Aclaración


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jueves, 20 de octubre de 2011

TIERRA QUE ANDA 7

Después de los encuentros tan amenos que hemos tenido con Arturo Albarenque, en primer lugar, y con Juan Martín Rivas luego, hoy queremos hablar de uno de esos temas que se relacionan con todos los demás temas ambientales, desde la producción primaria, a los bienes naturales, desde los sistemas industriales a la contaminación, desde la extinción de las especies a los diseños urbanos y las relaciones sociales, desde la educación a las luchas ambientales.
Nos referimos a la sustentabilidad.
Para explicar brevemente esta idea, debemos decir que el término SUSTENTABILIDAD comenzó a usarse en forma generalizada y como un objetivo social en la década del 80, a partir de su definición en el informe Bruntland, un documento elaborado por una comisión internacional para la Organización de las Naciones Unidas en 1987. Básicamente sostiene que el Desarrollo Sustentable es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. Así es como queremos entenderlo y promoverlo desde Mingaché. Sin embargo el término ha sido usado por este modelo, economicista y contaminante para justificar  sus atropellos al ambiente. Por eso podemos escuchar que se hable de minería sustentable, de soja sustentable, de crecimiento sustentable... tergiversando completamente su significado original.
Muchas veces nos han dicho, y seguramente ustedes habrán escuchado frases como "si les hacemos caso a los ambientalistas no podemos producir", "debemos producir para alimentar al mundo", olvidándose de que las culturas más antiguas han producido su alimento sin contaminar el entorno, sin producir desertificación, adaptados al ambiente en el que les tocó vivir. Y olvidando también que las generaciones futuras tienen derecho a que les dejemos un planeta habitable.
El desarrollo sustentable, al igual que otras ideas fundamentales como democracia, libertad o justicia social, resultó ser un concepto de asentimiento universal, con el que todos acordamos, pero al que cada uno le da una interpretación propia, muchas veces opuesta o incompatible con la de otros.
Por esto, y por la importancia que el concepto tiene para la ecología moderna, queremos, sin ser muy densos, plantear algunos aspectos fundamentales desde el punto de vista ambiental.
1- la producción se ha considerado siempre un beneficio en sí misma, pero el afán productivista actual ha puesto en riesgo y amenaza seriamente la producción futura, en perjuicio de nuestro ambiente frágil y cada vez más amenazado.
2- nuestro sistema vital planetario es finito, por lo que ningún gasto de energía o de bienes naturales es gratuito, menos aún si, como hacemos ahora, superamos temerariamente las tasas de renovación natural. Esto nos pone frente a una decisión moral en cada momento del proceso económico.
3- en un sistema finito, con tasas de renovación natural relativamente estables, la única manera de que unos (los sectores ricos de las sociedades ricas del norte) tengan mucho más de lo que necesitan, es que otros (las comunidades pobres del sur) tengan mucho menos de lo que necesitan y por lo tanto el tan promovido crecimiento sostenido de unos (con el que se pretende confundir el Desarrollo Sustentable), se realiza a expensas del empobrecimiento de otros.
4- el desarrollo sustentable debe ser socialmente justo y por esto, el principio de solidaridad que pretende el desarrollo común de todos los pueblos por igual, debe completarse con el principio de solidaridad intergeneracional que pretende conservar intactas las posibilidades de las futuras generaciones de poder satisfacer sus propias necesidades. Al ritmo de producción actual les dejaremos un planeta desbastado.
5- el desarrollo sustentable debe ser económicamente viable, de allí la importancia de la búsqueda de la eficacia económica en todos los procesos de producción y comercialización.
6- el desarrollo sustentable es ecológicamente compatible: Los sistemas de producción actuales modifican y deterioran los ecosistemas al punto tal de volverlos inviables, a veces disfrazados de necesidad y otras ni siquiera eso, mostrando una impudicia rayana en la obscenidad.
-  Sistemas de minería basados en el uso intensivo de tóxicos que envenenan la tierra y el agua de regiones enteras sin el más mínimo prurito por la preexistencia de las comunidades a las que afectan profundamente en su salud.
-  Sistemas agrícolas que inundan con venenos el aire, la tierra y el agua o producen desertificación, con la promocionada idea de alimentar al mundo.
-  Sistemas de pesca predatorios, que ponen en riesgo la subsistencia de diferentes especies, llegando inclusive a su extinción.
-  Formas de producción que recurren a la tala indiscriminada y eliminan el bosque nativo sin medir consecuencias.
-  Sistemas de comercialización basados en el transporte a grandes distancias con el consiguiente gasto de combustibles fósiles que implica el agotamiento de recursos y la contaminación atmosférica.
La lista es mucho más larga pero no pretendemos cansar a los oyentes y en honor a la brevedad la dejaremos aquí, aunque seguramente volveremos a estos conceptos en otras oportunidades.

