A 180 años de
la usurpación británica/europea
de las Islas Malvinas del
Abya Yala,
y a 200 años de
las Instrucciones artiguistas del
año XIII
Las
organizaciones y las personas particulares que firmamos al pie resolvemos de
común acuerdo convocar a los pueblos y sus instituciones a:
1-Declarar
al maíz (Zea mays) semilla venerable e
inviolable de Abya Yala y el planeta, alimento sustancial de la especie humana.
2-Desconocer
toda patente privada o propiedad intelectual sobre la semilla o la planta del
maíz.
3-Luchar
contra toda norma o proyecto que condicione la libertad individual, familiar y
colectiva en la siembra del maíz, que ponga en riesgo sus extraordinarias
condiciones alimenticias o atente contra las variedades.
4-Impugnar
el uso de granos de maíz para combustibles e impulsar todas las acciones
tendientes a facilitar el cultivo del maíz en forma sustentable y el uso de sus
derivados en la lucha contra el hambre.
5-Exigir a las autoridades nacionales,
provinciales y locales que las
personas, empresas o estados que hayan producido mutaciones genéticas en el
maíz sean impedidos de usar la
palabra maíz o cualquier otro nombre vulgar del maíz en sus variedades y
estados. Esto, hasta tanto los transgénicos sean erradicados de nuestros
territorios. También, mientras tanto, exigir el etiquetado y pintado de OGM
(organismos genéticamente modificados) derivados del maíz no aptos para el
consumo alimentario humano, para aventar cualquier posibilidad de adulteración
o confusión; como el etiquetado de todo producto transgénico que se introduzca
en nuestras dietas cotidianas, por el derecho de los pueblos a estar
informados.
(Algunos nombres
vulgares: choclo, elote, mazorca, abatí, altoverde, borona, canguil, capiá,
caucha, cuatequil, malajo, mijo turquesco, millo, zara, panizo de Indias,
cabellos de elote, vellitos de elote, pelos de elote, abaté, avatí, guate
etc.).
6-Atacar por fraude comercial el argumento
engañoso de “equivalencia sustancial” entre las variedades del maíz y
los transgénicos, porque sus efectos sobre la vida no son los mismos, y en
algunos casos están en las antípodas.
7-Determinar
si la manipulación genética del maíz debe ser declarada delito de lesa humanidad, como se impone por los estragos que
puede acarrear al mundo. Hacerlo desde elementales principios precautorios.
8-Repudiar
la producción de semillas estériles (como la anunciada tecnología Terminator)
por las catastróficas consecuencias que puede provocar en la biología y la
economía; y analizar la necesidad de aplicación de penas graves a los
responsables de contaminación de variedades con semillas OGM (organismos
genéticamente modificados) en cualquier parte del mundo, en especial en los
territorios del Abya Yala, cuna
del maíz.
9-Promover
el cultivo sustentable del maíz y la investigación para garantizar la
diversidad en variedades, mejorados, híbridos, considerando los distintos usos,
climas, suelos, latitudes y épocas, y a la vez asegurar el alimento sano para
todos; intercambiar y cultivar las
distintas variedades con acciones colectivas, redes y bancos de datos, y
repudiar la presencia de transgénicos con actitud personal y grupal.
Desvivirnos por mantener las semillas originales, maravillosa herencia sin
dueños y con fines alimentarios. Prestar atención a nuestras propias
experiencias y no poner confianza ciega en la técnica moderna.
10-Defender
y promover la diversidad biológica, y resistir los planes que generan riesgos
gravísimos sobre la salud del ambiente y de la especie humana, sobre la
alimentación de las distintas especies, y sobre los más hondos y reconocidos
derechos biológicos y culturales. Defender la libertad del hombre y de la
semilla misma y los derechos de los seres que consumen y producen maíz, y
combatir toda acción que tienda a crear o sostener monopolios u oligopolios en
la producción y la comercialización.
