Aquí la versión completa del genial texto de Tirso
Cumpas: hoy amanecí con un correo que me saluda por el Día del Periodista.
Cumpas: hoy amanecí con un correo que me saluda por el Día del Periodista.
Agradezco este mensaje gremial y saludo, a vuelta de
correo, a todos los colegas que con enorme esfuerzo y sin reconocimientos
cumplen su oficio de modo honrado, estudiando, seleccionando los temas con
responsabilidad, buscando los resquicios para dar a conocer lo que el poder
político o económico, político - económico, desean ocultar por todos los medios.
Verán que me inclino ante los amigos de la JAPL y me
extiendo a otros colegas.
Los periodistas debemos hacernos un lugar para la
reflexión, el conocimiento, el estudio, para dejar que los conocimientos
afloren sin presiones, y lo digo porque vivimos muy apretados por las
circunstancias, bajo estructuras mafiosas, y también apretados por los cierres,
por el apuro, y así solemos ofrecer cositas ni siquiera corregidas, y a veces
tan ligeras que sería preferible callar. No lo negaré.
Y bueno, en esta observación está nuestro derecho a
trabajar no sólo con todas las de la ley sino además con una serenidad de base,
cuando de periodismo de interpretación y explicación se trata.
Hay numerosas orientaciones en este bello oficio. En cada
rubro se encuentran personas con dignidad.
Deseo detenerme hoy en la que le hace cosquillas al poder
económico, al poder político, al poder corporativo, que muchas veces son un
solo poder en connivencia aunque parezcan incluso enemistados. Todo por
arribita nomás, ya sabemos.
Saludo entonces en este día a los colegas de los pueblos
pequeños que deben hacer malabares para ejercer el oficio y seguir viviendo
allí, y que aprovechan las rendijas que se le escapan al poder económico y
político corrupto al mango, las aprovechan para sostenerse en la dignidad,
comprometidos con la búsqueda de la verdad y seguros de que la libertad no se
negocia. Por trillado que aparezca, compañeros, es así, no se negocia.
Quizá no sean mayoría, no importa, están allí y muchas
veces no se dimensionan ni se consideran las tensiones internas de cada cual.
Por eso no opinamos de cada cual, porque en el fondo no sabemos cuánto lucha
cada uno por la dignidad, y suponemos que son más de los que imaginamos los que
dan su batalla íntima en cada jornada.
Y los saludamos porque sabemos de esos esfuerzos,
mientras algunos con pretensión de “representantes” buscan el modo de
congraciarse con el poder en este Día, con el poder mafioso, aplaudiendo
leyecitas que son como aspirinas ante el cáncer, engañapichanga, tratando de
sonreírle a un poder que nos ataca por todos los flancos.
¿A quién representan más que a los funcionarios de turno,
o al poder oligarca enquistado en los grandes medios de alcance?
Jamás el periodismo puede ser representado por
chupamedias del poder de turno, ni lo piensen, no pierdan tiempo.
Los engranajes del régimen falaz no son más que eso. Y
los periodistas que cada día se levantan pensando cuántas presiones deberán
soportar en la jornada de trabajo, tienen que soportar también que pretendidos
“representantes” les bajen línea, les digan que tienen que estar agradecidos,
en síntesis: nos tomen el pelo.
Con amigos así...
Saludo a los que tienen actitud, a los que luchan por los
caminos de la independencia, a los que se saben cruzados por los valores en
cada noticia, cada nota, cada título, cada párrafo; a los que quizá no puedan
decir algo hoy pero le pasarán el dato al amigo, o buscarán otro medio donde desarrollar
su trabajo; a los que no se resignan a callarse la boca ante la podredumbre de
presidentes, vicepresidentes, ministros, titulares de corporaciones, ultra
corruptos y ultra ricachones, que roban por todas las vías a su alcance y, como
práctica habitual, cuando se enfrentan con vecinos que los denuncian, buscan
destruir lo poco que queda de justicia, de república, para poner las
instituciones a su servicio, al servicio de la impunidad. Eso en la Argentina y
en Entre Ríos por igual.
