Báltico con las pasteras de celulosa; diezmaron sus bosques y diversidad biológica; desde aquellas latitudes arrancan los primeros avisos de “Primaveras silenciosas” de Rachel Carson, los comienzos de enfermedades degenerativas azotando como epidemias inesperadas, de alteraciones endocrinas, en progenies, y daños congénitos en sus nacimientos. Son estudios en las poblaciones festejantes de la “revolución verde” de los años ’60, los que evidenciaron la reducción del 50% de los recuentos espermáticos y el consecuente compromiso de la fertilidad masculina.
Y desde esa realidad se comienza esta historia de industrializar el Sur, en un intento de progresivo recúpero de las bio-habitabilidades perdidas en el Norte. Las radicaciones y ampliaciones industriales de estos crecimientos de PBI en nuestras economías, no son resultantes de lo que quisimos ser y hacer. Comienzan en otras lógicas y necesidades, no a la vista. Son mucho más que decisiones económicas o cálculos de ganancias. Sin modificar su pensar y comprender, sin revisar su cosmovisión, el industrialismo, extractivo, reduccionista, un poco maquillado y más presentable en algunos casos, elige sus nuevos parques industriales en el mundo, alejados de sus territorios, puestos a recuperar para la permanencia. 
Las amenazas de nuestras aguas en el futuro, no son nuestros despilfarros y vicios; tampoco el caminar a través de la imposición cultural del derroche que a cada segundo promueve el consumismo o la lógica instalada, copia embriagada de fastuosidades ajenas...que por otro lado deberemos modificar y rápidamente. La amenaza mayor es el índice de crecimiento industrial que saludamos y festejamos; son los récord de cosechas sojeras, anunciadas con entusiasmo, causantes de la desaparición de millones de hectáreas de bosques , selvas y montes; son las escalas de producción industrial y agro industrial que se instalan.¿Cuánta agua se lleva una tonelada de pasta de celulosa?¿cuánto demanda una tonelada de acero?¿ cuánto la extracción minera de Pascua Lama- Veladero, de Bajo La Alumbrera, de Repsol -YPF en Rincón de los Sauces? ¿Y la industria automotriz? ¿Frigoríficos y curtiembres?.. ¿los mantos freáticos y aguas de superficie en proximidades de crianzas a corral o Feed Loot?..Y entonces sí, vamos hacia el camino en abandono, hacia el camino del que retornan los arrepentidos industriales y agricultores de ayer, contaminados de hoy, y en intentos de recuperación para mañana. 
Es impostergable reflexionar, intercambiar y cruzar saberes, acerca de la escala de producción,...es preciso problematizar este hacer global productivo, de extracción de recursos y bienes de una región, para abastecer al resto del mundo, de localizar polos de producción para las contaminantes principales, polos de foresto-celulosa en la cuenca del Uruguay, polos petroquímicos, polos de siderurgias, polos de automotrices, la “república unida de la soja” propuesto por la publicidad de la empresa Syngenta, una agresión a la soberanía de las naciones involucradas, no denunciada ni condenada por nadie ante semejante proyecto geopolítico y de finales de permanencia de poblaciones en regiones enteras. No vienen a resolver pobrezas sociales ajenas; vienen a resolver pobrezas ambientales propias, anticipando pobrezas socio-ambientales ajenas.
Las agendas políticas del mundo resaltan con letras sobre impresas un tema central y dominante: el agua dulce. Su manejo es determinante para las pretendidas regulaciones poblacionales del llamado tercer mundo. Sin agua dulce no es posible proceso biológico alguno,... decidir sobre el manejo del agua y sus asignaciones y ordenamientos, es manejar la vida,...y quien maneja la vida,...maneja la Tierra. Eso pretenden.
O miles de miles, millones, en formas democráticas y democratizantes, nos hacemos capaces de fortalecer confianzas y quitar sospechas entre las organizaciones de los sectores sociales no vinculadas al interés corporativo, -por eso insospechadas-, para impedir la barbarie de semejante despojo; o serán los conocidos de siempre( la Suez, Vivendi, Betchel, Coca Cola, Pepsi Cola, Nestlé) sedientos y al acecho; o los no tan conocidos, pero mejor presentados, los fabricantes de ductos para traslados de fluidos (Amanco), ofreciéndose como alternativa a ellos mismos. No hay procesos limpios ni tecnologías limpias posibles para estas escalas industriales propuestas. No se trata de presentaciones amigables con rostros renovados. No hay mecanismos de desarrollo limpio. Hay escalas pequeñas, amigables, democráticas, locales o de pequeñas regiones. O es la otra, la propuesta de los “suplementos económicos”, de los periodismos “especializados”, emprolijada, presentable, seduciendo con lenguajes aprendidos de los propios reclamos sociales, ahora  reciclados en discursos verdes de las corporaciones. Es la producción de las corporaciones, la de las “fusiones”. El “gran poder económico” sabiendo la magnitud del desastre provocado, hace sus jugadas...El premio Nóbel de Economía del año 2.005, Thomas Schelling, ha señalado sin dudar, al calentamiento global como la mayor preocupación económica.*(3) Los problemas ambientales son de profunda traza en la economía.
Se están tomando decisiones de una trascendencia enorme. La necesidad empuja, y los anticipos de “expertos” apuran.
IIRSA es un proyecto de necesidad y urgencia de ellos, de las corporaciones. Son las infraestructuras necesarias para el traslado industrial de las contaminantes al sur del planeta.
Pero el agua dulce ha enseñado que a diferencia de otros bienes comunes que han sido saqueados a los pueblos, el significado de vida que aquella tiene, ha provocado rebeldías irreductibles.
Por eso andan en otras estrategias. Es demasiado burdo y hostil arrebatar el agua dulce de una región, o decidir su destino. Es demasiado evidente que se apropian de la vida del lugar.
Los gobiernos corrompibles ya no aseguran certezas de arreglos y negocios para este tema.
Las sociedades se manifiestan, rechazan cada vez más las formas políticas del descaro, y se producen cambios progresivos en las maneras de participar y cuestionar, de reaccionar y proponer, de pensar y repensar.
Las organizaciones intermedias, no gubernamentales, ecologistas, autoconvocados, ambientalistas, han iniciado un tránsito aún sin destino cierto, pero van andando, produciendo confianzas en sus vecindades, desde sus decires y haceres. Insospechados de interés sectorial o mezquino, dando muestras muchas veces de desprendimientos ejemplares. Para las corporaciones, el acompañarse con ellas, es una presentación. Legitima la recepción en la sociedad a la que se acercan...entonces  aparecen los donantes,  los socios,  los colaboradores internacionales. En los primeros pasos, sin pedir nada a cambio, hasta que algún “indicador” enciende alarmas no siempre fáciles de advertir. Y allí también comienzan las historias de los inciertos, las desconfianzas e impredecibles, entre quienes se advierten, y los otros. Y nuestras organizaciones son impactadas, se conmocionan y sacuden.
El Foro Ecologista de Paraná tuvo lo suyo. Decidió no continuar con la Fundación AVINA como donante para sus proyectos de trabajo, cuando sus integrantes fueron convocados al diseño de una estrategia sobre Bordes Costeros y Recursos Hídricos en América Latina, que dicha Fundación estaba elaborando.
La Fundación AVINA es una fundación filantrópica, de origen suizo, cuyo fundador es el empresario de esa nacionalidad, el abogado Stephan Schmidheiny. Dicha fundación maneja y gestiona fondos que surgen de la actividad empresaria de Schmidheiny, cuya tracción económica es el Grupo Nueva, que nuclea en América Latina empresas de dos rubros principales: forestales-Masisa Terranova-, y de tuberías para transporte de fluidos, AMANCO. El presidente ejecutivo de esta empresa AMANCO, el Sr. Roberto Salas, ha manifestado la importancia de la conferencia que se llevó a cabo en Washington, D.C., el 3º Latin American Leadership Forum,*(4) patrocinado por CG/LA, donde se mencionó un potencial de US $25,000 a $35,000 millones en proyectos pendientes de infraestructura para Latinoamérica. Y en ese mismo foro se reconoce al proyecto IIRSA como el proyecto estratégico de los empresarios líderes.*(5)
Es decir que el proyecto IIRSA, identificado y denunciado por el Foro Ecologista de Paraná como el proyecto de las infraestructuras necesarias para la expoliación de bienes comunes (comúnmente llamados recursos naturales) y el traslado industrial, de Lawrence Summers, era el proyecto marco para la estrategia de la Fundación AVINA sobre recursos hídricos y bordes costeros en América Latina.
Así también aparece AVINA en Perú, acompañando con fondos un proyecto en Cajamarca de estímulo a la iniciativa IIRSA, promoviendo los corredores bioceánicos del eje Amazonas, y la construcción de carreteras tranversales y longitudinales en Sierras, para el comercio internacional.
Desde el año 2.000, año de anuncio oficial de IIRSA, se reúne por su lado el Foro Mundial del Agua. Es la institución desde la que se pretenden legitimar los movimientos de las corporaciones interesadas por el agua dulce. Antes  se creó la GWP, que es principal organizadora y patrocinante de los foros Mundiales del Agua.  Maude Barlow (2001)*(6), explica con claridad la naturaleza de GWP: 
“En 1996, se asistió a la creación de un nuevo organismo internacional del agua, que se componía más o menos de los mismos actores. El Global Water Partnership (GWP) se describe a sí mismo como una "red encaminada a la acción" de organismos interesados en cuestiones relativas al agua y cuya misión consiste en encontrar las "herramientas necesarias en la práctica" para resolver los problemas del agua, sobre todo en los países del Tercer Mundo. Entre sus afiliados figuran numerosas ONG, organizaciones gubernamentales (tales como la Agencia de Desarrollo Internacional del Canadá, cuya ex-presidenta Margaret Catley-Carlson acaba de ser nombrada presidenta del GWP ), bancos multilaterales y el sector privado). René Coulomb de la Suez Lyonnaise des Eaux forma parte del consejo de administración, en el que también figuran representantes del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, con sede en Suiza, y del Banco Mundial. Otro representante de la Suez Lyonnaise des Eaux, Ivan Cheret, forma parte del Comité Consultivo Técnico del GWP...,...La organización tiene por principio que el agua es una "mercancía económica" que tiene un "valor económico en todos sus usos competitivos", y sirve para asentar las bases de la prioridad que concede el GWP a la privatización de los servicios de abastecimiento de este recurso”.
Stephan Schmidheiny es fundador del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible.
El 4º Foro Mundial del Agua, reunido en Méjico en marzo de este año, no aceptó incorporar el derecho de acceso al agua potable, como derecho humano...Y la Fundación AVINA  apoyó la representación institucional en dicho Foro junto a la Agencia del Gobierno de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a la organización Alianza Mejicana por una NUEVA CULTURA DEL AGUA. NUEVA CULTURA DEL AGUA, un sello de la Fundación AVINA, venido de España de la mano de un socio líder de dicha Fundación, y que la Municipalidad de Paraná ha tomado como propio, promoviendo sus mensajes y símbolos en nuestras escuelas. Con los antecedentes que señalamos, sobre un tema de tal significado político presente y futuro, creemos que es un error por descuido. Es una señal muy fuerte, que se impronta en nuestros niños y nuestros jóvenes.
Pocos días atrás, los Vecinos de Andalgalá en Defensa de la Vida reclamaron al gobierno de Catamarca por permitir la entrega de medallas a los niños de una escuela de cordillera, con la inscripción de la empresa Bajo La Alumbrera en una de sus caras.
La Botnia practica formas parecidas en Fray Bentos; Monsanto lo hace en las escuelas rurales de las áreas condenadas a los desiertos verdes y envenenadas por sus químicas biocidas. Naturalizan sus presencias y llegadas. 
Son imposiciones culturales con costos políticos impredecibles.
Son tiempos de saber y volver a saber. Tenemos derecho a la información de lo que pasa y decide en nuestras vidas, y la responsabilidad de ejercerlo.
Debemos saber quién es Nestlé en el comercio del agua en el mundo. Saber que Schmidheiny fue presidente del directorio de Nestlé en el año 1.999. Qué razones existen para que el fundador de AVINA integre el Consejo Asesor del Canal de Panamá, y quienes lo acompañan en ese organismo. Saber si existe el Club Bilderberg, como espacio de encuentro del “Poder oculto del mundo”, -ya no tan oculto por otro lado-, integrado por  notables del establishment, contando entre sus miembros a Wolfensohn, Rockefeller, Kissinger, Schmidheiny, los banqueros Rostchild, y saber que el agua dulce es tema de esas agendas ocultas, con sus Libres Comercios, y Acuerdos Bilaterales de Protección de Inversiones Recíprocas, como los firmado por Uruguay con Finlandia. Y también saber acerca de las financiaciones de las organizaciones políticas y sociales. Eso también es derecho a la información pública, tal como lo proclama Poder Ciudadano, una institución que desde su página de información virtual,-“INFOCIVICA, donde la información de las ONG ahora es noticia”-, nos entera que su difusión gratuita es posible gracias al apoyo de la Embajada Británica, la Embajada de Finlandia, la Fundación Ford,  TELECOM. Saber que uno de los  referentes principales de “AVINA Argentina” actual, fue el anterior presidente de Poder Ciudadano. Escuchar razones y reflexionarlas  con quien corresponda, acerca del interés del gobierno suizo en el libro “Gobernanza del Agua en América del Sur: dimensión ambiental", publicado por la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), Suiza, con el auspicio del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Suiza, presentado por el Dr. Daniel Sabsay, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN)¿ Es una publicación de análisis, o de propuestas? En cualquiera de los casos, ¿qué hace Suiza en el tema aguas en Latinoamérica? ¿Hay alguna vinculación con Nestlé, o AMANCO, o con quién sea? Si existe preocupación sincera por nuestros ríos, nuestras vidas y entornos, teniendo tal capacidad de llegada a los espacios europeos, ¿cómo no se escuchó ningún decir ni reclamar con firmezas en Foro ninguno, a estos nombres tan encumbrados en el poder económico mundial, ante la instalación de las pasteras de celulosa? ¿o sobre las plantaciones de eucaliptus transgénicos? Si ocurrieron, deben publicarse. Y si no ocurren, también deben publicarse y reclamarse. Estas son también noticias. Los silencios dicen. Todo esto debe ser también información pública.
Nuestros gobiernos democráticos son criticables en tantos capítulos. En muchos. Pero si los recelos son mayores con ellos que con los británicos, o los finlandeses, estamos mal, o peor.
Los enormes desequilibrios de todo tipo que se presentan a nivel planetario, aseguran transformaciones también enormes en los hombres y mujeres del mundo. Sucederán en lo insondable y misterioso del alma humana. No son posibles de análisis alguno. Los seres humanos somos impredecibles, azarosos, inesperados. Tal vez pueda escucharse como ingenuo, el pensar en aquellos que vivieron de codicias y cálculos de ganancias, gestando ahora saltos descomunales de conciencia y sabiduría en ellos mismos. Nosotros en cambio, pensamos que habrán de ocurrir.
Pero pensamos que los impulsos vendrán de las urgencias de los tiempos por una parte, de tantos insondables dando vueltas por otras, ...y sobre todo, vendrán esos impulsos desde inmensas mayorías, que habiendo gestado confianzas y despejes de sospechas de los terrenos del entendimiento necesario, los ofrecerán para los nuevos diálogos emergentes, a los nuevos iguales/diferentes planetarios.
Volveremos a escucharnos. Debemos volver a escucharnos.  Los mensajes e intentos hegemónicos, han fracasado. El Grito de la Tierra, es el grito de los Pobres, transformándose en llamada. La Tierra nos llama; la tierra se llama. Somos la Tierra. Volveremos a escucharnos.


*(1) El Diario de Paraná 24/ 03/ 96
*(2) El Diario de Paraná  05/02/92
*(3) The Wall Street Journal Américas (La Nación)07/11/05
* (4) 3rd Annual Latin American Leadership Forum –CG/LA- Ritz Carlton 22 y 23 de marzo del 2004 - Washington, DC
*(5)3rd Annual Latin American Leadership Forum: Strategic -CG/LA- Idem.
*(6)Maude Barlow, presidenta nacional del Council of Canadians (Consejo de Canadienses). Coautora del libro Oro azul: la batalla contra el robo del agua del mundo por las corporaciones

Fertilizantes fosfatos en retirada
La inviabilidad de la producción global.

Por Sergio Daniel Verzeñassi

Diversas publicaciones han advertido del declive de la producción mundial de fosfatos, elemento esencial usado hoy en la agricultura moderna para garantizar el crecimiento vegetal.
No hay agricultura posible si se agotan los nutrientes. Es impensado que en tiempos de déficit creciente de fosfatos en el mundo, el proyectar futuros a partir de mayores escalas de producciones agrícolas que demandan obligados dicho insumo, sea un andar hacia  resultados duraderos y deseables.
La mayoría del fósforo se obtiene de las minas de rocas de fosfato, que afloran en superficies como expresión de viejos fondos marinos. El fosfato en crudo se usa hoy en la agricultura orgánica, mientras que los fosfatos tratados químicamente, como los superfosfatos, trifosfatos o fosfato de amonio, se usan en la agricultura convencional.
La escala  de producción es la que define y habilitará o no, territorios para la vida. Los fosfatos solo se reciclan en espacios biodiversos, por recuperación de guanos y estiércoles animales y humanos. No hay escala-commodities que recupere fosfatos. La escala-commodities, es fosfato-mineral dependiente;  energívora por consumo de combustibles fósiles y transportes al mercado global; y si le faltaran “atributos” en estas temporadas planetarias, alta demandante hídrica.
En las expo-agros regionales y nacionales, los entusiasmos desmadrados y stands de especialistas vendiendo cosechas records y afines, anuncian los espejismos de hambrunas planetarias resueltas, junto a la  “bendición” de agrocombustibles demandados por el mundo del norte ante el aumento imparable del barril de crudo, y con certificado de amistades ambientales.
 Por lo menos una llamada de atención, se obliga. ¿Estamos tan aturdidos para perdernos de esta manera? Los que dicen, ¿creen realmente, que los que escuchan creen?
Según previsiones de Repsol-YPF, en poco mas de 7 u 8 años, el mundo estará llegando al cenit el petróleo.
El primer informe 2003 de la ONU sobre el agua, anunció que en poco mas de doce años, el 87,5% de la población mundial no accederá al agua potable, y que el 20% de los recursos hídricos estarán seriamente dañados.(1) Es decir, casi irreversiblemente dañados. El 70% del agua dulce actual, es consumido por la agricultura de escala.  Y un 23 % más, es demandado por la industria.
En “Peak phosphorus”, Patrick Déry and Bart Anderson hacen una interesante aplicación de la curva de Hubbert al análisis de la extracción de fósforo en el mundo. Estiman que la producción mundial de fósforo alcanzó su techo en el año 1989 y que desde entonces, ha entrado en un declive permanente.
World_rock_phosphate_prod_curve Línea contínua: campana de Hubbert                Línea quebrada: producción-extracción real

La Curva de Hubbert es útil para explicar el comportamiento en la obtención de un recurso natural no renovable, o renovable pero que se extrae a una tasa muy superior a su capacidad de recuperación. Así, parece claro que, en el caso de los fosfatos, un recurso mineral que se extrae de minas, estamos ante un proceso similar al del resto de los recursos minerales: en la parte ascendente de la curva de campana, se obtiene el recurso con facilidad y abundancia creciente; se llega a una meseta de extracción máxima, la parte superior de la curva; y, posteriormente, comienza un declive de su disponibilidad. (2)
Philip H. Abelson escribe en Science:
“El uso más importante de los fosfatos es el de fertilizante. El desarrollo de las cosechas agota el fosfato y otros nutrientes del suelo… la mayor parte de las granjas del mundo no tienen o no reciben la cantidad adecuada de fosfatos. Alimentar a la creciente población mundial acelerará la tasa de declive de las reservas de fosfato y… los recursos son limitados, de hecho los fosfatos están desapareciendo. Las próximas generaciones afrontarán el problema de obtener el suficiente fosfato para subsistir. Es importante anotar que el fósforo, a menudo, es un nutriente limitante en los ecosistemas naturales. Esto es, el suministro de fósforo disponible limita el tamaño de la población en esos ecosistemas”.
En su sobrecogedor libro “Eating Fossil Fuels”, Dale Allen Pfeiffer nos muestra que la agricultura convencional es tan adicta al petróleo como lo es el resto de la sociedad”.
De la misma manera, el autor nos habla de que la agricultura es adicta a los fosfatos obtenidos en las minas, y que un cenit de la producción de fosfatos claramente amenazaría la producción agrícola. Y para ello, nos remite a un resumen del U.S. Geological Survey (USGS), que nos advierte que “no hay sustitutos para el fósforo en la agricultura”. Se refiere este servicio geológico al “fosfato obtenido de las minas”, ya que se trata de un recurso no renovable. No obstante, como dicen los autores, “afortunadamente, el fósforo – al contrario de lo que le ocurre al petróleo – se puede reciclar: entre las respuestas al cenit del fósforo se encuentra la recreación del ciclo de nutrientes para las plantas, por ejemplo, devolviendo el estiércol animal (incluyendo también el humano) a los suelos cultivados”. 
Otras reservas minerales de fosfatos, con menores concentraciones de este elemento, existen en la naturaleza pero, al igual que ocurre con la explotación de arenas bituminosas para la obtención de petróleo, tienen un mayor coste económico, energético y medioambiental en su extracción.
Pero si se encontrara un substituto real para los combustibles fósiles, será imposible mantener el crecimiento de la población mundial debido a que los depósitos de fosfatos están posiblemente en declive. Será imposible mantener cualquier modelo agrícola que no recicle los nutrientes.
La comida que proviene de la agricultura es consumida por las personas y los animales, que excretan a su vez la mayor parte del fósforo, y que después es derivada hacia las aguas residuales que, en su mayoría van hacia el mar o se dispersan de cualquier otra manera.
La respuesta clave ante el cenit del fósforo es recrear el ciclo de los nutrientes. F.H.King en su texto clásico: Farmers of Forty Centuries: Organic Farming in China, Korea and Japan, describe cómo el retorno del estiércol humano y animal al suelo permite a la agricultura asiática mantener su productividad durante milenios.
Así pues, la Ley de Liebig (ley del mínimo que señala el eslabón mas escaso en un proceso),  identifica a los  fosfatos como verdadero cuello de botella del mantenimiento y reproducción de la población mundial.
El desarrollo de la agricultura orgánica tradicional, pese a todo, es la vía más humana de afrontar ese natural descenso en la disponibilidad de los fosfatos a nivel mundial, porque es la fórmula más local, que menos precisa de insumos del exterior, y la que es, por tanto, más sostenible. (3)
Los fosfatos se terminan en treinta años y quienes se embriaguen en el entusiasmo de las ganancias y negocios de ocasión, sin previsiones, empujando a la nada las culturas y saberes campesinos, están apostando a desaparecer.
Si se ausentan y desaparecen los usos amigables de suelos, el respeto de los ciclos naturales comprensivos del monte nativo y sus comunidades, con recuperación de fosfatos por usos de estiércoles animales y humanos tratados con sabidurías milenarias,  aprendidas por trasmisiones orales, familiares, de vecindades, pasajes generacionales de abuelos, hijos y nietos, en pocos años pueden ser irrecuperables.
Los modos de producción que se han propuesto a nuestras tierras son anuncios de catástrofes socio ambientales. Son consumidores de recursos no renovables: combustibles fósiles, agua apta para riegos y consumo, y fosfatos de rocas en yacimientos. Los tres están en aviso de advertencia hacia la escasez creciente. Son modos sin retorno. Y son los que se están consolidando. Vamos hacia el desierto.
La universidad, ¿no lo sabe? ¿Por qué no lo enseña y lo advierte a ese cuello de botella para las poblaciones y sus posibilidades alimentarias?
 El INTA, ¿no lo sabe?
Los funcionarios y los políticos con posibilidad de decisiones, ¿tampoco?
¿Donde los iremos a buscar en treinta años, para que rindan cuentas de semejante imprevisión?
Cuando Naciones Unidas menciona los futuros millones de refugiados ambientales por cambios climáticos, por las modificaciones del mapa de la alimentación mundial, o los quiebres de las reservas hídricas de regiones enteras, ¿estarán hablando de algunos de nosotros?
Hace mas de veinte años que los países industriales del norte saben  de estos escenarios...El informe Lawrence Summers al Banco Mundial de noviembre del  ‘91 lo avisaba, reclamando en el mismo el traslado de las industrias sucias al tercer mundo.
Quienes promueven profundizar este modelo para la siembra de sojas, eucaliptus y pinos, maíz, trigo e insumos para agrocombustibles con su recarga de fertilizante fosfato, con su demanda de combustibles y agua, ¿cuántos años nos dan de vida?
¿Qué plan tienen  para más allá de los finales anunciados de fosfatos? ¿Para entonces, seremos espacio de enterramientos nucleares? ¿Seremos suelos y superficies barridas por los lavajes de colas en la minería a cielo abierto?
Y los pueblos que viven en aquellos lugares de donde extraen la roca, ¿en qué camino y destino se encuentran también ellos?  La isla Nauru en el Pacífico Sur, ¿qué suerte corren sus hombres y mujeres después del agotamiento de su yacimiento? O Marruecos, donde se encuentra el mayor reservorio del mundo, actual yacimiento del fosfato que procesa Mosaic de Cargill en Puerto San Martín. ¿Cómo resulta para el territorio marroquí? ¿Qué destino tiene Marruecos cuando pasen los próximos treinta años? ¿ Y Túnez?
Estos son algunos de los saberes imprescindibles que deben incorporarse a las currículas educativas primarias, secundarias, terciarias y universitarias. No se festejarían estos récords productivos y de exportaciones.
Que Entre Ríos sea clave en la era de los biocombustibles, como anunciara el señor St. James, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables(4), ¿es un motivo para el festejo?
Ellos, en el Norte, el Grupo de los 8; los industriales, los pasteros celulósicos, los mineros, los semilleros transgenizadores, que saben mejor todavía que nosotros porque han sufrido antes las pérdidas de bosques y las exposiciones y daños por químicos, ¿qué están haciendo en sus casas? La nueva política agrícola europea, “amigable con el ambiente”, la que anuncia que “en el futuro daremos dinero a los agricultores que estén en condiciones de producir con calidad, y no en cantidad”, y agrega que “en Europa tenemos una alta densidad de población y los agricultores proveen un buen medio ambiente, embellecen el paisaje y conservan la herencia cultural”, tal como respondiera el Comisario Europeo de Agricultura Franz Fischler, ¿es solamente para ellos esta propuesta embellecedora?¿Porqué no siguen con los commodities,  ya que “para ello se ha pensado en los países del este y América Latina”?(5)
Los subsidios a los granjeros norteamericanos para recuperar pantanos en Florida; para no producir por 20 o 30 años, y recuperar suelos y retorno a las prácticas agrícolas de escalas locales, próximas, como también lo señalan como un distingo virtuoso y reconocido en las páginas en Internet del gobierno de Finlandia;  Francia, con Sarkosy y su “revolución verde”, que “pondrá punto final a la construcción de autopistas y aeropuertos, fijará impuestos a los vehículos mas contaminantes(4x4), y dará prioridad al transporte ferroviario y al desarrollo de la bioagricultura. ¿Tendrá que ver con aquello de Lawrence Summers  de trasladar producciones industriales con secuelas ambientales y sanitarias desde el Norte hacia el Sur del  Mundo?
Esto no se enseña aún en las Universidades de Argentina. Salvo esperanzadores comienzos en la Facultad de Cs. Médicas de la Univ. Nac. de Rosario, y algunas luces aisladas en la UBA, sigue sin llegar el qué ocurre en el mundo, y cómo se posicionan estrategias geopolíticas sobre los futuros muy cercanos.
Estamos hablando de la muerte de la tierra. Hablamos de las diversidades biológicas y culturales erosionadas casi en bordes de lo irrecuperable.
Hablamos de un modelo inviable, y que sin embargo......sigue rompiendo historias, conocimientos, semillas, culturas.
Este modelo mata el monte y su dinámica. Los conocimientos que allí anidan son expulsados por topadoras y cadenas que arrastran cientos de años al suelo,...y a la nada; por precios de pizarras en Chicago. Pero sobre todo por la decisión de un proyecto de uso territorial  de tierras ajenas.
Se acallan saberes, acallando la palabra.
Lo local, lo pequeño, lo originario, lo diverso, lo distinto, se acalla. Se elimina. Se desaparece. Se intenta borrar alternativas; ....se atacan los “otros” posibles.
También las semillas de la diversidad tienen su palabra...y por eso las están eliminando...Las fumigaciones con herbicidas persiguen el germoplasma diverso hasta los mas discretos rincones...Se intenta borrar todo vestigio  de lo diverso...que impida una  recuperación y un retorno a los modelos anteriores...Por eso también se barren las estancias; hasta sus viejos cascos....y alambrados y postes...Necesitan territorios como matrices productivas...no mas que eso...sin historias,..sin  saberes,...sin  caminos de regreso..sin habitantes que incomoden las prácticas....Hasta la ley de banquinas, ha dejado fuera de escenario esos corredores de continuidad, conservación y difusión biodiversa y montaraz.
Son  siembras para hoy...y hambres para mañana...un mañana que no va mas allá que 12...15 años. Con algunas llegadas que dicen anuncios ya a la vista.