11-Denunciar
a toda persona, empresa o institución, pública o privada, que pretendan
manipular genéticamente el maíz aplicando tecnología para obtener Organismos
Genéticamente Modificados –OGM- (lo que debe diferenciarse claramente de las
antiguas y recientes hibridaciones), o que quieran aplicar mutaciones que
impliquen la apropiación de las semillas y de su genética y generen riesgos
innecesarios; y demandar a las firmas por la apropiación y puesta en riesgo de
decenas de miles de genes.
12-Estudiar
el modo de expulsar de nuestros
territorios a las empresas que realicen manipulación genética del maíz o
que monopolicen la comercialización del maíz, y las corporaciones que pidan o
faciliten la manipulación genética o el acaparamiento de patentes sobre las
semillas del maíz, o cualquier otra, o que impidan su libre siembra y cosecha.
13-Prohibir
la apropiación genética por particulares, prohibir el monopolio o el oligopolio
de las semillas, y asegurar la propiedad social de los germoplasmas para garantizar
el principio de libertad, aún en conciencia de que el maíz no es patrimonio de
la humanidad sino del mundo.
14-Desarrollar
programas propios, soberanos, sustentables, sin manipulación genética; asegurar
la calidad del suelo y mejorarla, evitando técnicas que agudizan la erosión y
degradación y exigiendo las rotaciones necesarias, advertidos de los males del
extractivismo de minerales; luchar por la preservación de las especies,
proteger al extremo a las especies polinizadoras (como las abejas); sostener la
soberanía alimentaria y la producción de alimentos y no de mercancías, con uso
altamente eficiente y austero de energía renovable, con participación de campesinos
(las mujeres y los hombres que trabajan la tierra, sin distinciones) y
consumidores, y con la exclusión lisa y llana del capital financiero
especulativo que todo lo distorsiona.
15-Tomar
conciencia de que estos principios se
extienden a todas las semillas sin excepción, pero hacemos hincapié en
el maíz por razones de historia y cultura del Abya Yala, y de oportunidad, dada
la guerra desatada por las multinacionales (amparadas en el poder financiero
que las respalda y el poder militar de sus estados) contra la libertad de
nuestros pueblos en el uso de un alimento esencial al que todos los seres
vivos, sin ninguna excepción, tenemos derecho (desde el derecho a agradecer al
maíz sus servicios). Subrayar que el avance de la conciencia sobre el maíz y su
divulgación por medios masivos, escuelas, centros culturales, gremios y
diversas entidades, servirá de tracción para la liberación de todas las
semillas y la soberanía alimentaria.
16-Reconocer
que la manipulación genética del maíz y toda la tecnología comercializada a su
alrededor es un aspecto del sistema colonial extractivista que ataca hoy
también con la megaminería a cielo abierto, la fractura hidráulica y otros
sistemas y proyectos parecidos, con graves efectos contaminantes en el agua, el
aire y la vida.
17-Remarcar
el derecho de los pueblos a defenderse contra
la codicia (principalmente del capital financiero) que está acelerando el
camino a la destrucción de los alimentos y la vida, y reconocer el necesario
compromiso de los pueblos para la superación del estado actual. Advertir
que, en un peligrosísimo maridaje, los grupos de poder económico, político y
militar, multinacional o local, quieren quedarse con la llave de la vida y la
muerte, y los pueblos tenemos el derecho y la obligación de conocer, organizarnos,
resistir y encontrar o crear modos propios.
18-Organizar
en la región litoral, en la Mesopotamia y en Entre Ríos más específicamente,
dadas sus condiciones naturales y otras razones, o en otras regiones, Zonas o
Regiones libres de transgénicos y otras
contaminaciones, para asegurar la naturaleza de las semillas, sean
exóticas o silvestres, incluso con bancos de germoplasmas. Observar que, cuando
tomemos conciencia de los gravísimos problemas generados por algunos hombres
hoy poderosos y cuando los temibles efectos que deben esperarse del actual
sistema ya sean inocultables, esos reservorios de diversidad biológica
permitirán extender y recuperar las condiciones naturales.