Los saludo porque en esa resistencia diaria pierden
dinero, pierden tiempo, pierden posibilidades de “ascenso”, y muchas veces son
incomprendidos. (Nada los iguala más a los antiguos pueblos del AbyaYala y a su
digna pobreza).
¡Salud, compañeros periodistas de la Junta Americana!
¡Salud, periodistas de Santa Elena, de Concordia, de Ibicuy, de Villaguay!
¡Salud, periodistas de Paraná, de Concepción, de Gualeguaychú, de Larroque mi
pueblo, de María Grande, de Colonia Avellaneda, de Chajarí, de Federal, de cada
pueblo nuestro y se me escapan doscientos! ¡Salud los que resisten de una punta
a la otra de este territorio maravilloso!
Está el robo personal, el robo para el partido, el
soborno en la relación promiscua con las grandes multinacionales del dinero, de
la minería, del petróleo, de las exportaciones, del comercio minorista a
escala, de la industria de ensamblaje; el robo con la patria contratista, robo
impresionante por estos pagos; todo ello en la Argentina y en Entre Ríos, a un
punto que da asco, y quedan periodistas con preparación integral para conocer y
denunciar este estado de cosas que es calamitoso, y del que se valen los grupos
de poder para hacer de nuestro territorio una cancha de negocios sucios a gran
escala, mientras se hacina a las familias o se las expulsa.
Entre Ríos, patria del destierro, de los pueblos
fantasmas, país de las taperas, del trabajo precario, hoy país arrodillado ante
el poder central metropolitano ultra corrupto a todas luces, corrupto y
soberbio, ricachón y gritón, y arrodillado ante los pooles de la especulación
que se pasean como Pancho por su casa porque son jefes del poder político, es
decir: los “gobernantes” son sus felpudos.
Los periodistas nos encontramos con la altísima
responsabilidad de conocer el estado de cosas, de saber del grado de sumisión
del capitalismo entrerriano que agobia a las familias hasta expulsarlas. ¡Qué
alto compromiso nos depara el oficio!
Saludo a todos esos colegas que no se arrodillan, que ven
los modos de dársela al poder oligarca, banquero, terrateniente, darle el
hondazo, tarde o temprano, sea a la oligarquía enquistada en el gobierno (bajo
camuflajes diversos, ayer y hoy) como en las corporaciones y los trust y las
sociedades anónimas que son los titiriteros de estos títeres llamados
ministros, gobernadores, secretarios.
Saludo a las chicas y los muchachos de las FM, las
revistas, las cooperativas, las páginas digitales, me inclino ante los que se
plantan aunque quizá nadie los considere, nadie los aplauda ni los tenga en
cuenta en las bancas de las pretendidas academias de periodismo.
Compañeros, no están solos. Esa soledad aparente es un
resguardo de una unidad profunda que no necesitamos que se exprese a diario
pero está, la sentimos en el corazón.
Saludo a los jóvenes y no tan jóvenes de algunos espacios
en los diarios de gran alcance o los chicos, en la televisión, todos con enorme
sentido de la responsabilidad. Saludo a los viejos que están sin trabajo porque
no tranzaron, me saco el sombrero señoras, señores. Ellos cuando dicen Walsh no
se cagan en Walsh. No manosean a los maestros.
Los saludo, y a la vez los invito a no esperar
reconocimientos sino desprecios en sectores de poder; cuando haya algún
reconocimiento desde esos sectores hay que estar atentos porque por ahora no
hay visos de arrepentimientos o cambios, de modo que nada tenemos que esperar
ni aceptar de ellos.
No nos engañemos: cuando llega la hora, el poder busca a
los que saben sobar las patas.
Saludo con orgullo a los colegas que estudian, a esas
chicas y a esos muchachos que si tienen que leerse dos libros para una sola
columna lo leen, si tienen que buscar cinco testimonios los buscan; saludo a
los que se están formando en la calle o en la universidad y lo hacen con el
corazón, sabiendo la altísima responsabilidad que les espera, pero además con
humildad, conscientes de los límites de su oficio, de manera que serán
respetuosos luego a la hora de dar espacios a los que han pensado, estudiado, a
los que han hecho un camino, personas a las que recurriremos solos, sin que la
fama y el ruido nos llame, sin que las chapas nos encandilen.