Sábado 23 de febrero de 2008. La Nación /Sección 5/ Página 9
(Agricultura) La disponibilidad de insumos clave

El abastecimiento de fertilizantes, en la mira

 Con los fertilizantes  con precios por las nubes, sobre todo el fósforo, que en el último año aumentó un 185% en el mercado internacional (hoy ronda los 900 dólares y podría llegar a los US$ 1000), en los últimos días no pocos productores comenzaron a preguntarse por el futuro del abastecimiento de estos productos de cara a la...
...Un punto no menor es que a las empresas productoras de fertilizantes se les encarecieron también los insumos que utilizan para producirlos. Esto incluye también al petróleo y a los fletes marítimos. Encima la demanda mundial de fertilizantes creció 20 millones de toneladas en dos años........

Referencias
1-     El Diario – Paraná 17/02/08
2-     Ante el declive del fósforo para la agricultura- compilación y conclusiones por Juan Jesús Bermúdez (Peak phosphorus: readings)
3-     Idem 2
4-     El Diario- Paraná  2° sección - 1°/ 12/07 pág. 1
5-      La Gaceta Mercantil Latinoamericana- (Semana del 4 al 10 de julio/1999) pág. 31

Centro de Saberes y Cuidados Socioambientales de la Cuenca Del Plata

Primer Módulo del Proceso Formativo del CAP2

Foz de Iguazú. Brasil.
Primera semana de Marzo 2008.

Conferencia

Deconstrucción y Reconstrucción de nuestros Saberes
Educación Popular y Diálogo de Saberes
De la aridez del agua hacia el Agua Boa

Prof. Carlos Galano
Facultad de Ciencias Médicas. Universidad Nacional de Rosario.
Escuela de Educación y Formación Ambiental Chico Mendes.
Rosario.   Argentina.



Introducción
El Centro de Saberes y Cuidados Socioambientales de la Cuenca del Plata ha sido constituido para “responder a los desafíos socioambientales globales, regionales y locales” de una región marcada por asimetrías e interculturalidades. Deben  destacarse los ejes para la reflexión y acción narrados en la propuesta y que se fundan en la fragua de la cooperación y la sustentabilidad. Esos ejes se convierten el argumento de una concepción de la región y del saber, de la política y la integración, de una diferente geopolítica del conocimiento y trazan  derroteros signados por la ética de la sustentabilidad.
El agua como tema integrador; La cuenca del Plata como territorio operacional; El Pensamiento Ambiental como marco conceptual de la acción; la Educación Ambiental como movilizador social y la construcción colectiva de conocimientos, acciones y organización. Esa matriz conceptual palpita al conjuro del núcleo conceptual del Pensamiento Ambiental Latinoamericano sustentado en la idea fuerza de “repensar el pensamiento, des-saber lo sabido y construir los inéditos posibles”.
El agua podrá ser el caudaloso camino hacia la vida y la integración, solamente si su abordaje rompe la alianza con el relato galileano, fundado en la matematización de la naturaleza, lenguaje meramente estadístico al servicio del paradigma  lineal y simplificador de la racionalidad instrumental. La Cuenca del Plata  emergerá como un espacio operacional, destinado a  la articulación y el diálogo intercultural, si desteje  la espacialización descontextualizada impuesta por la geografía fragmentadora de la colonización disciplinar. El Pensamiento Ambiental habitará las utopías emancipadoras, si es fecundado en la encrucijada latinoamericana, por las aguas reparadoras de la nueva ciencia, las cosmovisiones de los pueblos originales, las culturas populares y el legado emancipatorio de nuestra irredenta historia, escondido en los pliegues, entre otros, de las visiones bolivarianas, artiguitas y martianas. La Educación Ambiental pondrá en marcha la construcción de nuevos sentidos existenciales, con las gramáticas del proceso complejo de deconstrucción-reconstrucción, arraigado en el humus de la complejidad ambiental. La Educación Ambiental deberá retraducir los códigos desertificados de la Epistemología Clásica, tan divorciada de la naturaleza, considerada como mera ajenidad, en lenguajes plurales capaces de percibir las sinergias complejas de la relación cultura-naturaleza, con la constitución de una nueva racionalidad expresada en la Epistemología Ambiental. La construcción colectiva de conocimientos, acciones y organización, se fraguará en la forja democrática y participativa de la Educación Popular Freireana, deberá confrontar irreductiblemente contra la Pedagogía Gris de la Modernidad, revestida en los umbrales del siglo XXI, todavía, con la frígida mortaja del Pragmatismo Neoliberal.
El Centro de Saberes y Cuidados Socioambiental de la Cuenca del Plata ha abierto las compuertas para que fluyan incansablemente las aguas de las búsquedas. Estos tiempos de búsquedas están rodeados, nos damos cuenta, por “el cansancio del desencanto en la periferia latinoamericana”, como dice De Souza Santos. Pero también sabemos que, desde los socavones de los lindes de la región, como en este lugar de pulsiones irrefrenables, deambulan relocalizaciones diferentes del ser y del saber, mecida por los arrebatos de la diversidad, la pluralidad y la “re-existencia” de lenguajes silenciados y culturas subyugadas. Son tiempos de reconfiguración identitaria plasmado en los mares de contextos cuyos paisajes cobran sentidos integrativos en el imaginario de la sustentabilidad. La territorialidad de la Cuenca del Plata, como construcción histórica del diálogo entre ecosistema natural y diversidad cultural, deberá abrirse a otras exploraciones del saber, podrá erigirse en faro referencial de otros mundos de vida y diversas prácticas políticas y sociales, si es repensada desde una Hermenéutica Ambiental, potenciando los procesos interpretativos de deconstrucción- reconstrucción. Este lenguaje cobra el horizonte esperanzador de una nueva mirada, porque sabe que el enraizamiento en el corazón acuífero de la cuenca, puede rescribir las retóricas de los tiempos insustentables en una nueva narración participativa cincelada por el Paradigma Ambiental.

El origen de la contaminación
  Avanzar en el sentido bosquejado implica abrir los rumbos de la Ética de la Sustentabilidad, como enuncia el Manifiesto por la Vida, como un proceso en el cual “el derecho inalienable de los pueblos a su ser cultural debe llevar una nueva ética de los derechos de los pueblos frente al Estado. La ética de la sustentabilidad abre así los cauces para recuperar identidades, para volver a preguntarnos quienes somos y quienes queremos ser ES una ética para mirar y volver a nuestras raíces. Una ética para reconocernos y regenerar lazos de comunicación y solidaridad desde nuestra diferencia y para no seguir atropellando al otro”.
Avanzar en este sentido, como lo plantea Hinkelamment, teólogo de la liberación, es desbrozar el camino mediante el develamiento de los complejos procesos culturales y del encubrimiento ideológico al que hemos sido sometidos por el Pensar Hegemónico. Esta mirada se convierte en una concepción de la política en orden a su reconstrucción desde las orillas de la Ecología Política. Las subjetividades nacientes de ésta inédita conciencia política y ciudadana, no se subsumen en las miserias indecentes del consumismo indecente y si, en cambio se abren esperanzadoras a una inesperada y novedosa convivialidad de los mundos de vida. Es el desafío en marcha de Ambientalizar la Vida.
Sabemos que la Cuenca del Plata es una inmensa región de humedales, de suelos promisorios y vegetación indescriptible, desplegada con una biodiversidad invalorable por más de 3 millones de Km2. También podríamos agregar que esta cuenca compleja está imbricada en los repliegues  de cuatro subcuencas: del Plata; Paraná-Paraguay; Uruguay y la de los tributarios andinos. Esta subyugante geografía se despliega por  Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina  configurando una espacialización de identidades múltiples.
El nombre Plata, adjudicado a los conquistadores del renacimiento encierra ya la naciente concepción del mundo y del conocimiento, devenida luego en la Modernidad Insustentable y en su artefacto de legitimación por antonomasia, la ciencia cartesiana newtoniana. Desde los bordes del pensamiento innovador, respecto al Paradigma Medieval, implantado por la Razón Cartesiana se derrumban  dogmas irreductibles y en los nuevos discursos dominantes implantados por el iluminismo del progreso perpetuo,   sé reelaboraron discursividades sociales, culturales y económicas con los tonos de la Razón Instrumental, racionalidad que opaca lo complejo y le coloca la etiqueta de objetos transables a los bienes naturales.
A partir de esa visión la modernidad enhebra el entramado de un lenguaje sobre el mundo y  los mundos de vida, otro discurso sobre el pensamiento instrumentalizado expresado por  incontables filósofos, científicos y artistas, diagramando desde el mecanicismo la atmósfera vital  de un nuevo paradigma epocal. Ese camino pavimentó una senda inexorable por la depredación descomunal de la riqueza americana, que fluirá impetuosa sobre el vientre hambriento del capitalismo naciente. La plata amerindia encendió los vientos nacarados de un proceso de acumulación al servicio de una racionalidad centrada en la búsqueda esquizofrénica del beneficio.
El instante crucial de la llegada de los europeos a la región del Plata se ha convertido en la metáfora profética de las centurias posteriores. Apenas bañarse en las dulces aguas amarronadas  el europeo la tiñe con algunos de sus ritos iniciáticos. Los cristianos de la Reforma, Contrarreforma y el Renacimiento, dejaban en el suelo de una pequeña isla frente a costas orientales y de recuerdos dolorosos para los argentinos,  el prefacio  de anuncio de un Ethos escarnecido. El símbolo mortuorio de una tumba escenificaba una liturgia de muerte. Esa sepultura se convirtió en la huella más antigua de la naturaleza y la cultura de la cuenca, reinventada desde los saberes sometidos a la lógica perentoria de la mercancía.
Siglos después, alrededor de 1880, narra E. Rosenzvaig, el naturalista Jorge Fontana vio como los últimos Payaguás, pueblo originario  del Chaco, canoeros de los grandes ríos Paraguay y Uruguay, vivían las vísperas de la extinción. Este pueblo vivía, dormía y amaba sobre el agua. Fontana pudo observar a  los últimos diecisiete miembros de la tribu. La lengua Payaguás resultaba la más difícil del mundo, quizás por estar hecha de palabras pronunciadas bajo el agua. Después de infinitas derrotas fluviales, Fontana los observa como invadidos de la tristeza de la desaparición, callados, el cuerpo inmóvil, preocupados por acontecimientos remotos que les causan pena y de movimiento en armonía de la gravedad. Son los últimos. Hace años que no pelean para no perder a ninguno de los suyos. En el grupo quedan cinco niños que parecen viejitos. No juegan. Se está velando a un adulto y los llantos se arrastran noches y días. Parece no el entierro de un hombre sino de una nación entera, dice el naturalista, la extinción de una especie. Porque la curva de la fertilidad en los sexos ha descendido dramáticamente con la angustia. Es difícil nacer. Parece el entierro de un  mundo, y el naturalista se despide para siempre de esa cultura, anotando sin ánimo algunas palabras acuáticas en su libreta. Apenas un gesto.
En ese gesto subyace un legado impostergable, la herencia de esos lenguajes de agua deber ser recuperada, reconstruida. Es un proceso pedagógico el que nos interpela. Desde esta pedagogía habrá que ponerle nombres a los silencios antropológicos. Las voces acalladas serán audibles si sé deconstruye el decorado conceptual que les silenció y tornó invisible su existencia. Nuestras nuevas voces tendrán el aliento de  la voz cultural del agua recuperada desde los manantiales acuosos de la Cuenca del Plata. Ese gesto se inscribe en  nuestro propio gesto. Ese gesto incolmable será el atractor que inscriba en el imaginario de la cuenca, el sonido del agua de los Payaguás, gesto que dará sentido intercultural al clamor del agua boa, para darle cuidados socioambientales a la Cuenca del Plata.
La gestualidad que patrocinamos tiene un marco epocal. Ese marco es la crisis ambiental,  crisis civilizacional, como dice el Manifiesto por la Vida, es una crisis que focaliza la atención en los conflictos socioambientales, amplificando sus resonancias estremecidas por el presentimiento del final, por esa sensación tan difundida de un tiempo que termina y de algo que todavía no acaba por nacer o hacerse presente. Este escenario se codifica con desencantos, pérdida de sentidos, muerte de las referencias fundacionales. El aparato tecnocientífico desbordado de los cauces de la bioética no es ajeno a esta desolación, aunque se autoimponga como esencia social la simulación del bienestar.
Los siglos modernizantes, trasegados por décadas y centurias de racionalidad instrumental, se convirtieron en una danza embriagadora de asentamientos europeos en la piel de la Cuenca. No sólo quedaron labrados en signos geográficos difusos los bordes excluyentes entre España y Portugal, fagocitando en orgía goyesca, la de las pinturas negras, a las culturas originarias. También en esos siglos Ilustrados, siglos de la consolidación del Pensamiento Científico de la Modernidad y del Derecho Positivo del constitucionalismo actual, quedaron labrados,  en los pliegues laberínticos de esta “comarca de las aguas”, las heridas insustentables del fáustico Progreso, de su visión lineal y reduccionista y del conocimiento insularizado en disciplinas de conocimiento, que terminaron embarrando las relaciones complejas del real. El reino de las disciplinas ha conocido durante su imperio varios reinados. Al principio fue el de la Física Mecanicista. Desde mitad del siglo XX la Economía se convierte en la emperatriz del modo de pensar y producir hegemónicos. Su lenguaje imperial contamina y degrada los decires de los demás reductos disciplinares, en especial el de la educación, la pedagogía, las ciencias sociales en general. También el territorio de la Cuenca del Plata fue objetualizado por el monoteísmo temporoespacial de la lógica economicista, deidad que le exigió a sus fieles, el cumplimiento fatal del arrasamiento de la biodiversidad natural y el aniquilamiento impiadoso de la diversidad cultural.
Tiempo matematizado en aras de mediciones cuantitativas inexorables, para que el espacio euclidiano, espacio despojado de los sentidos de la vida, fuera rotundamente cartografiado por la eficiencia productivista. El espacio se reviste de ropajes apolíneos para dar cuenta de la saga fáustica del progreso. La Cuenca del Plata expresa en su creciente visibilidad los rasgos sustantivos de la Racionalidad Instrumental. Su ontoepistemología se reduce a la construcción de un espacio ensimismado en la  patología del ser en estado de unicato económicus.
Las venas de la cuenca, en los tiempos de la colonialidad, ofrecieron los canales para el tránsito apresurado del pillaje. Luego, los ríos fueron nostálgicos organizadores de los ciclos agrícolas y extractivos. Ya en el siglo XX se subordinaron al mito del progreso tras la fascinación del crecimiento industrial, producción de energía e intercambio comercial. En otros momentos desgarradores del siglo anterior, la Doctrina de la Seguridad Nacional, profanó las aguas, ritualizando en la cuenca la dramaturgia del dolor infinito. Ahora mismo, los ojos lívidos de la Cuenca del Plata lanzan una mirada desmesurada y temblorosa ante el rostro sucio, con aliento a muerte de IIRSA y la extensión del “Latifundio Genético” portador de desconsuelo para la biodiversidad natural y productor de Refugiados Ambientales.

Otra Hermenéutica sobre la Cuenca
El imaginario de la Cuenca del Plata es una encrucijada amasada de agua y diversidad cultural. Su prosapia aclama la levedad de sus sueños inconclusos y la vigilia esperanzada de tiempos sustentables. Inscripta en el alma de su ser, cincelada de diversidades radicales, como suspendida de crepúsculos y alboradas, se asienta inexorable el sentido de ser la “Comarca del Agua”. Agua vecina de la filosofía, cercana a los sentidos de la cultura, címbalo de voces plurales, sutil revelación de la vida. La Cuenca del Plata es una Geografía de espesores, territorio de márgenes difusos y corazón tumultuoso. Ciertamente parece una descripción con rumbos poéticos.  Y claro que lo es. Como lo es su cartografía modernizante despoetizada por cosmovisión racionalista antropocéntrica, circuncisa de sobreeconomización e hipertecnologización, atributos instrumentales del ecocidio.
Profundizaremos este acercamiento a la problemática de la Cuenca del Plata desde la atmósfera de la Crisis Ambiental. La crisis Ambiental, como comentamos más adelante citando al Manifiesto por la Vida, es una crisis civilizatoria. Es la Crisis de un modelo económico, tecnológico cultural y del conocimiento”. En lo expuesto anteriormente, en el proceso de los ciclos, desde los umbrales marcado a fuego por los anuncios renacentistas e instrumentales, yacen en la cuenca, los discursos que deseamos analizar y las retóricas que emergen impulsadas por los vientos nuevos de abajo, de los vientos insuflados por la incertidumbre implacable vociferada por la entropía de la metástasis del mal. La Cuenca del Plata ha dibujado una urdimbre cuya dialéctica se asemeja a un palimpsesto epocal que habremos de interpretar. 
Nuestra  hipótesis, regada por las retóricas de los cambios originados en las ciencias contemporáneas, especialmente los remezones del pensamiento engendrados desde la formulación de la Ley de la Entropía y la Física Cuántica,  y fecundada por los afluentes latinoamericanos de las cosmovisiones de los pueblos originarios, de la educación popular freireana, de la teología de la liberación, de las culturas populares y de los movimientos emancipatorios de antigua y renovadas procedencias,  conjugan gramáticas de inteligentes ímpetus pedagógicos y políticos, enhebrando  energías ambientalizadas, maceradas en pacientes intercambios intra regionales e interculturales, promotoras de  una creciente y prolífica conciencia y ciudadanía ambiental.
Simbiosis de debates epistemológicos y políticas ambientalizadas, trazarán desde el Centro de Saberes,  senderos abiertos a la señalización del futuro, con el fin exponer el estado de la Educación Ambiental en la región, con la idea fuerza de arraigar, desde procesos plurales de capacitación intrasocial e intercultural, una nueva territorialidad cementada con cuidados socioambientales. Se podrán bosquejar, seguramente, horizontes novedosos, para construir relatos de mejores destinos pedagógicos, en oposición a las miserias conceptuales de la Pedagogía de la Certeza. Nuevas tramas curriculares para la dimensión formal de la educación y también para las prácticas sociales no formales e informales, como senderos inexplorados que puedan germinar en alternativas y en una praxis de la Educación Ambiental en condiciones de escribir alfabetos cooperativos y emancipatorios.
Sin embargo, desde los  bordes hegemónicos del paradigma cultural dominante, de su pensamiento único traducido aún en lo cotidiano por el modo de comer, de producir, de consumir, de hacer el ocio,  de organizar los espacios urbanos por imperio de la lógica inmobiliaria, de transgenizar la vida y el futuro, en la cuenca del Plata aparecen contundentes las heterogeneidades descalificadas por los dogmas de las ciencias clásicas, apostando a la pluralidad de la vida y al legado imprescriptible de arraigarse en sus territorios de significación cultural, codificándose en  voces epifánicas que anuncian otro saber, con aromas a complejidad ambiental, otra racionalidad pluralizada en los mares de la racionalidad ambiental y otra ética arraigada en las historias diversas de la ética ambiental.