19-Tomar
conciencia de que enfrentamos una secuencia técnica, económica, social y
cultural, que involucra a los transgénicos, los agrotóxicos, el capital
financiero, la expulsión de campesinos, el consumo desmedido de energía y la
naturalización del consumismo como necesario y único camino. Y considerar que
estamos ante emergentes, es decir, consecuencias de un régimen capitalista con
creciente exigencia de energía y más concentración económica y uniformidad; un
régimen capitalista que se está comiendo el planeta, de modo que la conciencia
ambiental es central, pero no excluyente, para superar este sistema perverso.
20-Analizar
esta problemática no desde el productivismo o con una mirada muy focalizada,
sino desde las antiguas y siempre vigentes sabidurías y cosmovisiones que nos
devuelven a la armonía de la especie humana en la naturaleza, donde la tierra
no es del hombre sino el hombre de la tierra, donde todos nos hacemos un alto
compromiso con la alimentación sana de todos y para ello ofrecemos nuestros
esfuerzos y nuestra solidaridad; y donde nos sacudimos el peligro del cientificismo
que hoy interviene en forma irresponsable y toquetea con soberbia una
complejidad natural que no conoce, para poner sus falsas certezas al servicio
del sistema financiero imperante. Estudiar el caso del maíz, como el de todas
las semillas, desde una perspectiva integral, observando las múltiples
interacciones de la naturaleza y la cultura. Y constituir una Mesa del maíz,
para estudiar a fondo la problemática, con las experiencias de los países de
Abya Yala y debatir sobre los alimentos.
FUNDAMENTOS
Hemos redactado
esta Declaración teniendo en cuenta:
Que el maíz (Zea
mays), originario del Abya Yala (nuestro continente mal llamado América), es
considerado el alimento humano por excelencia.
Que su nombre es una
voz originaria de pueblos antiguos de este continente, y está identificado con
la alimentación sana, abundante, natural, accesible, con mano de obra
campesina.
Que se conocen
trazas del maíz como alimento humano cultivado desde hace más de 6.000 años en
el Abya Yala.
Que hay pruebas del
aporte humano en distintas épocas para que el maíz sirva a la alimentación de
animales y humanos.
Que ninguna nación
del Abya Yala, ningún pueblo, ninguna familia, ninguna persona, de las muchas
que cultivaron el maíz e hicieron esfuerzos para que el maíz nos siga
acompañando en la actualidad han pedido recompensa, o han patentado la semilla,
sino que, por el contrario, todos, durante miles de años, colaboraron en forma
colectiva y compartieron la semilla, los conocimientos en torno de este vegetal
y los ofrecieron al planeta entero sin pedir a cambio ningún derecho especial y
menos arrogarse la propiedad excluyente de la semilla.
Que esto de la
apropiación es un efecto del capitalismo, que en el caso de las patentes sobre
los genes ya muestra una de sus peores armas destructivas.
Que los estudiosos
aportan versiones distintas sobre el origen del maíz y sus variedades, pero
todos coinciden en que su cuna es el Abya Yala, sea más al norte o más al sur,
de modo que ha sido fuente de vida no en una sino en muchas culturas de esta
tierra, y se fue convirtiendo en vastas regiones del continente en inspiración
y sustento cosmovisional y mítico, de la identidad de los pueblos productores.
Que no puede
atribuirse a ningún ser humano, a ninguna corporación, a ningún estado remoto o
contemporáneo la creación del maíz y por lo tanto es inconcebible reconocer
título de propiedad sobre la genética del maíz, en cualquiera de sus
variedades. La introducción de un gen en miles, para quedarse con todos, es un
caso claro de usura que debe ser repudiado y condenado.
Que el maíz forma
parte también de la cultura en general de Abya Yala, el arte y las creencias de
nuestros pueblos y que de una u otra manera las culturas y los pueblos del Abya
Yala y del mundo expresan su agradecimiento y su amor por este maravilloso
vegetal.