Saludo a los que siguen los temas, no aceptan desvíos o
cajoneos, a los que cambian sus agendas para dar espacio a otros, a los que no
se limitan a una estrecha agenda y están dispuestos a abrirse incluso a
aquellos que no les caen simpáticos, los saludo. Y saludo a los que jamás
firmarían una columna a favor del poder que traiciona todos los principios
históricos que son valores irrenunciables de los entrerrianos.
El periodismo entrerriano no nació para chupar las medias
al poder, sea el poder expresado en los grupos económicos como el poder
enquistado en los gobiernos amigos de las expresiones más denigrantes del neocolonialismo,
y es el caso del gobierno actual.
(Ya lo dijo el poeta: al falluto no lo
cuento porque ese no es entrerriano).
Esa colonialidad de los de arriba se expresa en su
casamiento con los brazos del imperialismo, en la permanente denigración de valores
regionales maravillosos, de tradiciones genuinas, en el vaciamiento de ámbitos
de la cultura, en la rotura de lazos hondos de unidad, todo muy propio de
poderes organizados para aplastar las culturas, para trabar los caminos
naturales de la relación del hombre en su entorno y de los pueblos con los
pueblos, es decir, organizaciones mafiosas que siembran división, ignorancia,
atomización, para convertirse en imprescindibles y desde entonces hacer lo que
mejor hacen: aumentar sus fortunas.
No nacimos para avalar dictaduras (que lo diga Wenner),
ni democracias truchas (plutocracias) donde los temas importantes jamás se
consultan, donde las asambleas son desalentadas, y en las que predomina el
interés de los grupos de poder. Por eso no nacimos para lavar a Clarín ni
nacimos para ponerle el hombro a los Menem, a los De la Rúa, a los Kirchner,
todos peones de las multinacionales pagados por nosotros, con los impuestos
aplicados por una raza de ricos al pobrerío a la hora de comprar un kilo de
arroz, increíble injusticia sostenida con uñas y dientes por la oligarquía en
el gobierno; peones de las corporaciones como sus seguidores locales, todos
responsables principales del estrago que están haciendo en nuestro territorio,
en la biodiversidad, en la salud, en el trabajo, en la sociedad, en las
expectativas.
Y si más o menos estamos avispados, no entraremos en
paralogismos: no creemos que el enemigo de nuestro enemigo sea nuestro amigo,
de ningún modo, pero además sabemos que entre ellos son “enemigos” de corto aliento,
y con una unidad de fondo en el capitalismo extractivo colonial que les junta
la cabeza a ellos y que atropella a nuestros pueblos.
Agradecido, pues, por el saludo que me
envían por el Día del Periodista, he querido retribuir con un gesto similar.
Basta de farsa, basta de presentar como “potable” a la
oligarquía aliada a Monsanto, a Walmart, a la Barrick y a otras diez
multinacionales, basta de lavar a esa porquería. Los periodistas no nos
tragamos el verso, el doble discurso es para los giles no para los que
abrazamos este oficio con responsabilidad.
Si una profesión debe denunciar el doble discurso, el
atropello, la propaganda engañosa pagada con plata del pueblo (vicio
insoportable del actual gobierno farsante y de otros grupos mafiosos); si un
oficio debe denunciar las arbitrariedades del poder político, toda esta
inmundicia, la compra de medios masivos por particulares del gobierno que le
roban la plata al pueblo pero ponen las escrituras a nombre propio; si un
oficio debe denunciar los aprietes, el manejo arbitrario con la pauta oficial
que es moneda corriente en este país y en esta provincia (y eso también es
corrupción); si alguien debe acompañar toda lucha necesaria contra la
concentración de la propiedad de los medios, contra todo tipo de injerencia del
poder corrupto en los medios, esos somos los periodistas.