Bordes de la cuenca: el adentro y el afuera.
Habitamos los crepúsculos de una etapa sociohistórica signada por la patología mortal de la depredación de la naturaleza y el aniquilamiento de la diversidad cultural, cuyo rostro más patético fuera ostensible en el corazón del  siglo XX. Se acentúa en ese siglo el proceso el crecimiento económico en el marco de un acelerado fenómeno de desterritorialización, modernizándose, en lenguaje de los profetas neoliberales, la articulación de la región en el seno de la globalización, troquelados con la característica de estados nación en el tobogán del debilitamiento. También incluimos en esta idea a la reflexión sobre la cultura, que ha sido violentamente exiliada a los socavones de la existencia, pues se intenta borrar de la memoria de la cuenca y también del planeta  la radicalidad de la diferencia sobre la que reposa la misma naturaleza de lo simbólico y biológico.
Desde siempre, los lenguajes de los tiempos tempestuosos de crisis alzan las voces descarnadas de sus incertidumbres, de sus desencantos, pero también encierran los presagios de una esperanza recóndita y liberadora capaz de  fraguar el imaginario de  nuevos rumbos y otros mundos.  El porvenir indeterminado que nos promete, reaviva la mirada para volver hacia el origen de los fundamentos en crisis y desafía al sujeto para que se convierta en   protagonista de la construcción de los futuros posibles.
La propia palabra ha sido subordinada en su potencia comunicativa y transgresión creativa a la árida e interminable meseta de la racionalidad instrumental y su lógica contaminante, hasta transformar en ficcional los sentidos del conjunto de los mundos de vida. La 2ª posguerra mundial aceleró vertiginosamente esa atmósfera insostenible, aún en la embriagadora etapa de sus fastos triunfalistas y reconstructores, se profundizaron los abismos insalvables repletos de desigualdad entre Norte y Sur, entre Primer Mundo y Tercer Mundo.  Desde la década de los 60 la cuestión de la crisis ambiental comienza a ser parte recurrente y confrontativa de la agenda internacional, y la Cuenca del Plata expresada en las preocupaciones de la agenda, comienza a tener remezones de tonos ambientalistas.
Como dice el Manifiesto por la Vida “La pobreza, la injusticia social son los signos más elocuentes del malestar de nuestra cultura, y están asociadas directa o indirectamente con el deterioro ecológico a escala planetaria y son el resultado de procesos históricos de exclusión económica, política, social y cultural... La ética para la sustentabilidad enfrenta a la creciente contradicción en el mundo entre opulencia y miseria, alta tecnología y hambruna, explotación creciente de los recursos y depauperación y desesperanza de miles de millones de seres humanos, mundialización de los mercados y marginación social”
El paisaje contextualizador de nuestra reflexión

Culmina con los estertores nauseabundos del siglo XX una estrategia de destrucción-aniquilamiento, mascaron  de proa de la ideología fundada en el individualismo posesivo, en el unicato del pensamiento, en el fin de la historia, en la absolutización metafísica del mercado, en la neutralidad científica y tecnológica, en la vergonzante definición de la naturaleza como canasta de recursos, en la inhospitalaria negativa de pensar lo otro como otredad. Desmontar y deconstruir estos mandamientos antieróticos es un desafío ético y una convocatoria amorosa. Es el curso irrefrenable para la construcción de  sociedades sustentables y territorios amistosos. Territorialidad celebrada por los augurios de un nuevo contrato civilizacional “basada en el aprovechamiento de fuentes de energía renovables, económicamente eficientes y ambientalmente amigables. Ya el viraje del paradigma mecanicista al   ecológico se está dando en la ciencia, en los valores y actitudes individuales y colectivas, así como en los patrones de organización social y en nuevas estrategias productivas”.
En esta esquina del análisis, es necesario decir que la globalización neoliberal ha generado un infinito e inacabado proceso de vulnerabilidades, expandiéndose, mutilante y  arrasadora, sobre los suelos despojados por la retórica omnipotente de la razón totalitaria. Desde ahí, como metástasis del mal desaforado, impregna todas las dimensiones de la cultura, incluyendo de modo estratégico la  colonización neoliberal del pensamiento, que se desliza subrepticiamente en los repliegues conceptuales de la Cuenca del Plata
Esta cosmovisión ha impactado en el conjunto  de los actores económicos y financieros, en la educación y la política,  y también  se ha infiltrado en los intersticios de la vida cotidiana, larvándose casi invisiblemente en una narrativa megaordenadora de los mundos de vida,  sensibilidades y conversaciones de una sociedad insularizada. Con una táctica de desconocimiento-vaciamiento el repertorio superficial y frívolo de los mass-medias, aliado estratégico del poder concentrado, sientan las bases indiscutibles de la filosofía del consumo depredatorio y de la cultura integral del despilfarro. 

Deconstrucción del Mecanicismo. Construcción Ambientalizada.
Desmontar la  concepción mecanicista del saber, fregada durante una época prolongada  y  que aún anida al interior de los ámbitos científicos y disciplinares, escritos con retóricas economicistas y utilitaristas está en el centro del deseo que debe pedagogizar la Educación Ambiental. Esas escrituras unidimensionales, trasegadas por la esquizofrenia cultural fragmentadora,  le han impedido al pensamiento pensarse en su complejidad, en sus incertidumbres, en su permanente y cambiante provisoriedad, en su historicidad. Ingresar al universo de la complejidad ambiental implica borrar las letras inertes de la simplificación y rescribir las prácticas sociales con las grafías interdisciplinarias  de la Educación Ambiental.
Los tecnócratas de la economía de mercado, invadidos de febriles ensoñaciones casuísticas, imaginan o fantasean que todo se comporta como partes insularizadas sin relaciones e interdependencias. Creen que los ríos pueden ser mutilados, encorsetados en nuevos recorridos sin afectar la intimidad de la vida y el todo complejo. Ponen en marcha, en el corazón de la cuenca, la expansión de la frontera agropecuaria, eliminado todos los obstáculos, sean materiales o simbólicos, para transformar el suelo de una subregión  de la Cuenca, en un inmenso océano de Soja Transgénica, cual “Latifundio Genético” como postula Carlos Porto. La hiperespecialización  imagina que la compleja dialéctica socioespacial puede reducirse a una premisa básica y abstracta, funcional al monoteísmo de mercado, olvidando que la construcción espacial es un diálogo interdependiente entre procesos entrópicos y neguentrópicos, diálogo de biodiversidades naturales con diversidades culturales.  
De este modo los hiperespecialistas, hijos bobos de la simplificación y de la perpetua temporalidad del presente, sé autoinvisten de un saber tecnológico autoexcluyente.  Especialistas en un saber descontextualizado, diagraman las cartografías de un imperio de expertos y tecnócratas, donde los problemas se tratan desconectados, desvinculados del todo, olvidando que los grandes problemas, como anuncia el filósofo, son “transversales, multidimensionales, transdisciplinarios y en la época de la globalización, son planetarios”.
Este desconocimiento del conocimiento es el responsable del mundo de injusticias que subvalora a la vida y desconoce las interdependencias sistémicas entre cultura-naturaleza. De ese modo, a veces subrepticio, en los diversos espacios de estudio y decisión sobre el futuro de la Cuenca del Plata, se inscribe la matriz neoliberal y la lógica productivista de la epistemología mecanicista.  Este conocimiento es antiecológico, antierótico y antihumano. Ese conocimiento es el que ha construido el mundo que conocemos y simultáneamente lo ha demolido con su racionalidad constitutiva, narrada en tonos de universalidad, absolutos y objetividad neutralista.
Derrumbar el logos de la racionalidad instrumental y cancelar las hipertrofias de la “sociedad saturada” por los oleajes modernizadores que han invadido las entrañas de la vida con la exasperación de la economización y la frigidez de la hipertecnologización de la cultura, se convierte en el peldaño inaugural de los tiempos de deconstrucción construcción. La deconstrución, proceso imbuido por la praxis participativa de la educación freireana, recreará paisajes ignotos para la justicia ambiental, desde donde sé reformularán las dimensiones simbólicas y materiales de los mundos de vida, sé resignificarán  las memorias y abrevarán otras representaciones de las cosas.
Son escenas constitutivas de una nueva racionalidad, atravesada por los suelos movedizos de la incertidumbre y de lo inédito. Racionalidad Ambiental que subyace a un Saber Ambiental abriéndose crítica y complejamente, hacia tierras fecundadas por la Pedagogía de la Pregunta. Preguntas formuladas desde la esquina de lo desconocido para descubrir las filiaciones plurales de la interculturalidad de la región. Preguntas para acelerar el desmontaje de lo mismo, de lo igual, de la lógica de la repetitividad y proceder al “rearme o reconstrucción conceptual” desde los vientos de la complejidad ambiental. Deberemos imaginar, como dice Leonardo Boff, una retirada sustentable de las garras indeseables de la razón totalitaria.
Agua, Cuenca y Territorio, Pensamiento Ambiental, Educación Ambiental, Construcción Cooperativa del Conocimiento:
Desafío Incolmable
Desmontar el bosque petrificado de las pedagogías de las certezas y sus currículos formales e informales, siempre en estado de ceguera excluyente, es abrir las compuertas de la participación ciudadana para la construcción del   saber ambiental. Saber Ambiental fundado en la ignorancia y en la pulsión incontrolable de deconstrucción del mecanicismo. El Saber Ambiental es un saber codificado por las aguas refrescantes de subjetividades autopiéticas y regados por la ética ambiental, que no kantiana,  donde el sentido anticipatorio de la otredad, orienta las tramas de la ontología y la epistemología. Es un saber caminando vacilante por los bordes inescrutables del límite del saber. Un saber ambiental para reimaginar la epistemología desde la textualidad de lo ambiental y seducido por el sismo de la novedad, inclinado a reescribir las miradas pedagógicas populares en sintonía con la construcción de otros mundos posibles. Saber ambiental para guiar el sortilegio del pensamiento y la praxis del hacer, por los caminos del futuro sustentable. Saber Ambiental liberado del pensamiento unidimensional, de la razón tecnológica, todavía enclaves del conocimiento colonizador que suele provocar ciertas confusiones, muchas veces revestidas de lenguajes ecológicos y discursos críticos enceguecidos por la razón occidental. Saber Ambiental que remite a otro paisaje de la historia del conocimiento, donde podrán remontarse otros vuelos constitutivos, para dejar paso a un sujeto entramado en otredades y alejado del precipicio instrumental.
La problemática del agua en la Cuenca del Plata debe escabullirse de las trampas economicistas para latir al conjuro de una nueva cultura, cuya filosofía esté en consonancia con los sentidos diversos de una plural “democracia del agua”, para que “más allá de la utilidad económica del agua en la agricultura, la industria y la producción de energía, los ríos, lagos humedales, bosques y acuíferos desempeñan funciones clave, tanto en la biosfera como para el sustento y cohesión de las comunidades, al tiempo que representan bienes comunes naturales que marcan la identidad de territorios y pueblos”, como afirma la Declaración de Fortaleza.
La Declaración también proclama que “aceptar el reto de la sustentabilidad exige cambios profundos en la concepción de naturaleza, Así como en actitudes y modos de vida; exige entro otras cosas desarrollar una Nueva Cultura del Agua que reconozca los múltiples valores emocionales, ambientales y económicos en juegos, desde enfoques éticos basados en los principios de equidad y sustentabilidad”.
Estos conceptos y hecho de estar en las vísperas asincrónica del Bicentenario de la Independencia nos colocan frente a páginas en blanco para escribir la Historia de la Cuenca del Plata con lenguajes de Historia Ambiental. Esa reescritura  estará sembrada de la identidad plural constitutiva y será la expresión del “diálogo de tensiones”, que es la naturaleza del diálogo de saberes. Los sentidos de vida construidos desde la diferencia abren las compuertas de la metodología de deconstrucción-construcción, que permita sobrepasar la aridez del agua en aras del manantial del agua boa. Todo proceso de capacitación deberá poner en el ojo de la tormenta dialógica grupal:
-       la deconstrucción del saber cosificado sobre la naturaleza y el ser;
-       la capacitación abrevará en la conflictividad del locus con el objetivo de permitir la reapropiación de la complejidad ambiental;
-       la deconstrucción de las pedagogías de las certezas tan caras a la política y las pedagogías modernas en aras de la pedagogía popular sostenida en los principios de diversidad y Contextualización;
-       la reconstrucción de una metodología democrática basada en la articulación entre teoría y práctica, entre lo conocido y lo desconocido, entre lo sido y lo aún no sido, entre lo pensado y lo no pensado.
Para esta batalla cultural será necesario y estratégicamente vital reapropiarnos de la palabra, porque como dice George Steiner “no nos quedan más comienzos”. Por eso, además de reapropiarnos de la palabra para darle vida y sentidos epifánicos,  también es un desafío impostergable acuñar  nuevas palabras. Dice Adamov “Agotadas, roídas, manchadas, las palabras se han vuelto esqueletos de palabras, palabras fantasmas; todos rumian  y sin convicción eructan sus sonidos entre dientes.” Ahí está otra raída expresión de las múltiples pobrezas  que heredamos de los tiempos insustentables del neoliberalismo hiperespecialista en pauperizaciones. Sobre ese empobrecimiento de la palabra se montó el poder para aumentar la colonización y la depredación, las vulnerabilidades societales y, como dice Bauman, “el potencial genocida adormecido en las capacidades instrumentales de la modernidad”
La palabra ha retrocedido en la misma  medida exponencial  en que avanzaron la hipertecnologización de la cultura y la mediatización frívola de la sociedad de consumo. Desde que Galileo sentenció que la naturaleza tiene los códigos escritos con lenguaje matemático, la vida y la poesía desaparecieron de la faz de las ciencias, de la economía y del ser. Durante centurias, con inmensa persistencia, esa concepción heredada ha actuado sobre la “psique individual y colectiva” de occidente. Ha desnaturalizado la naturaleza y artificializado la vida. Ahí está el eterno huevo de la serpiente.
Sabemos quienes representan esa mirada de ocultación. Deberemos construir las miradas del desocultamiento enraizada en la metáfora penelopeana de deconstrucción-reconstrucción. Son tiempos de combate entre el logocentrismo iluminista, formal e instrumental, de la ciencia positivista que ha sembrado de desolación a la Cuenca del Plata y pretende, en los arrabales agónicos de su existencia, convertirla en un baldío extenuado;  y el proyecto de complejidad y saber ambiental, escritos en las andaduras de la interdisciplinariedad y la racionalidad ambiental. Son tiempos del mundo de lo mismo, agobiado en los abismos de su propia prosapia insustentable, o los tiempos arraigados en la diversidad cultural, en las identidades múltiples, de mundos de vida donde “quepan todos los mundos”, como dice un filósofo latinoamericano.
Ahí estamos. En esos bordes. En esos límites con fronteras permeables y porosas, transitadas por el nomadismo y mestizaje epistemológico, casi inasibles, cartografiadas por los estertores del final y el sacudimiento del principio. Por el estremecimiento de un big bang cognitivo en disipación prigoginiana. Ahí estamos. Hibridando un diálogo de saberes en la construcción de futuros posibles e inéditos, narrados con las palabras aún no dichas, fertilizadas en los oasis de la alternativa y la otredad. Ahí estamos, recuperando la historicidad, oponiéndonos a la inhospitalidad del fin de la historia, que sería el reinado del Mercado Metafísico y el Pensamiento Único. Porque recuperamos el sentido de la historicidad, sabemos que ese tiempo de insustentabilidad habrá de concluir. En esta andadura la tensión se dilata de los territorios pensados hacia las regiones “por pensar”. Hacia una reconstrucción del mundo, desde los laberintos plurales de otredades encarnados en simbolizaciones anticipatorias, hacia lugares donde se configuran nuevos contextos epistemológicos y axiológicos.
La Racionalidad Instrumental, corazón vital de la Modernidad Insustentable, ha concebido a la Cuenca del Plata, como una imagen lacerada por los rendimientos cortoplacistas de la hiperteconologización de la cultura y la sobreeconomización de la vida, expresados en la explotación de sus recursos  hídricos, agrarios, minerales y energéticos. Todos ellos son como cuerpos exteriores a la única interioridad posible: la lógica de mercado. La imagen de la Cuenca, desde esa perspectiva, se reduce a ser una inmensa ubre tironeada por  las pulsiones ilimitadas de ganancia. Ese ordeñe irracional se ha transformado en una amenaza existencial para el ser diverso de la Cuenca. La alteridad se ha refugiado en las semillas nutricias de la complejidad, esperando que pase el invierno irracional del pensamiento único ontoepistemológico, para florecer en los suelos primaverales del pensamiento ambientalizado.
Escrituras de sagas pedagógicas ambientalizadas invadirán el currículo   para convertirlo en encrucijada histórica y liberarán la didáctica de su matriz técnico eficientista,  con el objetivo de agrietar para siempre, el suelo jabonoso de las “mil mesetas”  homogéneas de los sistemas educativos lineales de los países de la Cuenca del Plata. El diálogo de saberes roturará el territorio  insustentable y se podrán labrar con instrumentos interculturales espacios propicios para la diferencia y la otredad.   La crisis ambiental amplifica todas las resonancias. SE arraigan otras metáforas en la Cuenca del Plata en condiciones de re-encantar a los humanos y los paisajes, con la finalidad de reinstalar en los suelos de la Cuenca las “anomalías” que expulsara el tribunal catedralicio de la ciencia fundada en el dominio. El crisol de las identidades múltiples, la repoetización de la vida, le devolverán el  verbo al sujeto para que pueda dialogar con la otredad y reconocerse con y en ella. Tiempos diversos se escurrirán por las andaduras superficiales resignificada por los magmas nuevos.
La reespacialización de la Cuenca del Plata con las metáforas surgidas desde las alforjas de la sustentabilidad local y regional, se desanclarán de la espacialización unívoca impuesta por la racionalidad instrumental, y se abrirán al Ethos de una geografía ambientalizada, donde el concepto disruptivo se escribirá con las estrategias de la interconexión, la simultaneidad interdependiente de los procesos espaciales de la cuenca y la potenciación de la deconstrucción sistemática del mecanicismo temporoespacial.
Ambientalizar los mundos de vida en la Cuenca del Plata, implica reabrir los debates políticos con el objeto de dinamizar las participaciones comunales, la participación en el locus, la participación de los diferentes, la participación de los excluidos, la participación de los silenciados. Escuchar el silencio de los subyugados es una estrategia subyugante de reconocimiento de otredades. Es poner en marcha caminos más solidarios antes oscurecidos por la angurria insaciable de la lógica de mercado.
Reapropiarnos del espacio metafórico de lo complejo, para desandar su linaje euclidiano, con el propósito de lugarizar un sitio donde el movimiento y el  cambio en devenir escenifican la coreografía de un baile diagramado por la tectónica de placas. Reapropiarnos del espesor de los lugares para que se desplieguen en sus relaciones la erótica de la sonrisa. Un espacio con  espesor  geográfico y también sociológico, antropológico y soñador. Imaginar, como dicen los geógrafos postmodernos latinoamericanos, que ponen énfasis en la geografía del lugar “que un paisaje o una ciudad poseen sus murmullos temporales más o menos auráticos e irreductibles”.
Ambientalizar la vida en cada lugar, erradicará el sentimiento de  baldío que impera en la cultura del malestar permanente. Sopesar las señales difusas, muchas veces meros indicios, que se abren frente a nosotros para estar al acecho. Significará imbricar en las propias prácticas los mestizajes sociales y culturales. Significará reterritorializar los sentidos existenciales y la caracterización de sujeto en las fraguas diversas de las luchas ambientales.
Ambientalizar el proceso de capacitación integrado con la impronta de la diversidad, la diferencia y la tolerancia de la otredad marca a fuego una línea de pensamiento generadora de creatividad y con un mensaje esperanzador. Construir los futuros inéditos y posibles como nos plantea Paulo Freire, es signar la idea de futuro con el manto de la incertidumbre y la acción participativa, con el imaginario de lo democrático y plural, de una prospectiva, como subraya Godet, que “no es ni previsión, ni futurología, sino una reflexión para la acción y la antifatalidad”, citado por Trellez en el Dossier de Cátedra.
La capacitación en grupos para reorientar las políticas insustentables, deberán transitar la vías de la reapropiación social de la naturaleza, teniendo como condición intransferible, la construcción intercultural. Deberá estar dinamizada  por una metodología pedagógica participativa, algunas de cuyas ideas fuerzas podrían ser:
- “Dilucidar la acción presente a la luz del futuro,
- Explorar futuros múltiples e inciertos,
- Adoptar una visión global y sistémica,
- Tener en cuenta factores cualitativos y estrategias sectoriales,
- Recordar que la información y la previsión no son neutrales,
- Optar por el pluralismo y la complementariedad de los enfoques,
- Cuestionar las ideas recibidas, “incluso éstas”.

Epílogo descontracturado
Desde la aridez del conocimiento A los humedales del saber.
 
Deberemos hacer visibles en el mapa de nuestra realidad cotidiana, en el lugar de trabajo, en la escuela, en los grupos de capacitación, en los suelos a cielo abierto, en el barrio, en el viaje sin retorno hacia la verdadera libertad, las marcas incestuosas  del conocimiento insustentable. Reconocer en nuestro propio mundo las simbolizaciones coercitivamente impuesta por la cultura dominante, abrirá las compuertas para acelerar la transición de la racionalidad instrumental hacia la racionalidad ambiental. Nunca como en estos tiempos ha sido más siniestra la máscara dominadora. Por ello las luchas ambientales, las resistencias promovidas por la reapropiación social de la naturaleza, la construcción colectiva de sentidos educativos forjados en el encuentro de otredades ambientalizadas, como los protagonizados por las convocatorias del Centro de Saberes y Cuidados Socioambientales de la Cuenca del Plata, la persistencia creciente de demandas fraguadas en las aguas reparadoras de justicia ambiental, están generando en cada lugar las condiciones propicias para desencadenar “un orden histórico socialmente justo y ecológicamente sustentable”.
La participación no es un gesto de la voluntad, es el vuelo de contextos
Alentados porque la  cordillera de obstáculos ha sido desmontada por las señales de lo relacional, de la dialéctica integradora de las diferencias. La participación deberá ser fertilizada por la pedagogía de la complejidad ambiental en condiciones de remover hasta los cimientos  el conocimiento que separa y externaliza, de desmadejar al conocimiento que desconoce el conocimiento y propiciar un saber hecho en las andaduras de lo complementario, incierto e incognoscible, de deconstruir a la cultura homogeneizante que exilia a lo diferente. La participación es como la interdisciplinariedad.
Puede haber, como dice E. Leff, una interdisciplinariedad técnica operacionalizada por el acercamiento de varias disciplinas, o puede  haber una interdisciplinariedad teórica que es refundacional. La interdisciplinariedad técnica, sostenemos,  se asemeja a un fugaz encuentro de bordes que siguen conservando sus propias naturalezas interiores. Pero la interdisciplinariedad urdida  por la interpelación de la crisis ambiental al conocimiento, es una interdisciplinariedad que pone en sospecha los saberes legalizados por la Razón Instrumental. Es una interdisciplinariedad de ruptura y deconstrucción de los límites. La interdisciplinariedad ambiental se conjuga con las gramáticas inventadas por las culturas y los lenguajes provisorios nacidos al calor del encuentro entre la naturaleza y la cultura. La interdisciplinariedad es la barca que conduce a nuevas orillas para reinventar desde sus playas el mundo y cumplir el desafío de ponerle nombres nuevos a las cosas. La interdisciplinariedad rompe las ataduras con el conocimiento universal y objetivante y se desamarra del atomismo científico y social en aras de conjugar el mapa archipiélago sembrado por las semillas de las identidades culturales múltiples y el verbo de un lugar identitario, como el de la Cuenca del Plata.
Para deconstruir los conocimientos desangelados y reconstruir los saberes de la ética de la sustentabilidad, para deconstruir el presente definitivo diseñado por el pensamiento unitario de la modernidad y construir  futuros engendrados en la participación de las diferencias, deberemos recorrer la poética de Roberto Juarroz, que nos convoca y dice:


Desbautizar el mundo,
Sacrificar el nombre de las cosas
Para ganar su presencia.
El mundo es un llamado desnudo
Una voz y no un nombre,
Una voz con propio eco a cuestas.
Y la palabra del hombre
es una parte de esa voz,
No una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una celda de identidad sonora,
ni el banderín indicativo
de la topografía del abismo.

El oficio de la palabra,
Más allá de la pequeña miseria
Y la pequeña ternura
De designar esto  o aquello
Es un acto de amor:
Crea presencia.
El oficio de la palabra
Es la posibilidad de que
El mundo diga al mundo,
La posibilidad de que
el mundo diga al hombre
La palabra:
Ese cuerpo hacia todo.
La palabra:
Esos ojos abiertos.

VI  CONGRESO IBEROAMERICANO DE EDUCACIÓN AMBIENTAL
Conferencia Central
VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental.
San Clemente del Tuyú.
Argentina.   Setiembre de 2009

Política y Educación Ambiental:
El proceso educativo y la construcción de la sustentabilidad

Educación Ambiental: Entre crepúsculos y alboradas desalan ambientalizadas la educación, la política y la sustentabilidad.

Prof. Carlos Galano
Escuela de Educación y Formación Ambiental Chico Mendes.
 Universidad Nacional de Rosario.
Universidad Mayor de San Andrés. La Paz. Bolivia


Conversaciones de un abuelo con su nieto

Casi primavera, Frente al río y a la sombra de un lapacho en flor.
Abuelo- Qué te parece que es la realidad?
Nieto- No sé. No entiendo.
Abuelo. A ver, que imaginás, cómo se te cruza por la cabeza la realidad.
Nieto- Cómo un sueño, o tal vez como una pesadilla.
El abuelo tiene 68 años y el nieto, Santino, 5.