Y hemos
considerado:
Que poderosos grupos
transnacionales decidieron apropiarse del maíz, con la introducción de
mutaciones genéticas artificiales.
Que esos grupos se
aprovechan de sus ventajas financieras y militares para presionar a las
culturas del mundo y a los estados, convertidos en muchos casos en subordinados
de las multinacionales contra los derechos de los pueblos.
Que también en
muchos casos, basados en el modelo colonial que se resiste a morir, esos grupos
se quedaron (mediante diversas estrategias) con los resultados de
investigaciones realizadas por organizaciones estatales, con logros
científicos, recursos y fondos del pueblo.
Que mientras el maíz
es fuente milenaria de alimentación sana, exquisita, nutritiva como pocas (rica
en carbohidratos, proteínas, grasas y minerales), los cambios genéticos dan un
vegetal manoseado que está en las antípodas del maíz y por eso no debe darse a
ese engendro el nombre maíz. Además de variar en forma negativa hasta el gusto
natural del maíz (por distintas razones), el engendro está denunciado por
enfermar a la especie humana, incluso con experiencias que deben atenderse
porque demostrarían que el consumo de
transgénicos produce el cáncer a las especies animales que los consumen.
Que la pulverización
con agrotóxicos (bien ligada a los transgénicos) puede enfermar a los embriones
(animales, humanos) y ser teratogénica (producir monstruos), ante lo cual se
imponen los derechos derivados del principio precautorio.
Que las nuevas
tecnologías para el cultivo de transgénicos contaminan el ambiente como pocos
sistemas lo hacen, y ponen en riesgo a miles de especies vegetales y animales,
entre ellas la humana, no sólo con los herbicidas, insecticidas y un sinnúmero
de sustancias químicas sino por la sinergia de esos productos (se
potencian unos a otros).
Que el productivismo
de mercancías, en lugar de la producción de alimentos, conlleva exigencias
desmedidas sobre el suelo, gastos desmedidos de energía no renovable
(petroleodependencia, biocombustibles, etc.), concentración de la tenencia y el
uso de la tierra; intrusión de capitales especulativos y de tecnología de punta
que compiten con trabajadores rurales, pequeños y medianos productores que son
víctimas de migración compulsiva a centros urbanos para transformarse
sólo en sujetos y objetos del consumismo, expulsados, desterrados.
Que estas políticas
agresivas, cuyo móvil fundamental es el lucro desmedido con el falso argumento
de ‘dar de comer a los más de mil millones que padecen hambre’… produce
desestabilización en la sociedad, flagrante pérdida de biodiversidad y
daños irreversibles en los eco-sistemas y en la salud del hombre y demás
especies. Aunque todo sea presentado con una pátina de progreso y ciencia, que
busca desacreditar a los que alertan sobre los peligros de este sistema.
Que existen estudios que indican que los transgénicos no
aumentan la producción, y sí aumentan la concentración de la actividad en pocas
manos.
Que no existe
ninguna razón para poner en riesgo la semilla, el suelo, el ambiente, la salud,
que no sea la apropiación con fines de lucro, máxima ganancia y acaparamiento
de bienes que, en realidad, le pertenecen a la humanidad como tal y ni siquiera
eso, porque la tierra no es del hombre sino el hombre de la tierra. Por eso
mismo no cabría declarar al maíz, por caso, patrimonio de la humanidad, ya que
no lo es.
Que el maíz debe ser
reconocido por sus atributos y en sus variedades como alimento de interés
común, primero entre los derechos humanos a la alimentación y entre los
derechos a la vida de todos en el Abya
Yala y el mundo todo.