Saludo a todos, entonces, con la expectativa de saber que
vamos logrando tomar conciencia de que los chupamedias de Clarín, los
chupamedias de Menem, los chupamedias de los Kirchner, los chupamedias de la
Sociedad Rural, los chupamedias de la UIA, están en las antípodas de nuestros
principios. Que los chupamedias de Página 12, los chupamedias de La Nación, los
chupamedias de las multinacionales y los bancos que promocionan en sus medios (es
decir, que los bancan), los chupamedias de los cien corruptos a toda prueba que
están asolando al país, no tienen cabida en este Día del Periodista, son los
que atacan a diario los derechos del pueblo a informarse, a enterarse por
múltiples vías, a preguntar y encontrar respuestas cuando de temas comunes se
trata.
Los que llevan la genuflexión en su ADN, son vomitados
por la tradición honrada del periodismo entrerriano que supo hacer frente a las
peores calamidades, como por ejemplo a la guerra de la oligaquía y el
imperialismo al Paraguay, y el periodismo que entregó la vida en tiempos
violentos.
Si hubo periodistas que dieron su esfuerzo, su tiempo, su
vida en la lucha por la verdad, contra los atropellos en los peores momentos
del país, nosotros somos sus herederos y no vamos a convertirnos en permeables
y elásticos frente a las arbitrariedades tan en boga. No tenemos derecho.
Por supuesto, los que se opusieron al poder corrupto,
oligarca, querendón con la diplomacia del imperio, fueron históricamente denostados
por el establishment, sepultados por los cagatintas del poder. Fueron
agraviados, se ganaron todos los motes negativos habidos y por haber.
Ese es el destino de los que se le animan al poder, pero
no son pocos los entrerrianos, las mujeres y los hombres, que desde el
periodismo (como desde otros oficios) se cagan en los maltratos y las calumnias
y siguen con la cabeza en alto. Entrerrianos nativos o adoptados, lo mismo.
Hacen lo que deben hacer, así de sencillo, sin esperar aplausos.
Están en medios alternativos, buscan las rendijas en
todos lados, pocas veces reciben un Feliz Día aunque el oficio del periodismo
les lleve horas y horas de trabajo mal pago, muchas veces en forma gratuita,
por amor a la verdad.
Los hay que han dado su vida entera para denunciar a los
responsables de los principales hechos de corrupción, sea en la política, la
economía, los profesionales, la justicia, la iglesia, y han abierto espacios
para interpretar y señalar el sistema opresor.
Sabemos de periodistas de primera que ni siquiera son
reconocidos como tales, ¡y hay cada farsante con máscara!
No pocos hacen esfuerzos también para, en el lugar que
están, a veces con algún cargo, abrir rendijas, dejar que entre aire, y ese es
un valor también. No es justo meter a todos en la misma bolsa, en este día
debemos exprimir nuestra capacidad de discernimiento y saludar esos gestos que
dan un lugarcito para que luego cada cual haga su esfuerzo o desarrolle su
talento, lo aproveche.
Saludo a los que sí pueden saludar con orgullo paisano a
sus hijos, a sus amigos, en este Día del Periodista. Los demás se ocuparán de
escribir parrafitos lisonjeros que, antes de difundir, pasarán por sus jefes de
los grandes grupos y las corporaciones para el visto bueno, o serán colados por
sus jefes del gobierno, allí donde medran. Y siempre tendrán alguna seña al
poder, alguna venia. Lo que significa, lisa y llanamente, cagarse en el
periodismo.
Así están las cosas, no es una guerra, los periodistas
están haciendo lo suyo y no están solos. Están tratando de ejercer el
periodismo en condiciones malas y empeorando, pero son porfiados, no los
barrerá el primer vientito, y menos los barrerán esos que llegan al poder y se
creen allí dueños y señores. ¡Estúpidos! ¿Cuánto les va a durar el copete
alzado?
Los difusores del poder de turno y de los grupos
concentrados (es decir, del mismo capital colonialista), esos cagatintas buscan
esconderse, y para eso se colocan caretas de periodistas, para lucrar con el
esfuerzo ajeno, para libar de un prestigio que el oficio da pero que ellos
carcomen cada día desde su parasitismo.