Entre Bordes

Celebramos el VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental con los aires primaverales del 2009, en San Clemente del Tuyú, lugar  de bordes. Aquí, frente a nosotros el Océano Atlántico,  se inscribe en la cuenca oceánica bonaerense, y muy cerca del linde costero marítimo,  comienza la Cuenca del Plata. Esta palabra inaugural,  Plata, fue impuesta por  el poder  colonizador apenas iniciado el S XVI, a como diere lugar imponiéndose implacablemente sobre la antigua designación geocultural de Comarca del Agua,  desde siempre acuñada por los pueblos originales para significar estas regiones. Esa antigua metáfora guaraní no referenciaba solamente una lugarización euclidiana, no geografiaba reductivamente la geomorfología ortodoxa de aguas y tierras. Era palabra y alma arraigada en el espesor de un territorio gramatizando la compleja  territorialidad del SER.
La estrambótica palabra inaugural, Plata, desnudaba sin ambages la embriagadora sed economicista del conquistador, cayendo como un rayo en día sereno sobre los humedales incomparables, subordinando la relación cultura-naturaleza al trazo racionalista en ciernes, dibujando en la superficie la marca lineal de sus urgencias mercantilistas, para dejar grabada en el ecosistema y en el tiempo, el camino devastador sin retorno que impondría desde sus dogmas para en las próximas centurias. El concepto Plata se desbordó en ríos de semen petrificado sin agua, hasta que los presagios ominosos de la primera madrugada de la modernidad, ya sin contención ontoepistemológica, abriera las compuertas del cuerpo indefenso de Abya Yala, y el coito con la Racionalidad Instrumental en germinación, pariera los destinos del pillaje y el martirio de culturas milenarias. El catecismo de La Plata contenía en todas sus gramáticas matematizadas el breviario cientificista desarrollado académicamente a partir del siglo XVII.
 El sistema hídrico de la Cuenca del Plata favoreció la búsqueda y explotación minera y engendró un reordenamiento territorial a la medida de la expoliación, la misión eurocéntrica se sintetiza  en una errancia sin confesiones ni moral, donde millones de seres, sacudidos por una tectónicas de placas cultural sin parangón en la historia, vieron como se reorganizaban en desheradades infinitas los territorios ancestrales, desterritorializados por los afanes incontrolables del capitalismo original. Funcionó como un talismán propiciatorio para la Europa iluminada por los fragores modernizantes y se extendió luego, impulsada por la fragua goyesca del mecanicismo cientificista, en maridaje con la economía mercadizada a los formatos imperialistas “eurocéntrico y noroccidentales”, configurando, de esa manera, el núcleo duro de la Modernidad Insustentable.
  La idea fuerza de la Plata, debemos tener en cuenta que no hay ninguna ingenuidad en la designación de las cosas, ya dejaba entrever desde las orillas de su brillo, el derrotero del pillaje y su especialización eterna: el modo de cómo pocos se enriquecen y como muchos se empobrecen, como tantos más apenas si pueden recorrer el camino sin retorno de ser Refugiados Ambientales, porque a medida que se desterritorializa su suelo, ofrendado en altar de beneficios colosales,  santiguados con las liturgias del cientificismo y del mercado, el desarraigo cultural cosifica al ser y lo sazona a punto de vaciamiento, para entregarlo compulsivamente, revestido con la sutileza implacable de hacerle habitante dilecto del único paraíso, en la anestesiada banalidad del consumismo.
El lenguaje original impuesto con bizarría colonizadora, da cuenta de la nueva cartografía del poder. Del nuevo poder epocal, de una instancia globalizadora,  que en poco tiempo se vestirá con  los ajuares de la ciencia clásica, del capitalismo ataviado con el sortilegio de las leyes de mercado y de una religión cultural centrada en la fe del Progreso. El poder colonizador  impone las palabras nuevas, tan modernas e incomparables, tan representativas de la cumbre civilizatoria, que naturalmente, modernamente, definen el modo de ser, aunque no sean otra cosa que la expresión frígida del desencantamiento del mundo, para que pueda reconvertirse la geografía multidimensional del ser latinoamericano, en un molde uniforme,  homogéneo, donde  los fragmentos dislocados se especialicen en cumplir, sin obstáculos, la extenuada  hemorragia unidireccional de sus riquezas inagotables. Se labra en las heridas de tierras y aguas el único destino posible en la órbita de la racionalidad naciente, primero fagocitado en las entrañas del renacimiento, luego aprisionado por la promesas embaucadoras del iluminismo y finalmente, extorsionado por el capitalismo goyesco, para que en el interior del ser comarcal, habitado desde siempre por el bullicio de la diversidad, no pudiera tener otro futuro que un eterno presente sembrado con sombras fantasmáticas en medio de la desolación y el  espanto. 
La Racionalidad Instrumental, nacida en los entresijos de la Razón Cartesiana, se convirtió en la única liturgia del Progreso. El crecimiento económico, motor imparable para la ilusión del Progreso, dejó a la geografía malherida y enmudecida, al evaporarse la naturaleza del espacio, en beneficio excluyente de la ganancia del mundo moderno colonial. Repentinamente el espacio adquirió los contornos del mercado y el ser no tuvo  más remedio que convertirse en un ciudadano manipulado por la Ontología de la Trivialidad.

Descolonizar el conocimiento para abrir el camino de la Educación Ambiental y de las Políticas Sustentables.
Abya Yala gritó  silencios que se tornaron ominosos. El cuerpo bello y voluptuoso de  Latinoamérica y el Caribe se quedó sin alas. Se le hundieron los pechos y los pómulos. Se le aquietaron los pies. Pero los ojos siguieron mirando y el corazón latiendo. Aunque llegó el hambre, esa hambre que se come con la leche, como dice E Rosenzvaig,  que se olvidó   la fiesta del pezón al envenenarse el cordón umbilical con la tierra. El precio de la colonialidad ha sido toda la tristeza de mundo.
La geografía de la diversidad enmudeció desdeñada  por el discurso unidimensional y se entroniza el Unicato en la direccionalidad política, económica, cultural y educativa. La superficie abrillantada y muy pulida por la topadora racionalista de cuando en cuando es conmovida por  remezones de  resistencia. Actualmente, a pesar de la resistencia y de la “re-existencia” de los Pueblos Originales, se sigue lacerando la biodiversidad con los trazos de la depredación, aunque en ocasiones puede confundirse neblinosamente el talante arrasador, por la monserga de ciertas texturas discursivas narradas sin muchos ánimos descolonizadores.
Y ahí están, desde México hasta el sur profundo, hacia todos los rumbos, visibles en el ecocidio trágico, las llagas pestilentes  de la minería a cielo abierto,  despanzurrando la tierra con sofisticada tecnología contaminante y asentada en una “sólida formación académica especializada”, matando las aguas y desglacializando la cordillera; ahí están los suelos aires y aguas genetizados  de homogeneidad contaminante. Ejemplificativamente decimos que en la última campaña agraria se inundaron  los suelos fértiles de la pampa con 780 millones de litros de agrotóxicos, en forma de glifosato… tan alabado en ciertos recintos universitarios, por los economistas neoliberales, para que implacablemente, esparcido por los barones del imperio transgenizado de la soja, pueda consolidarse el polo de poder constituido por gobernantes, chacareros, investigadores, medios de comunicación, con el fin de consolidar la omnipotencia de la razón exterminadora.
Somos testigos del desguazamiento de ríos portentosos, como el Paraná, tecnologizados sin control hasta convertirlos en cloacas eficientes, convertidos en rutas rápidas en condiciones rentables para estar a la altura del crecimiento desbocado del comercio internacional de granos y minerales y, también ahora del comercio de sus propia AGUA DULCE. Esta panacea fundada en la producción de alimentos ha sido desmentida por la OMS, quien acaba de publicar que no sólo no se resolvió el hambre del mundo con el supuesto productivismo de alimento, sino que, simultáneamente, ha aumentado dolorosamente la desnutrición infantil.
Ahí está la geografía urbana deformada en ciudades travestidas de consumismo irracional, donde millones se hacinan en guetos miserables o en guetos de lujo, pero todos, habitan sin esperanzas, aunque seducidos y abandonados, volatilizados por la  violenta banalidad del “fascismo de entretenimientos”; por otros muchos resquicios solariegos se levantan industrias angurrientas que vomitan sin cesar el trueno de su desprecio por el ser, poluyendo lo que respiramos, lo que bebemos, lo que comemos y la propia mismidad del ser.
Dónde estamos? Habitando el  Palacio de Cristal,  diría Dostoievski, con su atmósfera cultural hegemónica convertida en una máquina abstracta, donde se envilece el ser, donde las metáforas de la vida y los rituales cotidianos fueron  sometidos a la espectacularización del deseo, codificando la pulsión de vivir a una mera  superficie árida, donde naufragan, sin remedio, todos los postulados iluminista, así como otros tantos relatos más recientes, incluyendo el de la educación como instrumento del progreso y herramienta para la igualdad, despeñadas en las cavilaciones sin memoria ignorando   que “ lo que ha ocurrido en el último siglo  pasará a la memoria histórica como la época cuya idea decisiva de la guerra ya no es apuntar al cuerpo del enemigo sino al ambiente”.
Y aquí nos encontramos, en el borde de dos bordes. Vivimos en el borde de una época que comenzó a transitar con preocupación y esperanzas la cuestión ambiental por las décadas  60 y 70 del siglo XX. En 1972 Estocolmo y el Informe sobre los Límites del Crecimiento del Club de Roma representan una gestualidad epifánica. En 1977, hace 32 años se establecieron  los principios de la Educación Ambiental en Tbilisi. Allí comienza una saga epocal plagada de Cumbres cuyos abordajes pusieron énfasis en la cuestión ambiental, la sustentabilidad, la población y las ciudades. Una época que legisló empeñosamente para que los sistemas jurídicos internacionales, nacionales y locales construyeran una malla protectora sobre la naturaleza. También estas últimas décadas han sido conmovidas por  torrentes pedagógicos reimaginando la educación desde las costas de  la ambientalización del currículo.
En esa atmósfera epocal se inscribe la saga de los Congresos Iberoamericanos de Educación Ambiental. 2 celebrados en México, el tercero en La Habana, el 4º en Caracas, Venezuela, el 5º en Joinville, Brasil. Y el 6º aquí, ahora mismo, en Argentina. En ese lapso se realizaron en la región congresos nacionales y regionales de Educación Ambiental y, como un hito referencial, debemos destacar los dos seminarios sobre Universidad y Medio Ambiente, celebrados en Colombia. La literatura sobre la cuestión ambiental y sobre la educación ambiental en el mundo ha sido  prolífica durante este tiempo.
A 37 años de Estocolmo y a 32 años de Tbilisi la realidad, sin embargo, ha empeorado.  Por ahora acudiremos a un solo indicador. En 1997,  las 225 personas más ricas del mundo tenían una riqueza igual al 47% más pobre de la población mundial, es decir a 2.500 millones de habitantes. Esa tendencia sigue aumentado sin solución de continuidad. Es un proceso inigualado de enriquecimiento precipitado y empobrecimiento fulminante. Como diría GEO 2000, esto se llama el NO FUTURO. Este es uno de los emergentes de la CATÁSTROFE AMBIENTAL, en estado de centrifugación nostálgica.
Estamos en un punto de bifurcación. En el punto donde la realidad, como dice Santino, seguirá siendo una pesadilla o se convertirá en un sueño. Nos interpela, en esta coyuntura histórica, la Crisis Ambiental, una de cuyas manifestaciones en Latinoamérica es la pérdida catastrófica de biodiversidad. O seguimos transitando los caminos consabidos, siempre oscuros, iluminados por las certezas y comodidades de la Racionalidad Instrumental, naturalizada en los santuarios seculares de la academia con la literatura  científica y tecnológica del despilfarro y la depredación; o en los inicios de una camino complejo, de un camino donde voces plurales se interconectan para rescribir la racionalidad y el saber desde la ambientalización latinoamericana, apostamos por la sublevación epistémica.
Serán territorios nuevos. Por cierto que deberemos estar al acecho pues  serán revisitados por discursos antiguos tenazmente ocultados por el Discurso Único. Territorios nuevos configurados como un palimpsesto, donde una de las escrituras antiguas que le dan sentido es “epimeleia heartou” de los griegos, inquietud de si, abierta a ocuparse de uno, del otro y del mundo, según dice Foucault,  tergiversada por los romanos luego, y siempre subordinada al logo délfico conócete a ti mismo, expresión de irrefrenable individualismo, que centurias después le cayera como anillo al  cogito cartesiano.  Otras de las escrituras que pueden apreciarse es la de  el “estar como” aymara, todavía latiendo en el alma boliviana, nutricio en la constitución y arraigo del ser indígena y mestizo del altiplano, ese estar como desde el que se cultiva una visión del mundo. Imposible de abarcar, dice Kusch, desde las categorías de la lógica aristotélica de identidad, no contradicción y tercero excluido. Su concepción del mundo se basa en la ambigüedad, simultaneidad del si y del no, la conjunción de oposiciones, el juego simbólico, el acierto fundante, la aceptación del misterio como infinitud e indeterminación, todo cincelando un haz como parte del vivir. También el  “ñeñe” guaraní, está inscripto en el palimpsesto, y que significa  tanto palabra como vida, para que la palabra sea la vida de la tierra y la vida sea la palabra del agua.
Cual manantiales de conceptos inagotables, como vigorosos ríos de agua subterránea, esas aguas rebrotan por las grietas que la Crisis Ambiental le produce a la piel desvencijada del  pensamiento mecanicista. Se hacen visibles porque se reinstalan a plena luz las literaturas oscurecidas. Escucho a las voces, diría Faulkner. Aún cuando todavía los ojos siguen enturbiados por las nieblas del mundo moderno en su ocaso, y la mirada sigue velada por la tristeza mutilante de razón instrumental, se escucha ya el alborozo de las nuevas emociones que entonan una música fraguándose en el pentagrama del Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Arpegios de la revolución científica contemporánea, como la complejidad ambiental, termodinámica, estructuras disipativas, neguentropía, preludios sustentables para que las nuevas miradas puedan apreciar en cabalidad el sortilegio de la voluptuosidad, y por oposición puedan desterrar los ruidos insoportables que difundiera la pesadilla de la lógica cuantificadora y su prosa horripilante especializada en narrar como nadie el festín de “la gran comilona” de la globalización insaciable. ES cierto que en el anfiteatro de estos días se respira un aire de cierta incertidumbre, aunque también es audible el canto de los sujetos que se liberaron del yugo del discurso único.

Educación Ambiental: territorio de la política ambientalizada y los futuros sustentables
Alicia, comenzó bastante tímidamente:
-“podrías decirme, por favor, que camino debo tomar para salir de aquí?”
-Eso depende en gran parte de dónde quieras ir, le dijo el gato.
-No me importa mucho dónde….” Dijo Alicia;
-Entonces no importa mucho el camino que elijas”, contestó el gato.
En Alicia en el país de las maravillas. L.Carrol.
La Educación Ambiental se vincula al camino epistemológico subversivo y no a los refriegos pedagógicos y didácticos salido de las fauces de las certezas, la Educación Ambiental impregnada por el Pensamiento Ambiental Latinoamericano se arraiga en fuentes antiguas, como aquellas  resonancias de la skole y del otium, lejos de la fatigosa formación y tan cerca del reaprender,  la Educación Ambiental se hace inminente cuando transita el camino de desaber lo sabido. A la Educación Ambiental no se llega desde las melindrosas grageas pedagógicas arrebatadas de eficacia matematizada, eso no traería más que un armazón inadecuado y un final espectral. El camino hacia la morada de la Educación Ambiental tiene el sortilegio y las convulsiones de la Subversión Epistemológica. Ese es el camino que elegimos. Impregnados de fragancias umbrosas y sueños suaves de otredades abrigadas en el cobijo de la comunalidad del ser.
El camino ambientalizado no está exento de cadáveres cosificados. Son bultos petrificados que arrojara  el aparato tecnocientífico de la modernidad insustentable. Ya es conocido. Por eso nuestro modo de caminar es el de un caminante que está al acecho. Que agudiza la totalidad del ser. Que vuelve a respirar la luz confiada de la tierra. La recuperación de la tradición sobre la complejidad ambiental será el acontecimiento vital que permitirá desembarazarnos del discurso hegemónico con  que naturalizaron el saqueo y el genocidio. Cómo afirma Souza “sino liberamos la epistemología, no cambiamos la historia y no se podrá liberar la economía.
Romper el cerco que el conocimiento mecanicista le tendió al ser, urdiendo su arquitectura con la madeja de los hilos provenientes desde Platón, teñidos por Aristóteles, rehilados por Descartes, Newton, Galileo, Bacón, Kant y sus seguidores, confeccionando disfraces a veces en tonalidad  positivistas, otras de color neopositivistas,  en ocasiones la hechura es idealista de todas las versiones,  o estructuralistas o progresistas a la page y no pocas veces de críticos dialécticos habitantes de diversos arrabales, deberá traducirse en  una decisión irrevocable rebasando las fronteras infranqueables e impulsándonos a desandar la nostalgia acogedora del ahora para trasegar los tiempos inciertos de  lo por-venir.
Descolonizar el conocimiento impuesto por la ciencia desmemoriada que legitimó desde todas las esquinas el ejercicio de  la “colonialidad del poder”, e  hizo partir de todos los muelles científicos, políticos, culturales, y económicos los acorazados con lo que finalmente sojuzgaron a los pueblos y domesticaron y controlaron sus subjetividades, se convierte en un desafío de pura creatividad ambientalizada.
Desmontar la “colonialidad del saber” urdida como una estrategia del conocimiento oficial para imponer su palabra y sus ideas, mediante la extravagancia de pronunciar una nueva  primera palabra sobre las cosas viejas, de diluir con la fragmentación de fronteras la complejidad ecosistémica y cultural, y de imponer una forma de ver el mundo, con una metodología ya antigua, inaugurada en occidente por el Edicto de Constantinopla, el 28 de febrero del año 380. Siglos  más tarde, durante los siglos modernizadores, el imperio de un pensamiento sobre otros pensamientos fue rehabilitado   por la cientificidad occidental. Sus aires de verdad absoluta, eficacia incontrastable, construyeron una visión del mundo que naturalizó el progreso y el desarrollo, entronizando a  la ciencia mecanicista como verdad pontificial, venteando hacia todos los confines y ninguna parte,  los saberes diferentes y  las ideas emancipadoras.
Habrá que sostener con mucho brío ontoepistemológico el imperativo de deconstruir la “colonialidad del ser”, revestimiento ontológico de la dominación colonial en todas sus vertientes, cuya definición se afirma en la “negación y la violencia”. Desconocimiento de la otredad y la violencia infinita convertidas, como dice Derrida “en la violencia mayor contra la vida como una violencia industrial y científica”. Y ha sido en la alianza tecnocientífica, donde esa violencia adquiere una naturaleza implacable para saciar su sed inagotable de  biodiversidad natural y diversidad cultural.
La retroalimentación tecnocientífica devino en Crisis Ambiental. Crisis turbulenta amedrentada en el desasosiego y conturbada por las aflicciones de sus abstracciones universales y deterministas, se diluye en la polvareda del mundo economizado en retirada, dónde el único ruido que  se escucha es el del reloj del corto plazo,  dejando exhausto el vuelo de las palabras cuyas alas fueron cortadas por el lenguaje matematizado.  El desmontaje del conocimiento cincelado por la objetividad y arrojado a la ebriedad productivista por el imperativo del mercado, comienza a erosionar los cimientos indestructibles del Palacio de Cristal.
El edificio geométrico de verdades y conocimientos inalterables, levantado con hiladas de ladrillos disciplinarizados, insularidades descontextualizadas ha estallado por la concurrencia de una doble vía: implosión interna por la ignorancia de su saber centenario y explosión externa por los avatares descontrolados del Cambio Climático. El proyecto del progreso, crecimiento económico, del llamado desarrollo con cualquiera de sus apellidos, ha sido envenenado por la contaminación de la crisis ambiental. Ya ni el discurso de la sostenibilidad puede restaurar la credibilidad en los viejos relatos modernos. Hace unos meses hasta el mismísimo Bush recurría a ese credo. Ocurre que la anatomía de la sostenibilidad tiene la vejez del Iluminismo. Su rostro está surcado por las marcas incestuosas del despilfarro  y el crecimiento económico o desarrollismo le produjeron heridas que le agrietaron el alma. Será en vano que el G7, con Obama a la cabeza se esfuerce en resucitar el muerto insustentable
En definitiva la anatomía de la sustentabilidad encallada en las rocas  del poder logocéntrico se nutre  con los virus del Progreso y se desfonda en los subsuelos arcaicos de la filosofía racionalista y su engendro metafísico. Estos discursos de ocasión, investidos con la ilusión y la esperanza del mundo globalizado, son como el vestido de seda nuevo de la mona, siempre queda mona.