Que la preservación
del maíz en todas sus variedades y propiedades naturales es una obligación de
los pueblos y de sus instituciones en todos los tiempos; que su apropiación descarada
(al buen estilo de como hicieron los europeos desde 1492 con la humanidad y
recursos de Abya Yala) por parte de grupos y grupúsculos que detentan
desproporcionado poder económico y bélico es ilegítima, y que el ataque a las
maravillosas propiedades milenarias del maíz o la puesta en riesgo de sus
condiciones deben ser considerados atentados contra la humanidad, el equilibrio
del ambiente y la biodiversidad.
Que la complejidad
de la naturaleza, las influencias recíprocas de las especies en los distintos
lugares y en distintas épocas, no pueden ser comprendidas en su real dimensión
por la ciencia, de modo que no existe manera de conocer las consecuencias
reales de la modificación genética de los organismos.
Que en algunos casos
la ciencia ha determinado, dentro de sus limitaciones, que un OGM puede ser
inocuo para la salud pero se desconocen los efectos de su hibridación con otros
OGM, y de la cadena de efectos de los OGM sobre la naturaleza en general a
mediano y largo plazo.
Que están
comprobados los efectos nocivos de transgénicos sobre las abejas y otros
polinizadores, sin hablar ya del uso desaprensivo de insecticidas, lo cual
constituye una luz roja de alerta para la supervivencia de los insectos y de la
vida toda en el planeta.
Que el sistema de
riego masivo con herbicidas se ha convertido en un peligro grave para la
biodiversidad y la humanidad, en todo el mundo, y principalmente en nuestros
territorios del sur de Abya Yala.
Que el uso del suelo
con agrotóxicos perpetúa un sistema extractivista a escala y presiona para la
tala rasa, todo contrario al poblamiento y a la equidad demográfica y social
con cuidado de la biodiversidad y de la sustentabilidad de la economía.
Que la soberanía de
los pueblos sobre sus alimentos es un derecho humano esencial, como resistencia
al avance uniformador y expoliador del imperialismo en sus distintas variantes;
y que la especie humana debe velar por todo el ecosistema.
Que la defensa sin
concesiones del maíz se convertirá en un punto para empezar a revertir el sistema
de monopolios y engendros genéticos en todas las semillas sin excepción.
Que las inquietudes planteadas deben ser difundidas,
estudiadas y debatidas en universidades, organizaciones ambientales e
instituciones diversas, y pueden servir de base para los debates en torno de
los transgénicos, las patentes sobre las semillas, la producción con
agroquímicos a escala y la relación del hombre con la tierra y la
biodiversidad.
Que el maíz es
prenda de unidad y conciencia independentista de los pueblos de Abya Yala.
Entre
Ríos, Argentina, enero de 2013.
Junta Americana por los
Pueblos Libres –JAPL-
Asociación Gremial del
Magisterio –Agmer- Seccionales Paraná y Federación
Programa de Extensión “Por
una Nueva Economía Humana y Sustentable” FCEdu-Uner-
Foro
Artiguista Entrerriano
Foro
Ambiental Waj Mapu
Grupo
de Reflexión Ambiental Mingaché
Andrés
Petric, Juan José Rossi, Julio Majul, Luis Lafferriere, Marcelo Verzegnassi,
Marcos Tonina, Mario Alarcón Muñiz, Oscar Milocco, Pedro Aguer, Ricardo Bazán,
Santiago Fiorotto, Santiago García, Sergio Daniel Verzeñassi, Víctor Hugo
Sartori, Abel Schaller, Alberto Dorati, Jorge Villanova, Mario Castaldo, Mario
Daniel Villagra, Martha Bader, Mercedes Fiorotto, Oscar Barbosa, Antonio
Tardelli, Carlos Natalio Ceruti, Carlos Weber, César Baudino, Daniel Tirso
Fiorotto, Juan Antonio Vilar, Martín Barral, Fortunato Calderón Correa, Laura
Peter, Mauricio Castaldo, Ignacio González Lowi, Martín Martínez, Fernando
Iturriza, Aixa Boeykens, Philipp Tobías Edling… SIGUEN LAS FIRMAS
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