Tierra que Anda 5: El Agua


Son muy conocidos, difundidos y meditados los textos bíblicos que hablan del pan. En el Éxodo se relata como Dios le dio de comer el maná a su pueblo en el desierto. En el Nuevo Testamento son varios los relatos de la Multiplicación de los panes realizada por Jesucristo. Sin embargo en ambos casos se comenta menos, el tema del agua. El pueblo hebreo en el desierto también tuvo sed y fue saciado con el agua de una fuente que apareció cuando Moisés golpeó la piedra con su vara. En el Evangelio, Juan bautiza en el agua del Río Jordán, inclusive al mismo Cristo y este Jesús tiene un interesante diálogo con una Samaritana sobre el agua viva y una vez en la cruz, de sus heridas brotó agua, un acontecimiento que se convertirá para la Iglesia Católica como signo del bautismo.
Todos los pueblos de todas las épocas y culturas se formaron alrededor del agua. Para los pueblos nómades que seguían a las manadas, esto era sencillo ya que las mismas manadas buscaban el agua. Cuando se hicieron sedentarios, la fertilidad del suelo fue secundaria, primero debía haber una fuente de agua. Es más la tierra podía volverse fértil regándola y se hacía desierto por la falta de agua.
Las ciudades y las civilizaciones más antiguas se formaron alrededor del agua, del mar o de los grandes ríos. Todos hemos leído y hasta estudiado a los Egipcios en el Nilo, a Babilonia en el Éufrates, a los pueblos grecorromanos alrededor del mar Mediterráneo, y asociamos las modernas ciudades a sus ríos, Londres y el Támesis, París y el Sena, Nueva York y el Hudson, Buenos Aires o Montevideo y el Rio de la Plata, o ciudades cuyos nombres derivan del río sobre el que se asientan: Paraná, Gualeguay, Gualeguaychú, Uruguay y tantas otras.
Es posible ayunar varios días, sin alimentos, pero es imposible pasar un día sin agua.
El Agua que lava y purifica, el agua que refresca y calma, el agua que apaga la sed y vivifica, el agua que horada la piedra y suaviza la superficie, el agua que transforma el paisaje y reúne a los pueblos, el agua donde se originó y se sigue originando la vida, el agua que está afuera y está adentro nuestro, que corre por nuestras venas y llena nuestras células. El agua: tan abundante y tan escasa, tan popular y tan cara.
Hace un tiempo atrás leía un reportaje que le hicieran a Moussa Ag Assarid con motivo de la edición de su libro y allí él decía algunas frases muy interesantes por lo sentidas y vividas, frases que a las que ya nos hemos referido en otra oportunidad. Cuando le preguntan por las diferencias entre este mundo (París) y aquel, el suyo (Mali, en el desierto del Sahara) él responde:
“Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!... (aquí) Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro…
Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua… y sentí ganas de llorar.
¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso…”
Muy probablemente muchos de quienes nos escuchan hayan experimentado alguna vez esa sensación indescriptible de sentarse una tarde, a la caída del sol, a la orilla de un río, de una laguna, del mar, y ver el agua en extensión y pensar que por un momento como ese, todo en la vida tiene sentido, el amor y el dolor, el trabajo y el descanso, la soledad y la amistad, la lucha y las pasiones, la música y el silencio, todo se resume en ese momento de paz frente el agua.
¿Porqué entonces parece habernos dejado de importar?. Y la derrochamos, y la ensuciamos ¿Será que perdimos la noción de su origen?. ¿que desconocemos la historia anterior a la canilla?.