Educación Ambiental y territorialización de la sustentabilidad

Los tiempos de crisis ambiental son tiempos de bifurcación. Si la crisis ambiental es una crisis civilizatoria, como dice el Manifiesto por la Vida y si la Ética de la Sustentabilidad remite a la ética de un conocimiento orientada hacia una nueva visión de la economía, de la sociedad y del ser humano, deberemos promover, entonces,  estrategias de conocimientos abiertas a la hibridación de las ciencias y la tecnología, aproximando la revolución científica contemporánea a los saberes de los pueblos originales, en cercanía con los saberes populares y locales, convirtiendo esa projimidad en  una política de la interculturalidad y del Diálogo de Saberes.
Sabemos adónde terminan las bienaventuranzas de tantas cumbres borrascosas. Por decir algo, que decir de Johannesburgo, cumbre cooptada por el empresariado sostenible de mercado; cuáles han sido concretamente las repercusiones de Metas de Milenios, programadas para quien sabe que milenios, sobre el conjunto de nuestras sociedades y los sistemas educativos en general, de que Metas hablamos cuando nuestras tierras son  laceradas por tratados de libre comercio, nombre estrambótico del libre pillaje? Podemos pensar sensatamente que un estado sometido al libre albedrío de la extorsión de la OMC, cuyos postulados se fundan en la lógica de la productividad, señuelo para cristalizar su obsesión por el gran tamaño, en el supuesto de que “el tamaño  es poder y que el volumen es éxito”,  puede diseñar un proyecto de Educación Ambiental emancipatorio? Dónde se encuentran, en que laberintos se extraviaron los beneficios sociales de tantos consejos y recetas de Agencias Internacionales, de tantas expectativas derramada por los G7, G8 y grupos por el estilo?
Los ingresos del 80% de la humanidad son más bajos que nunca, dice el PNUD. Esos millones de habitantes viven en América Latina y el Caribe, en África, en los países árabes  y en Europa Oriental. Cómo dice H. Dinamarca, ya es hora de asumir que después de siglos de modernidad la pobreza aumenta inexorablemente. La causa porfiada del fracaso es una ética de acumulación, una ética promotora de la expoliación  y el aniquilamiento cultural. Una ética que sepultó el sueño spinosiano de igualdad y que de la mano de Kant, elevó a los altares la “metafísica de la libertad” para que pudiera exaltarse la superioridad  y autonomía del  hombre. Desde este carril metafísico se abre la avenida ancha de la dominación del mundo y sobre esta concepción, como dice Ángel Maya Kant “construyó su idea de derecho y de Estado sobre la base de una libertad alienada”. La confluencia de la “Metafísica de la Inteligencia” cartesiana con la “Metafísica de la Libertad” kantiana, confirma la esquizofrenia cultural del mundo moderno. Los Estados Nacionales y  Sistemas Educativos, particularmente la universidad,  heredan y replican esta concepción.
Como diría Bárcenas aquí, en Latinoamérica es el momento justo. “ES el momento en que desnudos, nos presentamos con nuestro corazón ante la nada y la angustia, y solos nos dejamos golpear por el silencio”. Cuando vemos proyectos como el de IIRSA, Integración Interregional de Sud América,  desarrollándose en varios ejes, uno de ellos el eje Hidrovía Paraná-Paraguay, ejecutándose bizarramente para superar obstáculos biogeográficos, con el objetivo de fortalecer y acercar  mercados, generando impactos descomunales que degradan el ambiente, aumentan la pobreza,  aniquilan la diversidad cultural y producen multitudes de Refugiados Ambientales, devastaciones  naturales y sociales sin antecedentes, absolutamente todo legitimado por conocimientos mecanicistas rigurosamente científicos, fundados en investigaciones y estudios de Hidráulica, Economía, Agronomía, Geología y Mercado, no podemos dejar de recordar que “el malestar más grave es el derivado de la vergüenza de quienes son abandonados a su infortunio” .
En plena guerra emancipatoria, ante la voluptuosa diversidad de la región, de su riqueza fascinante, de la multiplicidad cultural, en 1828, el que fuera el pedagogo inaugural del pensamiento ambiental latinoamericano, Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, escribió, por lo que somos,, por lo que podemos llegar a ser “O INVENTAMOS O ERRAMOS”, “O INVENTAMOS O FRACASAMOS”.  Allí está el mandato, lo tenemos a mano, duerme tierno e intacto en la cuna de la emancipación.
Cuando un fantasma inesperado azota el escenario del mundo: “la xenofobia”, como dice Bauman.  Cuando el individualismo deviene en imperativo categórico en cuyas aguas procelosas  naufragan las barcas de la interculturalidad. Cuando el mundo se parece como nunca “a una fiesta de suicidas” y se “despeña silenciosamente hacia el pantano de la entropía”. Cuando, como dice Sloterdijk, ”la academia, por su parte, navega tranquila en su barca anquilosada, movida por el desfalleciente alisio neoliberal, convencida de que poco y nada la ata al prosaico mundo latinoamericano, la academia se sueña en los amplios salones del Palacio Primermúndico, Amparada en un humanismo desfalleciente, levanta la Acrópolis de cartón piedra y pierde todo protagonismo en las ágoras Modernas imposibilitada de competir con los chillones payasos del Mercado y la estruendosa prédica evangélica”, cuando esto y mucho más ocurre, ahí, como dice Holderling “donde crece el peligro, crece lo que salva”, el desbocamiento de la racionalidad globalizada no puede producir otra cosa que el ostracismo de la vida, carcomida por su proliferación metastásica. La pesadilla desquiciada de la realidad se convierte en un simulacro crepuscular.
La Educación Ambiental latinoamericana debe recordar los gritos inaugurales y no acallados de Chosica y Bogotá, anteriores, inclusive, a la oficialización de la EA concebida en Tbilisi. Destacamos los esfuerzos invalorables realizados en la región y en nuestro propio país para innovar en materia de Educación Ambiental desde Maestrías  Posgrados, Semanarios, cátedras libres, investigaciones y acuerdos convenios entre universidades tanto locales como europeas. De todos hemos aprendido y de muchos nos hemos asombrado. No les quepa la menor duda que conocemos desde los subsuelos el Espacio de Educación Ambiental para  la Sustentabilidad, que hemos ido configurando en  formatos de Posgrado de Especialización y Postítulos, cursados por más de 1500 docentes e investigadores de todos los niveles de la Educación y dictado en todas las regiones del país, desde el norte a la Patagonia y desde Los Andes al mar. Cómo no pregonar que la plantilla de los docentes de todos los horizontes disciplinares y arraigo regional en Argentina, se enriqueció con el saber de académicos de México, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay, Bolivia y España.
Pensamos y hacemos desde las barricadas, desde las ausencias y desde  el vacío existencial expuesto por un mundo suspendido por poleas de autoconservación multiplicándose infinitamente en la fugacidad de individualismos en huida. Coincidimos con Sloterdijk cuando afirma que vivimos una etapa de renacimiento vulgar, basado en una religión Neofatalista. Sus  cátedras son los estadios de fútbol y los programas baratos  de la tv. La relación con los schopping es que en estos hay más democracia. Allí Todos son perdedores. Desde estas atmósferas se escenifica la confrontación entre la epistemología de la pesadilla moderna y la epistemología de los sueños ambientalizados.
Conocemos  los acuerdos, las metas del milenio, la Agenda 21, las disposiciones y sugerencias sobre la Década de la Educación  Ambiental, los Mecanismos de Desarrollo Limpio. Y de todo  ello, claro que sí, deberemos ocuparnos. Pero para resolver el problema de la crisis ambiental, de esta crisis civilizatoria, de esta crisis que es el resultado de una visión mecanicista del mundo que, ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de las diferentes culturas, está acelerando el calentamiento global del planeta. La crisis ambiental es una crisis moral de las instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad instrumental en conflicto con la trama de la vida, deberemos saltar las barricadas impuesta por el conocimiento que desconoce. Estamos en el borde y frente al abismo insondable al que se asoma el planeta azul y desde la oscuridad del fondo levantan vuelo las palabras de Ernesto Sábato “Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso…sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido”.
 La velocidad entrópica disuelta en el giro cultural que nos abruma nos pone frente a la autoinvención de la cultura y de cara a un nuevo vínculo entre sociedad y naturaleza, tal como con tanta claridad lo han plateado los Encuentros de Manizales, la producción de Enrique Leff, Antonio Elizalde, Augusto Maya, Carlos Walter Porto Gonçalves entre tantos. Esta lucha se desarrolla simultáneamente a la decisión del Poder globalizado, en una pirueta de simulación monstruosa, que la pobreza, la exclusión, el mercado depredador, y el aparato tecnocientífico arrasador de la vida, no existen. Hace tiempo Adorno lo había planteado “cuanto mas completo sea el mundo de la apariencia, tanto mas impenetrable la apariencia aparece como ideología”.
Postulamos una Educación Ambiental que suture definitivamente la escisión entre naturaleza y cultura que genere el pensamiento holístico en condiciones de promover la reconciliación con la naturaleza,  la epifanía y permita renacer, como escribe P. Noguera, El reencantamiento del mundo”. Avanzar en esa dirección es desandar por las rutas de la desposesión y la desnudez. La primera ficción que debemos desnudar, es hacer patente la obscena evidencia simuladora de la ciencia clásica, derrumbar los mitos de la epistemología estéril de la modernidad. En su afán de transparencia la articulación ficcional de lo mencionado concibió la saga cientificista con la abstracción de la medida. La Educación Ambiental para la Sustentabilidad, escrita con lenguajes emancipatorios, debe iluminar la horrenda radiografía del pensamiento científico matematizado que naturalizó la abstracción, según relata D. Yankelovitch “el primer paso consiste en medir todo lo que se puede medir fácilmente. Eso es correcto. El segundo paso estriba en ignorar lo que no puede medirse, o darle un valor cuantitativo arbitrario. Eso es artificial y engañoso. El tercer paso consiste en suponer que lo que no se puede medir fácilmente en realidad no importa mucho. Esto es ceguera. El cuarto paso estriba en decir que lo que no puede medirse fácilmente no existe. Eso es el suicidio”.
La Educación Ambiental  para el siglo XXI debe navegar las procelosas aguas del Cambio Climático;  las aguas turbias del productivismo arrasador; en medio del oleaje de un proceso poblacional en crecimiento desmedido con su polarización infame de riqueza concentrada en pocas manos y pobreza terminal, yacente en la miseria, en la inmensa mayoría; deberá sortear los obstáculos de un proceso de urbanización que convierte los manchones urbanos en “híbridos innombrables” , donde el ser evaporado en los artificios de la insularidad, es la sombra de la “ estética de la desaparición”,  cumpliéndose fatalmente el destino de ser una ciudad energúmeno, hija putativa de la violación y la depredación a la que fueron sometidas la naturaleza y la cultura por el “capitalismo energúmeno”,          ( R.Luxemburgo.)
Ambientalizar el currículo de la Educación Ambiental se expresa a través del retorno de los desterrados durante siglos por la razón instrumental y por los sistemas educativos aún vigentes. La Educación Ambiental emancipadora debe disputarle el saber al reduccionismo macdonilazado de los medios masivos de comunicación, cuya tendencia a la disolución política se ha desbocado impiadosamente por todos los rumbos  en Latinoamérica. La técnica mass mediática impuso a golpe de vaciamiento la sensación de “pérdida del cuerpo propio, que implica la pérdida del cuerpo del otro, todo en beneficio de una espectralidad de lo lejano”.(Virilio). La Educación Ambiental latinoamericana debe repensar los antiguos conceptos de salud y enfermedad construidos en la Academia infiltrada por los laboratorios y por la industria biotecnológica, contando con la complicidad de la élites gobernantes de nuestros estados que miran hacia otro lado ante el saturnismo, el envenenamiento de la vida y la mortalidad descarnada originada en los procesos productivos el neoliberalismo primermúndico. Desde las voces del poder, como las del G7, a veces nos traen las falsas promesas de la novedad, pero lo que nos proponen, es una promesa centenariamente incumplida, nos traen el evangelio de una novedad que nunca llega, que nunca está y que simultáneamente se fuga hacia  ningún lado, como  la huida desmemoriada del olvido.
Frente a la tecnologización de la cultura y la economización de la vida la Educación Ambiental debe recordarse el imaginario benjaminiano cuando afirmaba “toda guerra venidera será a la vez una rebelión de los esclavos de la técnica”. La Educación Ambiental deberá fundamentarse en una visión política emancipadora enraizada en los postulados bolivarianos, artiguistas y sanmartinianos, tal como salieron en el fragor de la lucha con el invasor, sin reinterpretaciones mediatizadas por el miedo al colonizador.
La Educación Ambiental  tiene que embarrarse en los suelos conceptuales donde la disputa con el conocimiento hegemónico no tendrá retorno. La cuestión no consiste en si se puede ganar o perder, la cuestión es que no tenemos otro destino ético que el conjugar nuestro discurso con el discurso de los expoliados por la razón instrumental. La Educación Ambiental debe abrevar en aquella semántica antigua, la de epicúreos y estoicos en la que la educación era una terapéutica. Se vinculaba a la tema de la Salud. Hoy la Educación Ambiental tiene como filosofía neurálgica la preservación de la Salud de los Ecosistemas. La Salud Ambiental involucra las relaciones culturales y naturales. El bienestar de los pueblos se vincula con el bienser de la naturaleza. La Salud de los Ecosistemas es el paciente de mayor cuidado para la Educación Ambiental. Y desde esta perspectiva la Educación Ambiental repensará las mercadizadas conceptualizaciones de salud y enfermedad para que la fuerza de la crianza y cuidado de la vida restituyan a la vida su sentido de sacralidad.
La Educación Ambiental debe desterritorializar el lenguaje depredador, el lenguaje voraz que deja marcas insustentable en la piel de la tierra, como dice Carlos Porto, nuestros sitios lugareños han sido mancillados:“, por la unión entre el capital agrario y el industrial, el financiero, el de las grandes empresas de mass media y el mundo técnico-científico, de organización en red, ahí está en curso el proceso de expropiación no sólo de los recursos naturales sino, principalmente, de los conocimientos de los campesinados y de los pueblos originarios, lo que implica, una vez más, desterritorializarlos, ahora por la des-localización del locus de producción de conocimiento en la relación directa con la naturaleza por y para una relación mediatizada por los laboratorios, cada vez más empresariales – finalmente, al retirar del lugar, o mejor, retirar de los hombres y de las mujeres del lugar el poder de reproducirse por medio de los propios conocimientos.”
Epílogo

Dónde estamos?  En el sitio preciso donde debemos estar. Ante una bifurcación de los tiempos revestida de Crisis Ambiental. En estos laberintos de la historia se abren los caminos. Si miramos atrás, sabremos hacia adónde podemos ir para construir los “inéditos posibles”. Y para ir hacia esos futuros sustentables deberemos abrevar en el desafío que nos legó el gran Maestro Latinoamericano Simón Rodríguez en 1828 “O INVENTAMOS O ERRAMOS”.  Les propongo amotinarnos en la fortaleza de la Racionalidad Ambiental para producir el asalto final al reducto contaminado de la Razón Instrumental, vagamente iluminado por la oscuridad de su crepúsculo.  Si, es una idea. Nada más que una idea, pero como decía V. Hugo “no hay nada más poderoso en el mundo que una idea cuyo tiempo ya llegó”.

Bibliografía:
Bertelotti, Ecio. (2004) La morada de la vida. Mimeo. Paraná.
Elizalde, Antonio. (2003). Desarrollo Humano y Ética para la Sustentabilidad. PNUMA. México.
Galano, Carlos. (2004) Reflexiones para contextualizar desde la epistemología y la Pedagogía el Manifiesto por la Vida. Gráfica Alsina. Buenos Aires.
Gonçalves, CW Porto. (2000) Geo-grafías. Movimientos sociales. Nuevas territorialidades y sustentabilidad. SXXI. México
Kusch, Rodolfo. (2000) Obras Completas. Editorial Ross. Rosario.
Leff, Enrique. (2004) Racionalidad Ambiental. SXXI. México.
Leff, Enrique. (2002) Coordinador.  Ética, Vida,  Sustentabilidad. PNUMA.
Payán de la Roche, J. C. (2006) Desobediencia Vital. Salbe Ediciones. Buenos Aires.
Pengue, Walter. (2006)- Agricultura industrial y transnacionalización en América Latina. Red de Formación Ambiental. PNUMA. México.
PNUMA Red de Formación Ambiental. (2002) Manifiesto por la Vida. Ética para la Sustentabilidad. México
Romero Cuevas, Rosa María. (2004) Educación Ambiental, revolución en la educación. Disertación en el  2º Congreso de Educación Ambiental de la República Argentina.
III Seminario sobre Pensamiento Ambiental. (2007) Manizales. Colombia.
Virilio, Paul. (2006) Ciudad pánico. Libros del zorzal. Buenos Aires.



Red de Ciudades Progresivas
Ciclo de conferencias 2010
Rosario

Ciudadanía Plena
ESPACIOS URBANOS Y HUMANOS
EL DERECHO A LA CIUDAD

Ponencia:

REPENSAR LA CIUDAD DESDE EL
PENSAMIENTO AMBIENTAL LATINOAMERICANO.

Prof. Carlos Galano.
Universidad Nacional de Rosario.
Universidad Mayor de San Andrés. La Paz. Bolivia.
Universidad Autónoma de la Ciudad de México. México.
Escuela de Educación y Formación Ambiental chico Mendes.
Rosario.



Nuestra reflexión sobre la problemática urbana en tiempos de crisis generalizada, o de Crisis Ambiental, está iluminada por el Pensamiento Ambiental Latinoamericano- Pareciera una osadía del pensar, conceptualizar un pensamiento desde las entrañas de la región que habitamos. Ciertamente es un pensamiento de bordes y, fundamentalmente, es un pensamiento contrahegemónico, nacido desde los arrabales de la descolonización del conocimiento, en oposición a la omnipotencia de la visión eurocéntrica y el aparato tecnocientífico de la Modernidad Insustentable, cuya especialización desde centurias ha sido  el epistemicidio.
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El Pensamiento Ambiental Latinoamericano perfila sus gramáticas emancipatorias desde la propia cuna insustentable del Pensamiento Hegemónico, aquilatado en tiempos de la conquista, de la colonización y la globalización con lenguaje de dominio y pillaje. Reconoce una antigua tradición en la región, visible en  varios afluentes caudalosos  florecidos desde la década del 70 en el siglo XX, Esos ríos, a veces subterráneos, y desde algunas décadas discurriendo por los suelos interdisciplinarios, aumentan su caudal , como dice Leff, “porla desconstrucción de la fuerza unidimensional opresora de la diversidad, de la diferencia y de la otredad, que nace del poder de lo Uno, lo Universal y lo General, de la Idea Absoluta y la Totalidad Sistémica, hoy globalizado bajo la dominancia de la racionalidad económica”.
La confluencia y desbordes de todas esas agitaciones fueron girando hacia  un “descentramiento epistemológico”, una verdadera rotación copernicana del saber que diera un salto sobre el pensar metafísico oficial y abriera las compuertas de otro Saber, ambientalizado, en las urdimbres del Diálogo de Saberes. Saber Ambiental y Epistemología Ambiental se retroalimentan como proceso constitutivo, en cuya genealogía  no sólo se plantea, ya, el problema de la interdisciplinariedad entre ciencias sociales y naturales. ante la irrupción de temas y problemas socioambientales complejos como el de la crisis urbana, sino que deja abierta las compuertas para un diálogo horizontal entre saberes, como el del Vivir Bien, aymara y la Revolución del Conocimiento Mapuche, caminos abiertos que ya estamos transitando entre diversos equipos y culturas de la región.
El saber ambiental no es una ciencia general de las relaciones sociedad-naturaleza. La epistemología ambiental tiene como propósito deconstruir los paradigmas de conocimiento para comprender su incidencia en la crisis ambiental, así como la construcción de conocimientos y saberes para la sustentabilidad. En ese sentido, postulamos, que Repensar la Ciudad e imaginar los Derechos a la Ciudad es un proceso simultáneo de Deconstrucción-Construcción.
La Hermenéutica Ambiental del Pensamiento Ambiental Latinoamericano se genera en la matriz del concepto de ambiente como potencia, magma y significado del mundo, y es una construcción radicalmente latinoamericana. Desde ese campo epistemológico surgieron propuestas propias sobre la complejidad ambiental –más allá del pensamiento complejo y de las ciencias de la complejidad–, y a transitar de la crítica de la interdisciplinariedad y de las teorías de sistemas, hacia el diálogo de saberes para sembrar sustentabilidades. Desde este concepto complejo, enfrentamos la colonialidad del Poder, que enajena y diluye las subjetividades subordinándolas al dominio del colonizador, contra la colonialidad del Saber, que siempre pronuncia la primera palabra, despojando la mirada del otro, y contra la colonialidad del Ser, cuya violencia condena al silencio y el ostracismo.
Desde estas esquinas del saber reflexionamos sobre la cuestión urbana, en tiempos que el planeta ha visto concentrada su población por un fenomenal Tsunami Urbano, al punto de que la mayoría de la población, más de 4 mil millones de seres  humanos viven en ciudades, que ocupan apenas el 3% de la superficie del globo. Este dato, por cierto impactante, es la punta del iceberg de una problemática compleja que se abre, cual abanico infinito, sobre un inabarcable territorio del pensar. La cuestión urbana, el tema de la habitabilidad urbana, de los derechos ciudadanos y del propio ser, se enfrentan a un desafío inédito, cuyas resonancias, tanto materiales como simbólicas, tienen el eco de crujidos fantasmáticos.
Los albores del siglo XXI, siglo definitivamente urbanizado, amplificaron los crujidos del desvencijado Paradigma Mecanicista y del conjunto de sus artefactos culturales, hasta ahora prisma gnoseológico incuestionable para abordar la temática urbana. La percepción de una crisis global está grabada en los intersticios de los lenguajes cotidianos, y hacen cada vez más visibles las dificultades en todos los órdenes de la vida. Crisis global y crisis en los mundos de vida cotidiana abrieron las compuertas de una crisis terminal cuyas gramáticas tienen el verbo de la crisis ambiental.
La caja de resonancia de la Crisis Ambiental se multiplica en los ámbitos urbanos. Si en el Manifiesto por la Vida, exponente del Pensamiento Latinoamericano, sostenemos que la crisis ambiental es una crisis civilizatoria, consecuentemente,  y tomando en cuenta que el planeta en su conjunto se ha metropolitanizado,  también es la crisis del modelo urbano de la Modernidad Insustentable. Las ciudades gobernadas por la Racionalidad Instrumental, núcleo duro del conocimiento moderno, tan galileano y euclideano, bajo la batuta hegemónica del capital inmobiliario, acompasada de sinfonías fragmentarias, produce infinitos estallidos recodificados en desasosiegos humanos. La lógica de la separatividad, constituida en el esqueleto conceptual epistemológico vigente, se regodea en los barros contaminados de la esquizofrenia cultural contemporánea, para cumplir, finalmente,  el mandato original de ser el instrumento de legitimación de depredación de la naturaleza y de aniquilamiento de todo signo de diversidad cultural. Esa temeridad del pensar escribió sus grafos más insustentables en las ciudades de la globalización.
De modo muy simplificador  se escribe y reflexiona  sobre la ingobernabilidad de las ciudades y de la creciente violencia que asola hasta sus pliegues más recónditos. Solemos escuchar voces empobrecidas para relatar la sensación de incertidumbre ensimismada frente al desconcierto de amplios sectores de la población. Pero en escasas oportunidades se pone el acento de la indefensión  de tantos ciudadanos en la intolerable violencia desbordada, pero naturalizada, del crecimiento sostenido de guetos  aprisionados por la pobreza y la exclusión y de guetos aislados, obnubilados por la concentración de la riqueza, refulgente de opulencia obscena, nacidos en las ínfulas fáusticas del Paradigma Mecanicista
Enfrentar al conocimiento consabido, naturalizado por la literatura cientificista y las grafías productivistas, implica profundizar nuestra inscripción en la Racionalidad Ambiental. En este sentido, como expresamos anteriormente, el concepto Ambiente es la contribución realizada desde Latinoamérica para la reflexión sobre el saber y los tiempos, el espacio y la interculturalidad, la educación, la ciencia y la tecnología. Desde ya decimos que el Ambiente no es la ecología, ni la naturaleza. El concepto Ambiente es crepúsculo y alborada. Es un pensamiento de bordes, alternativo, nutrido en los mares de la subversión epistemológica del Diálogo de Saberes. Es un pensamiento que piensa al pensamiento y se nutre de lo aún no sido. Frente a esta definición el coro pragmático del reduccionismo farfulla: No hay que pensar, solo actuar… “como si el pensar no fuera el motor de la vida, como si pensar fuera distanciarse del mundo de la vida, como si pensar no fuera la manera como habitamos la tierra. Treinta y ocho años después de la primera conferencia del Club de Roma, que planteó los límites del crecimiento, treinta y tres años después de Tbilisi, que esboza inéditos principios para la educación, dieciocho años después de la Cumbre de la Tierra de  Río de Janeiro, que cuestiona el modelo e impulsa la sustentabilidad como alternativa, ocho después de Johannesburgo, Cumbre sobre la Sustentabilidad, cuatro después de Joinville, Iberoamericano de Educación Ambiental,...se siguen posponiendo las decisiones “políticas”, que están, repito, sometidas a las lógicas del mercado global; seguimos dejando para el 2012, el 2015, el 2020 o el 2050 lo que según lo sucedido desde hace 300 años, ya debe suspenderse: ¿no será que somos una “raza taimada que cree saber la hora”? (Hôlderlin en Noguera, 2004); que nuestra fe ciega en la planeación, en las relaciones causa - efecto, en la linealidad, en el análisis, en la matematización y precisión del mundo de la vida, en las promesas del proyecto Moderno, que no son otras que las del mercado global, nos han hecho olvidar que asistimos a un tiempo que da qué pensar, y que el problema es que no estamos pensando? Recordando el pensamiento de Heidegger (1997), después de la II Guerra Mundial y a nuestros poetas-pintores-escritores, que han pensado lo más profundo en el amor de lo vivo, recordando también a Holderlin, emergen de nuevo las preguntas, ¿es poéticamente que el hombre habita la tierra? y ¿para qué poetas en tiempos de miseria?
Tanto sobre la ciencia, la tecnología como del propio pensamiento podemos decir junto a Souza que “No existe un modo de pensar neutral. El pensamiento de una comunidad de actores refleja un régimen de verdades sobre la realidad y su dinámica. Dichas verdades son establecidas en el imaginario de estos actores a lo largo de su historia. Por lo tanto, un modo de pensar traduce una cierta forma de ser y sentir y condiciona una cierta forma de hacer y hablar, porque articula símbolos, códigos y significados de los que han creado dicho pensamiento. Al adoptar un modo de pensar ajeno, nuestro imaginario es transformado a partir de la visión de mundo de los pensadores originarios.
Esta estrategia político-ideológica-epistémica ha influenciado el pensamiento dominante en Abya Yala desde 1492. Sin embargo, la humanidad experimenta un cambio de época histórica desde los años desde tiempo, más perceptible desde la década del 60. En realidad la crisis moderna se inauguró en su propia cuna. Wiliam Blake, poeta romántico horrorizándose frente a la simplificación de Newton, y Hegel anonadado por el delirio de infatuación, son apenas algunos eslabones. Del más genial y tan vinculado a la problemática urbana, hablaremos más adelante El pensamiento occidental está en crisis, socavando la legitimidad del Progreso, del Crecimiento y del Desarrollo de la civilización—capitalista—del tener.
A la ciudad, por su parte, también se le ha pretendido modelar a partir del pensamiento modernizante, bajo unos esquemas de gestión ambiental en donde los recursos terminan siendo objeto de mercado y de negociación, y a los miembros de la sociedad no les quedan más que dos caminos totalmente polarizados: ser sujetos depredadores o ser sujetos protectores, en todo caso se les ve como actores que están y que actúan por fuera de la naturaleza. Con el pensamiento ambiental complejo, la sociedad se posiciona de modo diferente ya que se logra comprender que las responsabilidades, así como las afectaciones son recíprocas.
Dijimos que vivimos el siglo de lo urbano, recordemos que actualmente casi el 80% de los habitantes de América Latina están urbanizados, y el tercer planetita de un solcito de arrabales tiene una población urbana desplegada en megalópolis, metrópolis, ciudades medianas y pequeñas, ciudades globalizadas, ciudades duales, ciudades industriales, ciudades portuarias, ciudades rurales, ciudades suburbios, ciudades virtuales, ciudades basura, ciudades violentas, ciudades siempre modernas. En ese contexto de vertiginosidad en lo arquitectónico y en lo migratorio la trama urbana configura su ethos espacial por los golpes de furca  que le propina lógica del consumo y la mercantilización inmobiliaria.  SE crea una atmósfera promovida por el consumo insustentable, ocultadora del complejo real, y dispuesta a estimular el devaneo de apariencias confortables, moviéndose al compás de sensaciones elusivas, desmoronándose impiadosamente hacia  el vacío de sentidos epocales.  La ciudad se pulveriza en microciudades de contornos resbaladizos regida por el principio organizador de “el asilamiento, la verticalidad y la claustrofilia”.
Todas las metrópolis promueven la domesticación de los cuerpos y la bulimia del alma, pero son esencialmente bulímicas en cuanto al uso y abuso de materiales, energía y manufacturas, y grandes productoras de basura e impactos ambientales, en especial las del mundo desarrollado, la de mayor huella ecológica. En su trama urbana, en sus calles y arquitectura se narra la naturaleza desigual de la economía, finanzas y políticas mundiales. Pero, a pesar de ello, todavía existe un muy considerable mundo rural, campesino e indígena, en muchos espacios de la Periferia, que está amenazado por el “desarrollo”, y sobre todo por la expansión de la agricultura industrializada, como el que genera el Latifundio Genético en la Pampa Gringa. Una agricultura de exportación sin campesinos, cuya progresión en todo el planeta va a activar aún más las migraciones masivas. No sólo campo-ciudad en las Periferias, sino Periferias-Centros, en especial hacia sus metrópolis, aunque también Sur-Sur, a pesar de todas las barreras y controles. Se calcula que entre la década del 90 y la próxima alrededor de 500 millones de habitantes rurales migrarán hacia las ciudades en China. Claro que esta cuestión no se reduce al país asiático solamente, sus impactos, como una tectónica demográfica serán percibidos y padecidos en Rosario.
Por un lado, la multiplicación de grandes infraestructuras viarias en las matrices urbanas alteran desde la geometrízación del espacio, de modo insospechado, el paisaje tradicional de las ciudades y del territorio que las acoge, haciendo que cada vez se dedique más espacio a la movilidad motorizada: es decir, a todo lo relacionado con el transporte. La lógica totalitaria de accesibilidad y fugacidad se convierten en los instrumentos claves del planeamiento urbano. Pero este espacio, como dice Durán, dedicado a la movilidad es la antítesis del espacio público urbano tradicional, que propicia el encuentro y la interrelación de los habitantes de la ciudad. Por él deambulan seres humanos crecientemente nómadas encapsulados en sus vehículos. Esta “no ciudad” desmaterializada, se recuesta en los bordes de las búsquedas con la vertiginosidad de la nostalgia del fin y, afortunadamente, en las penumbras del alumbramiento de lo impensado.
Los discursos políticos y los planes estratégicos de ordenamiento urbano se agotan en la mera representación cosificada del suelo, subalternizada al hambre insaciable del capital inmobiliario, y sometiendo a los habitantes a nombrar el mundo con el lenguaje del consumismo.  Esta fotografía de lo moderno urbano es celebrada desde los medio masivos de comunicación, por actores diversos y no pocas veces por intelectuales adscriptos al triunfo de lo mismo, de lo repetitivo, como la consumación del unicato espacial universal donde se desvanecen las significaciones del sujeto libre y autónomo,  promoviendo en su lugar el nuevo lenguaje de códigos urbanos, cuya urdimbre posurbana se convierte en  remedo de la “civitas y la urbs”.
La crisis de lo urbano se escribe con los lenguajes de la soledad del hombre moderno, un náufrago que navega en un océano de detalles, como lo escribiera Mussil, en la Viena del 900, metáfora inagotable para el universo borgiano. Este Modelo Civilizatorio dominante, decimos en el Manifiesto por la Vida,   degrada el ambiente y subvalora la diversidad cultural y desconoce al otro –al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur- mientras privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónico en el proceso de globalización. Esa concepción exaltada por la idea de Progreso se expresa en discursos cuantitativos, matematizando inclusive a la naturaleza, y convierte con su rodillo modernizador a la relación compleja entre cultura, sociedad y naturaleza, en una caricatura desdorosa dibujada con las tintas economicistas de la lógica productiva del Paradigma Mecanicista.