¡Salud, salud en este Día a los periodistas con la frente
en alto!
En este Día del Periodista, cómanles el sanguchito,
tómenles el vino, y rindan homenaje silencioso a José Hernández, a Olegario
Andrade, a Evaristo Carriego, a los que dieron todo para denunciar el genocidio
al Paraguay. Silencioso homenaje a Alberto Larroque, Alejo Peyret, Rodolfo
Walsh, Atahualpa Yupanqui, Salvadora Medina Onrubia, Fermín Chávez, Beatriz
Bosch, Ángel Borda; a Marcelino Román, Amaro Villanueva, Alberto Gerchunoff,
Antonio Ciapuscio, María Esther de Miguel; a Tito Paoletti (nos llegan las
mentas a través de Alfieri), a Juan Balsechi y Tilo Wenner que no eran mancos
para atacar al sistema y estoy citando de memoria, cuántos se nos escapan,
claro, pero con estos antecedentes, y la base de siglos de resistencia de
nuestros hermanos a la invasión, ¿cómo callar los atropellos de hoy?
Si fueron periodistas varios de los mártires que
recordamos cada Primero de Mayo en el Día del Trabajador, ¿cómo ejercer este
digno oficio si no es con dignidad? ¿Cómo ejercerlo, si no es colocándonos en
nuestro sitio de trabajadores, lejos de contubernios políticos y empresarios de
allá arriba, enemigos declarados de los trabajadores?
Un periodista entrerriano tiene que arraigar en los miles
de año de historia de este pueblo que no se rinde, que no tranza, y por eso
debe ser muy mal visto por los sectores de poder alineados al colonialismo. No
hay vueltas. No hay formas de estar con el capital financiero usurero, con las
multinacionales y sus gobiernos aliados, y ejercer el periodismo. O una cosa o
la otra.
Un periodista debe saber que está en una tierra arrasada
por el capitalismo colonial extractivo y que los daños se muestran en pequeñas
cosas, en el barrio, en el campo, en una oficina, en grupos de gente “bien”… el
periodista siempre debe encontrar una rendija por donde denunciar esta
estructura perversa, en lo más grande, en lo pequeño, sin perder de vista la
dimensión grave del contexto; es decir, denunciar un sistema que lleva ya
varios siglos y que hoy, a pesar de los discursitos de ocasión, se consolida y
profundiza.
Periodista que negocia con Monsanto, con Walmart, con las
multinacionales, directa o indirectamente, que negocia con los usureros y sus
amigos (en gremios, en el poder estatal, etc), no está haciendo otra cosa que
medrar con el prestigio ajeno. Es decir, no es periodista. Obvio.
Y bien, ¡salud, compañeros ignorados, compañeros
empobrecidos en lo económico y enriquecidos en la dignidad!
Los saludo agradecido, por la compañía. Y agradecido
también con los miles y miles que nos alientan, que no ignoran sus derechos a
la información y reconocen el trabajo genuino y sincero, aún con errores pero
honesto, e incluso con talento a veces. Y agradecido con los profesores y
maestros que tantas veces, rompiendo con la burocracia y la desidia, nos abren
el panorama, sea en la universidad, sea en la redacción, sea en reuniones de
amigos. Hoy debemos decirles que ninguno de sus hondos mensajes cae en saco
roto.
Por las dudas aclaro que no represento a nadie. Sólo
levanto un mate amargo por la gran rueda de mate que nos expresa, aún a la
distancia, y en la que decimos y diremos nuestros silencios, en esta hora de
tanto ruido, hora de los farsantes.
Nuestros silencios, compañeros, silencios que nos llevan
primero a los hijos de los periodistas desocupados a veces, atormentados otras
veces por cumplir con un oficio y alumbrarnos en eso un sendero.
Cuando
veamos desde la distancia estos esfuerzos podremos saludarnos, con la certeza
de haber cumplido con un deber, nada más, y que la tierra nos trague.
¡Salud! Tirso.
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