CRISIS DE LA CIUDAD
La preocupación sobre la cuestión urbana aumentó  en la misma medida que crecieron los problemas ambientales y demográficos y en la misma proporción que los conocimientos y los conceptos políticos de los tiempos modernos  mostraban su ineficacia para resolver una problemática preocupante.
En ese sentido las Naciones Unidas luego de la reunión realizada en Vancouver, Canadá y que se le conoce como la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos en la década de los setenta, posteriormente convocó en Estambul, Turquía, en junio de 1996 a la Conferencia Hábitat II sobre los Asentamientos Humanos. Dicha Conferencia elaboró un Plan Mundial, el Programa Hábitat, con la finalidad de formular directrices destinadas a que los asentamientos humanos sean sustentables en el SXXI,  fundamentando esta propuesta con dimensiones ambientales, sociales, de derechos humanos, de derechos de la mujer, de reconocimiento sobre los movimientos poblacionales etc.
Esta crisis urbana anunciada, epifanía enredada en los socavones de la propia modernidad, comprueba ahora, y por los decires insospechados de organismos como las Naciones Unidas que convocaron a la Conferencia de Hábitat II, que la crisis urbana es la crisis de un modelo de conocimiento y de una concepción sobre la cultura y el desarrollo, hegemónicamente totalitaria en las últimas centurias.
Antes de avanzar sobre los terrenos reflexivos del Paradigma Ambiental con relación a la construcción de un urbanismo incluyente y respetuoso de la biodiversidad, que pueda romper con la crisálida artificial de la Razón Instrumental, deseamos bucear en los anclajes epistémicos y éticos de la Modernidad Insustentable con respeto al espacio. Como dice Pardo, “la crisis ambiental, exige no solamente enfrentar los graves problemas ambiéntales, sino recomponer el entramado de la cultura en clave del asombro ante la vida. La naturaleza que somos solo puede leerse poéticamente. La lengua deslenguada de la tierra es un silencio, un trueno, un grito, un susurro”.
La matriz urbana,  se corresponde con una concepción del conocimiento generadora de  inhospitalidad urbana, de  desencanto y deserotización de la cultura, fraguada en la externalización y cosificación  utilitaria de la naturaleza. Los avatares del crecimiento económico escurriéndose por los laberintos del Mito del Progreso y la Lógica Productivista como siempre, han terminado y seguirán terminando, en los suelos contaminados de la injusticia espacial. La geografía y el urbanismo de la ciencia clásica escriben sobre la oscuridad del ser, se detienen en la matematización del espacio y del deseo y sus propuestas conjugan un futuro de  impactos ambientales catastróficos, para que pueda imperar en la aridez de la pérdida, la desaparición de la diversidad y la diferencia.
Es que el núcleo vital e íntimo del Paradigma Mecanicista, edificado con el eficientismo de una ciencia dominada por el economicismo, sólo puede mostrar en  su incontenible proceso entrópico, una olímpica ignorancia de la complejidad y un inacabable desprecio por la ley límite de la vida, subyugada a la angurria insaciable del mercado. El desconocimiento ecosistémico de lo urbano, definido por la interdependencia de ingresos y egresos no solo material sino también simbólico, es portador de impactos ambientales que producen, “despauperización material y espiritual en los grupos humanos,  aumentando la violencia, la delincuencia y el desprecio por la vida, la tecnologización de los cuerpos y el desencanto del ser.
En lo urbano, y como ya lo expusieran los frankfurtianos en momentos tormentosos del siglo XX y los geógrafos posmodernos latinoamericanos, en dónde nos adscribimos,  las teorías sobre la ciudad encarceladas por el espacio euclidiano y la lógica del capital inmobiliario, profundamente antiecológico,  han sido incapaces de pensar la complejidad espacial. Debemos reconocer que en los tiempos de la filosofía oficial de la modernidad no se ha reflexionado sobre el espacio, categoría maldita, muerta como dice Foucault, subordinada o esclavizada a la categoría tiempo. También es necesario reconocer que no se profundizaron las reflexiones sobre las problemáticas urbanas, desde ninguno de sus múltiples abordajes disciplinares,  desde los  horizontes de la Racionalidad Ambiental y el Saber Ambiental.
Tal vez haya sido el mundo del arte, en sus variopintas expresiones quien más claramente reflexionara sobre el agotamiento de un modelo y el colapso de una época. Al decir de Argullol, en estos tiempos la ciudad se parece más a una ciudad engranaje, donde se conjugan la opulencia tecnológica y la miseria y exclusión, como si fueran unas pocas islas de “consumo conspicuo” rodeadas de un inmenso océano gelatinoso, contaminado por el deterioro ambiental, la pobreza y una constelación de fragmentos, algunos de ellos, repletos de vacíos y, otros, desnudando el anonadamiento del aislamiento y los desatinos de la verticalidad claustrofóbica. Puede ser que la desespacialización del pensamiento, bloqueando la libertad del sujeto y despoetizando la vida, consume la crisis tipológica del final y los estremecimientos de lo que está por nacer.
Pareciera,  que la supuesta modernización planificadora urbana se reduce a intervenciones  espaciales guiadas por la razón tecnológica y la lógica del beneficio, convertida finalmente en una práctica espacial brutal y antiecológica. Una especie de intervención quirúrgica destinada a  crear espacios artificiales de bienestar para fugarse de los contextos reales, a través,  como afirma Lefebvre “del espíritu analítico en y a través de la  división y fragmentación”. Desde esas eficientes planificaciones se han puesto en marcha obras  fáusticas, estrategias de carácter rehabilitador modernizante, con intervenciones fundacionales, que  han “construido-destruido” el paisaje urbano, como Puerto Madero, en Buenos Aires, para adaptarlo a las exigencias  del capital inmobiliario y a los flujos materiales y simbólicos, engendrado como el huevo de la serpiente, en las seductoras mistificaciones del imaginario Neoliberal Globalizado.

BÚSQUEDA DE UN NUEVO URBANISMOS
Para reimaginar otro proceso de urbanización, deberíamos navegar por las aguas turbulentas de la Descolonización del Conocimiento  en claves de Ética Ambiental, con la decisión de reconstruir las ciudades como el OIKOS original, como la placenta protectora que acondicione el desafío de vivir, según la poética de Rimbaud, “la verdadera vida”.
Deberemos reimaginar a las ideas universales y verdaderas de las ciencias mecanicistas, convertida luego en dogmas incontrastables, en mitos inoperables como el de la mano invisible del mercado y la idea fáustica de progreso y desarrollo, para repensar una concepción del crecimiento económico megaordenado por la tecnologización y el beneficio que “sigue descargando sus conocimientos como desechos tóxicos y peligrosos en la naturaleza; por las que las inversiones de capital se transforman en inversiones térmicas que se siguen depositando en la naturaleza, transformando sus intereses en desastres naturales que azotan a los ecosistemas y a los pueblos y ciudades del orbe”.
El concepto de ambiente no deviene exclusivamente y necesariamente de una definición científica. En América Latina su matriz conceptual se borda con diacronías y radicalidad poética, contiene infinitos sentidos existenciales desbordados por la multiplicidad de diversos ecosistemas naturales donde se asocian y conviven  distintas formas creativas de la interculturalidad.
El ambiente se construye complejamente por la relación interdependiente entre la naturaleza, la tecnología y el mundo cultural simbólico. SE despliega en múltiples órdenes ontológicos, modos de realización potenciadas por la incidencia de racionalidades escapadas de la linealidad,  imbricadas en escalas diversas, fractales, atentas a la poiesis y creatividad de lo incognoscible. Simultáneamente este objeto complejo requiere un pensamiento y saber complejos, cuyo abordaje sobre el objeto sea significado por la interculturalidad y los potenciales productivos de la naturaleza. Aunque también debemos ser enfáticos para sostener que el Paradigma de la Complejidad Ambiental rehúsa caer en las tentaciones ecologistas del Pensamiento Complejo y de la universalización descomedida de la Teoría General de Sistemas.
La territorialidad es una construcción social. Recuperar la posesión del lugar, y arar los suelos fértiles donde se enraizarán los sueños y sé reelaborarán las identidades múltiples, será el anclaje que fortalecerá la perspectiva histórica para agrietar la meseta árida de la globalización unidimensional y metafísica.  La Globalización no sólo desconoce lo local y mutila las diferencias, cuando hunde sus garras seductoras en los suelos  contaminados del pensamiento único, sino que, además, es en los ámbitos urbanos, especialmente metropolitanos, donde  se reviste con los ropajes del Estilo Internacional Urbano Único, mera caricatura y simulacro de la vida y de sujetos que han sido fregados por la desposesión de sus sentidos existenciales, por la hipertecnologización de la vida y la sobreeconomización del presente.
Redefinir el concepto de espacio, es un desafío simultáneamente epistemológico, ontológico y ambiental. El concepto espacio ha sido subalternizado por la filosofía de la modernidad, ignorado y sepultado por el imperialismo del concepto tiempo. En realidad hemos construido el concepto sujeto como un concepto ficcional y mutilado, pues la idea de espacio, el estar como aymara o el aquí de otras culturas originarias como suelo matricial de  raigambre, no ha sido reflexionada en los últimos 300 años por la filosofía occidental.
Resignificar la categoría espacio y lugar implica abrazarnos solidariamente al  objetivo de  liberarnos de las garras simplificadoras de las visiones lineales  y abstractas, e ingresar a los territorios de la Complejidad Ambiental, donde el espacio es una encrucijada interdisciplinaria e intercultural, abierta solidariamente  a otras fraguas del ser y del estar.
Reapropiarnos del espacio metafórico de lo complejo, para desandar su linaje euclidiano, para imaginar un  lugar donde el movimiento y cambio en devenir escenifican la coreografía de un baile diagramado por la tectónica de placas. Reapropiarnos del espesor de los lugares para que se desplieguen en sus relaciones la erótica de la sonrisa. Un espacio con  espesor  geográfico y también sociológico, antropológico y soñador. Imaginar, como dicen los geógrafos postmodernos latinoamericanos, que ponen énfasis en la geografía del lugar “que un paisaje o una ciudad poseen sus murmullos temporales más o menos auráticos e irreductibles”.
Arraigar la vida en cada lugar, erradicará el sentimiento de  baldío imperante en la cultura del malestar permanente. Sopesar las señales difusas, muchas veces meros indicios, desbrozar los paisajes lugareños replegados en él nosotros para estar al acecho. Revalorizar lo local potenciará las prácticas de mestizajes sociales y culturales, dislocando el totalitarismo hermético de la tecnologización unidimensional, abierto a un nuevo saber de bordes aliado a la erótica de la diferencia. Significará reterritorializar la Pedagogía y la Política en las fraguas plurales de las luchas ambientales.
El espacio, el territorio o el lugar no son una reflexión de la sociedad, como decía Lefevbre, son la sociedad, está producido por la acción humana. En el imperio de la Razón Totalitaria Cartesiana y de la Ética Kantiana con su correlato de idealismo espacial, el territorio ha sido sojuzgado por el capital, y el territorio urbano por el capital inmobiliario, que en los umbrales del siglo XXI deviene capital inmobiliario internacional, altamente virtualizado y fenomenalmente destructivo como lo demuestran los acontecimientos recientes. De ese modo el espacio refleja las formas de la colonización impuesta por el sector dominante, pero también en el territorio se encuentran las marcas de resistencia popular y de las luchas por una vida sustentable. SE advierte una corriente histórica de nueva forma de construcción espacial inscripta en la idea de “tácticas por el hábitat”, tomando el formato de luchas ambientales que incorporan en su despliegue el proceso de la complejidad ambiental y la complejidad social.
En el Manifiesto por la vida decimos: “El derecho no es la justicia. La racionalidad jurídica ha llevado a privilegiar los procesos legales por encima de normas sustantivas, desatendiendo así el establecimiento de un vínculo social fundado en principios éticos, así como la aplicación de principios esenciales para garantizar el ejercicio de los derechos humanos fundamentales, ambientales y colectivos”.
Más allá de los discursos constitucionales plasmados en el siglo XX mediante reformas que incorporan  otras dimensiones sociales y políticas, sigue siendo el Derecho Positivo la argamasa filosófica quien cementa la arquitectura jurídica de países como el nuestro. La razón individualista y el coto de lo privado se constituyen en el nervio motor de la lógica productivista, desechando con omnipotencia ecofascista que la naturaleza sea sujeto de derecho.
Surge de este modo el concepto de Justicia Ambiental como un “conjunto de principios que aseguren que ningún grupo de personas, sean grupos étnicos, raciales o de clase, soporten procesos de degradación de sus espacios colectivos”. Naturalmente esta idea se enfrenta a la flagrante Injusticia Ambiental, marca registrada por la lógica productivista inculcada por los desmadres del mercado, que es la condición de existencia de los colectivos  y sociedades desiguales, donde operan mecanismos sociopolíticos que destinan la mayor carga de los daños ambientales a los sectores de los trabajadores, a las franjas más marginales y vulnerables de la ciudadanía”.
La injusticia ambiental no es una anomalía o efecto no querido de la arquitectura jurídica, es el callejón sin salida autoimpuesto por la naturaleza cognoscitiva y política  del Paradigma Hegemónico. No existen impactos secundarios y colaterales de la ética jurídica dominante, es el modo perverso de producción y consumo instrumentado por la lógica economicista el que alienta la fragmentación espacial, la contaminación de los suelos, el deterioro de la salud de las mayorías populares, quien expande la desertificación  y genera el  cambio climático y las violencias de todas índoles.
El Derecho Positivo creador de la Injusticia Ambiental, nacido en el útero Kantiano,  promueve la explotación de los recursos y riquezas mediante la metodología del pillaje, en favor de la concentración empresarial desbordada en el lucro desaforado sobre los servicios ambientales, degradando el ambiente, favoreciendo la concentración de la riqueza y la expansión de la exclusión y la pobreza, madre de la violencia y autora de la contaminación sobre millones de seres humanos y del  aniquilando las diversidades culturales.
La Justicia Ambiental creará las condiciones para modificar las inequidades sociales mediante un aparato jurídico que promueva políticas ambientales y decisiones políticas reguladoras del ambiente y protectora del derecho a la vida de las inmensas mayoría desamparadas y clientelizadas. La Justicia Ambiental determinará otros modos de comunicación que escapan a las garras del consumismo inicuo, y favorecerá el derecho a la información ambiental como mapa democrático de una nueva ciudadanía. La Justicia Ambiental reorientará el sentido de las ciencias y las tecnologías a través de un diálogo participativo entre los sujetos de las ciencias y las poblaciones. El objetivo de la ciencia y la tecnología inscripta en la literatura de la ética de la sustentabilidad consistirá en erradicar la Injusticia Ambiental.

IMAGINAR LA CIUDAD HOPITALARIA
Reimaginar la ciudad, y el Derecho a la Ciudad, como reza la convocatoria de esta conferencia aquí, en Rosario, a orillas del Río Paraná, eje vital de la Comarca de las Aguas, está asociada a la deconstrucción de la ilusión cartesiana, al desmantelamiento del edificio racional del Yo Pienso, al individualismo posesivo y a la metafísica de la presencia. El concepto de justicia ambiental Invierte el sentido de la prueba, de modo tal que los que contaminan y degradan los espacios colectivos son culpables hasta que se demuestre lo contrario. La complejidad ambiental sustenta las visiones de Justicia Ambiental y sé redespliega en las relaciones sociedad-naturaleza impulsando la decisión de la reapropiación social de la naturaleza, permitiendo la autoafirmación de los sentidos existenciales, la sustentabilidad y convirtiendo a la protección de la naturaleza y la diversidad cultural como derechos básicos e imprescriptibles del ciudadano urbano.
Ocurre que en el mundo de la vida moderna, que piensa al sujeto subyugado a los decires de la filosofía idealista, sitio donde se construye la verdad en sentido lógico, la vida queda aprisionada, así como el lugar, a la lógica racional mecanicista. Claro que hubo oposiciones a este horizonte acotado del pensar, como el que provino en el siglo XIX del Romanticismo, abordaje estético del mundo despreciada por la modernidad, pues rechazaba el optimismo fáustico de esos en tiempo en la razón, la ciencia y la técnica, como representación de la razón. Pero dejó abierta una grieta sobre la cual se filtrara luego la voz  portentosa de Nieztche
Si en la Modernidad, dice Noguera, el sujeto se opone al objeto, nuestro pensamiento ambiental complejo permite sentir las redes comunicacionales de la vida construyendo alteridades próximas. Permite sentir las suturas entre natura y cultura, entre lo biótico, lo simbólico y lo afectivo. Suturas encuentros eróticos, poéticos, estéticos, íntimos. El cuerpo, reducido a objeto de cirugías, a maquillaje, a cuerpo-cosmético, se expande a pesar de la violencia, y gracias a la vida, al cuerpo-magma rizoma, cuerpo-mundo-de-la-vida-simbólico-bióticoafectivo, cuerpo complejo. Lugar de coligaciones, de encuentro, de creación vital, de lenguajeos; cuerpo-poético, eco-cuerpo, cuerpo-casa, cuerpo-tierra.
En este sentido el fenómeno urbano desarrollado a través de los marcos conceptuales y prácticas impuestas por la modernidad insustentable, con los cuales se han desarrollado el conjunto de las ciudades, ya no están en condiciones de interpretar los signos de la crisis ambiental. Los nuevos sentidos existenciales conforman una construcción social y el lenguaje es una de las formas de representación de ese nuevo orden social específico en construcción, dice Carlos Porto. Salir de una cultura caracterizada por el afán ilimitado de dominio sobre la naturaleza y el territorio, es romper los barrotes que tienen prisioneros a los habitantes en ciudades cada vez más dualizadas, ciudades guetificadas, ciudades cartografiadas en reducidas islas de bienestar depredador y en archipiélagos de pobreza y exclusiones crecientes, ciudades marketineras, donde se oferta el paraíso para las minorías de riqueza concentrada y el infierno para las mayorías populares.
Savage define que la “ciudad no se reduce simplemente a la visión del mundo de un período histórico, sino que, por el contrario, es un eminente testimonio físico de los conflictos y procesos sociales a través de los cuales los grupos de poder dejan sus huellas sobre las estructuras urbanas”. Nadie puede ser sino tiene un lugar, un sitio donde arraigarse, donde poder construir la subjetividad
La ciudad de estos tiempos de cambios y turbulencias, reproduce el sistema dominante de relaciones sociales, según Lefebvre. El espacio social construido es la expresión ontoepistemológica de una etapa histórica. Por eso en las ciudades de estos tiempos, sea en las ciudades Globales del Norte o en las Megaciudades del Sur,  metrópolis que reflejan la crisis global, según Fernández Durán, se conjugan las sagas del Paradigma de Simplificación y la Crisis Ambiental, como crisis civilizatoria. A pesar del reduccionismo con que ha sido abordado el espacio urbano, por las corrientes del pensamiento espacial y urbanístico de la Modernidad, desde sus concepciones euclidianas y absolutas, para las cuales pensar el espacio “ha sido un trabajo inoportuno, una pérdida de tiempo” (Castro Nogueira), debajo de esa carcasa vacía, como si fuera un palimpsesto, se encuentra el sentido original de lo urbano y del sujeto urbano. Es un sentido heracliteano, epicureo, dionisiaco, de espesura antropológica y sociológica, de sueños profundamente humanos e infinitamente utópicos.
Deberíamos hacer visible en el espacio las grietas generadas por los remezones ontoepistemológicos contemporáneos. Deberían aparecer, como escribió W, Benjamín, “las imágenes espaciales dialécticas que segreguen su propia temporalidad ensimismada” o como dicen los geógrafos posmodernos, que ponen énfasis en la geografía del lugar “que un paisaje o una ciudad poseen sus murmullos temporales más o menos auráticos e irreductibles”.
No existe una sola y abarcadora definición de ciudad. Por eso, en principio coincidimos con la propuesta de que la ciudad es un  “híbrido innombrable”. Aunque también acordamos que deberemos nombrarla, semantizarla, hacer reconocible y visible ese amasijo entrópico, caracterizarla para saber que se trata la vitalidad de la vida y las relaciones a escala humana. Decimos, en principio, este “híbrido innombrable” es la expresión dramática de la crisis ambiental, “que reconoce en lo moderno los padeceres de la razón triunfante y de la figura magna de su sujeto sujetado”.
Estas ciudades innombrables no pueden codificarse con las gramáticas de los mapas conceptuales construido por el mismo proceso constitutivo de su innombrabilidad. Debemos acuñar nuevos conceptos, nuevas cartografías desde las orillas de una nueva racionalidad. Deberemos ser como Odiseo, deberemos afirmar el linaje piranesiano de la lógica de la anticipación. No tenemos otra alternativa.
O somos estrategas viajeros de  un éxodo permanente, anclados en los suelos fértiles, aún no labrados por la visión piranesiana de futuro, o nos quedaremos en las arenas movedizas de las costas confortables de lo conocido y de lo mismo.
No desconocemos los innumerables y estupendos conocimientos constituidos históricamente por diversos abordajes sobre los temas urbanos. Creemos necesario reconocer la estructura interna y los cambios que en los diversos procesos se generan en la cartografía urbana. Sabemos el tema clave que implica la investigación sobre la población urbana, los movimientos, comportamientos y densidades que esta produce. Es indispensable tener una clara visión sobre la morfología urbana, su entramado y los usos del suelo, añadiendo los impactos que generan los transportes y la insoluble realidad de los residuos sobre el mosaico y la vida urbana. Como poder olvidar la concepción ecosistémica de la ciudad y las derivaciones que promueven los efectos de procesos exógenos, como el cambio climático, sobre la salud, la enfermedad y el propio malestar de la cultura.
Como no reconocer lo que el arte en general nos ha legado sobre la dramaturgia urbana. “el desarrollo canceroso de la ciudad”, la dualización de la ciudad por la sociedad de consumo, la despersonalización ciudadana, el acento en la superpoblación y la publicidad, el deterioro crepuscular que impacta en la perplejidad existencial, la soledad inagotable y la desterritorialización juvenil, la polución invivible, tanto tangible como intangible, reproducida ad infinitum como una ruleta rusa, la expropiación de los espacios colectivos por los dueños del poder, la desnaturalización de la naturaleza codificada en una cosa inmobiliaria ofrecida al más acaudalado postor para simular el bienestar y la felicidad.
La Declaración de Salvador hacia fines del siglo XX propone cinco desafíos para reconstruir la ciudad:
1-  El trabajo y el empleo abierto a la generación de actividades productivas de la zona, empleos de proximidad, fundados en la poencialidad de la naturaleza y la cooperación interciudadana;
2-  La seguridad, no reducida  maliciosamente al tema de la violencia urbana reflejada cotidianamente como parte de guerra por los medios de comunicación, sino la seguridad como desarrollo de la convivencia en el entorno social, en las redes viales, en el acceso a los espacios públicos, en la protección social de la educación y la salud. El tema de la seguridad va de la mano con la recuperación de la identidad territorial. Seguridad de techo, seguridad de posesión de la tierra y seguridad de acceso a todos los servicios ambientales;
3-  El sentido. La revalorización local en el proceso de globalización. La guetificación urbana como el de barrios cerrados, urbanizaciones costeras comandadas por el hedonismo y el consumismo generan privatización territorial en desmedro y marginación de otros. La ciudad es una gran productora de sentidos. En tiempos de crisis ambiental la ciudad debe producir sentidos de ciudadanía ambiental desde el concepto de justicia ambiental. El sentido anclado en la radicalidad de la diferencia debe inscribirse en las raíces históricas;
4-  La sustentabilidad. ES un clamor de los tiempos insustentables. Consiste en un desafío local para la preservación y mejora de su ambiente complejo, de sus recursos para las generaciones futuras y para la supervivencia de las actuales; El principal desafío que surge de nuestro desarrollo, dice Elizalde, como seres éticos es asumir la responsabilidad por nuestro accionar en el mundo, y ser capaces de entender que nuestra calidad de vida alcanza su plenitud cuando trascendemos desde nuestra conciencia individual hacia una forma de conciencia capaz de sentir como propia, no sólo nuestra necesidad, sino además, la de todo otro ser humano y de toda otra forma de vida.
5-  La gobernabilidad es más que la política administrativa o de gestión. Es una nueva cultura política, jurídica y administrativa hecha de normas, de hábitos, estilos que debe construirse colectiva y democráticamente. Implica una nueva Carta de Ciudadanía sobre derechos ambientales y culturales urbano-regionales. Se debe terminar con el anacronismo burocrático de la organización de la Modernidad. Se debe favorecer la descentralización territorial, la conformación de presupuestos participativos y la codificación de un Plan Ambiental Urbano.
En definitiva, pensamos, lo local es la otredad subyugada por la globalización, lo negado y sistemáticamente desvalorizado por Neoliberalismo. El sujeto construye en su lugar, el lugar es el hábitat espeso del arraigo, donde se diseminan los encantados sentidos de la vida, tejido con los fragores de la proxemia cotidiana y abrigados por la manta protectora de sueños entrañables y mitos colectivos.
Sostenido en la tradición latinoamericana geográfica urbanística, e inscripta en el derrotero del Pensamiento Ambiental Latinoamericano, y en nuestras propias cartografías cognitivas urbano ambientales, imaginamos que repensar la cuestión urbana desde la Racionalidad  Ambiental significa poner en cuestionamiento y sospecha, como dice Magnaghi, “la proliferación de prótesis tecnológicas” largamente instrumentadas con la ilusión de resolver los problemas urbanos.
La cuestión urbana debe ser vivida con el habla de los tiempos Piranesianos, son los tiempos epifánicos de la lógica anticipatoria.  Jean Piranesi, arquitecto, arqueólogo y grabador,  en plena consumación de la estética renacentista y de la Razón Iluminista durante el siglo XVIII, deconstruyó con sus grabados sobre las cárceles romanas imperiales la hegemonía espacial, estética y representacional de una época,  anticipando otros imaginarios, tal vez los del siglo XXI. El viaje por la ciudad, por lo local, entonces, es un viaje por simultaneidades, por trasfondos de secretos diseminadores brotados de silencios epifánicos  convocando a escuchar otras voces. Voces diversas, plurales, voces destecnocratizadas, clamadas por habitantes de constelaciones culturales suburbiales, habituados a transgredir los bordes inescrutables de la fragmentación, para que los archipiélagos positivistas puedan reconvertirse en los archipiélagos complejos, donde las islas están separadas por lo que les une.
La ciudad que deseamos es también la ciudad que presentimos, y por que no ha de ser, también, la ciudad que ignoramos. En la búsqueda de sentidos urbanos, Borges le ofrenda a la ciudad amada desde la lejanía, su delicadeza poética, y frente a la imprecisión de sus recuerdos dice “yo presentí la entraña de la voz/ las orillas/ palabras que en la tierra pone el azar del agua/ y que da a las afueras una aventura infinita”.



Diálogos sobre Educación Socioambiental en la Cuenca del Plata
Universidad Nacional de Asunción. Paraguay.
28-29 de julio de 2008
Educación Ambiental: construcción desde los silencios de la Cuenca del Plata

Prof. Carlos Galano
Universidad Nacional de Rosario.
Universidad Mayor de San Andrés. La Paz. Bolivia.
UACM. Universidad Autónoma de la Ciudad de México. México-
Escuela de Educación y Formación Ambiental “Chico Mendes”.
Rosario. Argentina.

La Cuenca del Plata en su dilatada geografía de verdes, rojos, azules, marrones y grises, planicies, elevaciones y valles, así como en sus texturas culturales expresa las narraciones Geoculturales de la Modernidad Insustentable. Se especializó en codificar los rituales fáusticos del  progreso y bienestar incumplidos y, especialmente, labró  el imaginario social desde los socavones enturbiados por largos e insondables silencios, al compás de mandobles de ciencia, tecnología, concentración económica y territorial, domesticación política y empobrecimiento massmediático. Su especialidad se despliega en una geografía abismada en la pérdida de diversidad natural y en el oscurecimiento de sus luces interculturales.
Las gramáticas territoriales de la cuenca han sido escritas por la cosmovisión de un conocimiento que desconoció la complejidad del real y se orientó obscenamente a cartografiar su naturaleza con las recetas de la perentoriedad del beneficio. Esas escrituras refiérense  “a cosas que ya no son y las palabras ya no dicen que son”, como dice Kafka, aún son la simiente del currículo de los Sistemas Educativos de la Modernidad. Todavía esa visión mecanicista de las ciencias, ese pensamiento científico edificado en torno a los supuestos de un mundo inanimado para que la ciencia y su método puedan, como dice Bunge, “amansar y remodelar a la naturaleza sometiéndola a sus propias necesidades”, anida en los artefactos educativos de nuestros países, megaordenados por la lógica del fragmento, especializada en la producción de un vacío ontológico orientado inescrupulosamente a silenciar la vida.
El espejismo de la Racionalidad Instrumental y las promesas depredadoras de las ciencias positivistas, a pesar de haber consolidado una visión guerrera y triunfante sobre la naturaleza,  en la que el sujeto desujetizado era apenas una sombra solitaria dentro de una jaula de certezas definitivas, naufragaron en las costas embravecidas de la Crisis Ambiental.
Esa crisis turbulenta amedrentada en el desasosiego, retorna desde la ficción de sus abstracciones universales, se eleva desde los escombros del mundo economizado cronometrado por las agujas del corto plazo, y favorece el vuelo de las palabras sometidas por el lenguaje matematizado de la ciencia clásica, libres, ahora, para interpelar con audacia  al conocimiento y al poder.  El desmontaje del conocimiento cincelado por la objetividad y arrojado a la ebriedad productivista por el imperativo del mercado, desbarrancará los muros de silencios infinitos construidos por los arquitectos de los saberes cosificados, de los saberes cementados por la cuantofrenia, de los saberes lineales que sólo saben del rendimiento eficiente del corto plazo.
Romper el corsé epistemológico de la racionalidad instrumental de voracidad insaciable para engullir a la naturaleza externalizada, abriéndose a los territorios fecundados por el diálogo de saberes, de los saberes de los pueblos oprimidos y silenciados, se convierte en le lenguaje inaugural de la Educación Ambiental, ensimismada en lo multidimensional, constituyendo con tenacidad insobornable una red de relaciones diversas para que cambie la dictadura de la verdad absoluta y florezca un saber que navegue por las aguas de lo provisorio, de lo relativo y de lo incognoscible.
El edificio geométrico de verdades inalterables,  postulado por el conocimiento disciplinarizado y especializado en partes descontextualizadas y dualismos, ha estallado. Debemos ser partidarios del estallido. Finalmente, y antes las penumbras polvorientas del programa extractivista y el silencio impuesto por el peso de su discurso totalizador sobre la diversidad,  condenada al destierro por la lógica formal, se hace  necesario que en los repliegues cotidianos de la Cuenca del Plata  estalle el debate epistemológico pendiente, afloren definitivamente los postulados de las ciencias contemporáneas desde la enunciación de la ley de la Entropía y el aporte de los saberes Tradicionales, configurados en un tiempo cautivante de cambio epocal.
El diálogo de diversidades conjugará una encrucijada que pujará hacia el campo en construcción  de la Educación Ambiental para la Sustentabilidad amplificadora del Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Este pensamiento reinstalará en la Cuenca del Plata las identidades silenciadas, las culturas de las diferencias como cuenco matricial desde donde puedan imaginarse otros mundos posibles, frente al único futuro mortecino del Discurso Único. En ese sentido, y como lenguaje inaugural, la Educación Ambiental será habitada  por la expresión de Heisenberg “Nunca podremos hablar de naturaleza sin al mismo tiempo hablar de nosotros mismos”.
La reterritorialización imaginada desde esas ligazones estimulará la dialéctica entre naturaleza y cultura. Así, la espacialización de la Cuenca, morada incluyente de todas las metáforas sobre el ser y el futuro, nos convocará, desafiante, al debate entre los saberes consabidos escritos por los símbolos deterministas y sus teologías devastadoras, y los nuevos relatos encarnados en la complejidad ambiental, el saber ambiental y la recuperación de las voces olvidadas de los pueblos originales, como el guaraní.
Desde la resemantización de la vida deberemos desocultar los rastros del lenguaje colonizador y sus estadísticas simuladoras en cada uno de los paisajes de la cuenca. En sus ambientes físicos, biológicos y simbólicos. En el curso de sus ríos, en la infinitud de sus pampas, en las turgencias de sus bosques, en los modos de producción agraria y minera, en la desigualdad urbana de ciudades tramadas por el consumo conspicuo y el capital inmobiliario, que reconfigura el mosaico urbano en zonas de riqueza concentrada y territorios urbanos de pobreza y marginación.
También se deberán reconocer las huellas insustentables en la desterritorialización material y simbólica de los pueblos originales y las culturas populares. Las palabras silenciadas por la dictadura del verbo mercadizado organizaron el territorio de la colonización depredadora. La palabra ordenadora del conocimiento conquistador y su aparato científico político, desde sus más remotos orígenes modernos se solaza en la dominación.
El idioma del capitalismo es incapaz de escribir las pulsiones de la sustentabilidad y la integración. En cambio, y a manera de una relectura de la complejidad ambiental, el Guaraní nos da la pista para avanzar en un proceso de reterritorialización afirmado en la democratización de la región. ÑEÑÉ, en su lengua primera, arrebatada de agua y amor significa palabra y alma. Nuevamente la palabra deberá estar embarazada del alma de la región para que podamos desembarazarnos de la racionalidad instrumental que vacía la palabra y destierra el alma.
Promover la sustentabilidad significa poner en marcha un proceso político enraizado en la Ecología Política fluyendo como una incontenible contracorriente política Así como el Saber Ambiental  en la Educación Ambiental, estatuye su naturaleza desde la interdisciplinariedad, la Ecología Política alcanza su pedagogía movilizadora en el entrecruzamiento de múltiples disciplinas y miradas, e instituye una cartografía política compuesta por la significación de la vida y la caricia de la otredad.
Las luchas ambientales emergen cuando se esfuman los espejismos autocomplacientes del crecimiento económico. Serán las luchas ambientales quienes abran las compuertas para la coexistencia de la Educación Ambiental, la Ecología Política y la Economía Ecológica.  A medida de que crece el conflicto ambiental en la región, aumenta el espesor de  la conciencia ambiental, transformando los cauces políticos por donde transcurren los hábitos del ciudadano moderno, en ríos desbordados de demanda social para reconducir los tiempos históricos de la política, la economía y la educación en orden a una nueva cosmovisión ambientalizada. SE redefinen horizontes e interpretaciones del mundo, sé resemantiza el futuro con el lenguaje de otra racionalidad cuyas acciones se configuran en el tejido bocetado por la articulación entre Educación Ambiental, la Ecología Política y la Economía Ecológica.
La potencia de la ambientalización se abre a otros conjuros paradigmáticos. A un paradigma entramado por las hebras de la ética y equidad, por el respeto a las diferencias, por una diferente armonización entre política y economía para terminar con los procesos de degradación ambiental y proliferación de la pobreza y múltiples exclusiones. Para que esta visión no quede aferrada en los recintos del pragmatismo, bautizado en los ungüentos  verdificados de lo ecológico, es imperioso que el saber ambiental, como saber que apuesta a la construcción de otros sentidos existenciales, pueda cartografiarse  en las redes de los sistemas educativos  de la región.
En este escenario anida la batalla cultural del siglo XXI.  Esa escena deberá iluminar el oscuro derrotero del conocimiento insustentable adobado por descripciones objetivas, homogéneas  regida por leyes universales en todos los órdenes de la materia, para hace más diáfano el derrotero por los campos del diálogo de racionalidades, el tránsito hacia la epistemología ambiental.
Ese saber ambiental fraguado al calor de identidades múltiples y subjetividades tensionadas por la diversidad cultural y las demandas de otra racionalidad social, deberá reapropiarse del lugar, de su lugar, lo que implica bajarse del tren ficcional de la globalización. Desde el arraigamiento al lugar el sujeto podrá arar los suelo  fértiles donde se resignificarán los sueños en tonos de utopías ambientalizadas, y se pueda sepultar definitivamente ese modo de ser modernos, apenas una  caricatura y simulacro de la vida inscriptos en los cuerpos sujetos-cosas que han sido fregados por la desposesión de sus sentidos existenciales, por la hipertecnologización de la vida y la sobreeconomización del presente.

Educación Ambiental como nido de la diversidad y centrifugación el economicismo tecnologizado
La crisis ambiental desencadenada en las últimas décadas del siglo XX colocó en estado de sospecha al pensamiento único cuyo linaje se adentra en el Iluminismo. En los siglos posteriores se cubrió con la frazada desprotegida de la razón Instrumental. La razón Instrumental abusó de la tecnologización de la cultura para cumplir su mandato de dominio y aniquilamiento sobre la naturaleza y las culturas. Esa literatura conceptual tiene la contundencia de la depredación material y simbólica en cada uno de los países de la Cuenca del Plata. Tal vez el desafío consistiría en dibujar el mapa de la desposesión.
Comenzando por Argentina, pondríamos como clavija inaugural de ese mapa del despojo al Ingenio Ledesma en la Provincia de Jujuy. Ingenio de la patricia familia Blaquier, hoy en manos de multinacionales, destinado a la explotación de la caña de azúcar y luego a la producción de celulosa, pasta y papel. El imperio del Ingenio Ledesma, que cumple con todos los mandatos anteriores y actuales de la industria celulosa,  instalado en la región de Libertador Gral. San Martín, además de producir contaminando, de producir con mal olor, de producir enfermando, produjo con la instalación del miedo y el silencio.
El totalitarismo de mercado y su razón utilitaria fueron los autores de la “noche del apagón”. Por estos días se recuerda aquella noche en que los esbirros del poder insustentable se llevaron a militantes que se oponían al aniquilamiento natural y cultural de la producción de celulosa, y desaparecieron, entre ellos, el médico Aredes, intendente de la ciudad, y estudiantes del Profesorado de Ledesma. Poco  después, Olga Aredes,  comenzó a dar vueltas por la plaza de la ciudad maloliente y silenciada por el poder empresarial, envuelta en la más espesa soledad, para exigir justicia. Mas tarde, Olga manifestó en su cuerpo atribulado el cáncer que la llevó a la muerte, hace sólo unos pocos años. Hasta su último aliento, el cuerpo y la lucha de Olga, soplaron para denunciar la producción insustentable, un modo de producir que mata y silencia. En su agonía y muerte se encontraba más acompañada.
Hoy la biblioteca del Profesorado lleva su nombre. Y en esa Institución, por la confluencia cooperativa de organizaciones educativas y sociales, como gremios y Parques Nacionales más el compromiso de la etnia Mbia Guaraní, que volvió a habitar las tierras del Parque Nacional Calilegua, se pondrá en marcha el Postítulo de Educación Ambiental para la Sustentabilidad desde el Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Desde ese espacio comenzaremos, desde los silencios aventados por palabras ambientalizadas, a reconstruir el mapa de la depredación y ponerles signos y metáforas a la cartografía de la sustentabilidad.
Estas tierras significadas por la omnipresencia del agua  han sido cuantificadas en las cuadrículas productivas del cortoplacismo. En ese sentido la tecnologización de la cultura se infiltró despiadadamente por los rumbos azul verdoso de la región y también se incrustó en el yacimiento íntimo de los cuerpos, colonizándolos con sus lenguajes engranajes y convirtiendo sus silencios desgarrados en un campo de batalla desigual donde se decide la reproducción infinita del consumo alejando al sujeto de los dos límites del ser: El del infinito espacio interior inacabable y el del infinito espacio exterior interminable.
Este cuadro ensombrecido por vectores economicistas neoliberales, reencarnación fantasmática de la lógica de mercado, ha tenido especiales resonancias en ámbitos políticos, empresariales y académicos, revestido de un léxico simplificador y rimbombante dando lugar a teorías económicas a la carta, recomendaciones caricaturescas para resolver los problemas de la exclusión y la pobreza, reducir el analfabetismo, fortalecer la inserción en la globalización, eficientar la producción y el comercio internacional con la intención de reducir la pobreza, la exclusión e incentivar la integración regional y mundial. Los resultados están a la vista. Tienen el color del dolor y el clamor de la justicia. Más exclusión, más pobreza, más depredación de la naturaleza y más aniquilamiento de la diversidad cultural.
Otra de esas llagas en Argentina, además de la comentada de la industria celulosa, y que forma parte de la geopolítica cotidiana es Concordia. Ciudad localizada al pie de la represa del Salto Grande, otrora capital citrícola del país, es, según la encuesta permanente de hogares, una de las ciudades con más pobreza y con más trabajadores en condiciones laborales irregulares. La expansión de la frontera agraria bajo la dictadura de la transgenización, centrada en la soja, concentró la propiedad de la tierra, expulsó pequeños y medianos productores convirtiéndolos en Refugiados Ambientales, y relocalizó en un porcentaje muy reducido de empresas la producción  mayor de las casi 100 millones de toneladas que produjo el Modelo Agrario Exportador.
En estas fotografías se palpa desnudez de sentido y los efectos devastadores de las Reformas de nuestros Estados puesto en marcha hace  tres décadas. Esas transformaciones también alcanzaron al campo educativo. Consistieron en recetas salidas de la mente afiebrada de pedagogos tecnócratas, en realidad gurúes del imperio neoliberal, modelos educativos  más parecidos a una melange entre estados jibarizados y conocimiento economizado, sin otro destino que el de convertirse irremediablemente en  un “desierto” cultural, un desierto que acentuó la desnaturalización de la naturaleza y la naturalización de la banalidad del mal.
También, reconocemos, que desde las entrañas de los silencios más hondos se gestaron las voces sustentables que relanzan el mensaje de la vida, apoyados en el coro que le canta a la diversidad y la diferencia. El choque entre los silencios impuestos por la ley del mercado y el coro compuesto por las voces plurales de los pueblos en re-existencia está produciendo la bifurcación de la historia.
Un viaje comienza. El nuevo viaje debe redefinir su camino deslumbrando el sitio desde el que se parte. Y ese "desde dónde" es el concepto de lugar que deberá ser resignificado. Nuestro lugar es la Cuenca del Plata.  Cuenca florecida en agua, revivida en agua y pensada en agua. Repensar el concepto de lugar nos lleva necesariamente a desterrar las contaminaciones que le impusieron las partículas nocivas emanadas de  los por criterios y leyes universales, de la imposición de los postulados  eficientistas, controlados militarmente desde indicadores de crecimiento que medían las bonanzas del crecimiento económico en detrimento de la existencia del ser.
El viaje que comenzamos desde las entrañas de la Cuenca, aquí en las aguas misteriosas del Paraguay, latiendo al conjuro del Ñeñé, deberá inscribirse en un debate pedagógico curricular destinado a refundar la educación, abriendo este resabio de la Modernidad Insustentable hacia el paradigma de la Educación Ambiental. No es posible reimaginar un camino de bifurcación para la educación sino reinventamos el saber desde los horizontes de la complejidad ambiental. Y no reiniciaremos nuevos derroteros para la educación desde su ambientalización latinoamericana, como  lo imaginaron los actores de la Reforma Universitaria del 18 en Córdoba, si previamente no eliminamos los “dolores que quedan”, en este caso los dolores brotan del estatuto de la Racionalidad Instrumental, y nos convocamos a luchar por las “libertades que faltan”, que vendrán iluminadas por la Racionalidad Ambiental y la Justicia Ambiental.
Los dolores nacidos desde los saberes compartimentados se desparraman en la misma proporción en que crece la hiperespecialización de los artefactos  disciplinares. Tan disciplinados en desconocer lo diferente, pues lo diverso no habita en el recinto gnoseológico del logos unificador. Reimaginar los rumbos de la Geografía, de la Historia, de la Economía, de la Filosofía, es decir del conocimiento sacralizado en los altares del productivismo pedagógico y epistemológico.
Con relación a la Geografía se deberán superar visiones anquilosadas desde antaño en las tramas de la geografía clásica y de algunos de sus supuestos contenidos superadores, a veces revestidos de perspectivas regionalistas, otras de humanistas y no pocas de críticas. Aún con esos ropajes el lugar o espacio que definen sigue subordinado al destino de eterna externalidad adjudicada por el destino manifiesto  de la razón instrumental y sus variopintas metodologías como las positivistas, neopositivistas y otras que no rompen definitivamente con los anclajes impuestos por la Razón Cartesiana y la Geometría Euclidiana, condensadas en la matematización galileana de la naturaleza.
La Geografía Moderna, nacida al conjuro de la cohesión de los Estado Nación y convertida en pieza insustituible para escribir  exitosamente la saga fáustica del progreso, imagina la piel de la tierra como una superficie euclidiana emponchada de agua y revestida de diversos colores, en algunos sitios embarazada  de recursos minerales y energéticos, y también habitada, en sus diversos confines, por culturas en distintos grados “civilizatorio”, para que todo ese enjambre de recursos naturales y humanos pueda cumplir el mandato iluminista de la razón globalizadora, en nombre de la racionalidad occidental, y poder recitar, de ese modo, el catecismo antiecológico del crecimiento indefinido, desconociendo los límites biofísicos de la tierra que dice conocer.  
La ciencia objetiva diseñó una geografía a la altura de la voracidad del productivismo insaciable. Ese proyecto fundado en la depredación de las fuerzas de la naturaleza,  debió apoyarse en un conocimiento desplegado al interior de las ciencias y los sistemas educativos, que favoreció la construcción de feudos disciplinares, autoprotegidos por sus muros infranqueables, cementado por el mandato kantiano de la separatividad y el desconocimiento de la naturaleza como sujeto de derecho. Es este paisaje árido y devastado el que debe desandar la geografía.
Para ello deberá reinventarse desde el espacio metafórico de lo complejo. Deberá desandar su linaje euclidiano navegando por las procelosas  turbulencias de la  crisis ambiental, teniendo en el conflicto eco espacial la expresión descarnada del desencantamiento del lugar y la cosificación de la naturaleza. Esa negación por el cuidado socioespacial del pensamiento logocéntrico debe dar lugar a la osadía de repensar la geografía integradora de la Cuenca. Como dice Carlos Porto, Geo- Grafiar la interculturalidad pues, en todo caso, el territorio es “la especialización de la cultura”.
Resemantizar el lugar, darle al espacio geográfico la visibilidad que sólo puede otorgar el diálogo intercultural, anticipándose de esa manera a los sufrimientos del riesgo ecológico que se anuncia por todos los rincones como cambio climático, efecto invernadero, erosión, desertificación, deforestación, pérdida de la biodiversidad, contaminación de las aguas, los suelos y el aire, extinción de lenguas y culturas tradicionales. Desaparición de simbolizaciones más amorosas y fraternales sobre la naturaleza como hogar común de la vida.
El discurso apologético sobre las venturas y beneficios  del conocimiento y del aparato tecnocientífico quedan anonadados ante el lenguaje de la geografía del malestar económico y humano, escurriéndose sin remedio por las grietas de las escenas cotidianas rurales y urbanas. Esa cloaca a cielo abierto, registrada como estrategias para el progreso y el crecimiento económico, encuentra en ciertos ámbitos académicos, subyugados por la teología instrumental, y en la pertinaz colonización de todos los resortes sociales puesta en marcha por los medios masivos de comunicación, en consonancia con la soabreeconomización de la vida impuesta por la apoteosis del consumo, el camino pavimentado para despojar de todo sentido ético a nuestra relación con la naturaleza. Coincidimos con Kurtz cuando sostiene que “La sociedad del conocimiento se encuentra extremadamente desprovista de espiritualidad, y por eso hasta en las mismas ciencias del espíritu, el espíritu está siendo expulsado. Lo que queda es una conciencia infantilizada que juega con cosas inútiles desconectadas de conocimiento e información”.
Es vital para los destinos de la Cuenca del Plata, para el imperio de una “democracia del agua”, para un nuevo pacto entre sociedad y naturaleza, de una economía ambientalmente sustentable y de una política de la diversidad, que podamos reapropiarnos del espesor de los lugares para que se desplieguen en sus relaciones la erótica de la sonrisa y la pedagogía de la otredad. Construir un espacio con  espesor  geográfico y también sociológico, antropológico y soñador, está a tono con la osadía del pensamiento, de un vital debate epistemológico con el objeto recodificar los lenguajes de las ciencias con la literatura del saber ambiental y de refundación disciplinarias abiertas a relaciones interdisciplinarias, y a cercos cognitivos porosos en orden a la conformación del diálogo de saberes.
Ambientalizar la vida en cada lugar, erradicará el sentimiento de  baldío que impera en la cultura del malestar permanente. Sopesar las señales difusas, muchas veces meros indicios, abiertas ante nuestras búsquedas de modo imperceptible lo que nos exige tensar la disposición intelectual y emocional para estar al acecho. Significará imbricar en las propias prácticas los mestizajes sociales y culturales.


Sujetizar la Economía.
 Deseconomizar al sujeto.
Más arriba hacíamos mención que en la piel de la tierra ya es visible el deterioro y vulnerabilidad de los ecosistemas complejos por los efectos del cambio climático. Descontextualizar esa catástrofe y reducirla a episodios furiosos de la naturaleza sublevada, implica  seguir prisionero de la palabra insustentable y de los discursos colonizadores- En ese sentido el abordaje del cambio climático sería inasible si no colocamos entre bambalinas, al titiritero que maneja las sombras macabras mecidas por las luces de  la biogenética, bioingeniería, es decir de todo aquello que disipa la autoposiesis sucumbiendo ante los cantos de sirena de la tecnologización de la vida. Como plantear la vertiginosa entropización engendrada en la fauces del modelo económico sino cuestionamos la utilización indiscriminada de pesticidas y fertilizantes sumamente tóxicos, cuyos fuegos de artificio en expansión, ilusoria bacanal de progreso, desborda la mismidad de la vida y se repliegan en el desierto desangelado  de lo idéntico y desolado, como es el “latifundio genético”.
El sujeto decidido a romper las amarras con el productivismo cosificador, deberá zambullirse en la moral inédita de la ética de la sustentabilidad. El sujeto que protagonice la democratización de la economía estará atravesado por los vaivenes de la atmósfera epocal, empujando la valorización de la naturaleza desde la creatividad de la cultura, así podrá inscribirse en los términos de la Paidea, que una educación de época y para la época.
El mandato de la época se inaugura con la impostergable decisión de denunciar y oponerse a la racionalidad hegemónica, esa osadía del pensamiento y de la acción están en las ideas de John Berger cuando escribe “El acto de resistencia no significa solo negarse a aceptar el absurdo de la imagen del mundo que se nos ofrece, sin denunciarlo. Y cuando el infierno es denunciado desde adentro deja de ser infierno”.
Además, el silencio ominoso impuesto a la palabra y la cultura de los pueblos originales, y el silencio mecanicista de los sistemas educativos de la modernidad insustentable, y particularmente de la Universidad Napoleónica, despojaron a la naturaleza de su condición de sujeto de derecho, inhibiéndola para convertirse en una sinergia vital para el Desarrollo Sustentable. La naturaleza despojada de vida y de sentidos culturales es una producción tanto de las Ciencias Naturales como de las Ciencias Sociales.
Pero también es una constante en los discursos de los organismos internacionales, aún aquellos que prometen la panacea del Desarrollo Sostenible. La desnaturalización de la naturaleza está presente en documentos a veces refrendados como referenciales como el Informe Brundland. La desaparición de la naturaleza convertida en mera externalización por la Racionalidad Instrumental y su artefacto económico, ha sido el callejón sin salido diagramado por el Paradigma Mecanicista. Los discursos sobre la Cuenca del Plata sellados en los muelles espacios del poder han desalojado a la vida de la naturaleza. Solamente han quedado recursos naturales, materias primas, productos industriales contaminantes, producción agraria con la utilización de crecientes volúmenes de agroquímicos, volúmenes inconmensurables de basura de toda estirpe.  Los discursos de la sostenibilidad, y también la fragmentación de los sistemas educativos y la confabulación del Poder Político con la concentración empresarial están matando material y simbólicamente a  la naturaleza, al mismo tiempo que se produce el aniquilamiento de la diversidad cultural.
La propuesta emanada de tantos organismos internaciones y agencias especializadas prescriben el crecimiento económico de la Cuenca considerándola "un cosmos desencantado". El empobrecimiento de la tierra requiere previamente para ser conjugado en tonos de dominación, el empobrecimiento y dominación de los pueblos, arrebatándoles inicialmente la capacidad de construir sus propios futuros, en aras del único futuro anunciado. Desmontar la palabra vaciada, los lenguajes empobrecidos como herramientas de depredación y desolación significa recuperar las palabras desde las palabras silenciadas, con las palabras resemantizadas.
La Economía del Saqueo escribe su teoría con las estadísticas de la urgencia, y se encuentra asociada a las Ciencias de la Depredación  cuyos lenguajes han sido matematizados  por la lógica de la separatividad. En la Cuenca del Plata, la región del agua, la comarca de los ríos desmesurados, como el Paraguay, el maridaje entre el saqueo y la depredación están prohijando “deforestación masiva, contaminación sistemática por vertidos industriales, mineros, agrícolas y urbanos, la desecación de humedales, como los de los Bajos Submeridionales en las Provincias de Santa Fe y Santiago del Estero, en Argentina, la expansión de los agronegocios, la navegación fluvial a gran escala impulsada por el proyecto IIRSA, la creciente emisión de gases  invernadero, entre otros procesos, están destruyendo la identidad acuosa de la región y arrasando fuentes vitales para la soberanía alimentaria de la comunidades”. Se borra la identidad construida con los largos procesos temporales de coevolución entre la naturaleza y la cultura y se eleva al rango de tragedia la dramaturgia de los comunes.
Este es el punto exacto de la bifurcación de la historia. O seguimos prolongando el pasado insustentable, o giramos por la travesía desconocida de construir los futuros posibles En este escenario seremos espectadores o actores. Es una decisión impostergable e intransferible.  La conversión en actores es consustancial con la herejía. O somos discípulos disciplinados del capitalismo desbocado, o devenimos estrategas en acecho en el proceso de construcción de la Racionalidad Ambiental.
El desconocimiento de la vida anida en la razón tecnoeconómica, por eso la economía de la lógica de mercado es incapaz de imaginar otro sujeto que no sea el sujeto ficcional de la modernidad, sujeto cosificado en cuya naturaleza se  borran las huellas de lo íntimo humano y crece, simultáneamente, en la misma proporción tramitada por la economización de su vida, la extinción de la “razón de la vida”. Razón razonable  que deberá ser recuperada solo si reinstala en la dimensión de lo humano la pasión del ser y la pulsión de lo amoroso, como erótica inextinguible del deseo. Esas metáforas resignifican la travesía, tal vez los pasos sean balbuceante, no obstante serán los pasos conducentes hacia una nueva sensibilidad,  fundada en la “ética de la sustentabilidad, como una ética que remite a un saber orientado hacia una nueva visión de la economía, de la sociedad y del ser humano”.
El estado moderno en Argentina desde su instauración hacia fines del siglo XIX, instaló y perfeccionó instrumentos, legales y simbólicos,  para silenciar las voces. Especialmente las voces de los Pueblos Originales. Desde la década del 20, en el corazón de la Argentina Agroexportadora, existe un silencio sepulcral sobre Napalpi. Aquí cerca, en la provincia del Chaco, exterminó a una cultura tradicional  fraguada en las metáforas del agua. Sometidos en Napalpi a una matanza de crueldad inenarrable, por resistirse a la colonización de la cultura dominante y a sus esbirros terratenientes. Todavía, 90 años después, el silencio del Bloque Dominante fortalecido en estos tiempos por el Latifundio Genético,  Pero, como dice la investigadora Bergallo, “el develamiento de esa invisibilidad-desaparición, es seguramente lo que todavía sostiene la conmemoración de Napalpi, y su reivindicación por parte del pueblo indígena. Napalpi es un símbolo, un puente según el Dr. García y O. Sánchez, un hecho paradigmático, semejante a otros que se repiten en nuestros pueblos, expresa el conflicto por la imposición de un modelo social y cultural diferente, aún a costa de la desaparición o negación del otro, aún cuando en la clandestinidad o en la visibilidad  se sostiene la resistencia”.


Epílogo.
Los silencios transformados en Democracia del Agua.
Fundamento Sustentable de la Cuenca del Plata
En cada rincón de la Cuenca, en cada sitio donde nazcan la resistencia y las luchas ambientales en oposición a ser subyugados por la globalización económica, financiera, cultural y financiera, se escribirá la trama de la sustentabilidad. El arraigamiento al lugar es estratégico para la liberación. Como siempre ha sido en la  historia de la hominización, el sujeto construye en su lugar. Su lugar como hábitat espeso del arraigo donde se diseminan los encantados sentidos de la vida, tejiéndolo con las hebras de la proxemia cotidiana y abrigado por la manta  de sueños entrañables y mitos colectivos.
“El gran desierto de los hombres”, como decía Baudelaire, es la absurda aridez a la que nos ha condenado en cada lugar el pensamiento insustentable. Romper las barreras de los topos desespacializados, idealización metafísica del hombre sin misterios, es un atributo identitario para terminar con las desigualdades emprendidas por las injusticias geográficas, donde desaparecen los habitantes y proliferan los refugiados ambientales.
En esta línea de reflexión y ante los guetos infinitos que ha levantado el pensamiento dominante, envuelto en su ceguera determinista y fragmentadora deberemos cultivar amorosamente la artesanía de la desguetificación. Desguetificar la vida, desguetificar las ciencias, desguetificar las ciudades, desguetificar a los sujetos prisioneros de dogmas carcelarios, desguetificar las disciplinas escolarizadas, desguetificar la política, desguetificar la economía, desguetificar la religión, desguetificar la cultura para pueda abrazarse a la interculturalidad, desguetificar el futuro.
Al costado del camino hormigonado con las palabras estridentes de la razón instrumental, quedan los olvidos de un mundo objetivado por el legado del individualismo y el utilitarismo. “Los condenados de la tierra” recobran desde los restos de sus comarcas arrasadas, el destino originario de querer ser. El gesto prometedor de un nuevo sueño civilizatorio se ilumina en el territorio constituyente de la diversidad recuperada. El viaje tiene destino. Despierta desde pretéritos dionisiacos y recala en los andenes emancipatorios de una ciudadanía desprendida golpe a golpe desde los linderos de luchas ambientales lugareñas.
La ciudadanía ambiental es un proceso en construcción corporizado en los sacudones de las luchas ambientales de la región. Desde los cimbronazos de ese acontecimiento se levanta y crece en visibilidad un sujeto diferente al transparente de los tiempos modernos. Este sujeto no se configura con el saber universal del conocimiento de la racionalidad desfundamentada. Este sujeto no está instituido por las jerarquías cientificistas. Este nuevo sujeto se desliza por los diálogos abiertos en la trama intercultural. ES el lugar de la acción donde el saber local registra la acción y configura un  derrotero novedoso nuevo sujeto construcción lanzada al ruedo de la crisis ambiental por el sujeto encrucijada
A veces da la sensación de estar desbordados por la crisis, atravesando vertiginosamente tiempos de ostracismos cercanos al abismo inimaginable y paralizante. Entonces al sujeto relocalizado en el diálogo de racionalidades, desde los jirones arrebatados de interrogantes, no nos queda otro camino que crear desde el abismo.  Desde ahí ese sujeto reconoce que:
- la crisis Terminal que atraviesa es la crisis la nacida del colapso de la razón instrumental y de la cultura homogeneizante,  constitutivas de un sujeto histórico  totalmente transparente, si es que alguna vez fue otra cosa que una ficción. El desbarrancamiento del sujeto homogéneo provoca la desbandada de la verdad absoluta y el imperio de lo mismo y de los silencios impuestos por la dictadura del productivismo desbocado por la lógica de mercado y por el cerco legal engendrado por el derecho positivo. Estos silencios silenciados in-extremis en la cuenca del Plata recobrarán la palabra olvidada bajo el manto fraternal de la Justicia Ambiental, cuyos principios postulan que como manifiesta el documento difundido con motivo de la Cumbre de los Pueblos de Color en EEUU, durante 1991,: ante la crisis ambiental es necesario:
-    asegurar la Justicia Ambiental;
-    promover alternativas económicas que contribuyan en el desarrollo  de nuestros mundos de vida ambientalmente seguros;
-    garantizar nuestra libertad política, económica y cultural, negada por 500 años de colonización y opresión, que promovieron el envenenamiento de nuestras tierras y comunidades y el genocidio de nuestros pueblos,

Afirmamos y adoptamos, entre otros, los siguientes principios de Justicia Ambiental:
1- La Justicia Ambiental afirma la sacralidad de la tierra, su unidad ecológica, e interdependencia de todas las especies que, además, gozan del derecho imprescriptible e no ser objeto de destrucción ecológica;
2- La Justicia Ambiental exige que las políticas públicas se basen en el respeto mutuo y en la justicia para todos los pueblos sin exclusión, libres de toda forma de discriminación y preconceptos;
3- La Justicia Ambiental proclama el derecho al uso responsable, ético y equilibrado del suelo y de los bienes renovables en aras de un planeta sustentable para los humanos y para todas las formas de vida;
4- La Justicia Ambiental clama por la protección universal contra los ensayos nucleares, contra la producción y derrame de venenos, deshechos tóxicos y peligrosos, que amenazan el derecho fundamental a gozar de aire, suelo, agua y alimentos sanos y limpios;
5- La Justicia Ambiental afirma el derecho fundamental de todos los pueblos subyugados a la autodeterminación política, económica, cultural y ambiental;
6- La Justicia Ambiental exige el cese de la producción  de materiales tóxicos, peligrosos y radioactivos, y que sus productores, antiguos y actuales, sean severamente responsabilizados ante el pueblo y obligados a desinfectar y descontaminar todos los ámbitos de producción, industriales y rurales;
7- La Justicia Ambiental exige el derecho irrestricto para ejercer la participación igualitaria en cualquier nivel del proceso de decisiones, incluyendo en esta exigencia la definición de las necesidades, y sobre el planeamiento, ejecución y  evaluación de los proyectos de desarrollo;
8- La Justicia Ambiental afirma el derecho de todos los trabajadores y trabajadoras a tener un ambiente laboral seguro y saludable, sin que sean forzados o amenazados  a escoger entre una vida insegura y el desempleo. También afirma el derecho de todos y todas que trabajan en su propia morada a estar libres de riesgos ambientales;
9- La Justicia Ambiental protege los derechos de todas las víctimas de injusticia  ambiental, exige la obligación de compensarles con indemnizaciones justas por los daños generados y, también, el derecho a obtener un tratamiento médico de calidad y gratuito;
10- La Justicia Ambiental considera actos de injusticia ambiental producidos por los gobiernos como una violación a la Ley Internacional, a la declaración Universal de los Derechos Humanos y a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Genocidio;
11- La Justicia Ambiental deberá reconocer una relación legal y natural especial a los pueblos originarios de parte del gobierno de los EE.UU., por intermedio de acuerdos, convenios y tratados que afirmen su soberanía y autodeterminación;
12- La Justicia Ambiental afirma la necesidad de promover políticas urbanas ambientalmente sustentables y políticas rurales libres descontaminación con el objeto de reconstruir las ciudades y los territorios rurales en equilibrio con la naturaleza, honrando la integridad cultural de  todas las comunidades y garantizando el acceso justo de todos al usufructo integral y sustentable de los bienes naturales;
13- La Justicia Ambiental clama por la obediencia irrestricta a los convenios acordados para poner fin a los ensayos genéticos y a procedimientos médicos que tomen como objeto de experimentación a los negros;
14- La Justicia Ambiental se opone sin concesiones a las acciones destructivas de las empresas multinacionales;
15- La Justicia Ambiental se opone a la invasión y ocupación militar, a la represión, a la explotación de tierras con fines colonialistas, a la explotación de todas las formas de vida;
16- La Justicia Ambiental afirma la imperiosa necesidad de educar a las generaciones presentes y futuras, poniendo énfasis en los temas ambientales y sociales, una educación fundada en la experiencia y en el respeto sin concesión por la diversidad cultural;
17- La Justicia Ambiental requiere que todos y todas, sujetos complejos, escojamos formas de consumo sustentables con el objetivo de desterrar el consumo depredador de los bienes naturales,  producir un menor volumen de basura, tomar decisiones afirmadas en la ética ambiental, y cambiar las prioridades en nuestros estilos de vida, de modo que pueda asegurarse la salud del mundo socio-natural para las generaciones presentes y futuras.
Este alegato recupera la palabra silenciada y abre a un escenario de diálogo de racionalidades. De un diálogo donde la interdependencia y retroalimentación entre Educación Ambiental, Ecología Política y Economía Ecológica supere los caminos engañosos que embarraron su desarrollo en las últimas décadas, suelo contaminado abonado por el desarrollo sostenible, difundido por tanto especialista de agencias internaciones y pedagogizado por tecnócratas de la educación dispuesto a transformar el sistema educativo desde las marismas enturbiadas por su propio linaje epistemológico de separatividad.
A 31 años de la Conferencia de Tbilisi que edificara los principios de Ética sustentables y de abordar el mundo como un sistema complejo desde la interdisciplinariedad la educación ambiental habita los suburbios de los sistemas educativos. Es cierto que han proliferado leyes, programa y reformas curriculares permeadas por la idea de Educación Ambiental, pero es mucho más evidente de que a medida de la proliferación de abordajes de la educación Ambiental, tanto en los sistemas formales como no formales, de declaraciones de buena voluntad como Agenda 21 y las Metas del Milenio, y de tanta otra literatura hermética, la educación ambiental está muy lejos de haber desembarcado en las costas colonizadas por el pensamiento cartesiano y la racionalidad instrumental.
Para nosotros, los latinoamericanos que abrevamos en el Pensamiento Ambiental Latinoamericano, la educación ambiental no es un regodeo por los pagos de la ecología, ni un hacer visible ambiciosas relaciones sistémicas. La EA desde el Pensamiento ambiental Latinoamericano es un gesto refundacional. Es la palabra recuperada de las garras del economicismo crematístico y bañada de sortilegios emancipatorios. La Educación, así como la política y la economía es redefinida desde la confluencia de saberes que antepusieron el concepto ambiente, como el concepto plural que significa la educación y al sujeto protagonista de la economía ecológica y de la Ecología Política.
Desde esa encrucijada de la historia, de la deconstrucción de la pesadilla fáustica de la modernidad y desde una alianza de diversidades tolerantes es que Educación Ambiental y Ecología Política, resiembran las emancipatorias y se constituyen en un proceso retroalimentador en condiciones de reimaginar la ciencia para la sustentabilidad, de repensar la educación para la diversidad, de reconstruir los sentidos existenciales desde las utopías ambientales. La sustentabilidad no es una teoría, ni un método, ni siquiera un programa. Es un “viaje” de otredades apasionadas que se encuentran para comprobar que, como dice el poeta Tafur:
Tú nombre se me vuelve geografía
y veo en el paisaje que me llaman.
El verdadero gesto es de tierra.
Toda cara es una roca
Tallada por el viento.
Toda cabellera es hierba.
Tengo ríos interiores.



INDICE

AMANCO, AVINA Y EL AGUA EN AMÉRICA LATINA.................................................. 51
ANDAR NUEVOS CAMINOS........................................................................................... 41
CIENCIAS SOCIALES: SABERES COLONIALES Y EUROCÉNTRICOS................................ 1
DECONSTRUCCIÓN Y RECONSTRUCCIÓN DE NUESTROS SABERES......................... 62
DECRECIMIENTO II.......................................................................................................... 32
DIÁLOGOS SOBRE EDUCACIÓN SOCIOAMBIENTAL EN LA CUENCA DEL PLATA.. 100
ESPACIOS URBANOS Y HUMANOS.............................................................................. 87
FERTILIZANTES FOSFATOS EN RETIRADA..................................................................... 57
HAY QUE DESPEDIRSE DEL FETICHISMO DEL CRECIMIENTO.................................... 27
LA PÉRDIDA DEL MUNDO Y DE LA CARNE................................................................. 35
LAS CIUDADES EN TRANSICIÓN.................................................................................... 18
LOS DESAFÍOS DEL DESCRECIMIENTO EN AMÉRICA LATINA.................................... 29
MODELOS ALTERNATIVOS Y ALTERNATIVAS AL MODELO....................................... 25
NEGOCIACIONES SECRETAS.......................................................................................... 47
NOSOTROS, EL SUR....................................................................................................... 38
POLÍTICA Y EDUCACIÓN AMBIENTAL........................................................................... 75


ANHELOS

Déjennos que soñemos con un mundo perfecto
en el que el sol ilumina las verdades, los desvelos;
la luna guarda el secreto de la noche, los misterios;
la lluvia moja los campos, el viento acuna los cedros;
en el que nacen gurises como un milagro del cielo
porque dos cuerpos se amaron y dos almas se quisieron.

Déjennos que imaginemos este mundo tan distinto
en el que los niños crecen llenos de amor y ternura,
los adultos se arremangan de sol a sol, decididos;
las madres cantan y rezan en las cunas de sus hijos;
los abuelos, sabios viejos, reciben todo el cariño
y los jóvenes... ¡ay los jóvenes!... nuestros frutos, nuestros hijos
transportan hacia el futuro nuestros sueños incumplidos
con su carga de ilusiones, con sus genes repartidos.

Permítannos que pensemos que vuelan un vuelo limpio,
de cara al sol, sin prejuicios, el corazón anhelante,
la libertad por bandera, el amor como estandarte,
llenos de luz y de vida, sin temor al sacrificio.
Concédannos este instante de ensoñación presumida
para verlos como ramas del árbol de nuestra historia
que paso a paso crecieron y ahora buscan su destino
de madurar diferentes, de recorrer un camino,
de encontrar un rumbo propio que prolongue el que elegimos
más allá de nuestro tiempo, abierto hacia lo infinito.

Toleren que les digamos de la esperanza y el miedo,
de la confianza y el celo, del cariño y los desvelos.
Perdonen que imaginemos que este sueño no es un sueño
sino el futuro posible que entre todos construiremos.


                                                                                                               Mingaché

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